Capítulo 34

"Solo necesito una mirada en el espejo, necesito un deseo en mi bolsillo. Siempre estoy estirando la verdad y necesito aprender a ser honesto. Me obligo a suprimirlo todo, atrapado en un vacío. Tuve un amor, pero lo perdí."
—Loved
(B.I)


Hoseok golpeó la mesa de la sala de la guardia, provocando que todos los presentes diesen un respingo antes de recolocarse en sus asientos nuevamente. En el exterior la lluvia caía con fuerza violenta contra los cristales de la casa de líderes del sur.

—¡Estás malditamente loco si piensas que pondré a mis hombres en peligro por tu amante humano, Yunho! No hay una sola cosa que a nosotros, los lobos, se nos haya perdido en el poblado de los cazadores y mucho menos ahora que tenemos serias sospechas de su colaboración con brujos. Hicieron desaparecer uno de los pocos coches de los que disponemos en la montaña la última vez que bajamos como si fuese una mota de polvo en el aire. Entre una espesa e intoxicante niebla. ¡No voy a arriesgar sus vidas de nuevo!

—¿Prefieres seguir escondido? Venga, hermanito, seguro que sabes tan bien como yo que es hora de que salgamos de esta montaña. Llevamos siglos con la cola entre las piernas. Estamos condenados a huir de todo el mundo por culpa de esos estúpidos cazadores y los humanos no son culpables de los crímenes que ellos han cometido, la mayoría viven sus vidas al margen de lo que ellos hacen. La gran parte no ha escuchado hablar de lobos, brujos o magia en toda su maldita existencia. Ni siquiera te atrevas a meterlos en esto porque entonces tendré que acusarte de especismo, Hoseok —Yunho señaló con uno de sus dedos las ventanas—. Mis hermanos pequeños no han visto más que abedules y pinos a lo largo de toda su existencia. No han olido más que estos bosques y pisado más que esta tierra. No han aullado a otro cielo ni a otras estrellas. Y todo eso se debe al miedo irracional que personas como tú le habéis metido en la cabeza. No vamos a ganar ninguna batalla escondiendonos y doy gracias a la Diosas Luna por el hecho de que cada vez sea mayor el número de lobos que abandonan estos bosques para comenzar a vivir una vida que la manada y el clan parece no querer desarrollar.

—Ooh, venga. No actúes como si te importase una mierda lo que nos pase. A nosotros o a algún maldito lobo de esta montaña. Vives entre los humanos, te comportas como ellos, puedo ver lo muchísimo que su mundo te atrae y tú mismo hablas de ello con tantísimo orgullo en el pecho. Eres parte de toda esa maldita mierda, Yunho —Hoseok gruñó, acercando su cara tanto a la de su hermano que las frentes de ambos chocaron—. Hueles a uno de ellos porque te follas a uno cada noche. Y después vienes aquí y te atreves a decir que nuestro clan se esconde mientras te pasas la vida alejado de todo lo que somos y hacemos. Hace mucho que nos desconoces.

Yunho golpeó su puño contra la mesa y la madera crujió bajo sus dedos, aunque los guardianes deberían estar acostumbrados después de una hora entera de discusiones entre los hermanos Jung… Lo cierto es que volvieron a estremecerse con el fuerte gruñido del mayor cuando sus caninos comenzaron a aflorar y Kim Namjoon se vió en la obligación de detener la disputa.

Maldita sea, él ni siquiera debería estar ahí. Quería retirarse pero toda la situación de la montaña continuaba arrastrándolo hacia la guardia una vez tras otra. Le impedía disfrutar de su pareja y de su familia. Kim Namjoon estaba condenado a tener que lidiar con lobos alterados y poco dialogantes.

—Para bien o para mal, Yunho tiene razón. Llevamos demasiado tiempo aislados y lo que sea que hayan estado haciendo lejos de la montaña les ha servido de ataque sorpresa, Hoseok. Ahora mismo ellos cuentan con cierto poder que nosotros no tenemos y si queremos ganar terreno tendremos que comenzar a movernos ahí donde los cazadores no son del todo buenos. Así que ha llegado el momento de quemar cualquier rastro de pacto que quede activo. Se ha terminado, la montaña ya no es una prisión para nosotros. El territorio que nos separaba hasta hace poco ha caído para las dos partes. Si ellos pueden atravesar las fronteras, nosotros también.

