ꕤ : capítulo 02.
MiYeon corrió hasta el hogar de Shuhua, entrando y caminando rápidamente al baño para buscar a la omega.
—Mira nada más, que bonita omega tengo. —rió al verla envuelta en una bata blanca con el cabello en una toalla del mismo color.
—Las burbujas se pusieron rojas —se quejó e hizo un puchero—. Y sigue saliendo. —murmuró.
—Lo vamos a arreglar ahora mismo —sonrió, dejando las cosas en el lavamanos, cargando a la omega y poniéndola sobre un banquito—. Iré por ropa interior para ti, ¿Si? —avisó.
—Okay alfa, ve por unos calzoncitos —asintió, sonriendo levemente—. ¿Compraste lo que necesitabas? —batió su cabeza, buscando las cosas.
—Y le traje unas golosinas especiales a la omega mas bonita de la tierra —rió caminando a la habitación de la menor, volviendo con ropa interior limpia y un camisón blanco con flores rosadas—. Toma cachorra.
—Gracias alfita, ¿Con eso ya no va a salir sangre? —ladeo la cabeza, cada vez se confundía más.
—Oh, no, primero a vestirse y luego te explico —murmuró, dándole las prendas—. Ponte la ropa interior. —cubrió su rostro con ambas manos.
—Pero si me la pongo se va a manchar —soltó un lloriqueo, mordiendo su labio—. Explícame por favor. —pidió bajo.
—¿Estás cómoda si veo, cariño? —preguntó, no quería asustar a su omega—. ¿Amor? —alzó las cejas.
—Sipi Alfa, yo soy tuya y sé que no vas a verme con ojos feos. —asintió, confiaba demasiado en ella.
MiYeon sonrió con orgullo, destapando sus ojos e indicándole a la omega.
—Mira, esta es una toalla sanitaria, es para que cuando la sangre salga no te manches y debes cambiarla al menos tres veces al día —le explicó a la menor—, aunque no importa si la tienes puesta y te manchas, eso es algo normal, no todas tienen el mismo flujo.
—Okay. —asintió, tomando la toalla entre sus manos—. Se pone Aquí, quitamos esto y esto, y... ¡Listo! —sonrió orgullosa, había visto varios vídeos en Internet mientras la alfa no estaba, poniendo la toalla sanitaria en su ropa interior.
—¡Muy bien, cachorra! —rió—. Perfecto, mi niña grande —beso sus mejillas—. Ahora te explicaré.
—Alfa me duele la pancita —lloriqueo, poniéndose el camisón—. ¿Vamos a jugar ahora?
—Tengo la solución para eso —le dio una pastilla y un vaso de agua—. ¿Sabes pasar pastillas?
—No Miy, cuesta mucho. —lloriqueo.
—No importa, cariño, te explicaré —sonrió—. La pones en tu lengua y le das un traguito al agua, luego la pasas, olvídate de la pastilla.
La omega entrecerró los ojos, asintiendo.
—Okay —siguió los pasos, frunciendo el ceño—. Desapareció.
—¡Muy bien! —rió—. Con eso van a pasar los dolores, vamos a tu habitación. —tomo el chocolate, extendiendo su mano.
—¿No vamos a llamar a mi mami? —batió las cejas.
—Cuando llegue le vamos a contar. —sonrió, alzándola por la cintura.
—¡No Alfa! —alzó las manos, de nuevo avergonzada—. Voy a mancharte.
—No pasa nada, muñequita —sonrió—. Ven aquí, no pasa nada si me manchas, puedo cambiarme —rió—. ¿Quieres ver una película?
—Claro que sí alfa —ronroneo—. Alfita, hablando de eso, ¿Tú como sabes?
—Pues es algo natural, amor, tengo que saber si voy a tener a una omega bonita. —beso sus mejillas, caminando a la habitación de la menor.
—Alfita, ¿Cuándo me vas a marcar? —hizo un puchero.
—Cuando seas más grande, cariño. —se acostó en la cama, dejándola sobre su abdomen.
—Alfita te amo mucho —sonrió, abrazando a la mayor—. ¿Te quedas a dormir hoy? Mami tiene doble turno y me deja solita en casa. —hizo un puchero.
MiYeon acaricio sus caderas, mordiendo sus mejillas.
—Mi muñequita, mi muñequita de porcelana —rió acariciando su cintura—. Claro que puedo, bonita.
—No me gusta muñequita, suena muy feo —hizo una mueca—. Mejor... ¡Cachorra!
—Pero eres una muñequita —beso sus mejillas—. Mi muñequita, mi cachorrita, mi bebé. —rió.
—No me digas eso porque me lubrico. —bromeó.
—Calenturienta —rodó los ojos besando sus labios—. Elige tu película mejor. —abrió la bolsa de chocolate.
—Alfita me gusta que me hayas elegido como tu omega. —sonrió, besando la mandíbula de la alfa.
—Y a mí que tú me hayas elegido como tu alfa —beso sus mejillas—. ¿Crees que seremos una pareja feliz más adelante?
—Si me haces caso, sí, si no lo haces, no. —frunció el ceño.
—¿Ah si? ¿Quieres una alfa obediente? —rió.
—Sipi, yo soy una omega mandona. —alzó las cejas.
—Omega mimada. —corrigió.
—Omega mandona —insistió—. Y tú serás una alfa obediente.
—¿Seré una alfa mandilona? —rió.
—Sipi —asintió—. Vas a ser una alfa mandilona.
—Practiquemos —batió las cejas—. Actúa como una esposa mandona.
—Okay voy —asintió de nuevo, levantándose de la cama—. ¡Cho MiYeon! ¡Dejaste la tapa del baño arriba! ¡Debes bajarla siempre!
—Calla, Shua. —guiño un ojo, riendo al ver cómo la omega se ponía roja y encogía sus hombros.
—Así no funciona —hizo un puchero—. Ahora actúa como si fueses mi esposa.
—Entonces... ¡Ah! —rió—. Y luego correría al baño mientras me persigues con tu sandalia.
—Con la sandalia no, no soy una vieja. —frunció el ceño.
—¿Entonces? ¿Con un dildo? —rió.
—¿Por qué dices eso? ¿Quieres uno? No te preocupes, te lo presto. —buscó entre los cajones.
—¡Omega atrevida! —rió—. Tonta, elige tu tonta película.
—Vamos a ver la de... ¡Moana! —chilló emocionada.
—Yo soy Maui. —batió sus hombros
—Claro que no, mastodonte. —rodó los ojos, poniendo la película.
—Y tú eres Púa. —asintió riendo.
—¡Eso no es cierto! —lloriqueo—. Yo soy Tefiti.
—Eres Heihei. —rió.
—Pues tú eres... ¡Teka! —asintió.
—¿Soy malvada? ¡Grrr! —batió las cejas
—Grrr —gruñó tiernamente—. ¡Unnie mira lo que aprendí a hacer!
¡Gracias por leer!
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