Capítulo 39
“Solo un poco de tu corazón. Solo un poco de tu corazón es todo lo que quiero.”
—Just a little bit of your heart
(Ariana Grande)
☽
Hunter Wooyoung y Choi San.
Esos eran los nombres de los adolescentes que habían conseguido hechizar y casi capturar a cuatro lobos, tres de los cuales formaban parte de la guardia altiorem. El interrogatorio por el que Kim Seokjin los hizo pasar fue desagradable, principalmente porque todavía eran unos niños y a pesar de que habían tratado de ocultar sus miedos el cóctel de la verdad provocó que todos estos surgieran como la lluvia torrencial. De forma precipitada y arrolladora.
Lo único bueno de aquello quizás había sido que…
—Han dicho la verdad en todo. Cada una de sus palabras era cierta. —mencionó Hoseok, accediendo a su zona asignada del campamento fronterizo.
Jungkook se dejó caer sobre uno de los improvisados asientos que rodeaban el interior de la tienda de Hoseok y atrajo a Taehyung hacia su regazo. Había sentido durante la totalidad del día que le faltaba algo.
Y es que pensar que estaba a punto morir sin despedirse, cuando se sintió mareado por el olor de aquel hechizo, había sido francamente aterrador.
—Eso —Jungkook gruñó. A pesar de que se mantenía sosteniendo a Taehyung cerca, su pareja no estaba siendo capaz de ayudarle con los sentimientos de culpabilidad—. Vuelve a escarbar en la herida, Hoseok. Se te da de maravilla.
El guardian norteño alzó una ceja y rodó los ojos sin darle demasiada importancia a las palabras de Jungkook. Ver el interrogatorio había sido complicado para todos ellos pero ninguno se negó a que fuese llevado a cabo, porque eran plenamente conscientes de lo necesario de su realización. Cómo guardianes tenían que enfrentarse a cosas como aquellas prácticamente a diario. O al menos lo habían hecho durante mucho tiempo antes de que la Unión llevase una especie de paz ficticia a sus territorios.
—Sea como sea. Ahora tenemos a dos personas más que proteger, han estado demasiado tiempo fuera de su zona y cuando regresen estarán arriesgando mucho por haber accedido a acompañarnos. Han llegado demasiado lejos y han contado más de lo que probablemente planeaban.
—Esos c..chicos dejaron que escucharamos las historias sobre sus miedos cuando el p..padre de Taehyung les habló—Yoongi se dejó caer sobre la cama de tela. Se sentía agotado y sus piernas habían comenzado a temblequear, el dolor de su tobillo todavía en estado de curación estaba haciendo mella en su humor—. No quieren volver con su g..gente, temen por lo que les pueda pasar.
En el otro extremo de la tienda Taehyung frunció el ceño y negó con la cabeza, todavía con las manos envolviendo la nuca de su pareja en un gesto familiar y cariñoso.
—No quiero meterme donde no me llaman pero estoy de acuerdo con el lobo de las tribus. Devolver a esos dos niños al poblado de cazadores tal vez sería como empujarlos en contra de sus enemigos.
—Solo que los enemigos de los que hablas son su propia gente, Taehyung —Jungkook soltó, tratando de lidiar con sus propios pensamientos—. Permitir que se queden aquí podría dar mucho que sospechar a los aquelarres que nos quieren hacer a un lado para llegar hasta los Pétalos de Zafiro. Está claro que sus familiares podrían decidir mentir por sí mismos para salvarle el culo a esos dos. Alguno podría decir que han escapado o que estaban cansados de la guerra, que no le darán problemas a nadie porque mantendran su bocaza cerrada. Pero es una simple suposición. No podemos jugarnos nuestra seguridad por algo tan poco exacto.
—Por no mencionar el hecho de que si llegan a descubrir que se encuentran en nuestro territorio, la imagen que daría sería la de un secuestro. Y para ellos supondría la excusa adecuada para atacar primero y preguntar después.
—¿Y acaso tienen q..que buscarse excusas d..de repente? —Yoongi bufó—. Esos chicos n..necesitan ayuda.
—Eras tú el que quería comérselos hace como unas doce horas. —Hoseok le respondió de vuelta fijando la mirada sobre este.
Podía percibir lo cansado que Yoongi estaba. Lo olisqueaba. Y de repente ansiaba sacar al resto de lobos presentes en su tienda para quedarse a solas con él.
—Pero ya no lo h..hago y os digo que dudo mucho que esos b..brujos y cazadores necesiten alguna excusa p..para dañarnos. Si quieren lastimar esta m..montaña, lo harán cuando les convenga. Creo haberlo entendido de ese m..modo al menos.
