Capítulo 13

Solo entre juegos, ellos habían caído en posiciones similares. Para Taehyung, el pelinegro acostado entre sus brazos mientras él lo observaba desde lo alto, apoyado en sus brazos, era simplemente la maravilla personificada.

Carecía en ese momento de cualquier aire peligroso, no se veía tan atemorizante como cuando lo volvió a ver e incluso el día anterior. Porque debía reconocer que algo en la mirada de Jungkook le daba miedo, las historias que ahora contaban sobre él, hacían que cualquiera se impresionara, incluso si era alguien como él que le restaba importancia a las habladurías.

Relamiendo sus labios, Taehyung dejó ver una sonrisa que hizo latir con fuerza el corazón del pelinegro. Al volver a unir sus bocas, aún podía sentirse el cálido olor a alcohol debido al consumido mientras comían. El húmedo roce de sus lenguas, el sorprendentemente suave movimiento de sus labios y dos manos que fueron a la parte de atrás de sus cabellos simultáneamente aún en esa posición.

Mientras Taehyung debía sostenerse con su mano libre, Jungkook aprovechó para desplazar la suya sin prisa por toda su espalda hasta llegar al trasero del Almirante. Mirando hacia arriba, pudo encontrarse con esa mirada que provocaba sonrisas esbozadas. Su trasero se sentía al tacto tan bien como se veía cuando llevaba escasa ropa dado que sus uniformes a veces no lo permitía apreciar bien.

Permitió que el castaño lo besara, que su lengua se hundiera, se enredara con la suya e invadiera, con una oleada de repentino deseo que casi lo dejaba sin aliento. Quizás no había motivos reales, pero el silencio comenzaba a llenar con chasquidos de besos y gemidos moderados gracias a las continuas caricias.

Fue gracioso el modo en que Taehyung se dejó caer sobre el pelinegro cuando este tiró de su labio inferior con fuerza, como si con esto también hubiese tirado su cuerpo. Sin el apoyo de las manos, todo su cuerpo sobre el del pirata.

— Tae, me aplastas. — Se rieron por la torpeza, como si aquella fuese su primera experiencia sexual cuando ambos ya habían tenido tantas. — En mí no puedes entrar así, no soy mujer ni ninguno de los oficiales que seguramente te has follado. Prepárame. — Protestó Jungkook, llevando su mano al interior de ambos cuerpos para alejar el pene que como quien no deseaba, comenzaba a presionar su entrada.

— Perdón. — Se disculpó con una sonrisa, levantando una de sus manos para escupirla, pero frente a esto, Jungkook negó.

Por un momento el castaño no comprendía, creyó que el contrario se había arrepentido. Sus dudas se disiparon cuando las manos de Jungkook se enredaron en su cabello invitándolo a un nuevo beso, uno que cortó mientras sin mucha sutileza, lo empujaba hacia abajo y le subía las piernas. Taehyung una vez más quedó confundido hasta que su boca colisionó en la zona más escondida en el trasero de Jungkook.

Si debía confesar algo, era que en todas sus experiencias sexuales, jamás había hecho eso. No sucedió con los nobles con los que intercambió placeres, con esos oficiales que cuando estaban exiliados eran su única vía de liberación. Tampoco en esos burdeles en donde ofrecían servicios discretos y diferentes entre hombres. Sus conocimientos por eso no eran bastos, pero fueron suficientes para lograr que Jungkook gimiera a gusto en aquel camarote.

Fue puro instinto aquello que le hizo presionar más su lengua con toda la intención de entrar en él. Jamás escuchó gemido igual, nunca vio a un hombre de ese modo porque no le gustaban esos que, a su punto de vista, eran demasiado femeninos. Los hombres no gemían tanto, podían gruñir en algún momento, un gemido gutural, pero no como Jungkook a quien nada más parecía importarle. No ese que lo provocaba tanto que, luego de volverse a ensalivar las manos y su miembro, volvió a intentar aquella penetración.