—Y si ellos pueden disparar sus balas de plata, nosotros podremos morder sus yugulares —Jeon Joy miró a Hoseok—. Creo que es lo suficientemente justo. Sobre todo cuando ninguno de nosotros fue el primero en alzarse con violencia contra ellos.

Hoseok tartamudeó.

—Todavía no sabemos con seguridad si están trabajando con los brujos. No sabemos nada. Ese poblado estaba malditamente vacío cuando lo revisamos. Puede ser el peor de vuestros errores. Podrías estar entrando en la boca del enemigo por vosotros mismos.

—Supongo que ha llegado el momento de arriesgarlo todo. No podemos continuar escondiendonos. Nadie va a lanzarse al suicidio Hoseok, pero tampoco nos mantendremos en la montaña esperando el ataque que con toda seguridad llegará. Escuchaste a Yoongi, lo que dijeron los druidas solo puede significar que pretenden hacerse con el control de los Pétalos de Zafiro.

—Bien —Hoseok finalmente se dejó caer sobre su asiento—. Entonces reuniré a mi grupo de rastreadores para llevarlos directos a la línea de batalla.

Yunho gruñó y Hoseok tan solo dejó escapar una agria carcajada de su boca.

—No vamos a dejar que nadie salga herido, Hoseok. No al menos si podemos evitarlo.

Yoongi se había mantenido cerca, sentado sobre el alféizar de la ventana mientras observaba el modo en el que las gotas de lluvia resbalaban con cierta prisa sobre la superficie colorida del cristal verdoso. La discusión entre los dos hermanos en cierta forma lo entretenía pero el rumbo que esa conversación de los guardianes estaba tomando, aquello, lo asustaba.

Porque su tribu estaba mucho más lejos de lo que esos lobos llamaban aislarse. Ellos nunca habían abandonado la cima, solo lo hacían algunas veces al año, únicamente cuando necesitaban comer y la cantidad de nieve les impedía hacerlo allá donde su hogar se encontraba.

—Vosotros de verdad estáis planteando bajar al poblado de los cazadores y…

—Y entrar en sus archivos. Ellos se han ido pero han dejado atrás muchas cosas, tal vez hayan olvidado algo que nos pueda ser de ayuda. No estamos hablando de entrar sin más en un territorio en el que claramente estaremos en desventaja y dado que la última vez que tu equipo exploró la zona se topó con brujería, desde luego no será una misión sencilla. Pero no podemos quedarnos quietos, Hoseok —Sungjae suspiró—. Piensa en ello. Estamos perdidos si simplemente nos quedamos aquí. Nos rodearán en algún momento y entonces comenzará una masacre que ni siquiera el lobo más fuerte podrá detener.

—El mar —Jungkook sonrió inesperadamente—. Esos pescadores que mi padre permitió que se acercasen tantísimo junto con el consejo territorial el año pasado. No fue una simple casualidad, ¿cierto? Apuesto lo que sea a que mi madre ha metido su hocico en esa decisión. Con pescadores cerca los cazadores no se arriesgaran a iniciar una caza.

—Pero a los brujos les dará igual —Yunho finalmente se sentó—. Y si están trabajando juntos es porque los Pétalos de Zafiro tienen un atractivo bastante mayor que cualquier Dios y Biblia que su Iglesia. No habrá cruz o bala de plata que sustituya el ansia de ganarse una vida entera de gloria. Para ellos eso es lo que promete esa dichosa planta. No les importará matar a humanos en el proceso o que los humanos puedan ver la magia que se desprende de sus manos.

Hoseok tomó aire, sus ojos pasaron de los guardianes que se encontraban sentados con él alrededor de la mesa a Yoongi. El chico no hacía más que mirar hacia el exterior y allí era exactamente a dónde tendría que llevarlo. Porque le había prometido que esa batalla, la que estaba por llegar, sería una que lucharían juntos.

