[11: Sorpresa]
La alarma retumbó fuertemente en mis oídos, al principio sintiéndose como campanas navideñas haciéndome cosquillas y al final convirtiéndose en el sonido de un gallo siendo ahorcado.
Había olvidado apagarla la noche anterior. Abrí los ojos lentamente hasta que estos se acostumbraron a la luz.
—Buenos días cariño—mencionó mi madre entrando a la habitación—Levántate ya a desayunar, hoy iremos a un lugar con tu padre.
La miré confundido mientras ella acomodaba mis playeras limpias en los cajones.
—Dios, Jeon—exclamó divertida—¿Alguna vez has considerado dormir con al menos una playera?
Me reí ante ese comentario.
—¿A dónde iremos?—le pregunté incorporándome en la cama mientras un bostezo me abandonaba.
—Tú padre irá a comprar un par de cosas a la plaza del centro—explicó caminando de vuelta a la salida—Y yo decidí convertirlo en un domingo familiar.
¡Genial, lo que me faltaba!
—Así que desayuna y lávate o se hará tarde—fue lo último que dijo antes de salir y dejarme solo en aquel cuarto.
Sintiendo pereza, me cubrí con una sudadera y salí a la estancia con los pies tocando la madera.
—Buen día—le dije a mi padre quien se hallaba sentado en el sofá leyendo—¿Quién lee el periódico hoy en día?—le dije burlón causando formar una sonrisa.
—Hola, Kook—dijo observándome—¿Estas listo ya?
—En realidad, pensaba qué tal vez, lo mejor sería que...
—¡Ni lo pienses!—exclamo mi madre entrando a la sala como si me leyera la mente—No te quedarás en casa viendo televisión todo el día.
—Papá—lo miré suplicante.
Pero él al recibir la mirada matadora de mi madre supe que todo estaba perdido.
—Vamos hijo, será divertido—dio su última palabra.
Pero si divertido se refería a caminar de tienda en tienda, y de pasar de probador en probador para que tú madre te vea modelar con expresión de orgullo después, entonces si...¡Era muy divertido!
—¡Kook, la última camisa se verá divina en la cena del viernes!—exclamó mi mamá rumbo a la siguiente tienda.
—¿Cena? ¿De que está hablando?—le pregunté a papá, pues mi progenitora ya estaba lo bastante alejada.
—El viernes iremos a la casa de mi jefe, tal vez para hablar de un posible aumento o un puesto más alto, no lo sé, quizá y hasta termina despidiéndome— soltó riendo y yo sólo le miré extraño.
Ya resignado, continúe caminando a su paso, y con la mentalidad de que posiblemente (si bien me iba) sólo visitaríamos al menos unas cinco tiendas más, pero entonces algo me hizo frenar en seco y una alarma dentro mío se incendió «Alerta roja» «33-12» «Tenemos un 33-12» Gritaba.
Pues frente a mi, se encontraba aquel joven de rubios cabellos y labios carnosos, esos que con anterioridad ya había probado y que no había podido olvidar.
—Mierda—susurré mirando a mis padres—Ammm, ¡Miren! ¿Qué es eso de allá?—exclamé fingiendo emoción y los tomé de la espalda para obligarlos a voltear.
—¡Kook! ¿Q-qué estas haciendo?—se quejó mamá tratando de deshacerse de mi agarre.
—¿Jeon?—se escuchó a mis espaldas y supe instantáneamente quien era, estaba condenado, definitivamente hoy no era mi día.
Me giré con lentitud y fingí estúpidamente estar sorprendido.
—¿Jimin? ¡Qué coincidencia encontrarte aquí!—exclamé sin poder siquiera sostener su mirada.
—S-si, lo mismo digo—respondió algo confundido mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su gabardina color negro.
—Hijo, no nos presentarás—se escuchó la voz de mamá a un lado.
Me aclare la garganta sintiéndome incomodo y sin salida, me estaba quedando sin opciones.
—Mamá, papá, el es Park Jimin, un...amigo—solté sintiéndome nuevamente derrotado.
—¿Amigo dijiste?—exclamo mi madre llevándose las manos a la boca—Cariño, mira, ¡Tú hijo tiene un amigo!—le espetó a mi padre y pude jurar que en cualquier momento los dos terminarían llorando.
¡Dios! Esto era tan vergonzoso.
—Es un gusto, señor y señora Jeon—respondió Jimin sonrojado acompañado de una reverencia.
—Gracias por ser amigo de Jungkook, a decir verdad, el no es muy sociable—comentó mi padre (lo esperaba de todos menos de él)—También tiene feo carácter y suele ser muy racional todo el tiempo, ¡Nunca hemos tenido ningún problema con el!—susurro histérico causando que el rubio riera levemente.