Jungkook estrujó la cintura de Taehyung entre sus brazos y ocultó la nariz contra el hueco del cuello de este. Se permitió a sí mismo respirar la esencia de su pareja por primera vez en varios días antes de mirar a Yoongi y asentir de acuerdo.
—Creo que lo que dices tiene sentido pero son nuestros líderes los que deben tomar la decisión. Así que si alguien acepta mi consejo, deberíamos hacer lo mismo que Yunho.
Hoseok lanzó su cinturón de armas sobre el balaustre que usaría de cama a saber hasta cuándo. Yoongi lo empujó a un lado con una mano.
—¿Te refieres a que quieres escabullirte de tus superiores para colarte en el mundo humano en medio de lo que puede ser probablemente el inicio confirmado de una nueva guerra? —preguntó.
Los dedos calientes de Jungkook se colaron bajo la tela del suéter de Taehyung y acarició la piel de la baja espalda de este sin prisa. Allí dónde él quemaba, el chico del norte siempre solía estar frío. Sus pieles contrastaban más allá de la tonalidad.
—No. Me refiero a que deberíamos pasar los últimos días de nuestras vidas disfrutando de las personas a las que queremos porque esta maldita cosa suena como el fin del mundo.
—Al menos el fin del mundo como lo hemos conocido hasta ahora. —acordó Tae.
Y Hoseok por primera vez en un tiempo se sintió extrañamente de acuerdo con la idea de compartir sus días con alguien.
Quizás era eso de que todo parecía sonar como el final de sus días tal y como los conocían.
(***)
Min Yoongi solo tenía una petición para Jung Hoseok. Y no le importaba si estaban en medio de lo que Jungkook y Taehyung habían caracterizado como el posible inicio de una guerra porque esa no era su guerra en general y definitivamente él no la había comenzado. Estaba al lado de los guardianes y lobos de la montaña porque probablemente sus enemigos fueran los mismos, sin embargo aquello no implicaba que sus caminos tuvieran que ser siempre idénticos.
—Quiero ver a mis cachorros. Ahora.
Probablemente era su primera frase completa desde que había comenzado a vivir en ese lado de la montaña y lejos de todo aquello que conocía. Y Yoongi suponía que sus cachorros lo valían. Estaba dejando que cosas secundarias se llevasen toda su atención, lo que provocaba que inevitablemente los desatendiera.
Incluso si no pretendía hacer tal cosa.
—Por si no te has dado cuenta todavía, estamos en un campamento de la guardia. Se supone que no deberíamos movernos de aquí a no ser que el motivo sea especialmente urgente.
—Ver a mis c..cachorros lo es.
Hoseok tragó aire y después lo soltó. La persona que normalmente él era habría discutido, de veras lo habría hecho. Por eso ni siquiera se entendió a sí mismo cuando se encontró rebuscando dos suéteres gruesos entre sus pertenencias para a continuación lanzarle uno de estos al lobo de viento.
—Bien, entonces mueve tu culo antes de que alguno de mis superiores decida amonestarme por hacer justamente lo que siempre le decimos a los novatos que no deben hacer. Ponte eso y vayámonos.
Hoseok le lanzó también un gorro del mismo color oscuro que la anterior prenda. Si pretendía ser disimulado, Yoongi pensó que simplemente deberían haberse convertido a su forma animal. Aunque teniendo en cuenta lo sucedido la última vez que él se transformó…
—¿Es bueno o malo que haya sido t..tan sencillo convencerte?
—No juegues con tu suerte.
La mano del guardián altiorem sostuvo la muñeca del chico y entonces tiró de este hacia el interior del bosque tan pronto como los dos salieron de la tienda de tela. La noche los recibió a ambos y el aire invernal congeló sus rostros tan pronto como comenzaron a caminar. Dejar atrás el campamento no era complicado si llevabas una vida entera conviviendo con guardianes y comprendías a la perfección la forma de pensar y proteger de estos. Mucho menos lo era cuando ninguno de los lobos jóvenes se atrevería a creer que Jung Hoseok estuviera rompiendo las reglas. Otros quizás, pero no él.
(***)
Recorrer la distancia que separaba el campamento de la zona norte donde se encontraba el hostal de los Jung como humanos era complicado durante la noche invernal, pero eso no impidió que los dos lo hicieran en un tiempo excepcionalmente ágil.
—Tu tobillo va a resentirse por esto.
Hoseok parloteó mientras dirigía a Yoongi hacia una entrada situada en dirección contraria a la que solían usar los huéspedes e invitados. El lobo de viento no pudo evitar sorprenderse ante el hecho de que por fin estuviese a punto de ver el otro lado de ese lugar, desde las partes de fuera que siempre había revisado a través de las ventanas interiores.
