Capítulo 14

— Oficial Kim... — La voz del comisario en jefe de su unidad resonó en su oído mientras su compañero Park pasaba a incorporarse rápidamente, descendiendo las piernas de su escritorio. — Ya te vi, Park, ya te vi... — Musitaba girándose para encontrar a quien había estado llamando. — Oficial Kim, su padre fue llevado al hospital, se desmayó en una tienda de conveniencias y llamaron para contactarte. Pueden irse y cuando termines, te comunicas con la estación para saber que están haciendo sus rondas activas.

— Sí, comisario. — Se apresuró a ponerse de pie. — Muchas gracias. Jimin...

— Yendo. — Caminando detrás de Taehyung mientras se acomodaba el uniforme, Jimin contemplaba a su amigo en silencio. — ¿Qué crees que haya sido?

— Seguramente lo mismo de siempre, intoxicación por alcohol, algo de esperarse con las cantidades que consume. Solo espero que no vuelva a caer en un largo coma etílico porque un día de estos será demasiado tarde.

No era la primera y algo le decía que tampoco sería la última vez que su padre terminaría en un hospital por los altos niveles de alcohol en su cuerpo y ya no sabía qué más hacer al respecto. Como tantas veces, entró al hospital junto con Jimin, solo cuando lo dirigieron a la habitación en donde tenían a su padre, Park regresó a la patrulla para esperar por él. Cansado por la situación, Kim permaneció en la puerta mirando a su padre dormir hasta que su teléfono vibró avisándole que tenía una llamada entrante. Dando varios pasos al exterior de la habitación, caminó por el pasillo para poder atender su teléfono.

— Kim... — Habló al ver que era el número de su unidad. — No te entiendo bien Seokjin, ¿qué sucedió?

— Hace un rato vino buscándote por segunda vez un hombre de aspecto cuestionable. Intenté retenerlo porque me pareció sospechoso, mínimo tendría que estar drogado o yendo a un Comicon con el disfraz que llevaba. No obstante, traía armas reales y, aunque extremadamente viejas, funcionales. Se las hemos decomisado, pero se escapó. — Taehyung frunció su ceño sin comprender muy bien lo que le estaban diciendo. — Estaba preguntando por ti las dos veces, así que deberías estar al tanto, igual le avisaremos a Jimin, si es necesario, te enviaremos otro oficial a tu casa.

— No es necesario, creo que están haciendo demasiado ruido por algún fanático de los disfraces que por alguna razón me buscó. Nadie es lo suficientemente estúpido como para entrar a una unidad policial sabiendo que tiene armas reales y preguntando por un oficial al que planea hacerle daño. Seguramente ni sabía que sus armas eran reales, ya se las decomisaron, no creo que sea necesario hacer más. Igual, gracias por avisarme. Nos hablamos más...

Todas las palabras de Taehyung se vieron interrumpidas cuando vio a un hombre con un atuendo un poco raro caminando hacia la habitación de su padre. Sin decirle nada más a su amigo y compañero de trabajo por teléfono, culminó aquella llamada.

Con cautela, llevó la mano a su arma reglamentaria después de guardar su celular. Al asomarse en la puerta, aquel sujeto de larga cabellera negra y con un trapo verde en su cabeza del mismo tono que su camisa, estaba descubriendo el brazo de su padre, mirando el tatuaje que este llevaba.

— Dé dos pasos hacia atrás y levante las manos. — Demandó Taehyung con seriedad, tomando cuidado con aquel sujeto, mientras veía como su padre abría los ojos.

— He llegado tarde nuevamente... — La voz de aquel sujeto fue tan baja que Taehyung no pudo oírlo, solo el hombre que yacía en la cama pudo hacerlo, lágrimas corriendo por sus mejillas mientras estiraba la mano para alcanzarlo.

— P-Perdóname... — Fue todo lo que su padre dijo, Taehyung vio al desconocido asentir mientras hacía exactamente lo que le había mandado.

Dio dos pasos hacia atrás con las manos en alto y se quedó quieto para que el oficial Kim se le acercara. No obstante, cuando guardó su arma y sacaba las esposas, aquel hombre al que no pudo verle el rostro lo empujó. Taehyung se incorporó rápidamente y salió corriendo de la habitación para alcanzarlo, el único inconveniente fue que no pudo alcanzarlo. Para su mala suerte, tampoco pudo adquirir una buena toma de las cámaras de seguridad porque solamente se le veía caminar, pero su rostro no se le vio.