—Cariño, dejémoslos divertirse, son jóvenes—interrumpió mamá tomando a papá del brazo—Kook, no regreses tan tarde, pide un taxi y diviértete.
Dijo depositando un beso en mi mejilla.
—Un gusto conocerte Jimin.
—El gusto fue mío—contestó y los dos miramos como poco a poco se iban perdiendo entre la multitud de personas.
Dejándome ahí, con él.
¡S.O.L.O.S!
—Tus padres son los seres más amorosos y amables que he conocido, me sorprende que tú no seas igual—dijo de repente volviendo a caminar.
—Sorpresa—respondí de muy mal humor siguiéndole el paso—Hablando de padres ¿Cómo sigue tu mamá?
—Mi madre está mucho mejor, de hecho es la razón por la que estoy aquí, cumplirá años la semana entrante y no tengo idea de qué voy a regalarle—exclamó acompañado de una mueca mientras seguía observando.
Pensé un momento.
¿Qué les gustaba a las mujeres? No.
¿Qué le había regalado a mi madre los cumpleaños pasados?
—¿Qué tal flores?—cuestione recordando que mi mamá las amaba—Todas las mujeres deben amar las flores.
—Mmm buena esa—respondió—Pero no, es alérgica. Créeme se pone muy mal, casi la asesino cuando iba en el jardín de niños por regalarle un flor que arranque del parque
—Mmm—volví a hacer trabajar mi cerebro—Tal vez ¿Un dije? O ¿Un collar de plata?
—No...lo había a pensado—contestó ensanchando su sonrisa y de pronto enganchó su brazo en el mío—Muy bien, vamos a verlos.
Caminamos un poco más hasta encontrar alguna joyería dentro de la plaza, entramos percibiendo un delicado aroma a lavanda, y muchas personas dentro del lugar, la mayoría quizá arriba de los treinta años.
—Y a ti ¿Te gustan las flores?—dije curioso mientras el chico observaba los anaqueles de vidrio.
—Oh si—contesto con una sonrisa de boca cerrada—Amo los girasoles en definitiva.
—Y...¿Guk lo sabe?
«¡¿Por qué tuviste que meter a ese imbécil Jeon?!» Me reclamó mi cabeza.
—In Guk es lo suficientemente idiota como para recordarlo, así que no, lo más seguro es que no lo sepa—dijo acompañado de una carcajada.
Y yo por mi parte me enoje.
—Tienes a un imbecil por novio, deberías terminar con el—comente lo primero que pensé.
—Lo hice—se limitó a decir tomándome por sorpresa.
—¿Qué?
—Realmente eres bueno guardando secretos Jeon—susurro mirándome divertido—Ya sabes, él ojo morado.
—¿C-cómo lo...
—Por que yo estuve ahí—interrumpió desviando nuevamente la mirada—Lo vi y lo escuché todo.
—Bienvenidos, ¿Puedo ayudarlos en algo?—comento una señorita acercándose a nosotros.
Mientras tanto, yo estaba lo suficientemente sorprendido como para pensar en algo para contestar.
—Amm si, quiero ver esa—dijo el rubio separándose de mi para señalar una cadenita de plata—Ese y este de aquí.
—Por supuesto—respondió amablemente sacando las tres cadenas.
Una de ellas era de plata acompañada de un dije de mariposa en oro rosado, la otra una cadena de oro con pequeños diamantes, y la última era las más sencilla de todas, una cadena de plata con un pequeño dije circular y con un diamante en el centro.
Jimin observó las tres con detenimiento y tomó la tercera sobreponiéndola en mi.
—Oh, son para su novio—comentó la señorita emocionada haciéndome tensar al instante.
Un ligero rubor recorrió mis mejillas y un calor subió por mis orejas.
—Oh no no—espetó ruborizado de igual manera—Es un regalo para mi madre, pero él es el único modelo que tenía disponible el día de hoy—corrigió Park acompañado de una sonrisa ladina.
—Oh, Dios, como, como lo siento, fue muy impertinente de mi par...
—No pasa nada, está bien... —le interrumpió tranquilo, mientras yo moría de nervios—Mmm, este se vería hermoso en ella, definitivamente llevare este.
—Enseguida, lo envolveré—comentó guardando las otras dos cadenitas.
—¿Qué?—cuestionó al ver la expresión en mi rostro—Oh ¿Creíste que no lo sabía? ¡Realmente tienes un buen gancho derecho! Admirable.
—Por aquí, señor—interrumpió la misma trabajadora.
—Espera aquí, ya vuelvo—comentó el rubio camino a pagar.
Y me quede esperándolo.
Ahí, con los pensamientos en desorden, el corazón a punto de salirse de mi pecho, y un calor apoderándose de mi cara y orejas
Eso era lo que él lograba causar en mi.
Sólo él.
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