Después de todo, él aún no había descubierto al responsable de todo el dolor que continuaba sintiendo ese chico.




—¿Tu cuerpo sigue sintiéndose caliente?

Hoseok colocó a Yoongi sobre la mesa de la cocina y observó el modo en el que el chico se acomodó de forma casi automática contra su cadera, en realidad no pesaba demasiado. Era ligero en comparación a la gran masa de músculo y pelaje que suponía su forma animal y quizás ese hecho se ligase al poco tiempo que había pasado a lo largo de su vida en forma de humano. Sin embargo, al guardián no podía parar de resultarle curioso el modo en el que la delgadez de Yoongi no era impedimento para la fortaleza de su poder de viento. El chico controlaba el elemento y luchaba igual de bien que cualquier guerrero experimentado. Resultaba tan contradictorio que le causaba dolores de cabeza.

Había comenzado a obtener masa muscular con los entrenamientos y ya no parecía tan demacrado como al inicio de ese año. Ahora, por fin, parecía una persona bien alimentada cuando lo miraba. No tenía nada que ver con el lobo que había vagado durante días por los bosques de la montaña en medio de un trance de venganza, violencia y dolor.

—Contestame, Yoongi.

Los cachorros dormitaban en la estancia situada al lado de la cocina, sobre la pequeña cuna portátil que la madre de Hoseok les había llevado hacía un par de días, tapados hasta la barbilla con mantas de lana tejida y envueltos en pijamas a medida de dos colores seleccionados por uno de sus hermanos pequeños. El aroma de estos pululaba alrededor de la estancia y se mezclaba con el suyo propio como si formara parte de la propia casa porque su madre se había encargado de llenar a esos pequeños de la esencia de los Jung en cuanto Yoongi comenzó a permitirlo. Y Hoseok estaba comenzando a acostumbrarse a ello, a entrar en casa y a escucharlos lloriquear o reír. Era una rutina que se repetía a menudo, que había aprendido a respetar por mucho que tratase de mantener la distancia. Conocía los horarios de alimentación y aunque de vez en cuando se topaba con la imagen de Min acercándose a alguno de los bebés hasta el pecho, se obligaba a mantener los ojos lejos de esa mierda.

No era su familia. No eran su problema. Por mucho que a su madre le gustase jugar a la casamentera y a la abuelita de cuento de hadas. Tendría que esperar a que Yunho adoptase algún retoño con ese estúpido novio humano que tenía. De lo contrario sus hermanos se quedarían la responsabilidad de regalarle algún nieto al que llenar de mimos y ropa ganchillada.

—S..sabes cómo funciona. ¿P..por qué preguntas?

Hoseok se encogió de hombros.

—Tal vez me guste escuchar cómo lo dices. Además, si mañana voy a tener que llevar mi culo hacia el mundo humano… Dejémoslo en que al menos me gustaría tener una buena noche hoy. Así que, permiteme saber lo que sea que quiero saber, niño. Los dos nos merecemos disfrutar antes de lanzarnos a lo desconocido.

Yoongi dudó por unos instantes, se tomó un par de segundos hasta que finalmente colocó sus manos sobre los hombros de Hoseok. El cabello del guardián estaba húmedo después de que este se hubiese pasado la última hora golpeando un saco de arena bajo la lluvia torrencial en el patio trasero de la casa.

Y eso le gustaba. Por alguna estúpida razón hacía que su cuerpo caliente por el celo cercano, se calentase incluso más. Igual que había sucedido la primera noche.

—M..mi cuerpo s.. sigue caliente. Bastante. ¿C..contento?

—Lo estoy en realidad. Son buenas noticias, entonces.

Hoseok dejó que sus manos tibias se colasen bajo el amplio suéter del chico. Sus dedos le bordearon la cintura y lo apretaron contra su cuerpo tras situarse sobre la piel de la espalda de este, posicionándolo de la forma en la que le gustaba. Cerca y apretado.