A pesar de todos los esfuerzos que pusieron, aquel sujeto jamás volvió a parecer en los siguientes meses. Por mucho que le preguntó a su padre quién era, este no dijo nada, simplemente decía cosas incoherentes, cosa con la que ya estaba acostumbrado. Aquel extraño suceso fue quedando en el olvido de todos, en un mundo tan agitado donde cada día era igual y a su vez sucedía algo diferente, nadie recordó a aquel hombre de larga cabellera negra, de aspecto cuestionable y que desapareció como si de un simple humo se tratara.

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— ¿Va a seguir llorando frente a esa porquería de dibujo? ¡Reaccione de una maldita vez! — Gritó Taehyung molesto volteando el sillón para que lo viera a los ojos, mas aun así aquello no ocurrió. — Cuida eso como si de un maldito tesoro se tratara, un maldito trozo de papel.

— ¿Quién dice que es solo un trozo de papel? — La voz del mayor finalmente salió, algo ronca y desgastada por todo el alcohol que consumía. — ¿Realmente piensas que todos los tesoros se esconden en cofres? El oro, la plata y las piedras preciosas no son los únicos tesoros, hay algunos menos valorados monetariamente, pero de mayor valía.

— Eso lo sé. Lo que me molesta es que no viva su vida y se la pase venerando ese desgastado dibujo sin darle importancia a nada más. ¿Qué hay de usted, de mí? Si en toda mi vida me hubiese dado un tercio del cariño y la atención que le da a eso cada día, nuestra historia hubiese sido otra. ¿Qué importancia puede tener el dibujo de un pirata al que no se le ve siquiera el rostro? Deje de estar anclado al pasado, ya ni siquiera existen esos hombres. Sus historias de bucaneros y piratas no tienen sentido.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro de lo que es pasado o futuro? Todo vuelve aunque se demoren milenios para que ocurra. — Taehyung alzó sus manos con frustración y agitó su cabello una vez que frotó su rostro como si lo lavara en ese momento. — Veo que aún llevas el zafiro que te regalé en tu cuello. Es muy valioso, más que esta maldita casa, que este cochino mundo.

Escupió en el suelo sin pudor y se levantó a buscar una nueva botella, ya que la que tenía se le había acabado. Caminó con torpeza hacia la cocina, pero cuando la tomó en sus manos su hijo se la arrebató, estrellándola contra la pared.

— ¡Deténgase ya de una vez! P-Por favor padre, deténgase... — Sostuvo sus manos, pero el hombre se soltó segundos después regresando a su antiguo sitio. Tomó el enmarcado dibujo de la pared y se quedó contemplándolo. — Estamos en el siglo veintiuno, despierte...

Le quitó aquel dibujo molesto, no tenía nada. Solamente se podía observar un sombrero sobre una larga cabellera, el rostro y lo demás era algo confuso. Trató de buscarle un sentido aquello, buscó cada pequeño detalle, pero lo único que notó fue una especie de cola que parecía la de una serpiente como pendiente, justo como el tatuaje que él traía en su bíceps izquierdo. No había nada más. Cosa absurda, sin dudas.

— Devuélveme mi retrato Taehyung, eso es mío. Aún no ha llegado el momento en el que te lo pueda heredar.

— ¿Heredar? Yo no necesito este trozo de papel. — Se fijó en que por primera vez en años su padre le estaba presentando atención, todo por aquel estúpido dibujo. Dejó caer el cuadro viendo como los trozos de vidrio se esparcían por el suelo. — ¡Viva, aliméntese!

El mayor gritó y se apresuró a cogerlo, pero Taehyung fue más rápido y lo tomó en sus manos. Se tambaleó cuando fue empujado, y mordió su labio tras ser golpeado en el rostro por su padre. Estrujó aquel papel entre sus manos y se fue a la cocina. Sabía que su padre estaba alcoholizado y él debía guardar mejor su postura aunque le resultara difícil, sin embargo, cayó al suelo cuando fue nuevamente golpeado con una silla por la espalda.

Sus lágrimas cayeron una vez más como aquella vez que su padre le pegó de niño cuando lo vio andar entre sus pertenencias en el desván. En esa ocasión en la que vio sus cartas, la única vez que el Señor Kim dejó el único mueble que allí se encontraba sin seguro. Ese día fue como si su padre hubiese desaparecido y fuese remplazado por otro. Solía beber, pero jamás se ponía violento.

