15. Conjeturas 👽

Hay un hombre estelar esperando en el cielo
Le gustaría venir a visitarnos
Pero piensa que nos volverá locos
Hay un hombre de las estrellas
Dijo que no lo arruinemos
Porque sabe que todo esto vale la pena
Él me dijo:
Deja que los niños enloquezcan
Deja que los niños lo usen
Deja que todos los niños bailen.

Starman, David Bowie


🌌


El fin de semana se le había escapado como agua entre los dedos. Esa mañana, JongIn despertaba gracias a su característica alarma de «Los expedientes X», con mucha pereza. Se tragaba la envidia al ver a KyungSoo envuelto en su frazada y roncando, pero también se alegraba de saber que luego, llegaría temprano a casa y haría una siesta.

El lunes, el sol calentaba un poquito más que de costumbre. Era el último día de abril, y con ello, llegaban también los recuerdos de la época en que Almien arribó por primera vez en su vida: en primavera. No eran casualidades. Para JongIn, definitivamente, se trataba del florecimiento de la esperanza. Del estallido de la felicidad, que como todo bello estado, algunos días decaía y parecía morir, pero luego se alzaba con vigor.

Almien aparecía en las épocas donde el cerezo despedía aroma dulce. Cuando las flores rosadas, pintaban amorosamente sus pensamientos. Luego, en verano, aquella alegría experimentada se transformaba en el combustible que encendía sus recuerdos melancólicos, pero también, sus ganas de superar la pérdida. Entonces, la felicidad efímera y primaveral, se mezclaba con el desapego que le exigía el caluroso verano.

Justo cuando el sol era tan intenso y los días largos, cuando deseaba que la felicidad fuese eterna, Junio lo abofeteaba y le recordaba que Almien se había ido. Que sólo tenía sus memorias en una gran burbuja onírica. Pero que también, tenía a KyungSoo. Tenía a su lado a un ser humano hermoso, terco y divertido. A un hombre que más allá del pasado, le traía la cantidad justa de felicidad a cada uno de sus días. Le daba el balance necesario para evitar estancarse en la esfera espacial.

Y Kaori, tampoco se quedaba atrás. Ella traía equilibrio, golpeaba en su consciencia una vez más, recordándole que no podía seguir idealizando una vida junto a ningún Almien. Éstos, debían regresar a su lugar de origen, a sus raíces. Y JongIn, debía regresar a las suyas.

Esa mañana, quizá incentivado por un sueño donde su padre y su madre hablaban de lo contentos que estaban de él, y él sin entender el por qué; decidió que en las vacaciones de verano, iría a visitar a su padre en Daegu. A reestablecer esos frágiles lazos que tanto le dolían, pero que, como le había dicho a KyungSoo en un intento por reconfortarlo, nunca serían perfectos.

Extrañaba a su padre, y aún si no fuese a lanzarse en un abrazo, ni a demostrarle cariño, quería verlo. Quería agradecerle por la clase de hombre en que le había convertido. Quería decirle todo lo que estaba atravesado en su ser y vaciarse de todo rencor. Simplemente desahogarse. Si luego no volvía a verlo nunca más, no importaba. Sólo quería estar seguro de que no le quedarían angustias atoradas en la garganta. En el corazón.

Una vez llegó a su puesto de trabajo, se sentó con calma. Sin embargo, notó el incómodo silencio en la oficina. Sus compañeros murmuraban y miraban constantemente hacia la entrada. El clima era inquieto y JongIn se sintió perdido; apenas había pasado una semana de la llegada de Almien, por lo tanto, una semana del accidente de sus jefes. Entonces, recordó que ese lunes habría uno nuevo. Miró hacia el contador Hong, quien también observaba la entrada con atención, y dudó si hablarle o no. A veces, Hong simplemente estaba demasiado concentrado en algún análisis de números.

—¿Aún no se ha presentado el jefe? —susurró JongIn.

—No. Estamos esperando a ver si se aparece, hay mucha curiosidad respecto a él...

—¿Por qué?

—Porque el señor Ming no tenía hermanas ni hermanos, sólo un primo aquí en Corea. Y él ni siquiera se ha postulado para tomar el cargo. Así que, creo que es alguien del extranjero...

—Eso podría traer muchos cambios.

—Lo sé —espetó—. Ojalá que sepa manejar este lugar, sino me encargaré de insistir con mi postulación.

—¿Quieres ser el jefe? —le miró con incredulidad.

