Capítulo 68

"Porque todo lo que pensaste que yo sería ha caido en pedazos justo delante de tí."

—Numb (Linkin Park)


Jung Hoseok estaba en una encrucijada.

Se debatía mentalmente entre actuar como el guardián altiorem que era, manteniendo la compostura e instando a los demás a esperar antes de cantar victoria demasiado pronto. O bien correr hacia el lobo de su hermano. Y sabía que sin importar cuál fuese su decisión, con toda probabilidad ofendería a alguien en el proceso.

—”Hermanos” —su voz punzó a través del vínculo familiar— “¿Hemos sufrido alguna baja? ¿Está…?” —Hoseok dudó —. “¿La familia completa está a salvo?”

La ofensa de Yunho llegó a través del vínculo, haciéndolo tambalearse. ¿Podía considerar al humano parte de la familia Jung cuando esté ni siquiera planeaba quedarse en la montaña?

Quiso disculparse. Hoseok quiso. Pero un muro negro cerrado lo atacó tan pronto como trató de comunicarse en la distancia con su hermano. Ellos dos eran… todavía, demasiado complicados.

—”Estamos bien” —Heeseung finalmente contestó—. “Los más jóvenes se han quedado en el hostal cuidando a la parte de la manada que no podía o no quería luchar. Y los que hemos venido a la batalla… Las heridas sanarán tarde o temprano. Todas ellas. Incluso las que parecen apegarse a nuestras memorias.”

Hoseok apoyó sus patas mojadas sobre la arena. La mirada buscando a cada uno de sus hermanos mientras trataba de evitar el hecho de que varios sanadores hubiesen corrido hacia la pareja de Yunho.

No podría acercarse ni aunque quisiera. Había arrojado demasiado odio hacia ese hombre a lo largo de los años desde que su hermano dejó la montaña. Incluso sin conocerlo, Hoseok culpó a Jongho por la pérdida de su hermano a través de la distancia.

Ir allí en ese instante sería ganarse una mordida segura y merecida. Lo más prudente sería esperar.

Esperar a que el vínculo con su hermano no se sintiese tan frío y… Muerto.

—”Ve” —la voz de Heeseung volvió a llenar su cabeza y los dos se miraron. Uno en el inicio de la arena y el otro en la mismísima orilla dónde la bruja todavía agonizaba—. “Protege a la familia que has creado y luego vuelve. Has hecho tú trabajo, todos lo hemos hecho. Creo que es el momento perfecto para buscar y acompañar a aquellos que amamos. No vamos a enfadarnos.”

Al menos no Heeseung.

—”Yo…” —Hoseok no alcanzó a decir nada más.

Porque cuando Min Yoongi decidió largarse, la decisión pareció romper contra su mente instantáneamente. Era el hilo que los unía lo que estaba tirando de él y lo que le permitió entender que los cachorros tenían prioridad en ese instante. Porque aunque los sintieran vivos, el miedo y la ansiedad de la guerra era demasiado grande y estaba demasiado reciente como para mantenerse lejos de estos más tiempo del necesario. Y la lluvia. La tormenta que Taemin desató y le dió la victoria a su manada, estaría cayendo sobre los cachorros con la misma intensidad que lo hacía sobre todos los demás.

Así que más adelante tendría que pedirle perdón a su hermano, cuando este le dejase acercarse un poco más. Incluso tal vez también a su manada, por no actuar como se esperaba de él. Pero justo en ese momento, no le importaba nada salvo aquello que dentro de su pecho gritaba “familia, familia, familia”. La familia que esta vez él mismo había elegido formar.

Era más lobo y humano que guardián. Por primera vez en un largo tiempo.

—”Deprisa.” —Yoongi evitó el camino seguro y se adentró directamente a través de las rocas y árboles quemados. Se trataba de un largo trayecto por avanzar y cuanto antes lo hicieran, más posibilidades reunirían para ver a los pequeños bien y sanos.

La lluvia espesa había empezado a caer motivada por la tormenta, lo que hizo que sus patas se embarrasen y enterrasen en medio de la carrera hasta hacerlos resbalar y tropezar más de un par de veces.

—”Estamos cerca.” —fue todo lo que Min dijo mientras atravesaban el campamento destrozado y parte del bosque que se mantenía vivo en el sur.

—”Puedo olerlos tan bien como tú. Puedo sentirlos cuando lo haces.”

—”Entonces puedes entender el porqué de mi ansiedad.”

Por supuesto que podía hacerlo. Incluso sin el vínculo de por medio, Hoseok sabía bien que dos cachorros solos y expuestos a las lluvias torrenciales… Bueno, eso simplemente podría terminar mal y no se sentía dispuesto a permitir tal cosa si estaba en sus manos evitarlo.