Todo era culpa de ese pirata sin rostro, de aquel dibujo horrible y desgastado. Solamente eso saca ese lado sin raciocinio de su padre. Tal vez, si aquello desaparecía, incluso podría ayudarlo a recuperarse. Daría de estar día y noche llorando, bebiendo sin fin frente a ese estúpido dibujo que sostenía en su mano. Se levantó velozmente, como si solamente se hubiera agachado para recoger una moneda y lo miró sosteniendo aquel retrato con ambas manos, amenazando con romperlo.

El mayor realizó varias venias de forma consecutiva, incluso se inclinó a sus pies para que este no cometiera tan bárbaro acto. El sonido de varios golpes a la puerta sonaron, pero ninguno de los Kim dio un solo paso para moverse. Estaban en una batallas de miradas donde nadie retrocedería y ellos lo sabían muy bien. El menor hizo ademán de romperlo, peropor alguna razón, se detuvo. No obstante, no contó con que el mayor se lanzara hacia él. Sin darse cuenta desgarró aquel dibujo que terminó convirtiéndose en agua entre sus manos.

Levantó la mirada buscando una explicación, más no hay ninguna. Lo único que se encontró fue con la imagen de su padre quien lentamente se desvanecía. Estiró su mano tratando de alcanzarlo, pero fue en vano. Lo que empezó pausadamente, fue tomando mayor velocidad haciéndolo cuestionarse su sanidad mental.

Todas las cosas se movían como si cambiaran de sitio, otras iban desapareciendo, junto a ello su padre y otros familiares se vieron tras esa capa de neblina blanca que tenía frente a él. Personas que no conocía fueron pasando, todo se movía como las antiguas cintas VHS cuando se rebobinaban. La construcción de su casa iba cayendo, trataba de seguir con la vista todo lo que ocurría, pero pronto se encontró mareada, hasta que perdió totalmente el conocimiento.

— ¡Oye, tú! ¡Despierta! —Abrió los ojos con parsimonia, estaba cómodo en unos brazos extrañamente familiares. — Ya veo que estás vivo. ¿Quién er-

Aquella voz se interrumpió cuando todo el cabello cayó hacia atrás y vio esa extraña pero hermosa amplia sonrisa dirigirse a él. Su desconcierto solamente aumentó cuando aquel castaño de rara vestimenta colocó una mano en su rostro.

— Mi pirata... ¡Te encontré!

El Gran Almirante Kim Taehyung abrió los ojos con gran exaltación en medio de aquella profunda y oscura noche. Su corazón latía con fuerza frente a ese extraño sueño que tan real y confuso se sintió. No comprendía ninguna de esas imágenes, bueno... Casi ninguna. Si de algo tenía certera absoluta a pesar de no haberle visto su rostro, es que en ese sueño se encontró con Jungkook. Era como si hubiese sido él mismo y a su vez, otro Taehyung, otra persona enfrentándose al pirata.

Luego estaba aquella pintura, muy parecida a los retratos que hacían en los muelles con carboncillo. No se veía rostro alguno, pero se asemejaba mucho a Jungkook o al menos eso le pareció, quizás simplemente los mezcló y les vio algo similar. Todo fue demasiado extraño, no supo qué fue lo que ocurrió en su sueño, pero incluso recordaba estar en los brazos de Jungkook, feliz por encontrarlo mientras este lo miraba confundido. Una opresión comenzó a instalarse en su pecho, algo se sentía muy mal, su cabeza dolía por el esfuerzo de recordar algo, pero no sabía si había algo para recordar en primer lugar.

Buscando no hacer ruido, se levantó de la cama de aquel camarote, tomó su larga bata de hilo y descalzo salió hacia la cubierta. Necesitaba aire, necesitaba pensar, alejar ese mal sabor de su mente. ¿Quién era ese  señor mayor en su sueño y por qué le pedía perdón a Jungkook? ¿Por qué el pirata huyó al verlo y por qué razón todo lucía tan extraño? Una mezcla extraña entre raro y conocido que no comprendía.

Cuando unas manos rodearon sus caderas, se sobresaltó, casi se volteó con violencia, pero el olor del pelinegro le hizo sonreír. Se dejaba girar y abrazar, encontrándose con el pirata que no tuvo la decencia de cubrir su cuerpo con algo, desnudo a la luz de la luna.

— ¿Pesadillas?

— No sabría decir si han sido realmente pesadillas, pero sí fue un sueño muy inusitado e incluso caótico porque no tenía mucho sentido. — Fue todo lo que dijo, viendo la tenue luz de la luna y estrellas reflejarse en la piel contraria que brillaba más de la cuenta esa noche.

