Capítulo 6

Gavi salió un poco triste la verdad, quería empezar a llevarse bien con su compañero, pero Pedri siempre encontraba la forma de poner las cosas difíciles.

Con un cara de desanimo total, fue al otro lado del instituto, Emi le había dicho, o mejor dicho, escrito que su habitación se encontraba en el tercer piso a la derecha.

Cuando llegó, pensó que tal vez era un poco tonto ir en medio de la noche a levantar a su amigo.

Decidido a tener que soportar la presencia de Pedri, dio media vuelta para volver, pero la puerta atrás de él se abrió.

-Ah, Emi yo...lo siento ya me iba.-Antes de volver a tomar rumbo, Emiliano lo sujetó de su sudadera, con una sonrisa comprensiba lo jalo adentro de su habitación.

-Pedri es un idiota, dijo un montón de estupideces, incluso hablo mal de ti, es un idiota.

Emiliano le ofreció un vaso de lecho tibia y Gavi rió por lo absurdo que parecía la situación.

-¿Me estás dando leche tibia porque me estoy comportando como un niño?

-En realidad no, solo creí que te sentaría bien.-Dijo con una voz profunda.

-¡Puedes hablar! ¿Por qué fingiste que no hablabas?

-No me gusta hablar con desconocidos, pero te estoy ofreciendo un vaso de leche y estas sentado en mi cama, así que un desconocido ya no eres.-Dijo Emiliano de forma divertida.

-Y sobre Pedro, él tiene sus problemas, no eres tú, él simplemente es arisco.

-Tú lo conoces desde hace tiempo ¿no? Él dijo mucho sobre ti.

-Lo conozco lo suficiente como para saber que si nos mantenemos alejados y cada uno metido en lo suyo todo estará bien.

-¿En lo suyo?-Pregunto acabando su vaso de leche.

-No es importante, ya es hora de que duermas, con tu cara sé que no has dormido bien en mucho tiempo.

-Entonces...¿Me puedo quedar?-Pregunto con asombro.

-Eres mi amigo, así que no le veo el problema, bueno si hay uno.

-¿Cuál?

-Como no tengo compañero, solo hay una cama, si no te molesta podemos compartir, no ronco eh.-dice divertido.

-Bien, pero si hablas dormido te aviento de la cama.-dice entre risas.

Horas después, Emiliano se encontraba en la puerta de cierto Lobo, tenían mucho de que hablar y aprovecharía el hecho de que Gavi estuviera dormido en su habitación.

Por cada hora que pasaba su lobo se volvía más intranquilo, más agitado. Y eso que Pedri quería aprovechar e irse a dormir temprano. Le iba a guardar un remordimiento a su lobo por mucho rato.

Ya cuando no parecía aguantar más se levantó de su cama, dando por perdido mejorar su ritmo de sueño, y se comenzó a vestir, queriendo hacerle una visita a cierto cazador.

Mentiría si dijera que no se sorprendió al percibir levemente el familiar aroma de Emi. Abrió la puerta antes de que el mayor le tocará y se quedó fulminando con la mirada al contrario, poco le importaba que le sacaba dos cabezas, menos cuando su lobo se encontraba a la defensiva por razones que no entendía.

—¿Qué haces aquí?—escupió, frunciendo el ceño. ¿Acaso le había hecho algo a Gavi?

Solo ese pensamiento le hacía enojar, pero trató de mantenerse estoico.

Era bien consciente de que Emi sabía que no le gustaban las visitas, y menos de gente peligrosa.

Ciertos días le llegaba el estúpido pensamiento a la cabeza de que tal vez Emiliano era capaz de responder ciertas preguntas sobre su lobo de las cuales no iba tener respuesta. ¿Y cómo iba a tenerlas si nadie le había enseñado? Pero Pedri era de todo menos tonto, y no iba a confiar en un maldito cazador sin corazón.

Emiliano lo analizo, el lobo lucía demacrado supuso que no hace mucho volvió a transformarse.

-Quiero que te mantengas alejado de Gavi, cuando amanezca ire a pedir que sea trasladado a mi habitación, se que no te ace bien así que te estaría haciendo un favor.-Emiliano lo dijo con una seguridad y sin pizca de preocupación o nervios, propio de un cazador.

-Lobo ten más cuidado, te he dejado en paz, pero si llegas a meterte con mi am... con el chico, voy a adornar mi habitación con tu pelaje.

Ya tendría más tiempo después para darle vueltas al humillante gruñido que se le escapó cuando el mayor lo amenazó con quitarle el a Pablo, ignorando completamente la otra amenaza dirigida a su persona.

—Ni se te ocurra. Te conozco perfectamente, Emiliano, y no voy a dejar que martirices a más personas con tu asquerosa ideología.

Se estaba comenzando a alterar, algo impropio de el quién siempre mantenía la calma ante el cazador. A su lobo no le gustaba que le quitaran su nueva compañía y Pedri, quería o no, tenía que ceder a tales instintos.

—Lo voy a ir a buscar—dijo finalmente, molesto, pasando a un lado del argentino y dejando a este detrás para dirigirse a la habitación del antes nombrado.

Gavi se removió a gusto en las sabanas calentitas de Emiliano, su amigo si tiene buen gusto en los oleres.

Aunque aun se sentía un poco triste por las cosas que habían pasado, se dijo que en la mañana lo arreglaría, no permitiría que Pedro fuera un idiota con Emi, se dijo que encontraría la forma de llevarse bien con su compañero.

Iba a volver a dormirse cuando un alboroto de pasos apresurados sonó detrás de las puertas.

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