—¿Quién no? —le juzgó con la mirada—. Buen sueldo, posibilidades de crecer en el resto de la corporación, casarme con alguien de la familia.

—Pero, si ya estás casado... Tienes un hijo.

—Me divorcié hace un año, ¿y qué tiene que ver mi hijo? Él vive con su madre, ella ya está con alguien. Sería estúpido no casarme esta vez por dinero, además llevo años aquí.

—Como digas...

Las ambiciones del contador Hong siempre le sonaban clásicas y aburridas. Sin embargo, tampoco iba a negar que la idea de tomar un cargo como ese, lo llenaba de grandes ilusiones. Podría mudarse junto a KyungSoo y Kaori a un lugar más grande y cómodo, comprarles cosas bonitas, e incluso viajar por el mundo. No obstante, la idea se veía tan lejana, que sabía de sobra lo imposible que era para un novato como él, aspirar a más que un sueldo suficiente para sobrevivir.

—¡Ahí viene! —chilló emocionada la recepcionista—. ¡Oh por Dios, es hermosa!

Todos en la oficina se pusieron de pie para darle una respetuosa bienvenida a la nueva jefa de BuildingUs. En cuanto la vieron entrar, el murmullo en ovación no tardó en oírse. La recepcionista estaba en lo cierto. Se trataba de una joven y bella mujer. Su silueta de traje negro, tacones y gafas de sol, el cabello rojo intenso en una larga y prolija coleta, y el rostro blanco porcelana e inexpresivo; fue suficiente para que todos quedaran encandilados y expectantes a sus siguientes pasos.

La jefa tenía un look fresco y enérgico que reveló al levantarse las gafas. Dio un breve pero intenso análisis a la oficina entera, inhibiendo a cada uno de los empleados con sus penetrantes y celestes ojos.

—Buenos días, soy Jung SooJung, la nueva encargada en dirección de BuildingUs —espetó en voz alta y clara—. A partir de hoy, estaré con ustedes, tomando el puesto de mi difunto primo, Ming. Todos seguiremos trabajando exactamente del mismo modo en que lo estaban haciendo hasta su partida. Sin más preámbulo, si tienen dudas o inconvenientes, pueden acercarse a mi oficina —finalizó, colocándose otras vez las gafas—. Mucho gusto, y a trabajar.

La nueva jefa se giró con un movimiento ágil y veloz que hizo ondear su coleta. Avanzó con su glamoroso y vibrante taconeo, dejando un eco por detrás ante el silencio sepulcral de la oficina. En cuanto la puerta se cerró, los empleados comenzaron a farfullar e intercambiar chismes rápidamente sobre lo pretenciosa que se veía con sus lentes de contacto y cabello tan llamativo.

JongIn también estaba sorprendido, pero de los resaltantes ojos claros. Recordó con gran sospecha a la persona que Kaori había descripto. Pero no podía asegurarse de que ambos eventos estuviesen relacionados. Además la nueva jefa Jung, aún si tenía tacones y un traje tan tallado al cuerpo, se veía mucho más alta y estilizada que la pequeña espalda que había divisado en la tienda. Sería paranoico de sólo intentar hacer alguna conexión con los hechos. Sin embargo, después de saber lo de SeHun, JongIn comenzaba a creer que no haría mal en desconfiar hasta de su propia sombra.

—¿Qué fue eso? —espetó el contador Hong, notoriamente disgustado—. ¿Acaso trajeron una modelo para dirigir esta compañía?

—Dijo que es prima del señor Ming. Obviamente, siguen con el mandato familiar —resolvió JongIn.

—Pf, seguro es alguien de dinero, ni siquiera tiene el mismo apellido —señaló—. Supongo que tendré que insistir con mi postulación.

—¿Y crees que te harán caso?

—Fui mano derecha del señor Ming todos estos años, de algo tiene que servir.

—Ni siquiera te preocupaste por su hija.

JongIn se detuvo abruptamente ante su declaración y rezó porque no le hubiese oído. Aunque, Hong había respondido tan irrespetuoso en el pasado, que claro, deseaba también menospreciarlo.

—¿Cuál hija? —soltó bromista y le miró con preocupación—. ¿Te sientes bien, JongIn?

—Sí... —dijo rápido y sacudió su cabeza—. Perdón, es que me confundí con otra persona, tengo muchos temas en mente. Quise decir, ni siquiera te preocupaste por ir al funeral... ¿Estás seguro que te consideras mano derecha?