El guardián paseó la boca por el cuello de Yoongi y de nuevo el muchacho se expuso. Maldita sea, debía de ser una manía adquirida o alguna especie de fetiche. Cada vez que se acercaba a la glándula de olor de este, Min terminaba en una postura extrañamente sumisa para un lobo que había nacido como líder de un clan. Así que una de las manos que Hoseok había colocado en la espalda de Yoongi se movió hacia la nuca de este y le recolocó la cabeza de manera que la barbilla del muchacho quedase posada sobre su hombro mientras él comenzaba a besar el marcado hueso de la mandíbula bajo su oreja.

—Mucho mejor, ¿no lo crees?

—Hmmm…

Hoseok sonrió ante la nula respuesta del lobo y dejó que sus manos volviesen a desplazarse bajo la tela del suéter mientras sus labios se movían nuevamente sobre el cuello del muchacho. En realidad, hacía demasiado tiempo desde la última ocasión en la que se había permitido a sí mismo olvidar el miedo de lo que ocurriría a la mañana siguiente. Sentir las palmas de las manos de Yoongi imitando sus movimientos cuando este se atrevió a colar los brazos bajo su camiseta deportiva resultó en un sentimiento sorprendentemente agradable y atractivo. En un instante ese chico había envuelto sus hombros y las yemas de los dedos de este le acariciaban los omóplatos de forma entretenida.

Algo estaba a punto de estallar en la montaña y en su vida, pero todo en lo que había pensado al llegar a casa era… En lo intenso que se había vuelto el olor familiar del lobo de viento y en lo mucho que sus sentimientos parecían necesitar una dosis de terapia basada en placer y caricias. Si mañana sus hombres y él se expondrían al peligro, entonces esa noche sería una noche de disfrute y desinhibición.

No tenía una pareja para besar. Alguien a quien abrazar y susurrarle la promesa de que volvería sano y salvo a casa. Pero tenía a un maldito prisionero, uno que parecía feliz de estar siendo devorado en ese instante por el ansia de sus labios. Así que los dos deberían poder disfrutar de toda esa mierda por la que tenían que pasar.

—Deja que te recompense por lo que hiciste ayer por mí.

Yoongi volvió a dudar por unos segundos pero entonces se encontró a sí mismo asintiendo y sus manos se desplazaron sobre la piel de la espalda de Hoseok para luego volver a posarse sobre los hombros de este. Lo miró, expectante.

—¿Q.. qué harás?

—Oh, lo que voy a hacer es algo que apuesto a que pocos lobos harían por sus parejas. Imagina lo bueno que soy. Ni siquiera eres cercano a mí, pero aquí me tienes, dispuesto a ayudar a un prisionero en una tarea del placer que implica más de lo que algunos estarían dispuestos a tomar por las personas que más aman.

Yoongi mordisqueó su labio inferior. La imagen y los recuerdos de Adaham regresaban de vez en cuando a su cabeza mientras su estómago quemaba con la sensación de las manos de Hoseok recorriéndole la piel. No entendía el porqué de todo aquello. No se entendía a sí mismo pero necesitaba arrancar la necesidad que ese celo estaba comenzando a ocasionarle.

—¿Que d..debería hacer yo?

El guardián negó con una sonrisa traviesa sobre la boca.

—Deberías recostarte y dejar que me encargue. ¿Te gusta esa respuesta?

Por loco que sonase. Le gustaba esa respuesta. ¿Estaría perdiendo la cabeza?

Así que se recostó. Sin hablar, sin permitirse a sí mismo pensar demasiado y sin temer que el lobo ante él pudiese aprovechar su postura tan expuesta para dañarlo. Y cuando la ropa que cubría la parte baja de su cuerpo fue lanzada lejos de su piel con rapidez, ni siquiera pudo hacer el esfuerzo de protestar.

—Pon tu mano sobre mi cabeza.

—¿Q…qué…?

—Nunca has tenido experiencias de este estilo en tu forma humana, así que deja que te muestre cómo disfrutar de ello —Hoseok alcanzó la mano izquierda de Yoongi. Lo había visto golpear con ella en sus entrenamientos, sabía que el chico no era diestro—. Sujeta mi cabello y marca el ritmo a tu antojo.

—Yo… No entiendo lo que d..dices.