Así que sus pasos se hicieron más firmes y cuando la cojera de Yoongi apareció, tiró de este a través de los bosques hasta el lugar al que ese aroma conocido lo obligaba a llegar. Más tarde, le ayudaría a sanar el dolor de su pata.

—”Ya casi.”

Pronto, el lobo de la cima se lanzó hacia la arboleda y sus patas arrastraron todas aquellas hojas que horas antes había reunido con el cuerpo entero temblequeante. El agua estaba comenzando a filtrarse a través de la manta vegetal y a esas alturas sería un milagro que los pequeños estuvieran completamente bien.

El agujero inestable formado por sus patas, podría deshacerse y llenarse de tierra en cualquier momento. E incluso si eso no pasaba, al ritmo en el que llovía terminaría por llenarse de agua hasta el tope.

Y si eso ocurría…

—”Deja que te ayude. Será más rápido para todos.”

Las pezuñas de Hoseok no eran tan grandes como las de Min, ni por asomo, pero al menos sus patas estaban bien y no sentía el dolor golpeando a cada movimiento que realizaba en consecuencia de una lesión. No en sus patas al menos, su lomo y espalda contaban otra historia.

Por eso decidió que ese día estaría en sus manos comenzar a cuidar mejor a aquellos a quienes al fin sabía con certeza que amaba. Y para ello necesitaba mantenerse fuerte a pesar de su trabajo. Sano y a salvo.

Había visto como la guerra se llevaba a familias enteras, incluso había saboreado el dolor a través del vínculo que sus hermanos y él mismo compartían. Sabía lo que era sufrir y no deseaba permitir nada de eso para dos cachorros que acababan de llegar al mundo y… A su manada, si Min Yoongi así lo quería.

Los dos pelearon contra la lluvia y el manto de hojas hasta que la manta tejida por su madre meses atrás apareció ante su vista. Estaba calada hasta el tope. Repleta de tierra. Pero de alguna manera en el instante en el que Yoongi apartó la tela con su hocico, las manos de Winter y Drake aparecieron llenas de vida y movimiento ante sus miradas.

Fue en ese momento cuando el aullido de Hoseok llenó la noche y la montaña. Un aullido de pertenencia, de familia y de amor.

(***)

Había muchas cosas que los sanadores no podrían hacer.

San lo pensó mientras caminaba a través del campamento sosteniéndose en los hombros de Wooyoung. El cansancio le llenaba el pecho y hacía tambalear sus piernas. No recordaba la última vez que había logrado usar la magia por un período de tiempo tan prolongado. Probablemente porque jamás antes pudo hacer tal cosa.

Y aún así lo que llenaba de inconsistencia sus pasos era el saber que ese día al menos una centena de su aquelarre había sido aniquilado por una guerra asquerosa y repleta de ambiciones que jamás deberían haber alcanzado a su gente. Quién sabe cuantas de las brujas muertas se encontrarían adormiladas por el ansia obtenida a través de promesas falsas. Sueños inestables acerca de un futuro en el que su magia no tendría que esconderse. Sueños absurdos.

Habían olvidado cómo y cuándo su propio pueblo decidió prescindir de la magia delante de humanos y cazadores. Decidieron ignorar la historia de sus antepasados para aliarse con quiénes antaño prendían fuego en hogueras a los que eran como ellos. ¿Y todo para qué?

Magia blanca o magia negra. Cualquiera de ellas sería puesta sobre la mesa por cualquier cazador incluso si hubiesen ganado esa batalla. Al final la historia se repetiría y el final…

El final no sería muy diferente del que ya era. Mientras caminaba por la arboleda que rodeaba el campamento, sus ojos no dejaban de observar a todos esos lobos y lobas sentados en el suelo a pesar de la lluvia. Algunos sostenían la mano de otros, la mayoría se mantenían mirando a la nada en silencio.

Las heridas de sus rostros, manos y piernas llenaban de sangre las ropas que apuradamente decidieron ponerse tras transformarse. Contaminados por el polvo de plata que se respiraba en el ambiente, ninguno de ellos parecía poder curarse plenamente por sí mismo. Ni siquiera transformados la sangre se detenía.

—¿Crees que nuestros padres…?

Wooyoung negó antes de que él terminase de preguntar.

—No podemos saberlo y ahora mismo tampoco es algo en lo que debamos pensar demasiado. Primero deberíamos descansar, amigo brujo. Nuestros padres tomaron su camino y nosotros el nuestro.

Los dos se observaron y mientras sus pupilas conectaban, una sonrisa agridulce apareció en sus labios y párpados. Maldita sea, de alguna extraña manera lo habían logrado e incluso caminaban por territorio de manadas sin recibir amenazas de muerte directas.