Hasta cierto punto tortuoso, de no haber sido Taehyung, el pelinegro posiblemente hubiera utilizado su espada. Tampoco es que él soliera recibir de ese modo, no estaba acostumbrado a ello. No obstante, gracias los besos y la hermosa mirada de ese hombre, el gran deseo acumulado por años, después de un tiempo prudente, a cada movimiento, se relajaba y sentía más.

Las embestidas del Almirante eran profundas y continuas. Sus respiraciones lentamente se descontrolaban, la del castaño que todavía no se creía lo que estaba sucediendo y escondía el rostro en el cuello ajeno fue un poco más errática. Supuestamente, trasero por trasero, daba justo eso, trasero, todos eran iguales para Taehyung, pero el pelinegro se sentía tan diferente. Su calidez era tan abrumadora como la forma en que sin medirse gemía cuando así lo sentía. Él lograba eso, que Jungkook gimiera de esa manera. Fue tanto, que se volvió eufórico, incrementando la velocidad de sus movimientos.

Cuando Jungkook lo abrazó, sintiendo el fuerte agarre en sus caderas por parte del castaño, sintió la tibieza de algo en su interior. Pudo sentir como este se liberaba en el momento que creyó que comenzaría aquella faena. Miró hacia el techo de su camarote confundido por la rapidez tan abismal en la que el menor terminó en él. Rozando sus mejillas, yendo hacia su pecho, Taehyung se separó para besarlo, notando el fruncido ceño del pelinegro que evidenciaba su decepción y de cierto modo un poco de frustración.

— Nosotros los hombres solemos explotar más libremente en placer, creí que lo estabas disfrutando. Supongo que no fue así. — Eso lastimaba el ego de Taehyung, este que se acostaba junto al contrario en esa cama para juntos mirar hacia el techo.

Jungkook estaba buscando las palabras correctas para expresar la confusión en su cabeza. Estaba acostumbrado a otras cosas, los piratas no tenían recato, disfrutaban de lo que sea que hiciera y ya estaba. Los nobles por ese lado tendían a ser un poco diferentes porque la mayoría experimentaba su primera vez en burdeles. Las libertinas de estos lugares no buscaban sentir placer, estaban trabajando y les daban lo que creía que los hombres querían. Simplemente se dejaban hacer con torpeza sin corregirles y esto era algo que se extendía de por vida.

Quizás por esto tanto hombre como mujeres buscaban placeres en otros lados que no eran con sus parejas, estas solo eran para la procreación. Eso cuando esta no era un fraude, algo concebido fuera de las sábanas matrimoniales. Por eso vivían de las aventuras con personas como los piratas, sirvientes y otras tantas que carecían de clase, pero que se permitían vivir correctamente.

— ¿Fue como te imaginaste que sería? — Indagó Jungkook cuidadosamente.

— Podría decirse. Pensaba que... — Calló volviendo a mirar hacia al techo porque no quería que Jungkook lo viese sonrojarse. — Mejor olvídalo.

— Dímelo. — El castaño negó mirando esos oscuros y saltones ojos, esa nariz arrugada y esa sonrisa tan bonita que tenía el pirata.

— Podrías reírte. — Jungkook se incorporó para apoyarse en su codo para verlo, dándole una negativa.

— No me reiré. — Iba a decir lo prometo, pero jamás se atrevía a hacer promesas que pudieran romperse al igual que los juramentos. Estos eran sagrados para él y prefería abstenerse de hacerlos antes de quebrarlos. — No lo haré.

— No sabía que los hombres podían gemir como tú. Creí que siempre lo hacíamos en cuatro y sin gemir.

Los ojos del mayor se ensancharon, sorprendido con eso. Aunque no le extrañara que entre nobles sucediera eso, entre oficiales podía ser diferente porque no todos eran de buenas familias, había más variedad y era un secreto a grito que, cuando debían permanecer encuartelados o andaban en batallas, solo se tenían ellos para consolarse. No esperaba que esos fueran los pensamientos de Taehyung, sinceramente. Entonces, aunque intentó contenerlo, una sonora risa llenó el lugar.

