[4: Primera cita y última]
El día había transcurrido fastidiosamente, había globos por doquier, cartas y declaraciones de amor. Por mi parte, sólo me encontraba sentado en un lugar que yo consideraba seguro, leyendo "Cuento de invierno" ¿Por qué? Porque así lo quizo el profe de literatura y porque estaba escondiéndome en él armario del conserje de aquellas chicas que me brindaron cartas confesándome su amor eterno veinte minutos antes. El timbre resonó por cada rincón de la gran escuela indicando el fin de clases, tomé mi mochila y antes de poder guardar mi libro en ella, algo llamo mi atención.
Dentro había una pequeña cajita con unos chocolates y una nota amarilla que decía.
Feliz san Valentín Kookie.
Realmente te viste fantástico anoche.
¿Anoche? Me pregunté. Y entonces aquel suceso regresó a mi cabeza. ¡No había sido una pesadilla! Jimin si me había visto actuar. Pero actuar como un completo tonto. Además, ¿Cuándo había llegado eso ahí?
—Maldita sea, adiós dignidad—murmure tomando unos de esos chocolates para llevarlo a mi boca y con enojo mastique.
—¡Jeon!—se escuchó en el pasillo haciéndome bajar nuevamente la cabeza para que no me viera por la pequeña ventanilla.
Necesitaba esperar a que se fuera, pegue mi oreja en la puerta y cuando no escuche ningún ruido, decidí salir de mi escondite.
—Te he buscado por todas partes—espetó a mis espaldas—Sabía que debías estar ahí, ¡Vamos a casa juntos!
Entonces di media vuelta topándome con ese chico sonriendo como le era costumbre. ¿Por qué todo el tiempo estaba sonriendo? ¿No le dolía la cara? ¿No se le entumía la mandíbula o algo así?
—No—le respondí divertido colgándome la mochila y caminando hasta llegar a su lado.
De hecho era extraño, de mi boca salían palabras negativas, pero mis acciones eran todo lo contrario.
Era como si aquel chico tuviese un control remoto para manejarme a su antojo como si de un robot se tratase.
—¿Puedo hacerte una pregunta?—habló siguiendo mi paso.
—No—respondí mirando al frente.
—¿Qué te hace tan escéptico a todo lo que tiene que ver con el amor?—cuestionó ladeando la cabeza.
—Te lo dije ayer, no hay nada que defina con exactitud lo que una persona siente, o lo que es, no hay razón para creer en el—me limité a decir desinteresado mientras estiraba la cabeza de un lado a otro.
—Pero, es un hecho que los sentimientos existen, es algo que es complejo de negar, amor, odio, pasión, miedo... todos los seres humanos sienten alguno de estos sentimientos en alguna parte de su vida, ¿No lo has sentido?
—¡C-claro que lo he sentido!—exclame algo indeciso—Es sólo que la razón es algo que privilegió mucho, quiero tomar decisiones de las que pueda estar satisfecho de haber tomado y ser totalmente capaz de mantener esa satisfacción aún después de que la emoción cese, o el sentimiento cambié—respondí casi inaudible.
—Pero...
—¿Por qué no comes algo?—solté metiendo un chocolate a su boca para hacerlo guardar silencio.
—Gra-Gracias—balbuceó terminando de masticar.
Dando un vistazo al pasado, me di cuenta que...En realidad quería tomar decisiones de las cuales no quería arrepentirme y excusarme con un: "Me dejé llevar por la emoción" como algo que lamentar. Pero lo complejo es que mi mente pareciera jugar como en un balancín entre el "ser" racional y el "ser" emocional.
Quería disfrutar plenamente de mis emociones y sentimientos más profundos, pero sin que mi razón quedará nunca apagada, y que mis facultades racionales siempre pudieran advertirme a tiempo si algo andaba mal.
Porque las personas después de cada relación sufren, se arrepienten, se excusan. Y yo definitivamente no quería vivir así.
—¿Sabes que?—exclamó el chico tomándome por sorpresa mientras parecía pensar en algo.
—¿Qué? ¿Qué cosa?—cuestione entrecerrando los ojos algo confundido. ¿Debía comenzar a alarmarme?
