CAPITULO 26

Narra Wolf:

Aun dubitativo llegué a casa de Abba, toqué a la puerta y Aldana me abrió. Salió mirando a los alrededores, moví la cabeza en negación y ella asintió para luego dejarme entrar.

-Está en su recámara. –Me indicó.

Subí aquellos conocidos escalones, con el recuerdo del ayer palpable en mi memoria, remembrando viejos tiempos, añorando jamás haberme enrolado en el ejército y vivir esta pesadilla impuesta; ése precisamente es mi castigo por mis malas decisiones, pero era eso o morir.

La puerta está abierta, Abba se encuentra de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados y la mirada perdida en ningún lado en particular.

-Hola. –La saludo.

Al verme sonríe a sus anchas y corre hacia mí, abrazándome.

-Viniste. –Mis brazos la rodean con cariño.

-Te dije que lo haría. –Beso su frente.

-¿Tuviste problemas? –Inquiere arqueando una ceja.

-No, tu mamá me permitió verte.

-El problema va a ser mi padre.
–Expresa, ladeando la boca en una clara mueca de preocupación.

-No me puedo quedar mucho. –Le indiqué, acunando su rostro entre mis manos.

-¿Por qué? él prometió que estaríamos juntos.

-Y lo estaremos, pero no es conveniente mi presencia aquí.

-Pues al diablo con ellos, no te vayas. –Vuelve a abrazarme, inundándome su calidez.

-Qué más quisiera. –Guardo silencio unos segundos. –Te quiero pedir un favor.

-Lo que sea. –Sus ojos celestes son el mejor panorama de todos.

-No puedo ponerme en contacto con mi madre ¿Irías a verla? Se lo pedí a Jennings pero, dadas las circunstancias no creo que vaya, tiene otras cosas en que pensar.

-Ni siquiera tienes que pedirlo, hoy mismo la visitaré.

-Gracias.

Nuestras miradas se encontraron, hacía tanto que no la besaba; estar de nuevo con ella es como un sueño hecho realidad, aunque entendía el por qué; dicen que el fin no justifica los medios, pero en este caso, estoy en desacuerdo. Mis labios se posicionan sobre los suyos con temor, el temor de su rechazo, pero por el contrario es Abba la que acorta la distancia y al fin, puedo saborear su boca a plenitud. Se sintió tal y como antaño, en mi interior se removió aquella conocida sensación; esta vez no permitiría que Jennings ni nadie nos separara de nuevo, Mael lo prometió, sé que lo hizo para asegurarse mi lealtad, pero no me importa, si eso significa tener a la mujer a amo conmigo.

Me quedé un par de horas más, no lo resistí, hacía tanto que no compartía con ella de esta forma, cuando decidí marcharme, me encontré con Han, quise soltar la mano de Abba pero ella no lo permitió, la sostuvo y miró a su padre desafiante.

-¿Qué significa esto? –Espetó furioso.

-Cariño, James ha venido en son de paz. –Expresa Aldana a mi favor.

-Está con Mael, que por cierto quiere a nuestra hija por alguna inexplicable razón. Es un licántropo. –Escupió con desprecio.

-Y yo una bruja, y nunca te quejaste de eso.

-Ahora estás con ellos. –Me señala despectivo.

-El chico no tiene la culpa, ha sufrido ya lo suficiente, es una víctima de las circunstancias.

-¿Qué demonios te sucede? –Le reclama a su esposa.

-Querido, calma, todo está bien.

Se acerca a él, colocando su dedo sobre su frente y una refulgente luz me ciega temporalmente. Han pestañea varias veces un poco desorientado, me mira y me sonríe.

-Hola James, que gusto verte. –Me extiende su mano.

-Hola señor Charpentier. –La estrecho entre la mía.

-Han, dime Han, tantos años de conocernos y aun guardas las formalidades.

-Han. –Contesto sonriendo.

Abba intercambia una mirada con su madre y sonríe comprendiendo.

-Quédate a cenar. –Me ofrece mi suegra, me veo tentado a aceptar pero es mejor no jugar con mi suerte.

-Lo agradezco pero de verdad me tengo que ir.

Abba muestra su disgusto, se ve adorable con esos gestos, siempre hacía lo mismo cuando venía a verla y me iba, extrañaba estos momentos juntos. Me acompañó hasta la puerta, ahí fue ella la que tomó la iniciativa y me besó, me perdí por unos segundos en la tibieza de sus labios.

Con el pesar en mi corazón, comencé a alejarme, pero sabía que pronto la vería de nuevo, el ritual estaba próximo, con este pensamiento me marché, con una felicidad que me albergaba por completo.

*******

Narra Abba:

-Papá me acompañas donde Abigail, James me ha pedido que la vaya a ver.

-Claro. –Me sonríe tomando las llaves del auto.

-Saludenla de mi parte.
–Nos pide mamá.