Ahora sus pies se encontraban pisando el porche de la parte trasera de la enorme edificación, dónde solía visualizar a la madre de Hoseok golpeando las alfombras de gran tamaño para quitarles el polvo y después ventirlarlas sobre los pasamanos de madera exteriores. Estaba seguro de que si alzaba la mirada podría localizar la que había sido su habitación por un año completo.
No lo hizo. Pero sabía que no le costaría averiguar la zona concreta, porque era capaz de identificar los sitios por los que se movían como si en realidad él ya se hubiese movido veinte veces antes por estos.
—Me q..quejaré sobre eso más tarde, c..cuando me duela y si lo hace.
—Bien, es bueno saber que conoces las consecuencias de tus actos. Tendrás que pedirle a algún sanador que revise tu lesión, estoy seguro de que la misión ha hecho que se vea afectada y añadir un esfuerzo extra sobre ella no es la mejor de las curas. Mi madre cuida bien de todos sus huéspedes y tus pequeños nunca serían una excepción, más bien todo lo contrario. Nos hemos arriesgado a venir hasta aquí porque es lo que querías, espero que te haga realmente feliz al menos. Si después te duele todo el cuerpo… Lidia con eso. ¿Está bien? A veces hay que sacrificar ciertas cosas para conseguir lo que uno desea.
Yoongi se limitó a mirar a Hoseok antes de seguirlo hacia el interior del hostal. A veces sentía que ese lobo no podía evitar entrar en una especie de faceta en la que convertirse en un jefe lo era todo. Estaba demasiado acostumbrado a pasarse los días dándole órdenes a sus compañeros así que lo trataba de la misma manera a él.
Y aunque en efecto ser parte de su grupo de rastreo lo convertía en un subordinado de Jung Hoseok… Yoongi todavía no se acostumbraba a ello.
—Ven, estoy seguro de que a esta hora mi madre ya debe estar dormida. Vayamos hacia la zona del hostal que ocupa mi familia.
Aquella era otra de las partes del hostal Jung que Yoongi había tenido el placer de observar en infinidad de ocasiones. Siempre desde fuera, pasando de largo mientras paseaba. El ala del hostal perteneciente a los hermanos y madre de Hoseok se diferenciaba del resto por estar decorada en base a lo que cada lobo creyó necesario en su momento. Todas las habitaciones tenían algo diferente colgando de sus puertas y las pequeñas salas que se encontraban cada tanto no se limitaban a espacios para la confluencia de clientes y huéspedes, sino que estaban llenas de olores cálidos causados por la presencia de objetos con dueños que no los habían olvidado por simple casualidad en ese sitio. Sofás sobre los que las chaquetas recién encartadas después de haberse secado al sol esperaban a ser ordenadas por sus propietarios, mesas en las que algunos libros se amontonaban, bomboneras con dulces que hacían que las papilas gustativas de Yoongi se derritieran…
Los últimos meses de la estancia de Yoongi en ese lugar habían sido un poco más libres que en el inicio, dentro de lo que un aprisionamiento suponía, sin embargo entrar en los aposentos de la familia que regentaba el lugar parecía muy lejano a sus planes. No había podido ir más allá de los pasillos, unos pasillos que fueron por mucho tiempo su zona preferida.
—La habitación de mi madre está al final del pasillo, cerca de la cristalera de colores rojizos.
Lo sabía. El olor a canela era tiernamente revelador en cierta manera. Así que Yoongi tenía que saberlo después de haber comprobado el aroma de aquella mujer por tantos meses. Cada una de las veces en las que le daba de comer o intentaba conversar con él permanecían en su memoria.
Y ahora, en el presente, ahí estaba. Unos meses después. Al lado de Hoseok, caminando por los mismos pasillos que había sentido como jaula y hogar a la par mientras se dirigían a la habitación de la señora Jung en busca de sus cachorros.
(***)
—Podrías haber avisado, no tengo nada que daros para cenar y sé que las comidas de los campamentos son poco menos que comestibles.
La señora Jung frunció el ceño y se apretó el nudo de la bata alrededor de la cintura mientras observaba el modo en que Winter y Draco abrazaban a su padre.
—Difícilmente usas el vínculo familiar últimamente, hijo.
Hoseok no dijo una sola palabra, como si su silencio pudiese zanjar todas esas conversaciones incómodas de las que no le apetecía decir una sola palabra. Él era perfectamente consciente de que el silencio no haría nada en lo absoluto pero de todos modos esa había sido su fórmula de actuación durante demasiado tiempo.