—La familia hizo un evento privado, no me iba a entrometer.

—Entonces, tampoco debes ser muy importante para ellos si no te invitaron.

—Ah, cierra la boca, novato —ordenó—. Con esa actitud no vas a salir de tu puesto, “encargado de compras de la oficina”.

JongIn rodó los ojos y se giró a proseguir con su tarea de todos los días: mirar mails, responder consultas de proveedores, hacer transacciones en algunas cuentas; y tal y como había dicho Hong, encargarse de ver los gastos semanales de la oficina. Si bien era una tarea administrativa, no significaba menos importante. Sin su reporte, el señor Hong no podría tener sus perfectos balances. Así que, más le valía agradecerle. JongIn tenía múltiples tareas, pero también podría tener oportunidad de cometer un torpe error de números.

Nunca era mal momento para dejarle mal parado ante la nueva autoridad.

Después de todo, el confiado señor Hong, no revisaba detenidamente los “insignificantes” gastos de la oficina.

🌌

La mañana y el mediodía, eran momentos que KyungSoo agradecía tener junto a Kaori. No le gustaba la idea de jugar al misterioso ni omitirle información a JongIn, pero si su estado emocional no colaboraba, y apenas podía digerir la idea de que Almien se iría otra vez; entonces, ¿cómo iba a lidiar con la misión de la que ella tanto hablaba?

—Kaori...

KyungSoo titubeó un instante al sentarse a desayunar junto a ella. Kaori le miró expectativa, con sus cejitas en alto y esperando a que hablase de una vez.

—¿Vas a decir algo o no, Fufu?

—Más bien tú, me dirás —aclaró provocando más confusión en la niña—. Ahora que JongIn no está, es buena idea que me digas más sobre esa persona que viste ayer.

—Oh... Lo sé —exhaló con decepción—. Pero, pienso y pienso, trato de recordar si alguna vez vi a esa persona, pero nadie aparece.

—Quizá, ¿era extranjero? —curioseó—. Dijiste que tenía ojos celestes.

—No... Se veía como nosotros —se encogió de hombros y parpadeó—. Ojitos asiáticos...

—¿Sería algún famoso usando lentes de contacto? —pensativo, dio un sorbo a su té—. Quizá sintió que era reconocido y por eso huyó. Después de todo, iba encapuchado, ¿cierto?

—Sí, pero... Kaori se sentía extraña. Mirada de esa persona era clara para ojos, pero oscura para corazón. Almien está seguro que es algo... Extraterrestre.

—Ya veo... —se silenció. Por su cabeza atravesaron velozmente, gran cantidad de rostros, desde empleados hasta vecinos y viejos amigos—. ¿Y sus cejas? ¿Viste de qué color eran?

—Sí... Blancas. Casi no tenía.

—El nuevo empleado, tiene el cabello rubio, muy platinado... —sopesó—. Pero sus cejas son castañas... Y sus ojos también.

—Uhm... —Kaori llevó su mano al mentón—. ¿Usará maquillaje?

—¿Tú crees? ¿Todos los días? ¿Con qué fin?

—¿Confundir a Fufu?

—¿No suena muy rebuscado? Tiene el cabello muy largo y lo lleva atado, pero dice que es una tradición familiar. Y el color, fue por una apuesta con sus amigos... —analizó unos instantes la idea—. BaekHyun todavía es un joven inmaduro, es normal que aún haga estupideces a su edad.

—Es cierto, pero mientras tanto, ¡Fufu debe sospechar de todo!

—SeHun ya lo hace. Él dice que BaekHyun le da una mala espina —alzó una ceja—. ¿Qué tan cierto crees que sea?

—Mucho —tajante, mordió una rebanada de pan—. Así que debes hacerle caso.

—Pero, él también se comporta extraño. Y BaekHyun es muy bueno conmigo, no es justo que lo trate mal como SeHun lo hace. No estamos seguros de nada.

—Por eso, Fufu, sólo debes ser precavido —aseveró y sonrió con calma—. Nadie dice que debas ser malo. Sólo tener cuidado.

—Bien —asintió, entonces le dedicó una mirada y sonrisa amable—. Gracias Kaori.

—¡Gracias a Almien! ¡Sin él, no podría decirte estas cosas!

—Lo sé. Perdón por no creer en ti con anterioridad.

—No pidas perdón a Almien, pide perdón a ti mismo —sonrió, dio otra mordida a su pan, y exclamó con la boca llena —. ¡Tú eras Almien!

