Capítulo 24
Y Pedri solo pensó en dónde demonios iba meter a un gigante desnudo de casi dos metros. Sobre todo porque su lobo no lo quería cerca de Gavi, menos todavía porque notaba que algo estaba "mal" con el, pero no sabía el que.
Pedri se colocó detrás de Gavi, abrazandolo de espaldas y dejando su barbilla sobre el hombro del menor a lo que este inconsciente liberó sus dulces feromonas. Se mordió el labio inferior para no comenzar a hacer cosas indecentes con su cachorro frente a los lobos.
—Pues que tu guardaespaldas se vista, porque se nos va hacer prácticamente imposible colarlo así—dijo refiriéndose a Erling.
—Y tú—le gruñó a Robert—. Piérdete.
Robert solo le hizo una mueca, ya después lo intentaría.
-Por Erling no te preocupes, tengo algo de ropa, y somos más o menos del mismo tamaño.-Dijo Emiliano, recibiendo un emocionado asentimiento de parte de Erling.
-A todo esto... ¿Quién es el chico desnudo?-La voz de Gavi sonó desde la espalda de Pedri.
-¡Hola! Soy Erling, soy amigo de Emiliano y ahora también el tuyo.-Erling se acercó para intentar abrazar a Gavi, pero el gruñido de Pedri y Robert lo detuvieron.
-Un gusto... Erling.
Emiliano había mantenido su palabra, no habían recibido ni una queja ni tuvieron ninguna complicación con el profesorado. Tal vez había algún que otro docente molesto con ellos, tirándoles malas miradas cuando pensaban que no se daban cuenta, pero en general, todo bien.
El cazador incluso le había traído unos asquerosos ungüentos y frascos con líquidos de dudosa procedencia para ayudarle a que sus heridas se curen más rápido.
Ahora mismo estaba disfrutando de una tarde tranquila con su persona favorita, acostados juntos sobre la cama del mayor. El canario estaba pegado a su espalda, dejando unos cuántos besos perezosos a lo largo de su cuello mientras que el sevillano veía alguna tontería en su móvil.
Su lobo se había vuelto más posesivo con el durante estos últimos días, enfocado nada más en una zona específica en el cuello del otro que olía y sabía tan bien que no podía dejarla quieta; incluso Gavi ya se había quejado de los numerosos chupetones que le había dejado sin querer queriendo.
Gavi esta feliz con los mimos y caricias que Pedri le da.
Al otro lado del instituto se encontraba Emiliano... ¿Batallando? Con Erling.
-Oh vamos, se supone que eres un estudiante, debes ponerte algo más que unos calzoncillos.
Erling prácticamente se había mudado a su habitación, al final si tendría un compañero.
-Hace mucho calor, a nadie le va a molestar.
-Al menos ponte una remera y unos shorts, vamos que se hace tarde y tengo hambre.
-Bien... Emiliano ¿Has sabido algo de Robert?
-Ni me preguntes, ese loco se la pasa en su forma de lobo lloriqueando en las afueras.
—¿No crees que deberíamos ir a almorzar?—preguntó Pedri antes de mordisquear suavemente el lugar en dónde se encontraban las glándulas del joven omega, queriendo que estas liberen más de aquel dulce olor a azahar.
Era un sábado por la tarde y ya se habían saltado el desayuno por no querer levantarse de su cama, no les importaba ni el calor primaveral que ya les había llegado a su país.
—Si quieres también podríamos dar una vuelta por el bosque. Cerca del claro, para evitar posibles visitas indeseadas...
Gavi acepto gustoso, seria bueno salir a tomar un poco de aire.
En otro lado la situación era más o mes similar.
-No.
-Por favor...
-Que no.
-Emiliano, por favor no pasara nada malo, solo iremos a la cabaña.
-¿Y por qué tengo que ir yo?
-Porque no quiero ir solo... Y quiero jugar.-Erling llevaba mucho tiempo, más de lo acostumbrado sin poder transformarse, extrañaba correr por el bosque.
Emiliano realmente no tenía ganas, pero tampoco tenía mucho que hacer, si va al menos vigilará que su nuevo amigo no haga nada estúpido.
-Bien...
Pedri había aprovechado su pequeña escapada para mostrarle el túnel secreto que tenían en el sótano, o mejor dicho, lo que antes en su día era el almacén del castillo ahora internado.
Después de todo, quedaban apenas una semana y media para la siguiente luna llena, en dicha noche probablemente sea la primera vez que Gavi se iba a transformar. Le aterraba directamente solo pensar en ello, sobre todo por su cachorro, no quería que pasase por el mismo dolor que el, pero tampoco sabía como aliviarlo, era un caso perdido y lo sabía, nunca se podría comparar con lobos como Erling o el rabioso.