— No te rías. — Las comisuras de Jungkook solo se ampliaron más, buscando dejarle un beso en sus labios, viendo como el contrario parecía estarse pensando algo. Algo que quería decir y no se atrevía, por eso lo instó con la mirada. — ¿No te gustó nada?

Jungkoon bajó su mirada, confundiendo al castaño que velozmente asumió que ese había sido el caso. No había disfrutado ese encuentro. Tantos años en que si bien no pensaron en eso, hubo sentimientos persistentes, al menos de su parte. Al concretarlo, todo se tornó un fiasco que le dolía. Pensar que con ese Yugyeom, Jungkook podría haber disfrutado mucho más, al punto de volverlo su matelot, le hacía molestar.

— Supongo que era cierto eso de que los piratas solo se divierten verdaderamente entre ellos. Que tus encuentros con tu matelot son mucho más satisfactorios. — Jungkook no pudo evitar arrugar el ceño frente a esta asunción.

La verdad fue que no se esperaba que en esos momentos, Taehyung estuviera pensando en Yugyeom. Ni siquiera él lo hacía, no le pasó por la cabeza que el castaño pudiera estar pensando de ese modo en su vida íntima.

Yugyeom y él compartían un pasado muy corto, quizás efímero. Lo conoció antes de conocer oficialmente a Taehyung, a pesar de haberlo visto antes en aquel cuartel. Juntos escaparon de esos oficiales, se prometieron apoyo, lealtad y compañerismo si alguna vez se volvían a ver.

Cuando huyó del castillo Bumkim, cuando llegó al puerto y se refugió en una embarcación muy pequeña, el dueño de este le pegó a Jungkook, los guardias comenzaban a acercarse y, antes de ser atrapado, una mano tiró de él para llevarlo a un refugio. Ese fue Yugyeom, lo llevó a una diminuta choza que había construido para él y que compartió con Jungkook. Juntos comenzaron a pescar, ese fue su primer tratado de comercio. Pero era muy poco, Jungkook quería más y así fue tras de aquello que deseaba.

Era cierto que fue él quien libró peleas, a quien se le ocurrían las ideas, pero Yugyeom siempre cuidó su espalda y fue por eso que, para compensarlo. Para sellar su relación y darle un lugar en su primer barco decente, él decidió realizar el matelotage. Sí, cuando no había mujeres cerca, cuando estaban en altamar, ellos dos se consolaban mutuamente. Prefería un compañero que follar con toda la tripulación. Eran amigos, socios y compañeros de aventura que se fueron siempre leales. Estuvo ahí para Jungkook cuando este estaba perdido, cuando más necesitó un amigo y volver a confiar en alguien.

Sin embargo, eso era todo, ambos lo tenían claro. Un mozo más que podía calentar su cama. No había punto de comparación entre lo que ellos hacían porque simplemente, nadie despertaba lo que ese castaño solo con su presencia. Desde la primera vez que tuvo que correr detrás de un árbol mientras lo veía entrenar, desde esa primera vez que se tocó a sí mismo pensando en Taehyung.

Lentamente, se incorporó por completo en la cama, abrazando la espalda del Almirante. Apoyando su mentón sobre su hombro izquierdo.

— Sí, me gustó, Taehyung. Desde el beso, las caricias lo que hiciste con tu boca, como entraste en mí. Todo me gustó. — No mentía, lo hizo, de cierto modo esperaba un poco más, no se quedó del todo satisfecho, no se corrió, mas no significaba que no le hubiese gustado.