Había sucedido. Y si sucedía con ellos tal vez sucedería en algún momento con muchos otros. Un brujo y un cazador se habían vuelto inseparables. Justo cuando el mundo que conocían parecía tambalearse con más intensidad que nunca antes.

Aunque… ¿San realmente podía llamar a Wooyoung cazador después de conocerlo? En su sangre corría la herencia de la caza pero él jamás había mostrado animadversión ante los que de su calaña se atrevían a considerar como demonios.

—Hei —alguien alzó la voz desde el exterior de una de las tiendas, el rostro conocido de Jeon Jungkook se colaba entre una mata de cabello ondulado oscuro y una piel repleta de tierra, como sucedía con todos los demás, las heridas sangrantes de sus mejillas seguían ahí—. Os vamos a necesitar aquí. Todo el mundo habla de la victoria pero pocos se acuerdan de que tenemos heridos a los que atender, hasta la menor ayuda nos vendrá bien. El descanso…

Los tres se quedaron quietos.

—Con un poco de suerte, el descanso de todos llegará más pronto que tarde. —Wooyoung fue el que lo dijo.

El lobo sureño tan solo les sonrió.

—Pasad. Después de recibir atención y algo de comer deberíamos comenzar a revisar nuevamente la situación. La calma después de la tormenta es terrorífica.

(***)

La carpa que se alzó para amparar las maniobras de curación de la lluvia, siendo sincero, no estaba dotada de un espacio demasiado grande. O al menos eso le parecía al omega que cerraba y abría los dedos cada una de las veces que se lo pedían mientras rastros de verde, rojo, violeta y plateado caminaban en la periferia de su visión como el humo de una hoguera recién extinguida.

—¿Podrías intentarlo una vez más? Creo que la movilidad de tus dedos es…

Reducida.

Era la quinta vez que la sanadora mencionaba eso. La primera de ellas lo había hecho mentalmente creyendo que el golpe sería menos duro de esa forma.

No lo fue.

Y ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que le dolía hasta que la batalla frenó y apoyar la pata le resultó prácticamente imposible. Cuándo o cómo lo habían herido en el centro de una de sus pezuñas, era algo que no recordaba. Porque todo lo que había importado durante la pelea con los cazadores, se reducía a proteger a otros en lugar de a sí mismo.

¿Y qué esperaba? Al fin y al cabo, incluso con la fama que ahora tenía su familia, por su sangre corría el legado de muchos guardianes. No importaba si él no deseaba serlo, todavía había crecido aprendiendo a proteger a su manada sobre sí mismo.

“También tienes sangre de traidor” —pensó para sí mismo—. “Y eso no te ha convertido en uno.”

La beta lo miró, esperando su reacción a la petición de que intentase mover de nuevo los dedos.

—Supongo que puedo intentarlo de nuevo. —respondió.

Podía usar un camastro entero mientras lo atendían, debería estar agradecido por no tener que sentarse en el suelo húmedo para esperar interminables horas hasta lograr que la fila se redujese y los sanadores empezasen a estar libres de la inmensidad de trabajo. Y quizá lo estuviera muy en el fondo. Muy por debajo de todo el dolor que le llenaba el pecho en lugar de la mano repleta de cortes contaminados con plata.

Sin embargo, algo en su lobo se encontraba deprimido e impedía que cualquier cosa en general le importase en lo absoluto. A excepción de él, nada parecía hacerlo reaccionar.

—Es… frustrante —susurró finalmente, mirando a la loba con los ojos entrecerrados—. ¿Cuántas veces más debo intentarlo? No hay el mismo movimiento que antes, debería hacerme a la idea y punto. Solo cura la herida sangrante y… Es frustrante. Así de simple. No puedo respirar aquí dentro.

—Haremos todo lo posible por recuperar tu mano, Jimin. Sé que puede ser complicado sentir algo más que dolor en una situación como esta pero…

—No. No hablaba sobre mi mano. Me refiero a este ambiente. Los rastros de humor parecen perseguirme aquí dentro.

Jimin conocía a la sanadora. Ambos se habían criado en la misma zona del norte, sus padres fueron en cierta manera amigos antes de que su familia se convirtiese en el prototipo de lobo que ninguno de los miembros de la manada querría tener cerca. Su familia solía ser querida pero ya no lo era.

Por eso debería agradecer y estar feliz de encontrar en la voz de la chica tantísimo consuelo. Pero no podía, aún así a Park Jimin le parecía que la distancia que lo separaba del mestizo era eterna y eso atrapaba todo lo demás. Cualquier otra sensación o pensamiento estaban destinados al fondo más profundo de su sensibilidad mientras él no lo viese. Mientras él no lo notase o simplemente mientras que no quisiera regresar a su lado.