-Por supuesto. –Respondo al tiempo que me abrigo.

Durante el camino, papá puso su estación favorita de radio, le encantaba la música country, yo crecí con este tipo de género, así que me sabía las letras de las canciones. Juntos a dúo, entonamos cada melodía, extrañaba compartir con papá así, no sé en qué instante, nos alejamos de cierta manera.

Llegamos donde Abi, papá se negó a quedarse, alegando que debía volver al pueblo ya que tenía un aserradero que atender. Quedamos en que me recogía al salir del trabajo.

Toqué el timbre varias veces. Un "ya voy" se escuchó desde adentro y esperé.

-Abba. –El rostro de la anciana se iluminó al reconocerme, y me abrazó.

-Hola Abi. –Le sonrío, devolviendo el abrazo.

-Pasa, no sabes cuánto me alegro que vinieras a verme.

-Perdona, debía haberlo hecho hace días.

-No importa, ya estás aquí. ¿Quieres tomar algo?

-Oh no se moleste, James me envió.

-Mi James.

-Sí, me llamó hoy.

-¿Cómo está?

-Todo en orden, no se preocupe.

-¿Cuándo regresa?

-Pronto Abigail.

-Sabes dónde está mi otro James. Cuando regresé me di cuenta que se había ido, sin despedirse. –Se entristece, su mirada se pierde unos segundos en sus dedos entrelazados.

-De él no sé nada. –Contesto.

-Cómo que no sabes nada si son novios.

-No Abi, James y yo terminamos.

-¿Terminaron? –Me miró con sorpresa.

-Si la llegada de su hijo dio un giro diferente a nuestra relación.

-Pues no es que no me alegre que estés con mi James, pero te veías tan enamorada de este joven.

-Sí bueno, me di cuenta que jamás dejé de amar a su hijo.

-Oh. –Su ceño se frunce en una clara muestra de interrogante.

-¿No se alegra que estemos juntos? –Tomo sus manos.

-Sí, no me mal intérpretes, me alegro por ustedes. –Me sonríe no muy convencida.

-¿Quiere que le ayude en algo de la casa?

-Iba a hornear unas galletas, quizás me puedas dar una mano.

-Me encantaría.

A su lado nos dirigimos a la cocina, estando ahí me prestó un delantal, empecé a amasar la mezcla; Abi les ponía chispas de chocolate y a otras macadamia, son galletas eran famosas en JamesVilles, en las ferias de la ciudad, vendía en grandes cantidades, yo siempre venía a asistirla, entre ella, James y yo, pasábamos todo el día horneando.

Tomamos café saboreando las galletas, me empacó unas cuantas para llevar a casa. La bocina me avisó que papá estaba afuera, me despedí de Abigail y salí al encuentro de mi padre, que se bajó de la camioneta para saludarla.

Ya en camino, mi mirada naufragaba en las profundidades del bosque, estoy nerviosa, hoy en la noche será mi iniciación, Mael me ha dicho que no tema, pero aun así no me deja de inquietar.

El cielo relampaguea, siendo pregonero de lluvia, las nubes se ennegrecen, henchidas de agua, los truenos se sacuden en el cielo como tambores de guerra, pronto las primeras gotas se desbordan para dar cabida a un prominente aguacero.

-Dime que traes un paraguas.
–Busco en la parte de atrás.

-No lo lamento cariño, trataré de dejar el vehículo en la entrada para que no te mojes.

-¿Qué sucede papá? Has estado muy callado.

-Pienso en Ethan, sigue desaparecido, su esposa internada en el hospital, la pobre está muy afligida.

-¿Ya nació el bebé?

-No, lo último que escuché es que le harán cesárea, pero ella insiste en esperar a Ethan.

Siento un poco de pena por ella, pero Mael necesita a Ethan. Espero que el parto se dé sin complicaciones. Al llegar me bajo aprisa, con papá siguiéndome, aunque solo han sido dos pasos hasta el corredor, me he empapado de pies a cabeza, llueve muy fuerte.

-¿Cómo está Abigail? –Mamá nos trae un paño a cada uno. Procedo a secarme el cabello.

-Muy bien, pero triste porque James no está con ella.

-Estaremos al pendiente. –Mamá me sonríe. –Quítate esa ropa mojada, no queremos que enfermes, esta noche es muy importante.

Pequeños impactos golpean la ventana, al asomarme me doy cuenta que es granizo, todo el suelo se cubre de éste.

-Esta lluvia no es normal ¿Cierto?
–Le pregunto.

-No, Mael está conjurando a los poderes de la naturaleza. El vestido que usarás está sobre tu cama.

Subo a mi habitación, entro cerrando al paso y me congelo cuando veo a James frente a mí, pero no el James que esperaba.

*********************

Narra Jennings:

-¿Qué haces aquí? –Inquiere con desplante.

-Necesitamos hablar. –Le digo.