No le gustaba el vínculo familiar porque suponía permitir que todos en su casa supieran cómo de cansado estaba él realmente. Serviría para exterminar la imagen de fortaleza que durante años se había esforzado por construir.
—¿Cómo han estado los pequeños?
Así que en lugar de hablar de lo que su madre quería, Hoseok decidió girar la conversación hacia aquello que a él le interesaba.
Yoongi pareció complacido con esa pregunta suya pues no tardó en alzar la mirada para asentir hacia la señora Jung.
—Han estado lógicamente inquietos. Cómo es normal, ellos sí están ligados a un sano vínculo con su progenitor.
—Bueno, su progenitor está aquí ahora para seguir trabajando en ese vínculo —Hoseok apartó la mirada de su madre y extendió una mano hacia Winter. Dudó por un instante antes de acariciar el fino cabello del lobezno—. ¿Han comido?
—Han tomado sus preparados de leche pero me temo que no es lo mismo que la natural. No creo que estén ni mínimamente saciados.
Y eso en realidad fue suficiente. En ocasiones como aquella Hoseok recordaba lo diferentes que eran Yoongi y él. Lo que para las tribus suponía un acto completamente natural, para ellos implicaba cierto decoro humano.
Por eso cuando Yoongi se subió el suéter para llevarse a los cachorros hacia los pezones y dejar que bebiesen, tanto Hoseok como la señora Jung se encontraron carraspeando aunque solo uno de los dos apartó la mirada.
—Iré a ver si encuentro algo decente para cocinar en la despensa del comedor principal. No os mováis de aquí.
—No creo que vayamos a movernos en varios minutos al menos, mamá. —confirmó Hoseok.
—Es… —la señora Jung carraspeó de nuevo, tropezando con sus propios pies antes de encontrar la salida—. Bueno, supongo que es un alivio saberlo. Volveré en cuanto encuentre algo adecuado, chicos.
La loba se alejó de la pequeña cocina situada en la estancia superior del hostal, esa en la que el fuego crepitaba tranquilamente gracias a la leña que el propio Hoseok se había encargado de amontonar una media hora atrás en la chimenea mientras Yoongi alcanzaba a sus cachorros.
La cocina del ala del hostal que pertenecía a la familia Jung en exclusiva, no era un sitio grande ni especialmente lujoso. No se parecía en nada a la enorme estancia principal en la que los empleados hacían de comer para los huéspedes, allí, en realidad, tan solo se juntaban en familia para matar el tiempo y calentarse a la luz del fuego cuando los inviernos eran demasiado fríos. De vez en cuando cocinaban pero con poca frecuencia debido a que su hostal siempre mantenía el comedor de la planta baja repleto de vida y movimiento.
Su madre la usaba para colgar manojos de hierbas y flores que podría hundir en agua para utilizar en infusiones cuando algún resfriado o dolor atacaba a uno de sus hijos, también había botes de cristal hasta arriba de galletas y bandejas de madera repletas de fruta invernal descansando sobre la encimera. Con eso era más que suficiente para todos ellos. Era perfecto.
Las ventanas con la cristalera de colores rojos y naranjas eran la parte preferida de Hoseok, pues la forma puntiaguda de los arcos de piedra que las rodeaba había sido arreglada por su padre en más de un par de ocasiones y ahora la estructura parecía imperfectamente perfecta.
—E..Ellos realmente están hambrientos.
Yoongi hizo una mueca y Hoseok pareció despertar de su pequeña ensoñación.
Estaba en la cocina en la que tantas veces se había sentado para dibujar y colorear mientras sus padres parloteaban durante su infancia. Y lo estaba mientras un lobo alimentaba a dos cachorros justo a su lado de una forma tan natural que casi le daba miedo. Para Yoongi parecía perfectamente decente levantarse el suéter y dejar que sus hijos se alimentaran en cualquier lugar sin importar quién lo viera, lo que en realidad le hizo pensar a Hoseok que ciertamente lo era. Era completamente decente. Y bonito. Precioso.
Poder verlo resultaba mágico. La manera en la que Winter y Draco cerraban y abrían sus pequeñas manos mientras bebían, la forma en la que los brazos de Yoongi los sostenían cerca, el modo en el que la tela del suéter grueso caía levemente sobre el cabello brillante de los dos pequeños…
—Entonces deja que coman. Tienes todo el tiempo que quieras. Me aseguraré de ello.
Yoongi lo miró a los ojos.
Hoseok no apartó la mirada.
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Hiiii!!
Nuevo capítulo que espero que os guste. Ayer estaba con dolor de espalda y me fue imposible subirlo así que hoy en cuanto he tenido un minuto me he puesto manos a la obra.
Un beso,
os amo
Mel
💜
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