ꕤ : capítulo 05.

Ambas chicas ya se encontraban en la escuela, Shuhua estaba pegada a MiYeon, pues la menor estaba extremadamente asustada por tener un accidente.

—Miy, ¿Puedes revisar si me manché? —pidió bajo, demasiado preocupada por manchar su ropa.

—Cariño, lo acabo de hacer, no estás manchada. —dejó un beso su frente, continuando con la caminata a su salón.

—¿Puedes volver a revisar? —pidió de nuevo, tratando de cubrirse con su mochila.

—Está bien —se puso tras de ella, mirando sobre la falda. Ahora sí tenía una mancha—. Oh no.

¡Ew! ¡Shuhua está manchada! —chilló una omega castaña atrás de ellas.

Shuhua soltó un chillido, cubriéndose con ambas manos.

—Estoy manchada Miy.

—Ya, ya. —puso su suéter alrededor de la cintura de la menor, gruñendo ante las carcajadas.

—Se están burlando de mi, alfa quiero irme. —murmuró avergonzada, soltando unas lágrimas.

—Ya, cariño —murmuró—. ¡Escúchenme bien, estúpidos! —gruño poniendo a la omega frente a ella—. ¡Mi omega está pasando por algo natural y ustedes se burlan de ella, más tú! —señaló a la castaña—. ¡También tienes un útero! ¡¿Sabes?! ¡A ti también te va a pasar —dio un pisotón—. Ahora organizadamente se irán, ¡No sin antes disculparse con mi omega! —su pecho subía y bajaba, completamente molesta.

—Ay alfa, que escándalo —rodó los ojos, bufando—. Gracias por ser discreta. —rió bajo.

—Tú cállate —dio un beso sus mejillas—. Odio que se burlen de ti. —murmuró, frunciendo el ceño al ver a las personas ir a su respectivo salón.

Shuhua bufó de nuevo, besando a la Coreana.

—Y tú, puedes seguir burlándote porque es lo único que puedes conseguir de mi alfa —habló a la omega castaña, mostrándole su dedo corazón—. Mientras tú ríes, mi alfa y yo nos abrazamos y besamos. —sonrió.

La omega castaña tenía problemas con Shuhua, porque MiYeon la había rechazado varias veces por estar en una relación con Shuhua.

Por eso siempre buscaba la manera de molestarla, pero su alfa jamás la dejaba sola.

MiYeon sonrió de lado, besando los labios de Shuhua, riendo cuando esta tiro de su corbata.

—Nos vamos —murmuró—, no planeo entrar a esa última clase.

—Yo tampoco, vamos alfita, vamos a mi casa —rió bajo, abrazándose a la cintura de la mayor—. Eres muy alta.

—No, tú muy enana. —rió alzándola por las piernas, cargándola al estilo nupcial y saliendo de la institución.

—Vamos a casa —repitió, moviendo sus piernas—. Eres como una palmera-

—Y tú... Un helecho. —rió caminando a su auto.

—Tonta —rodó los ojos—. No sé que es eso.

—Es una planta muy pequeña pero sus hojas son muuuy largas y me recuerdan a tu cabello. —se encogió de hombros.

—Mis rizos son lindos —ronroneo—. Me gusta tu cabello aplastado y feo. —rió bajito. 

¡Hey! Desde que me hiciste ese baño de crema raro es más suave. —rió, dejándola en el asiento del copiloto.

—Pero aún le falta. —asintió.

—Entonces hidrátalo hoy de nuevo —rió—. ¿Quieres? Eso te va a distraer.

—No gracias —rió, acomodándose en el auto—. A dormir.

—Duerme, cachorra, porque debes llegar a bañarte. —rió.

—Cállate. —bufó, cruzándose de brazos.

Deja en paz a la princesita. —bufó la loba de MiYeon.

Ugh, My es tan molesta, te defiende mucho. —rió.

—¿Qué dice? —rió bajo.

—Deja en paz a la princesita. —rodó los ojos, arrancando el auto.

—My es tan linda. —rió de nuevo.

—My siempre te llama princesita —rió—. Dice que eres una, pero que yo te robe de tu castillo.