—Abro y cierro. ¿De nuevo?

La beta le dedicó una sonrisa amable antes de sonreír, intentando darle un poco de ánimo.

—Hecho. Sigo tieso —Jimin hizo crujir su cuello—. Tal vez debería convertirme para ayudar a la sanación.

—Mmmm, creo que de hecho no. La plata está en todo tu sistema como lobo. Hará que te canses innecesariamente.

Suspiró.

La sanadora también.

Taehyung se acuclilló a su izquierda, prestando atención a los nuevos intentos de movimiento de sus dedos.

—Vuelta a empezar. ¿Cierto?

—Vuelta a empezar, Jimin.

Con todas esas personas entrando y saliendo, los lloriqueos y los aromas mezclándose, su cabeza dolía más incluso que la lesión por la que Taehyung lo había arrastrado hasta ese lugar. Su amigo había percibido la cojera mucho antes que él mismo.

De vez en cuando, Jimin se atrevía a apartar la mirada de la mano que la beta se empañaba en intentar curarle a base de uso de ungüentos tradicionales.

—No creo que funcione. Y creeme, no es una ofensa a tu capacidad. Simplemente tengo algo llamado mala suerte, me persigue desde hace un tiempo.

—Cierra la boca y hazle caso —Taehyung no tardó en comentar—. Venga, vuelve a intentarlo.

Los ojos del omega abandonaban la búsqueda egoísta en cada ocasión en la que podía vislumbrar el perfil atento de Taemin, quien no se apartaba de Yunho y el humano tendido en otra de las camillas de la tienda. Justo frente a ellos pero en un plano plenamente diferente, centrado en otras personas mientras la beta y su mejor amigo se afanaban en animarlo a mover los dedos.

Taemin nunca lo miró. Ni siquiera cuando entró en la tienda con la mano envuelta en sangre.

—Necesito respirar. Prometo no escaparme. Dejad que salga unos minutos. Me siento ahogado.

Taehyung apoyó una mano en su hombro.

—Iré contigo, de alguna manera tu olor hace que no pueda fiarme de tí.

El omega se sujetó la mano lesionada con la otra y se llevó el brazo bajo la chaqueta que en algún momento alguien le había proporcionado para evitar el frío.
Se sentía congelado. Como si la tormenta estuviese dentro de sus entrañas.

—Respira. He aprendido que a veces es lo mejor que podemos hacer.

—También podría gritar —Jimin sintió su piel erizarse cuando se asomaron al exterior de la tienda. Debería estar comenzando a amanecer pero la niebla que rodeaba sus bosques parecía causar  que la luz natural se retrasase—. Sinceramente, me apetece hacerlo.

—No creo que sea prudente después de una batalla como la que hemos vivido hoy —Taehyung envolvió con su brazo los hombros del omega y lo acercó en un semi abrazo mientras le sonreía—. Todo ha sido demasiado confuso. La gente no sabe del todo bien si ha sido una victoria o solo el prólogo de algo peor que está por venir. Todos nos sentimos un poco perdidos, y eso está bien. Eso es normal.

—Bien, entonces voy a respirar en silencio.

Los dos lo hicieron en realidad.

Se quedaron callados mientras el vapor se escapaba de sus bocas y las gotas de lluvia creaban ondas en los charcos del suelo embarrado.

—Él…

Taehyung lo intentó.

—Él no ha regresado por mí. —afirmó el omega.

Y el silencio los envolvió de nuevo hasta que los pasos a sus espaldas los invitaron a moverse sin palabras.

—Ese es tu mayor problema.

La voz conocida atrajó al omega como el polen atraía a las abejas.

—Taemin…

—Nunca quieres ver más allá de lo que los rastros de humor te enseñan —el mestizo rompió la distancia que los separaba hasta prácticamente obligar a Taehyung a retroceder—. Abre los ojos y dime qué es lo que ves.

—A un… —no. No era solo un mestizo. Era él—. A la persona que quiero.

Y el color oscuro que rodeaba a Taemin se tambaleó en una nube de rosado.

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Holiiiii!!!
Aunque llega un día tarde tengo que prometer que he apurado la escritura todo lo posible.

En este capítulo no hay demasiada acción pero os prometo que no es un simple relleno. De alguna manera hay partes y parejas que necesitan cerrar ciertos asuntos y eso es lo que se irá viendo en los caps que faltan para que la historia termine. Y por supuesto pronto el Yoonseok liderará en cuanto a protagonismo.

Los veréis mucho más.

De momento, espero que os haya gustado.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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