Un suspiro se escapó de sus labios tras volver a darle vueltas al asunto. Iba mano en mano con Gavi por el bosque, el mayor estando en alerta, pendiente de los cambios de olores y ruidos extraños.
El canario quería dejar de sobrepensar tanto, pero simplemente no podía, porque involucraba a Gavi. Sus feromonas se tornaron más agrias a cada minuto que pasaba de manera inconsciente, apenas sabía que liberaba tales olores.
-Tranquilo.-La voz de Gavi resonó en el lugar.
-Se que estas preocupado, pero eh... no te vayas a enojar ¿Sí?
Gavi observó el rostro de su alfa, parecía calmado. Bien a soltar la bomba.
-Estuve hablando con Robert ¡Dije que no te enojes! -Dijo de forma apresurada al ver que el otro iba a gritar.
-Solo lo he visto un par de veces, me ha estado trayendo plantas, dijo que estas preocupado por la siguiente luna y que para estar en paz con nosotros, quiere ayudarnos.
-Tanto él o como Erling pueden transformarse más fácil ¿Podemos intentar? Yo... Yo ya no tengo resentimientos contra él, entiendo poco porque actuo así, Pedri hay cosas...-
—¿Y por eso le preguntaste a Robert? Tenías a Erling ahí, como tú dices. No entiendo entonces por qué te tienes que relacionar con bestias así—se notaba la clara molestia en su voz, se sentía ligeramente traicionado por su omega.
—No necesito ayuda de un puto asesino de mierda, Gavi.
Se separó ligeramente de él, temiendo que su lobo haga alguna tontería. No le gustaba para nada que su lobo cada vez más seguido trataba de dominarlo, queriendo al omega solamente para él. Su lado animal le aterraba mucho, normalmente lo ignoraría, pero en estos momentos era incapaz de ello.
-Él quiere redimirse, Pedri yo lo sé, mi lobo me lo dice y también lo llama manada, ¡Sé que hizo cosas malas! No tienes que repetir eso, pero intenta entender tú más que nadie sabes lo que significa y como se siente cuando tu lobo sigue y sigue con lo mismo, también es mi Alfa.–Lo sabía, su lobo lo había reclamado como tal, no sabe como explicarlo, pero los recuerdos de una vida con el lobo mayor incrementaron cada vez más.
Gavi no entendía como su lobo, su parte de instinto le decía que Robert era su manada, que él lo necesitaba cerca, igual que con Emiliano.
-Yo solo quiero estar en paz con todo, Robert no ha hecho nada malo, y se la pasa lloriqueando en su forma de lobo, por favor solo dale una oportunidad, solo una es difícil de explicar, pero ya lo conocía n-no en esta vida, ¡Ah! Solo sé que él es parte de mí.
Emiliano cree sinceramente que Erling es un niño atrapado en el cuerpo de un adulto.
Literalmente se revolco en el lodo, su pelaje rubio como el sol, ahora era negro.
-Dime que no me hiciste venir solo para tener que bañarte, porque te juro que te tiro al río.
Erling solo le ladró y volví a corretear por la cabaña y sus alrededores.
-¿Qué haces aquí? -Emiliano preguntó al hombre que estaba parado detrás de él.
-Yo solo quería ver si estaban bien, ya me voy.
Emiliano soltó un suspiro.
–Emi, por favor solo una oportunidad, él hizo todo eso pensando en que así tendría a alguien... Él solo quiere una manada, una familia, quiere volver a tener lo que una vez le hizo mejor.
-Puedes quedarte, Erling querrá compañía, yo no podré seguirle el ritmo.
Robert le sonrió con agradecimiento.
—¿Qué no ha hecho nada malo?—el canario básicamente gruñó, apartándose del castaño como si quemara.–¿Una puta vida? Eso es ridículo, las encarnaciones no se dan con lobos Gavi.
Su lobo se sentía traicionado, ¿Cómo podía decir eso después de todo lo que ha hecho? No habían muchas noches en las que no tenía sueños en dónde se repetían y repetían los acontecimientos hasta el punto en el que le provocaban ganas de vomitar.
Pedri pensaba que no estaban tomando en consideración sus propios sentimientos, aplastando y tirando estos lejos, como si fuesen una carga.
El isleño se mordió el labio a la vez que clavó sus uñas en las palmas de su mano. Le dirigió una última mirada a su querido cachorro antes de dar la vuelta y dejarlo ahí sin más, teniendo en cuenta que una vez que abría su boca, el miedo iba a hablar por el y empeorar todo.
No se despidió, y pasó de preocuparse si iba estar bien, después de todo no lo necesitaba, tenía a "rObErT".
Más de un gruñido se le volvía a escapar de vuelta al instituto, teniendo que controlarse en los pasillos para no verse como un demente, ya suficiente le era con su cara de mala hostia.
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