Capítulo Final.
Podía sentir como la brisa de la mañana chocaba contra su rostro, le hacía cosquillas.
Su pueblo estaba en fiestas, era el inicio del invierno y era una costumbre de mil años la noche de invierno. Una noche donde los amantes se confiesan y los enamorados se unen, donde los niños ríen y los padres son felices.
Para Martín era una de las noches de invierno más especiales, porque su amado iba a pedir su mano.
Martín lo conoció en una tarde de finales de otoño, estaba a las afueras de su pueblo, se suponía que no podía salir de ahí solo, los humanos y los lobos no estaban bien, pero con el tratado que habían hecho las cosas estaban bajo control.
Bajo la luz del atardecer y entre los árboles había un gran lobo con pelaje blanco, total y perdidamente cautivado por el muchacho de tez blanca, cabellos castaños y ojos color avellanas.
El lobo lo vigilaba, no era la primera vez que el humano salía del resguardo de su pueblo, y él siempre estaba ahí para observar y protegerlo de cualquier amenaza.
Era divertido ver como el joven parloteaba sin descanso con las plantas y los animales, en un día podía conocer todo del él, después de todo al parecer el joven no tenía amigos y por eso le encantaba hablar sin descanso con todo lo que encontrase.
–Sé que estas ahí, sal no tienes que temer no te haré daño.–Dijo Martín, sabía que alguien siempre lo veía, y al parecer lo protegía.
Robert dio un bufido medio burlesco, era el humano quien debería de temer. Dio unos pasos fuera de los arbustos, dejó una distancia considerable por si el humano trataba de huir al verlo, pero no sucedió.
–Que hermoso pelaje.–Dijo Martín acercándose de forma rápida y sin miedo acariciando la nariz y el cuello del lobo.
–¿Me has estado cuidando? Muchas gracias, soy Martín ¿Y tú?
Robert retrocedió un poco, miró al humano de pies a cabeza, ¿No le daba miedo tener a un lobo de casi dos metros al frente? Y más sabiendo que era un hombre lobo.
–¿Quieres un poco de tarta? Traje conmigo.–Dijo Martín, volteando hacía su bolso tomando el recipiente donde su madre había dejado la tarta, y cuando volteó a ver al lobo ya no lo encontró en su lugar estaba un apusto hombre, de unos veititantos años, piel blanca, cabellos negros y unos profundos ojos azules.
–Soy Robert.
Los meses y las estaciones pasaron, la primera trajo consigo el nacer de las flores y del amor entre humano y lobo.
Martín demostraba con cada acto su amor hacía Robert, mostrandole que los humanos y los otros seres no tenían que ser enemigos, su amor se fortaleció tanto que Robert tomó la decisión de informarle a su manada y a su gente que había encontrado a su pareja.
Era el líder de una gran manada, manada la cual recibió a Martín con los brazos abiertos, y por primera vez, el humano se sintió en casa.
Robert dejó pasar más estaciones, quería que Martín no tuviera ninguna duda sobre su amor.
Llego el invierno, sabía lo que significaba, era el momento idóneo para pedir la mano de su amado ante los ojos de los humanos.
La noche de invierno llegó, las luces y las risas inundaban el lugar, Robert había ido con toda su manada al pueblo de los humanos, hubieron miradas, pero también fueron recibidos con cálidas sonrisas.
Pero todo eso se rompió, en un segundo su vida había quedado en negro. Los gritos no tardaron en llenar lo que hace momentos era un lugar lleno de alegría.
Los humanos son crueles, tanto que hasta para lograr su voluntad y tener el absoluto poder no les importaba matar a gente inocente, a su propia gente.
El líder de los cazadores, Mágnum Alexei Garnacho, había matado al Alpha líder Robert Lewandowski, lo mato sin derramar la sangre del lobo, sino la de su amado.
Martín estaba postrado a los pies de Alexei, su rostro mostrando dolor y sus ojos miedo. Robert perdió el control y arrasó con todos.
El amanecer llegó, y en vez de sonrisas y alegría trajo dolor y lágrimas.
–R-Rob... N-No llores Alfa... No m-me gusta ver que t-tus hermosos ojos e-esten empañados en lag-grimas.–Martín estaba en los brazos de su amado, Robert trataba de controlar sus lágrimas.
Martín nunca perdió la sonrisa, con las pocas fuerzas que le quedaban, alzó su mano para limpiar el rostro de su Alfa.
–Encuentrame Alfa.
Robert apoyo la cabeza de Gavi sobre sus piernas, mientras Erling se encargaba del resto de los cazadores.
Pedri sin importar el dolor, volvió de forma rápida a su forma humana. Se acercó sin saber dónde colocar las manos, tenía miedo de tocar en un lugar y lastimar a Pablo.
Gavi por el dolor y al no poder sobrellevar la carga, volvió a su forma humana, siendo cubierto por el abrigo de Emiliano.
–T-Todo estará bien, ya llame a Ferran y él con Ansu ya están en camino, traerán lo necesario.–Por primera vez, Emiliano se sentía asustado, aterrado.
Robert sintió como la suave mano de Gavi acariciaba su mejilla, no se había dado cuenta de que estaba llorando.
–N-Nuca me gust-to ver tus he-hermosos ojos en l-lagrimas...
Robert lloro más, no podía estar pasando esto, no cuando finalmente estaba recuperado un poquito de alegría, no cuando finalmente había cumplido su promesa de encontrar a Pablo.
–Por favor... por favor no te vayas, no de nuevo.–Se permitió llorar con el rostro escondido en el cuello de su omega.
–Cachorro... Por favor.–Esta vez fue Pedri quien suplicó, cayó de rodillas para tomar entre sus manos la mano de Gavi.
–Te lo suplicó...
Gavi nunca perdió la sonrisa.
–Alfas...–Sus ojos se cerraron, se sentía muy cansado y tenía mucho sueño, el dolor desapareció y en su lugar se sentía flotar.
–¿Gavi?–La pregunta con rastros de miedo salió de Robert, no escuchaba los latidos de Pablo.
–No, no, no puedes estar haciendo esto ¡Pablo!–El grito desgarrador fue de Pedri.
Erling los veía y se sentía impotente, no pudo proteger a sus amigos, vio como Emiliano cedía cayendo de rodillas al lado de Pedri.
No, no podía permitir que la historia volviera a repetirse, no quería vivir la misma historia que su abuelo le contaba cada noche, la historia de cómo su mejor amigo había perdido todo en la noche de invierno.
–Marcalo.
Tanto Robert como Pedri y Emiliano alzaron sus cabezas ante la voz del rubio.
–Tienes que marcarlo Robert, la marca de Pedri lo salvo una vez, la tuya también puede.–Erling rogaba por estar en lo cierto.
Robert bajo la mirada hacia un Gavi con rostro lleno de paz, se veía tan tranquilo sin miedo o tristeza.
–Esta vez cumpliré mi promesa.–Robert alzó la mirada hacia Pedro, el otro Alfa asintió, no había nada más importante para ellos que Gavi.
He irónicamente en una noche que daba la bienvenida al invierno, Robert marcó a Gavi poniendo fin a una historia y una promesa de más de mil años.
Fin
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top