KyungSoo suspiró con un dejo de resignación. Admitía que había sido un Almien. Aún si no era la historia más realista, si no era lo que esperaba como respuesta a su mente en blanco. ¿Qué otra cosa podría imaginar tras lanzarse de un auto y despertar ileso en los brazos de un desconocido?

Ciertamente, nada.

Al menos, no algo que involucrase continuar con su vida. Si le hubiesen dicho que tendría que presenciar encuentros alienígenas, entonces, habría deseado que al menos, fuesen como en las películas. De otros colores, con otro físico. Los poderes los tenían, pero que viniesen a experimentar los sentimientos de los humanos... Eso le quitaba toda la emoción al asunto.

Cuando acabaron con el desayuno, KyungSoo se encaminó a la habitación. Quería descansar un rato antes de que llegase JongIn. La noche anterior, todos se habían dormido tarde por quedarse mirando las dos películas siguientes de Harry Potter. Sin embargo, Kaori ya estaba teniendo un colapso de tanta magia, porque cuando irrumpió en su habitación, KyungSoo supo que ya no tendría descanso extra.

—Fufu, quiero ver otra película, pero no de magia, quiero ver una de familias, una película divertida —se sentó a su lado.

—Uhm, ¿qué pasó? ¿Ya te aburriste de Harry Potter? —le miró curioso.

—No, bueno. Quizá sí, un poquito, es que, es lo único que vi... —formó un puchero—. Ya me cansé, pero no quiero hacer sentir mal a Fufu JongIn.

—¿Y si miras caricaturas? ¿Un canal para niños?

—No, eso es aburrido, también miraba con familia Ming, nunca me gustó. Prefiero ver películas.

—Bueno, podríamos buscar películas para niños.

—¿Con familia?

—Sí, Kaori —suspiró—. Con familia.

Pesadamente, se levantó y tomó la notebook sobre la cómoda. Luego, regresó a la cama y buscó en google: “nombres de películas para niños”. KyungSoo no tenía idea de qué podría gustarle a un infante de esa época, porque en el orfanato todos miraban lo mismo. Los días lluviosos, eran días de caricaturas. Reunían a todos los niños en una gran sala, se sentaban en el suelo con algunas mantitas y ponían en un televisor grande decenas de episodios de ánimes diversos, caricaturas, y algunos DVD que, usualmente, siempre se repetían en cada lluvia.

Quizá ese era uno de los pocos recuerdos que le causaban nostalgia dentro de las paredes de ese viejo edificio.

Al cabo de media hora, KyungSoo seguía buscando qué mirar. Kaori tampoco colaboraba, nada le llamaba la atención, a cada título decía: “no”, “no me interesa”, “no, eso suena tonto”, “no, eso es aburrido”, “no, eso se ve triste”.

Sin duda, estaba comenzando a perder, terriblemente, la paciencia.

—¿Sabes? Mejor que JongIn te ayude a elegir, yo no puedo. No tengo idea de estas películas raras y nuevas, no vi ninguna.

—¿Y cuáles viste, Fufu? ¡Pon una que hayas visto, donde hayan niños!

—¿Una que yo haya visto? —le miró con incredulidad.

—¡Sí!

—Te vas a aburrir.

—¡No, seguro que será divertido!

—Claro que lo son, no como las porquerías estúpidas que dan ahora —farfulló, y rápidamente, un título cruzó su mente—. ¡Oh! ¡Ya sé! ¡Sé la película perfecta para ti!

—¿¡En serio!?

—Sí —comenzó a teclear veloz entre quejas—. Ah, no sé para qué compramos un Smart TV si no tenemos Netflix, tenemos que seguir descargando todo ilegalmente.

—¡Le diré a Fufu JongIn que ponga Netflix!

—Buena idea, él no se negará contigo.

—¿Y por qué tú no pones?

—No voy a gastar dinero en algo que puedo ver gratis. Y JongIn no gasta porque él no mira muchas películas, así que espera a que yo las descargue.

—Ah, que Fufus tercos. Tú tacaño y JongIn perezoso.

—Lo sé —sonrió con orgullo—. ¡Listo! Ya se está descargando.

Kaori observó de cerca y leyó en voz alta.

—¿Matilda?