-No hay nada que hablar, creo que he sido clara contigo.

-Estás bajo alguna clase de hechizo, déjame ayudarte.

-¿Qué? –Arquea una ceja. –Estás loco, ya no estamos juntos, supéralo.

-Nadie puede dejar de amar a otra persona de la noche a la mañana. O se te olvida que ayer fuiste a buscarme.

-¿Ayer? –Frunce el ceño. –Lo estás inventando.

-No Abba, tuve una accidente con Royner ¿Te acuerdas?

Ella parpadea un par de veces, sé que está tratando de acordarse.

-No sé, yo... -Sujeta su cabeza.

-Me diste a beber tu sangre, porque mi cara quedó muy lastimada, para que me regenerara. Me pediste que te mordiera en el hombro, de esta forma tu mamá no se enteraría.

De inmediato corrió la blusa y en su piel, lucia mi marca.

-Te hicieron algo Abba, por favor lucha, busca en tu interior, sabes que no miento.

-Hija. –Aldana toca la puerta.

-Sí. –Contesta ella sin quitarme la vista de encima.

-Te preparé un chocolate.

-Dame un minuto. –Me señala el armario, me escondo en éste.

-Escuché murmullos. –Añadió Aldana, desde las rendijas del closet, pude ver como observaba los alrededores.

-La mala costumbre de hablar sola, lo siento. –Se excusa mi novia, o debería decir ex.

-Está bien. –Se acerca y la besa en la frente. -¿Qué te parece el vestido? –Toma la prenda de la cama es blanco, largo. Me congelo de la impresión al reconocerlo, el mismo que lleva la mujer en mi sueño.

-Está hermoso mamá.

Aldana le sonríe para luego agregar: -Estoy orgullosa de ti.

Mi chica le sonríe a medias y la abraza. Por fin, nos quedamos solos, salgo de mi escondite.

-Vete, es muy arriesgado que estés aquí. –Me advierte.

-Hace tan solo unas cuantas noches te hice el amor en esa cama, profesaste que me amabas.

-Todo cambia, si no te marchas gritaré.

-Pudiste decirle a tu madre que estaba contigo y no lo hiciste.

-Un error de mi parte.

Me aproximo y antes de que pueda reaccionar la beso. Al principio forcejea, pero no desisto, muevo mi boca sobre la de ella sin ser brusco, aprisionándola entre mis brazos. Cuando me corresponde, sus manos se liberan solo para consumirse en mi cabello. Al separarnos, sus ojos se posicionaron sobre mí, los abrió y cerró varias veces, hasta que me sonrió.

-¿Abba? –La llamo dubitativo.

-Hola, ¿Qué ha ocurrido?

-¿Me amas?

-Qué pregunta es esa. –Pronuncia en un susurro.

-Solo contesta. –Insisto.

-Eres el único dueño de mi corazón, es suficiente.

Sus palabras me aliviaron, quizás el hecho de ser almas gemelas rompió el trance en el que se encontraba.

-Oh Dios gracias. –La estrecho una vez más entre mis brazos.

-James, me acuerdo de todo, perdona.

-No es tu culpa.

-Pero aun así, lo lamento. –Las lágrimas surcan sus mejillas.

-No llores por favor.

-Yo te amo a ti, créeme. –Declaró.

-Lo sé. –Le sonreí tratando de aligerar su carga.

-¿Qué haremos ahora? Falta poco para irnos con Mael.

-Finge, ellos no deben sospechar nada.

Ella asiente con la cabeza, no muy convencida.

-Puedes decirme dónde se llevará a cabo el ritual.

-No, lo lamento.

-Está bien, Royner está afuera esperándome, cuando ustedes se vayan los seguiremos.

-Pero no son rivales para Mael, los matará.

-Tenemos un aliado.

-Uno que no se ha pronunciado.
–Deja ir con frustración.

-Tengo fe que aparecerá.

-Mi amor. –Sus brazos se cruzan alrededor de mi nuca. –No soportaría perderte, huyamos, vámonos lejos.

-No tenemos a donde ir, además presiento que Mael nos encontraría, tu madre es su aliada.

-Es cierto ¿Cómo pudo?

-Pronto se resolverán los enigmas, por el momento disimula, requiero que seas una excelente actriz.

-Bien. –Responde no muy segura.

-Debo dejarte.

-Tengo miedo. –Me confiesa.

-El miedo nos fortalece. –Le conforto.

La beso otra vez y antes de que no pueda abandonar ese lugar, atravieso la ventana, saltando al vacío.

*************

Se acerca el final de esta encruzijada, pero no de la historia jajaja, aun tengo muchas sorpresas bajo la manga.

Los que leen también Oscuridad, no pude escribir el capítulo, así que queda pendiente, pero me esforzaré para poderlo publicar antes del viernes.

Un abrazo, feliz inicio de semana.

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