—No lo has sentido porque no has encontrado a alguien con quien desarrollar todo eso—explicó emocionado como si hubiese resuelto un rompecabezas
—No, ¿Qué no escuchaste todo lo que dije?—pregunté mirándolo de mala gana
—¡Vamos!—levantó la voz y repentinamente envolvió su pequeña mano en mi muñeca
Y a pesar de querer poner resistencia o negarme, simplemente me dejé arrastrar por aquel chico quien comenzaba a alterar todo mi mundo, alterar toda mi rutina.
Después de la escuela habíamos abordado el autobús y bajamos en una estación a unas cuantas cuadras. Pero, aquello no era el problema, de hecho me gustaba viajar en autobús con los auriculares puestos y mirar por la ventana, el ruido me molestaba y los lugares con demasiada gente me eran sofocantes.
Por ello, cuando llegamos al lugar que Jimin escogió, no pude evitar petrificarme.
"Parque de diversiones"
¿Qué podía decir de esto?
Nada, excepto el hecho de que odiaba este lugar, ver niños corriendo por todos lados porque se les subió el azúcar del chocolate o del algodón, papás atrás de ellos como si de ponerle la cola al burro se tratase, personal atendiendo de mala gana porque odia su trabajo en realidad. Esto era una mala idea en definitiva.
Quería decírselo, que odiaba los parques de diversiones, que prefería un lugar más tranquilo, una biblioteca quizá, tal vez una obra de teatro donde yo no fuese el actor, pero no un parque.
Sin embargo al verlo respirar profundo, cerrando sus ojos mientras dejaba que el sol le golpeara el rostro. Simplemente no pude articular ni una sola palabra.
—¿No sientes que te envuelve una sensación de bienestar o tranquilidad?—preguntó mirándome acompañado de una sonrisa ladina.
—La verdad, no—respondí siendo lo más seco posible.
—Vamos Kook, te divertirás
No, no era divertido.
Estaba mareado y tenía la necesidad de vomitar pronto, ya no me importaba mucho el lugar o si las personas mirasen, solo quería desechar todo lo que mi cuerpo no soportaba más.
—¿Te sientes mejor?—preguntó el rubio acariciando mi espalda en círculos con suavidad—No sabía que no tenias tanta resistencia a las vueltas.
—¡Tengo mucha resistencia!—me quejé tomando asiento con dificultad en una de las bancas libres.
—No, no es verdad—respondió riéndose—Kook, nos subimos al carrusel y ya no puedes ni con tu propia existencia.
—Bueno, es solo que, necesito adaptarme—contesté manteniendo una expresión neutra e incorporándome pegando mi espalda al respaldo—En definitiva, puedo decir que esta es la peor cita en la que he estado—solté sin pensar.
Y cuando caí en cuanta ya era demasiado tarde.
—¿Entonces es una cita?—cuestionó el chico levantando sus cejas y con una sonrisa formada en su rostro.
—N-no, bueno si, ¡No!—corregí casi en un grito—Y-yo no quise decirlo tan....
—Bien, dejémoslo como una cita—interrumpió el chico dándome la espalda y me golpeé internamente por haberlo mencionado primero—Pero no le digas a nadie ¿De acuerdo? Será un secreto entre tú y yo
Curioso lo miré, ¿Un secreto? ¿Por que tenía que ser un secreto? No habíamos hecho nada malo. De hecho, (y por alguna extraña razón) no quería ocultarlo, quería gritarle al mundo que estaba teniendo la peor primera cita del mundo con Park Jimin.
¿Qué de malo había en eso? A mi me parecía simplemente perfecto.
—¿Por qué?
—Porqué...—guardó silencio un momento, quizá pensando en si decirme o no—Guk y yo decidimos darnos otra oportunidad.
Soltó y me cayó como balde de agua helada.
En realidad no sabía con exactitud la causa de mi extraño pensamiento y sentir, pero no era una sensación agradable, era una que quemaba, que me hacía enojar...pero al mismo tiempo me entristecía.
Si, esa era nuestra primera cita y la última.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top