—Exacto. Una niña, muy inteligente y con poderes que pese a tener padres, prefiere que su maestra la adopte. Así que si no eres tú, entonces, no sé que lo sea —admitió, y Kaori boquiabierta, asintió del asombro—. Puedes mirarla con JongIn, seguro que él tampoco nunca la vio. Aún si tuvo familia, no tuvo infancia. La verdad, que a veces no lo entiendo en algunas cosas, pero supongo que es normal.

—Fufus son diferentes. Es normal que humanos sean diferentes. Es normal que no se entiendan. Aunque ojos tengan igual función, no todos son iguales, ni ven lo mismo. Eso es normal. Dentro de humanos hay mundos diferentes. Lo importante, es que aprendan a convivir, como planetas del espacio.

—Y eso es lo difícil...

Segundos después, oyeron la puerta de la entrada cerrarse. Pronto, JongIn estaba gritando: «¡Ya llegué!», pero lo ignoraron. KyungSoo resopló y se lanzó hacia atrás en la cama, viendo a JongIn aparecer en la habitación.

—Qué raro ustedes aquí —alzó una ceja y avanzó.

Kaori se paró en la cama y cuando JongIn estuvo lo suficientemente cerca, saltó a él y fue atrapada entre brazos.

—¡Fufu!

—¡Aaaah! ¿Por qué ya llegaste? —protestó KyungSoo girando en el colchón—. Quería dormir un ratito más.

—En realidad, todavía es temprano —se sentó y dejó a Kaori a su lado—. Hoy se presentó la nueva jefa de la empresa, viene de Estados Unidos. Al inicio a nadie le agradó y todos hablaron mal de ella por ser tan joven y bonita, y luego, la alabaron cuando nos dejó ir temprano, ¡en un lunes! —exclamó aún asombrado—. ¿Puedes creerlo?

—Si tú dices que es bonita, te creo. No es como si tuvieses mal gusto —alzó una ceja.

JongIn rio y se estiró hacia él para rozar sus narices y robarle un rápido beso.

—No estoy hablando de eso. Me refiero a que acabaremos el viernes demasiado atareados, en algún momento tendremos que reponer ese tiempo. Y... No sé, pero creo que hay algo raro con ella.

—¿Por qué? ¿Es demasiado linda?

—Sí, también —rio—. Pero... Me llamó la atención que tuviese ojos celestes. No es extranjera. Todos decían que estaba usando lentes de contacto, ¿ustedes qué creen?

—Fufu —llamó su atención—. Diré lo mismo que a Fufu KyungSoo, sólo tengan cuidado. No teman.

—De casualidad, ¿no tenía cabello rojo la persona que viste? —dijo JongIn.

—No.

—Bien, de todas formas tampoco creo que haya sido ella. Nuestra jefa es bastante alta.

—Bueno, ¿algo más para destacar? —inquirió KyungSoo.

—Sí, usaba gafas de sol dentro de la oficina —acotó y sonrió—. Eso sí que se vio gracioso.

—Ts, ya —KyungSoo rodó los ojos y se levantó—. Mejor me voy así llego temprano, señor “gracioso”. Ahí dejé una película para que mires con Kaori, ¿viste Matilda alguna vez?

—¿Qué?

—Confirmado —dijo al sacar una chaqueta del armario—. No la viste.

—¡Fufu no tiene infancia! —exclamó Kaori y se lanzó a sus piernas, observándole con entusiasmo—. ¡Vamos a ver película de niña Almien juntos, por primera vez!

—De acuerdo, de acuerdo. Pero, primero voy a comer algo.

—Nos vemos, haz algo rico también para la noche —KyungSoo se acercó, le dio un rápido beso en despedida, y luego, también besó la frente de Kaori—. Y tú elige bien el menú.

—¡Sí!

KyungSoo salió de la habitación. JongIn y Kaori pronunciaron un cantarín: «Adiós», y pronto, ambos quedaron en silencio.

—Oh... Sería lindo poder estar otro día los tres juntos —murmuró Kaori.

JongIn esbozó una sonrisa nostálgica y la abrazó. No había nada más utópico y bonito, que poder disfrutar muchos más días juntos. Como si no hubiesen más preocupaciones en el mundo. Como si sólo fuesen ellos tres, en unas cálidas y paradisíacas vacaciones. En un instante feliz, que los hiciese sentir eternos.

—Lo sé...