Dejando un beso en su hombro, se levantó descalzo para ir en busca de una botella que destapó. Aquel líquido que pasaba por su garganta, hizo que Taehyung se enamorara de esa garganta. Incluso la gota que se escapó de sus labios fue perfecta. Su garganta se resecó, su lengua buscó humectar sus propios labios. Dejando en su boca un gran trago, Jungkook limpió sus propios labios con su antebrazo mientras le entregaba la botella al castaño que imitó su acción. Pegándose a la botella mientras el mayor lo observaba, acariciando su hombro con delicadeza.

Cuando le devolvió la botella, Jungkook no la aceptó de inmediato, besó su mano ceñida al cristal, sus dedos y muñeca mientras lo miraba fijamente. Ese último trago casi hizo que el castaño se atragantara con la bebida por lo profundo y repentino que tragó. Tomando el recipiente, el pirata se inclinó para dejarlo en el suelo, en una esquina de la cama.

— Permíteme demostrarte, mi querido Tae, cómo me gustaría que fueran nuestros encuentros. Cómo me gustaría que nosotros, hiciésemos el amor. — Besó una vez más sus finos y largos dedos, besando sus manos que no eran tan suaves como parecían

Ni un solo segundo apartó la mirada de esos ojos que lo contemplaban expectantes. Ubicándose entre sus piernas, colocando una rodilla entre estas, apoyándola en la cama. Ya no tenía que sostener el brazo de Taehyung, este lo mantenía erguido para él. Era agradable sentir sus dedos ser besados de ese modo, su cuerpo erizarse cuando los labios eran revelados por una húmeda lengua. Sus muslos eran sutilmente acariciados por un lado, su pecho por el otro.

— Termina de quitarte tu camisón y date la vuelta. — Musitó Taehyung firme, calmo. Fueron tan rápidos momentos antes, que tuvieron que acariciar sus pieles por encima de las camisas de sus enaguas porque ni siquiera se las quitaron.

El contrario obedeció, dejando su cuerpo totalmente desnudo mientras le daba la espalda al Almirante que acariciaba sus muslos con la yema de los dedos. Era una pequeña imitación de lo que Jungkook había estado haciendo, lo comprendió. Habían ido demasiado rápido, perdiendo la oportunidad para saludar sus cuerpos, presentarlos, admirarlos. Esa primera conexión fue un tanto carente de algunas cosas, no sabía exactamente cuáles, mas las estaba sintiendo.
El trasero de Jungkook era bien redondo, macizo como sus muslos. Esa fue una invitación a levantarse, caminando en círculos alrededor del pelinegro que lo miraba del mismo modo en que era mirado. Una emoción mezclada con anhelo y deseo a algo más que el encuentro físico. Era un poco divertido porque se sentía de cierta forma extraño para ambos porque no solían tomar las cosas de ese modo, con tanto empeño por sentir mutuamente.

Para Jungkook era un poco diferente, se había acostumbrado a que, si se iba a tener sexo, era para disfrutarlo porque era un acto físico que poco tenía que ver con los sentimientos. Se podía gozar con cualquiera que se permitiera hacerlo, por ende, sí solía ir en búsqueda de placer mutuo. Kim, solo buscaba liberarse, calmar sus necesidades, no le dio importancia excesiva a esto. Por eso había una pequeña brecha ahí, una que disminuía considerablemente gracias a que eran ellos dos.

Las manos de Taehyung, antes no habían detallado tanto el físico de otro hombre, nunca delineó con sus dedos una piel tan imperfectamente perfecta. Con sus cicatrices, sus tatuajes, esos que tenían fuerte conexión con los piratas, los representaba e identificaban. Aunque con ropa los de Jungkook podrían esconderse considerablemente, ahora podía detallarlos a la perfección.

Porque esos eran un adorno nuevo que no existía la última vez que lo vio. Solían causarle repugnancia en otros, pero sorpresivamente le gustaba como se veía en Jungkook. Su cintura era muchísimo más estrecha de lo que se veía con sus trapos, sus músculos, su gruesa textura.