—Gracias My, eso es muy dulce de tu parte —rió—. Miy es sherk.

Lo es. —respondió My.

¡Hey! Me acabas de llamar ogro, hieres mis sentimientos. —puso su palma frente al rostro de la omega.

—Y My es el burro. —rió.

MiYeon rió.

—Y tú la galleta de jengibre.

Ay, mis botoncitos de gomita. —rió de nuevo.

—¡Shuhua! —rió una vez más—. Deja de hablar de partes de tu cuerpo que aún no puedo tocar

Ay pero —rodó los ojos—. Aún no, sucia.

—Ya sé, no me lo recuerdes —lloriqueo—. Ya se, vamos por helado y le ponemos gomitas encima.

—Yo quiero ir a casa, me duele la pancita. —lloriqueo.

MiYeon frunció el ceño.

—¿Tomaste la pastilla hoy por la mañana? —preguntó.

Sipi, pero no desayuné. —lloriqueo de nuevo.

Uh, no puedes tomar pastillas con la pancita vacía, cariño —puso una mano sobre su muslo, dando caricias—. ¿De qué tienes hambre?

—De... Unas fresitas con crema. —sonrió.

—Muy bien, tengo de eso en casa y he traído una mudada de ropa para ti, le diré a las niñas que no molesten. —sonrió.

—Pero yo quiero ir a casa —hizo un puchero—. Así podemos jugar en el trampolín.

—Mi amor —rió—. No puedes brincar ahora, ni tener mucho movimiento, eso provocaría que te manches de nuevo —acarició el muslo de la menor—. Entonces vamos a tu casa pero jugamos un jueguito de mesa, ¿Si?

—Después te enojas porque te gano en Monopoly. —frunció el ceño.

—La última vez hiciste trampa, esa propiedad no costaba veinte dólares. —entrecerró los párpados.

—Claro que sí costaba veinte dólares —frunció los labios—. Y tú no me pagaste los alquileres.

—Pues tú no hipotecaste, y por lo tanto, me robaste dinero. —rió

—En fin, yo gané —rió la omega—. Vamos a casa Miy.

—Tonta —rodó los ojos, manejando hasta la casa—. ¿Que vamos a almorzar? Yo quiero algo grasoso engordante y cancerígeno. —asintió.

Ew —rió bajo—. Vamos a desayunar papas fritas y... Queso.

—¿Y si mejor me preparas una hamburguesa?—hizo un puchero.

—Yo no sé preparar hamburguesas. —fingió un puchero.

—Pero el otro día me hiciste unas y estaban muy ricas —rodó los ojos—. Bien, si tú haces hamburguesas yo compro soda de limón. —asintió.

—Me sobornas —frunció el ceño, corriendo por los materiales—. Ven acá.

MiYeon fue con ella, tomando sus caderas luego de aparcar el auto.

—¿Me vas a cocinar, esposa? —rió besando sus mejillas.

La omega se sonrojó demasiado, cubriendo su rostro.

Deja a la princesita en paz, ¿No ves que la avergüenzan? Tarada.

MiYeon rodó los ojos.

—My es tan molesta, no me deja molestarte.

Shuhua rió bajo.

—My gracias por defenderme cachorra, puedo sola.

Ugh, todo es, deja a la princesita en paz, avergüenzas a la princesita, princesita esto princesita lo otro. —rodó los ojos, apoyando su barbilla en el hombro de la omega.

—¿Siempre me llama princesita? —sonrió, sonrojandose aún más.

—Siempre te llama princesita —asintió—. ¡Y te gusta! Pero no te gusta muñequita. —bufó.

—Muñequita suena como piropo de camionero. —hizo una mueca.

—Claro que no, es porque te pareces a la muñeca de las gemelas. —se encogió de hombros.

La Taiwanesa rió bajo.

—Está bien, entonces me gusta.

Hm —apretó su cintura, besando sus mejillas—. Eres la omega más bonita del mundo y además sabes hacer hamburguesas, me lleve el premio grande.

—Y tú la mejor alfa del mundo —besó sus labios—. Mi alfa.

—Tu alfa. —dejó un beso sus mejillas.

¡Gracias por leer!

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