🌌

Nuevo día en Exomarket, y junto a eso: más trabajo, más chismes, y también, nuevas noticias que nunca parecían acabar. Aunque esa vez, KyungSoo sí quería saberlas. Al encontrarse a SeHun en el aparcamiento, ficharon en conjunto y avanzaron al sector de los vestuarios. SeHun le comentó que su madre todavía no podía inscribir a Kaori en la escuela, que tendrían que esperar a después de las vacaciones; pero para KyungSoo, todo sonaba sospechoso.

—Pura mierda, SeHun —farfulló y sacó su uniforme del locker—. No te creo nada.

—Pronto será una niña común y corriente.

—No es, ni será una niña común y corriente —cerró su locker—. Es muy inteligente, podría adaptarse perfectamente a la escuela antes de las vacaciones.

—KyungSoo, no seas irracional. No le afectará en nada. Además... —le observó curioso—. ¿No es algo problemática aún?

—Pues claro, como todo niño, pero no por ello faltará a la escuela.

—Me refiero a sus poderes —susurró.

KyungSoo se detuvo y le observó en silencio. Aunque no estaba de humor para darle la razón, sabía que eso era cierto. Lo mejor para Kaori, era esperar a que Almien se fuese, así ella tendría control completo sobre su cuerpo. Enviarla entre más niños y profesores, era un riesgo. Si llegaba a usar algún poder de los que ponían a flotar las cosas, o hacía estallar las cañerías, ¿cómo lo explicarían? ¿Si se hacía invisible delante de alguien y reaparecía como un fantasma? Las posibilidades eran infinitas, y si Almien verdaderamente se iría tan pronto, era cierto; mejor sería esperar.

Cuando acabaron de cambiarse la ropa, KyungSoo arremetió por última vez. No le gustaba perder en las discusiones o conversaciones de cualquier tipo.

—Bien, pero después del verano iremos directamente a inscribirla. A esa escuela o cualquier otra.

—Como quieras, ese no es mi asunto —se encogió de hombros.

Se distanciaron al salir del vestuario y avanzaron por el depósito. SeHun se encaminó a la puerta de ingreso al mercado, y KyungSoo subió las escaleras rumbo a la oficina. El desconcierto aún no se borraba de su rostro, seguía inquieto por SeHun, por su aparente indiferencia. Y en cuanto entró a la oficina y vio a BaekHyun sentado, tipeando en el teclado, se percató que también había olvidado hacerle mención a SeHun del incidente del día anterior. Seguro que él sabía algo al respecto, y si decía que no, se lo arrancaría a la fuerza aunque conllevase quedarse con su lengua en manos...

O con el mismo Almien que lo habitaba.

—Buen día, Byun —saludó firme al entrar.

BaekHyun se giró de inmediato y sonrió.

—¡Buen día, coordinador Do! ¡Hoy armé dos pedidos, yo solo! —exclamó animado y se levantó para hacer una reverencia. Luego, prosiguió rascándose el cuello con vergüenza—. Bueno, aunque me ayudaron a guardar las cosas, las bolsas con cajas de cereales y cartones de leche se me rompían a cada rato.

—Está bien, no te preocupes. Sólo es práctica, ordenar la mercadería es como un tetris —le tranquilizó, despeinó un poco su cabello y avanzó hasta su lugar, sonriendo al ocuparle el asiento—. Ve a buscarte una silla a la sala de al lado.

—Oh, eso no es justo, ¡qué malo eres! —protestó.

Pero el rostro de BaekHyun lucía tan aniñado al quejarse, que a KyungSoo le causó ternura.

—¿Y cuándo dije que sería bueno? —rio.

—Sólo se abusa porque soy novato —refunfuñó y se giró para salir de la oficina.

—¡Pues claro!

KyungSoo regresó la mirada hacia la computadora, dando un recorrido por la página para ver cuántos pedidos debían entregar en ese día. Al minuto, oyó a BaekHyun reír en el corredor acompañado de la voz de YiXing, quien decía algo incomprensible. Luego, aparecieron ambos en la puerta, YiXing cargaba una silla con rueditas y la dejó junto a KyungSoo.

—Así que le robaste la silla al novato —declaró el jefe, observándole juzgadoramente.

BaekHyun entre sonrisitas y con un notorio sonrojo, se sentó a su lado y se deslizó con gracia, dando vueltas en la silla giratoria. Si fuese navidad, BaekHyun sería el niño afortunado con un súper juguete, y KyungSoo, el envidioso con un par de calcetines.

—Ay, por favor, YiXing —resopló y rodó los ojos—. ¿Quién eres, Santa Claus?