—No te preocupes. Estoy seguro de que cuando necesites entenderlo, lo entenderás.

—Pero…

Entonces Hoseok se inclinó entre sus piernas, mientras él sujetaba sus hebras de cabello ondulado. Lo que hizo el guardián a continuación no se pareció en nada a lo que había hecho él la noche anterior. Porque aunque ese lobo sí lamió su miembro y lo lubricó con saliva, no atendió esa zona especialmente, no. En realidad Hoseok prestó toda su atención a otra parte situada algo más abajo y causó que Yoongi cérrase las piernas avergonzado tratándo de apartarse en un primer instante.

Bien. En su forma lobuna había sentido la lamida de Adaham en su zona íntima anteriormente pero el pensamiento de un humano haciendo lo mismo resultaba…

—Abre tus piernas para mí de nuevo, lobito. De lo contrario no podremos disfrutar juntos de esto.

—Tú…No…

—Yo voy a hacer que te sientas bien porque eso hará que me sienta bien, siempre que me lo permitas. ¿Estás de acuerdo? ¿Me concedes el permiso?

Y abrió sus piernas de nuevo. Yoongi apoyó un brazo sobre la encimera de la cocina y apretó las hebras de cabello de Hoseok entre los dedos de su mano con el otro. Sus ojos no se apartaron del guardián ni por un solo instante.

Entonces la magia pareció suceder cuando dos sensaciones distintas se mezclaron a la vez. La madera bajo la piel de sus muslos estaba fría, la lengua de Hoseok que ahora se colaba en su entrada estaba tremendamente caliente y el aliento de este parecía quemar cerca de sus testículos. Un par de minutos y varios toques de la mano del guardián contra su miembro fueron más que suficientes.

Se liberó echando el cuello hacia atrás y las caderas hacia delante, sujetando con fuerza el cabello de Hoseok y gimoteando el apellido de un hombre que lo había secuestrado y hecho su prisionero por una causa que él desconocía pero bajo la que ahora también luchaba de alguna manera.

—Bueno, debo afirmar que es delicioso sentir esto de nuevo. Hacía demasiado tiempo que nadie lograba atraer a mí lobo lo suficiente como para que mi cabeza comience a volverse completamente loca el día antes de una misión tan importante como la que tendremos mañana. Ahora, chico de viento… —Hoseok pasó la mano por ese líquido que se había precipitado de él y se lo llevó hasta los labios, limpiando todo el desastre que se había generado sobre el estómago de Yoongi—. Mueve tu culo hacia mi despacho. Necesitas encargarte de una cosa en mis pantalones.

Hoseok era un idiota. De alguna manera su charla en momentos como esos se volvía egocéntrica, exagerada y absurda, pero Yoongi lo siguió como un cachorro lo hubiese hecho. Se movió detrás de él todo el camino sujetándose a la mano de este hasta que llegaron a la habitación en la que el guardián solía encerrarse durante horas.

Y de alguna manera se dejó caer de rodillas delante de la silla en la que él siempre se sentaba para trabajar e hizo lo mismo que había hecho la noche anterior, lamió su extensión tras olisquearlo e impregnarse con el aroma natural de Hoseok con la única diferencia de que ahora él no lo estaba mirando con atención. No. En ese instante el guardián se centraba en el papeleo que se acumulaba sobre su mesa mientras le acariciaba de vez en cuando la mejilla y lo felicitaba por lo bien que lo hacía y lo delicioso que olía.

—Sigue así, pequeño. Tengo mucho trabajo que hacer y harás que la carga en mis hombros se sienta mucho menos pesada. Eres realmente bueno para mi ansiedad.

Y oh, definitivamente estaba perdiendo la cabeza por el celo porque la Diosa Luna sabría pronto que a Min le encantaba recibir cada uno de esos cumplidos.

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Hiii!!
Buenas noches y buen miércoles.
Espero que no me odieis por haber hecho a Hoseok un poco desvergonzado en lo que a la cama se refiere jeje. Dude mucho con este capítulo y por eso no sabía si seguir adelante con esta idea o no pero finalmente decidí dejarla.

Por favor dejadme saber vuestras opiniones.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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