— Fue solo un sueño y no deberías permitir que te dañe el dormir. — Musitó atrayéndolo hacia él, disfrutando del cabello castaño que caía sobre los hombros de Taehyung y que con sutileza tiró para instarlo a fundirse en un beso. — ¿Quieres dormir otro poco?

— Preferiría un trago.

— Lo que os apetezca, mi Gran Almirante. — La formalidad en su hablar provocó que Taehyung lo empujara con una sonrisa mientras caminaban tomado de las manos hacia el interior del Zafiro. — Ya sabe que tengo todo lo que pueda desear. ¿Un delicado vino, tal vez?

— No me hables así. — Negó sonriente, avanzando para picar una lima que echó en un vaso junto con un poco de miel y ron. — Prefiero algo más fuerte.

— Dicen que eso que te has preparado es bebida de piratas.

— Puede que me haya contagiado después de fornicar con uno. — Ambos se carcajearon, mientras Jungkook se encargaba de robar toda la bebida almacenada en la boca contraria, tirando de sus labios, saboreándolo a gusto a cada rato en su camino a la cama nuevamente.

— Quiero volver a intentarlo... — Taehyung no necesitaba ser explícito en su pedido, Jungkook comprendía muy bien lo que quería. — La primera vez creo que...

— No tienes que explicarlo, si me deseas, solo debes decírmelo y me tendrás, incluso puedes tomarme sin pedírmelo, Kim... — Musitó incorporándose para darle un beso antes de pasar a acomodarse en la cama. — Dime cómo me quieres. ¿A cuatro?

— No, quiero verte a la cara.

Admirando la anatomía poseída por el pirata, Taehyung se quitaba la única prenda que cubría su cuerpo. Era tan obvia y penetrante la mirada del pelinegro, el deseo reflejado en sus ojos que el almirante una vez más tuvo que contenerse para no acabar como la primera vez.

En esta ronda, se tomó su tiempo incursionando en el interior de Jungkook, cada movimiento fue calmado y preciso en el comienzo, estudiando sus reacciones, preguntándole por momentos solo para estar seguro de que esos gemidos se debían al disfrute. Pensar no era la actividad primordial en ese encuentro, solo sentirse, mirarse y acompañarse. Fue maravilloso ver a Jungkook llegar a su orgasmo, muy diferente del fiasco anterior, ahora pudo ver la belleza de ver a un hombre perdiéndose por él de un modo tan intenso. Lo mejor, que ese hombre era justamente Jungkook. Ese pirata sin apellido que continuaba regresando a su vida.

En algún instante en el que no se percató, los dedos del contrario se perdieron en su interior aun cuando seguía haciendo chocar sus caderas. Un momento arrugaba su entrecejo, al otro, vocalizaba ampliamente, liberándose en aquel cálido sitio que lo recibió gustoso. Solo cuando no quedaba nada más de su parte para dar, los dígitos que presionaban esa protuberancia en su interior dejaron de martirizarlo y abandonaros su cuerpo solo para aferrarse a su cabello, atrayéndolo a un nuevo beso.

No supo cuándo se durmió porque no hablaron mucho una vez terminado, se quedaron observándose en silencio con una sonrisa hasta que se durmieron. Taehyung volvió a despertar más tarde una tranquilidad pocas veces sentidas y que pasó a convertirse en agitación cuando todos los recuerdos de las últimas horas volvieron a embargar su mente. Varias cosas se lo confirmaban, su cuerpo un poco adolorido, el suave vaivén del bajo oleaje que mecía la embarcación, el olor a la madera que abrazaba a ese barco y el calor del cuerpo que estaba aferrado al suyo.

— Buenas... — Escuchó a su espalda una voz algo ronca junto a un aliento sobre su hombro, tan tibio, reconfortante. — ¿Cómo has dormido?

— Bien. — Musitó incorporándose, peinando torpemente su cabellera castaña mientras miraba al pirata. — ¿Tú?

— De maravillas contigo a mi lado. — Murmuró estirando sus manos para acomodarlo nuevamente en la cama. — Creo que nos debemos una plática, pero podemos pasar otro rato así.

Todo se sentía confuso para Taehyung, por un lado había una tranquilidad sin igual, por otro, todo era raro, extraño, como si existiera un vacío instalado entre ellos. No obstante, incluso en ese vacío se sentían bastante llenos, plenos aunque el Almirante sabía que lo sucedido, poco cambiaba. Jungkook era un pirata prófugo, él, el Gran Almirante que debía apresarlo aunque, si lo miraba, ese pelinegro parecía cualquier cosa menos un rufián de altamar.

– ¡Capitán!

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