—Sí, y tú te mereces un trozo de carbón —espetó—. Horrible conducta, Do. La próxima te amonestaré.

—No puedes hacer eso, no tienes motivos.

—Pero soy el jefe, siempre puedo inventarlos —expandió una sonrisa pícara—. A no ser que seas un coordinador más comprensivo, y no te aproveches de Byun.

—Ay, ya vete a la mierda —se cruzó de brazos, conteniendo el tic en su ojo ante las carcajadas de superioridad de YiXing.

—¡Trabajen duro! —exclamó—. ¡Ánimo Byun! ¡Ya verás que en esta semana no habrán más bolsas rotas!

—¡Sí! —se levantó bruscamente y se inclinó—. ¡Gracias, gerente Zhang!

Finalmente, YiXing se retiró y KyungSoo lanzó un resoplido. Ya sabía de sobra que, en el trabajo, YiXing lo trataba así a propósito. Incluso estaba seguro de que disfrutaba hacerle sufrir y quedar mal ante el resto. El jefe adoraba tirar abajo sus bromas e imponérsele, recordándole que allí, él era la autoridad. Pero, a veces, sentía que éste se pasaba de la raya. Entonces, KyungSoo, soñaba con rellenar de cemento sus hoyuelos.

Por otro lado, BaekHyun estaba suspirando y mirando ensimismado al techo, tenía las manos sobre la panza y se mecía de izquierda a derecha en su nueva y cómoda silla.

—Ah, definitivamente te ves como un estúpido enamorado —dijo KyungSoo.

—¿El gerente Zhang no es grandioso? —suspiró nuevamente.

—Es grandioso para hacer bromas laborales.

—¿Cómo dices?

—Nada, nada —cabeceó—. Entonces, sí estás atontado por él.

—Es que, es tan caballo y oso.

—¿Qué?

—¿No se dice así? ¿Cuando es amable, respetuoso, divertido, cuando parece casi perfecto?

—Querrás decir caballeroso.

—¿No es lo mismo?

—Sé, olvídalo... —resopló y volvió la vista hacia la computadora.

Pero cuando menos lo esperó, BaekHyun se pegó a él como un chicle, asomando sigilosamente su cabeza por delante, impidiéndole ver la pantalla.

—Ah, ¿qué quieres? —dijo hastiado.

—¡Quiero invitarlo a salir!

—¿En serio?

—¡Sí!

—¿Entiendes que es tu jefe y podrían haber problemas? —inquirió.

—¿Qué problemas? —murmuró intrigado.

—Pues, podrías perder el trabajo ante el más mínimo inconveniente.

—Ya veo... —repensó unos segundos—. Pero no importa, ¡sólo quiero una cita!

KyungSoo suspiró pesadamente. Aunque apenas comenzaba el día, ya sentía que le estallaría la cabeza con tan sólo el inicio. Empujó a BaekHyun por el hombro, quien se alejó con facilidad gracias a las rueditas, y retomó con su trabajo.

—Haz lo que te dé la gana, no tienes que avisarme. Sólo sé amable, YiXing es un chico muy bueno y sensible —advirtió y le miró contundente—. Y si lo pones en una situación incómoda, te golpearé.

—¡De acuerdo! —sonrió contento y se acercó nuevamente.

Era hora de comenzar a trabajar de una buena vez.

🌌

A las seis de la tarde, BaekHyun se retiraba y sólo quedaba KyungSoo en la oficina. No iba a mentir, descansar de él, era necesario. Los quince minutos de merienda no alcanzaban para reponer la energía que éste le drenaba entre preguntas sobre el supermercado, los clientes, productos; y obviamente, sobre YiXing también. De eso se había tratado toda la tarde, de contarle anécdotas sobre los años que llevaba de amistad con él, y por igual, con SeHun. Quien al final de la jornada, ya le llevaba la delantera en la salida de Exomarket.

KyungSoo aún necesitaba hablar con él. Así que, cuando lo vio avanzar con su mochila por el piso inferior, dispuesto a fichar, le gritó desde arriba y llamó su atención.

—¡SeHun! ¡Espérame afuera, tengo que decirte algo importante!

SeHun asintió con calma y avanzó, pero KyungSoo se apuró en ir a buscar sus cosas. Ni siquiera se iba a cambiar, ya se imaginaba a su amigo corriendo para subirse al bus y reír con maldad por dejarle plantado. Sin embargo, cuando salió al aparcamiento, SeHun estaba esperándole allí, a pocos metros y con su teléfono.