Acariciaba sus glúteos con la punta de sus dígitos mientras acercaba su cuerpo al contrario, siendo él que ahora besase su hombro y respirara en su piel. El pirata solo se dejaba llevar, su cabeza se inclinó para atrás mientras intentaba voltear para ver quien estaba parado casi a su lado pero aún detrás de él. Descendió hasta la palma de aquella mano sus dedos, viendo que la mano de Jungkook habían pasado tanto como las suyas, nadie quitaba que más.

— No creo que sea justo que solo tú me admires, como dijiste antes, vayamos parejos. Posibilítame el placer de venerarte con mis manos y mirada. — Tiró suavemente a Taehyung por su camisón para apegarlo a su cuerpo, delante de él, encargándose de desvestirlo.

Quedó sin aliento. El cuerpo de Taehyung era...

— Precioso... — Exhaló mirando cada detalle. Jungkook se estaba tomando el tiempo para verlo bien, esas cicatrices que eran mucho menores que las suyas, quizás había tenido mejor suerte.

— Me has visto desnudo antes, has visto desnudo a otros hombres. — Susurraba Taehyung sintiéndose exquisitamente deseado bajo esa mirada. Era lo más trasparente que había visto esos ojos desde que volvieron a verse.

— Sí, pero nunca de este modo, no como hoy. Nunca pude sentir que tu cuerpo pudiese ser mío y, aunque no lo sea, así se siente en estos momentos en que no lo contempla nadie más que yo.— Tomando la mano de Jungkook para llevarla a su liso y desnudo pecho, se acercó lentamente, reclamando nuevamente los labios de un pelinegro que llevó ambas manos hasta su trasero, apresándolo, apretándolo y amasándolo con fuerza para obligarlo a brincar sobre él para regresar a la cama de la que no debieron salir.

Fue algo torpe, Taehyung no se sentía cómodo así, creía que se caerían ambos, pero confiaba al menos en eso en Jungkook y en esos potentes brazos llenos de músculos que lo cargaban. Para ayudarse, rodeó su cuello, besándolo con vehemencia mientras sus dedos acariciaban su larga melena negra. Su miembro volvía a estar erecto, frotándose contra ese perfecto abdomen. Humedeciéndolo con esas estelas que se estiraban de un punto a al otro, evidenciando su clara excitación.

Con cuidado, el pelinegro procuró sentarse en el borde de la cama, con el menor a horcajadas sobre él. Solo sus rodillas estaban apoyadas sobre la cama de ese camarote, el resto de su peso caía sobre ese hombre que tan bien lo sostenía. Ese que parecía extasiado acariciando su trasero, abriéndolo, apretándolo sin separar sus bocas.

No fue un movimiento que planeó, Taehyung simplemente impulsó sus caderas hacia adelante logrando que el contrario gruñera al sentir presionado su miembro, girándose para dejar caer al castaño sobre la cama. Apoyándose con una mano en el colchón y sin soltar el cuerpo del Almirante, avanzó por toda la cama hasta que pudo acomodarlo correctamente.

Ahí estaban una vez más, incrédulos, pero expectantes ahora que se miraban. Esta sería la segunda vez que el castaño dejaba que ocurriera algo así, que entraran en él. Fue tan doloroso la primera vez, no sintió nada, no llegó el placer, solo un dolor que pedía  que terminara pronto y realmente no comprendió por qué a algunos le gustaba tanto. Sin embargo, tomó el control de ahí en mas en todos sus encuentros, jamás fue al fondo. Podía doler, pero después de ver el modo en que jungkook gimió antes, con lo que hizo, estaba dispuesto a probar. Además, no se trataba de cualquier desconocido, era ese niño que años atrás conoció, su compañero de juegos y travesuras, Jungkook.

No pudo evitar cerrar los ojos cuando sus besos comenzaron a descender por su cuello hacia su pecho. No fue hasta que un soplido, una suave brisa acarició uno de sus pezones, que no volvió a elevar sus párpados con su respiración ligeramente enganchada. Fue justo a tiempo para ver a ese pirata sacar su lengua, acercarse hasta solo tocar la punta de esa diminuta protuberancia haciéndolo respingar.

