Capítulo 18

–¿Cuándo va a despertar?–¿Esa es la voz de Ferran?

– No lo sé, no estoy familiarizado con estos casos, pero si su cuerpo acepta la mordida, despertara en unas horas.-¿Emiliano?

¿Qué pasó con el otro lobo? ¿Aún es un problema?–Esa es la de Ansu.

Lo último que recuerda es ver el rostro preocupado de Emiliano, Robert lo hirió de una forma grave, entonces... ¿Cómo es que aun sigue con vida?

‐No lo sé, Pedri no ha dicho nada sobre él, y creo que no es momento para preguntarle...–Ansu sonaba preocupado, y sus latidos demostraban temor...

Espera... ¿Latidos?

Gavi abrió sus ojos de golpe, estaba solo, pero...

-Los escuché hace un segundo... Estaban aquí.-Se levantó, notando que sus heridas no estaban.

Eso lo asustó.

-Gavi.-Emiliano entro en la habitación, su corazón latía a mil y apestaba a miedo.

-¿Qué me pasa? ¿P-Por qué puedo escuchar tus latidos?-Estaba entrando en pánico.

-Tranquilo, todo estará bien.-Emiliano trato de acercarse, pero algo en la cabeza de Pablo se activo, una voz.

Cazador.

Huye.

Busca a nuestro Alpha.

Es como si su cuerpo se moviese solo, soltó un ruido que no parecía humano.

¡Alpha!

Derribo a Emiliano, saliendo de la cabaña.

Corrió.

No sabe a dónde, pero la voz se hizo cargo, no sabe como no cayó, o como esquivo las raíces, pero llegó hasta el claro de la primera vez.

Busca al Alpha, a nuestro Alpha.

Esa voz seguía, y Pablo se sentía aturdido, olores, sonidos.

-Basta...Ya basta. -Cayó de rodillas, con sus manos tapando sus oídos.

¡Busca a nuestro Alpha!

¡Cállate!

Omega.–La voz desapareció, y la de Pedri resonó en el bosque.

Pedri no pude quedarse en el lugar, no cuando era imposible saber si Gavi iba a aceptar su mordida. Emiliano le había dado algo de ropa al canario antes de ir a atender sus propias heridas con la ayuda de Ansu.

Ferran trató de consolar a Pedri, pero esta vez el alfa quiso estar a solas, además, tenía que asegurarse de mantener al polaco alejado del lugar, no queriendo poner más en riesgo a sus amigos.

Salió de la cabaña, el crepúsculo ya había llegado. La hora azul se le hacia pesada mientras daba vueltas por la selva. Con cada paso su cuerpo protestaba, la adrenalina había desvanecido y sus heridas quemaban.

Pedri se estaba castigando con cada paso que daba, pero era la única manera en la que dejaba de pensar tanto, concentrándose más en su propio olor.

Parecía que había pasado una eternidad cuando de la nada el dolor más deleitoso llegó hacia él.

Podía reconocer aquel olor en todos los lados, sobretodo ahora cuando ha cobrado más intensidad que antes.

Su lobo respondía a ello en un instante como si de una llamada se tratase, aullando y reclamando su Omega.

Salió en busca de Gavi, su lindo cachorro Quería tenerlo entre sus brazos y no volver a soltarlo jamás. Aceptar cada regaño de su parte y no volver a ser un gruñón con el.

El alfa escuchaba su voz en la lejanía y con pasos apresurados se abría paso por el denso bosque hasta finalmente quedar frente al castaño. Vaciló un poco al acercarse, temiendo que su cabeza lo estaba engañando. Pero Gavi estaba aquí, vivo y cálido como lo recordaba.

—¿Pablo?—lo llamó con cautela, notando lo asustada que estaba el menor.

Y al ver que reaccionaba a su voz no pudo evitar abalanzarse sobre el, envolviendo al sevillano en un cálido abrazo.

Cachorro, mi cachorro ha vuelto—sollozó alegre en el hueco de su cuello en dónde había dejado su marca, ahogándose en el dulce olor que desprendía Gavi de manera inconsciente y que aumentaba de intensidad a medida de que su lobo iba reaccionando al canario.

Pablo aún estaba aturdido, pero con estar cerca de Pedri todo parecía desaparecer, todo parecía estar bien.

-¿Qué me pasa? ¿Por qué siento que mi cabeza está por estallar? Pedri tengo miedo.

Pablo aún temblaba, Pedri solo lo abrazo más fuerte, diciéndole palabras bonitas, asi abrazos fue como la mañana los encontró.

Emiliano sabía que no era más que el instinto de Pablo actuando, pero aún así dolió.

Paso lo que restaba de la noche afuera de la cabaña, esperando a que su amigo volviese.

-¿Lo amas? -La pregunta fue hecha por Ferran, que le ofrecía una manta.

-Gracias.-dijo con una sonrisa agradecida.

- Sí, pero lo hago de la misma forma que tu con Pedro, Gavi es importante para mí, la primera vez que lo vi, parecía un conejito perdido y asustado, fingí haberme chocado con él, para darle indicaciones.-Emiliano recordó esa vez con gracia.

-¿Cómo fue?

-Él creyó que yo no hablaba, luego lo vi vagar por los pasillos de noche, fue a la biblioteca y supuse que Pedri había hecho algo, lo tape con mi manta, después lo encontré en el comedor, desde ahí supe que no importaba lo que pasara, yo iba a cuidarlo...

-¿Amigo estas seguro de que no estas enamorado?

-Se diferenciar el amor y lo que siento por Gavi, y créeme si estuviera enamorado no estaría aquí con ustedes y Pablo no estaría vivo.

-¿A qué te refieres?

-Codigo de cazadores.


Pedri se aferró a Gavi durante toda la noche al igual que Fer lo había hecho en su día cuando su lobo despertó, pero sabía que esto era algo diferente y aunque no tenía palabras para describirlo, lo sentía.

Se despertó antes que Gavi, suprimiendo un gemido cuando todo el dolor le invadió de una. Las heridas iban a sanar, necesitarían algo de ayuda pero sanarán. Lo más importante para el ahora mismo era Pablo, que seguía durmiendo pacíficamente en sus brazos y al que no dudaría de dar un buen baño una vez vuelto a las instalaciones.

El alfa comenzó a limpiar la mordida que había dejado en Pablo con su lengua, lambuceando esta como un perro. Se le hacia extraño al primer momento al no estar acostumbrado, pero su lobo simplemente se lo exigía ya que debía de cuidar a su omega.

Inconscientemente volvía a impregnar en Gavi su olor, dejando que su lobo actúe cada vez más libremente, restregando su mejilla contra la del contrario, también en un intento de ir despertando al menor, ya que temía que en cualquier momento alguien pudiera encontrarlos.

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