—¿No te sacaste el uniforme? —SeHun le observó incrédulo—. Vaya que era algo importante.

—En realidad estaba ahorrando tiempo, eres tan maldito que eres capaz de largarte —comenzó a caminar a su lado.

—No es cierto.

—Pues, últimamente, sí lo creo.

Mantuvieron el silencio hasta estar fuera del predio del mercado. Luego, SeHun se detuvo y le lanzó una mirada severa.

—¿Sólo querías reprocharme? —dijo molesto—. ¿O de verdad tienes que decirme algo?

—Ayer alguien nos siguió en el centro. Una persona vio a Kaori, pero ella sólo alcanzó a verla unos instantes. Tenía ojos celestes. JongIn apenas la vio de espaldas.

—¿Y? Vemos miles de personas todos los días.

—¡Agh, me estás desesperando SeHun! ¡Me refiero a alguien no humano! O al menos eso dijo Kaori, ella leyó sus pensamientos. Dijo que era alguien con oscuridad.

—¿Y qué quieres que te diga al respecto? —soltó exasperado.

—¡Pues se supone que tú sabías mucho al respecto!

—¡Aún si te dijese que es posible que sea BaekHyun, no me creerías!

—Deberías darnos alguna prueba si quieres que creamos en ti —le miró con inquietud—. ¿Cómo puedo estar seguro de que no eras tú?

—Ya te dije, también soy un Almien, pero defectuoso... Eso no me hace malo.

—¿Y si por eso mismo te equivocas con BaekHyun?

—Entonces, asumiré la responsabilidad.

—¿Cuál?

—La de romperle la cara —espetó y avanzó.

—¿Por qué eres así con él?

—¡No lo sé! ¡Maldición, no lo sé! —se detuvo y gritó en desahogo. Luego, su voz se cargó en veneno—. Lo detesto.

—Yo sé porqué lo detestas —declaró KyungSoo, mirándole con compasión. Odiaba que su mejor amigo estuviese convirtiéndose en un débil monstruo celoso—. Y tú también lo sabes. Pero no puedo entenderte, no puedo hacer nada para aliviar esos sentimientos que tienes si no nos cuentas qué sucede.

—Ya te dije lo que somos.

—Pero no qué eran...

La mirada de SeHun se empañó, pero ninguna lágrima caía. Su rostro estaba ensombrecido.

—Amantes prohibidos del espacio...

KyungSoo apretó sus labios con impotencia, ¿qué se suponía que respondería ante eso? Ya tenía tanto con Kaori, con Almien, con una misión, con ser aparentemente perseguido. No podía resolver los problemas extraterrestres y amorosos del resto. Pero al menos podía hacer el esfuerzo por comprenderle.

—¿YiXing no es Almien?

—No, pero igual lo amo... Aún si no estoy seguro de que él lo haya hecho alguna vez.

—Entonces, es hora de que lo averigües —insistió—. BaekHyun lo va a invitar a salir.

—YiXing no aceptaría.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Su alma... Su cuerpo humano, es muy parecido a su apariencia original. Él es idéntico —susurró dejando caer unas lágrimas—. Sus palabras, su forma de ser, no se permitiría salir con nadie. Ni siquiera aquí en la Tierra.

Pero KyungSoo ante sus palabras, lo tomó de la mano y se la dirigió hacia su corazón, reposándola allí.

SeHun contempló con atención. Sintiéndose como si aún fuese un pedacito inocente y bebé Almien. Estaba aprendiendo, aún cuando creía que ya no tenía nada más que aprender. Sentía los latidos de su propio corazón. Se daba cuenta de cuánto aún negaba su propia existencia en ese planeta. De lo mucho que odiaba esa forma. Ese cuerpo.

—SeHun... No olvides una cosa —susurró y le miró con profundidad—. Tú y YiXing, siguen siendo humanos. Tienen cerebro, tienen corazón, y tienen deseos e instintos. Y ni el alma más pura, puede evitar caer en el placer de disfrutar del contacto con la Tierra.

Pero SeHun empujó bruscamente a KyungSoo, dejándole atónito.

—Vete a la mierda —espetó y se alejó.

—Ahora veo porque Kaori lo decía, de ahí vienes, ¡popó espacial! —gritó molesto.

En realidad, decepcionado.

Ya no daba risa cuando SeHun se convertía en verdadera mierda.

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Quedan 2 capítulos y el epílogo 💜 Gracias por leer 😘

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