Eso fue raro, por instinto se jorobó, alejándose de su boca sin éxito. Nuevamente esa lengua entró en contacto con su pezón, cada vez, durante más tiempo hasta que la diminuta lamida se convirtió en una chupada. Sutiles mordiscos, besos, succiones que se alternaban entre un lado y otro haciendo que sus manos buscaran aferrarse a la sábana.

Una nostalgia enorme lo invadió cuando Jungkook continuó descendiendo, algo faltaba, le gustaba aquello que le estuvo haciendo. Otro gusto llegó cuando sus miradas hicieron contacto, el pelinegro engullendo en un juego obsceno, pero que lucía lindo sus testículos. No tenía apuro, como las infinitas estrellas que los guiaban o el mar, así de infinito era su deseo y tiempo para Taehyung, para ellos.

— ¡Por todos los cielos! — Exclamó Taehyung sin poder cerrar la boca al culminar esa frase. Sentir la tibia y húmeda cavidad bucal del contrario rodear su pene, no fue algo que esperó. Le encantó. — Sí...

Se sentía desfallecer, quería liberarse nuevamente, pero Jungkook tronchó sus planes cuando le separó las piernas en una retribución a lo que había hecho momentos antes. Le mostraba sin palabras cómo era que debía proceder, todas las formas diferentes en que una lengua podía jugar allí. Arqueándose a la entrada de un primer dedo, un paso que el castaño se había saltado cuando quiso entrar en Jungkook, Taehyung se sintió raro e incómodo, mas no se apartó.

Jungkook no movió ese dedo, solo se dedicó a besar sus muslos, ingleses, abdomen e incluso volvió a engullir su erección. Solo al escuchar el primer gemido, se aventuró a avanzar más. No se esperó la visita ahí del castaño, mucho menos que harían eso, de haberlo sabido, hubiera mandado a comprar algunos aceites que lo ayudaran en momentos como ese. Pero no importaba, lo haría bien para él, lo haría sentir bien sin más.

El segundo dedo le siguió con el mismo procedimiento, luego un tercero y para entonces, a Jungkook le resultaba difícil mantener la calma cuando admiraba ese cuerpo enrojecido. Cuando el sello que acallaba sus sonidos se había ido, permitiéndole la más gloriosa dicha de escucharlo. Por un breve momento, dolo lo que hizo fue agitar su mano, prestándolo atención a cada uno de sus gestos, muriéndose cuando este mordió sus labios.

El deseo tenía la sangre bombeando a una velocidad extraordinaria por sus venas, mas el nerviosismo le hizo tambalear. Estaba frente a Taehyung después de todo, desde que se volvieron a ver, había tenido pensamientos similares. Antes de que eso ocurriera, aquello que llegaba a su cerebro era más inocente, nada realmente explícito. Se excitó más de una vez viéndolo, se tocaba después, pero nunca con la imagen sin censura alguna en su mente. Más de lo que pensó e imaginó, por eso ahí, rozándolo y sin atreverse a entrar en su interior.

— Puedes entrar. — Fue Taehyung quien se dignó a hablar, puesto que el pirata solo lo miraba fijamente con las manos aferradas en los muslos contrarios, esos que mantenía abierto. — Ven aquí. — Llamó para besarlo, rodeando su cuello, jugueteando con sus cabellos.

— Entonces, ahora, voy a entrar. — Musitó sobre sus labios, adentrándose en tres pasos hasta llegar a final. — ¿Duele mucho?

Definitivamente, muchísimo menos a la vez anterior en que lo hizo. Dolía y estaba menos incómodo. Agarró sus caderas para evitar que se moviera, cosa que Jungkook no planeaba hacer. El pirata estaba más bien embelesado en sus reacciones, a su vez preocupado de que algo pudiese ir mal. Creía que quizás debía hacer algo diferente, pero no sabía qué. Buscó su mirada, necesitaba asegurarse de que estuviese bien y, cuando lo confirmó, sonrió infectando a Taehyung, acercándose para un nuevo beso que no deseaba culminar.

— ¿Puedo moverme? — El castaño asintió, estirando sus labios para besarlo.

Jungkook se retiró casi completamente y esta vez, cuando volvió a embestir, ambos gimieron sobre las bocas del otro mientras acariciaban sus rostros y cabellos se mezclaron. Se sentía como una rara unión carnal, pero también más allá, eliminando las barreras para guiar hacia un camino incierto.

Penetraciones precisas, firmes y lentas, era contundente, pero no lo estaba lastimando, muy por el contrario. El castaño solo pudo procesar parte de lo que acontecía cuando él mismo notó lo vocales que eran sus gemidos. Podría deberse a que Jungkook era un muy buen amante, a todos los lazos que los unía del pasado o al puro deseo pasional entre dos hombres, solo sabía que aunque había un dolor lejano, eso se sentía muy bien.

Mucho mejor cuando algo inesperado pareció sacarlo de la cama cuando anchó los ojos y brincó, gimiendo más alto. Existían dudas, el pirata no estaba seguro si el último grito fue por placer o dolo, por lo que el siguiente envite fue más estudiado, sonriendo cuando confirmó que solamente había llegado al lugar correspondiente.

— ¡Ah! — Gritó Jungkook cuando el contrario mordió su pecho. Lejos de protestar, lo miró con una mayor lascivia oculta, extrañado cuando volvieron a mirarse. Entonces llegó la segunda mordida, las manos sobre su espalda que le exigían más al igual que sus gemidos.

No obstante, no continuó penetrándolo al mismo ritmo, se dedicó a besarlo, morderlo como había sido mordido, notando como esto solamente acentuaba más las reacciones del menor. Eso podría jurarlo, eran las más perfectas que hasta el momento había visto. Buscando más de eso, sintiendo más de aquello, Jungkook estaba seguro de que pronto terminaría, pero no lo haría antes que Taehyung. Llevó la mano a ese sensible pene que estaba a punto de explotar, solo bastó que lo agitara unas cinco veces para que el cuerpo del Almirante se tensara en su totalidad, jadeando entre besos, liberándose después de llegar a su orgasmo.

— Quiero que te vengas igual. — Pidió el castaño uniendo sus frentes, escuchando esa hermosa respiración irregular.

— Lo haré, solo me encontraba esperando por vuestra liberación, Gran Almirante. — Bromeó recibiendo una nueva mordida.

Taehyung no sabía si la desfiguración de la que estaba siendo testigo en el rostro del mayor era debido al dolor de la mordida o su pronta liberación, pero le encantó cuando sus labios se separaron y en una brusca exhalación, salva escapó. Ver a Jungkook en ese estado, junto a él, lo hizo sentir demasiado bien.

Entrelazando sus manos, el pelinegro se dejó caer a su lado, mirándolo con adoración, agradecido por esa sonrisa. Porque de ahora en más, quería que Taehyung fuese suyo, él ser de Taehyung. Un matelot no estaba obligado a incluir una relación íntima de algún tipo, podía entregarse al castaño, ser su compañero.

Iba a preguntarle cómo se sintió, pero la oportunidad se esfumó ante sus ojos cuando el Almirante simplemente quedó dormido. Tan tranquilo, relajado, tan cerca de él como no esperó tenerlo. Por eso se quería grabar esa imagen, motivo suficiente para quedarse admirándolo hasta que el sueño lo empezó a vencer. Depositó un último beso en sus labios y, atrayéndolo hacia él, los tapó, abrazándolo para quedarse dormido con el rostro contra su espalda.

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¡Doble actualización para compensar un poquito! Espero que les haya gustado.

LORED

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