CAPITULO 10

Les dejo foto de Royner.

El sonido de una bocina, resonaba con insistencia. Aunque estábamos del otro lado, mi oído es más sensible y me llega con total claridad, imaginé que sería Han, me olvidaba que era día de trabajo.

-Abba.-La llamé besando el lóbulo de su oreja, la vi sonreír.

-Cinco minutos más. –Jala la colcha

-Tu padre está afuera, no creo que él nos dé ni medio minuto.

-Ummm, ¿Por qué no es domingo? –Se voltea despacio y me abraza cruzando su brazo por mi estómago.

-Me encantaría que nos quedáramos en cama créeme, pero mejor ve, antes que derribe la puerta.

-Está bien. –Se enderezó con los ojos entrecerrados y me pasó por encima, buscando a tientas sus sneakers, al encontrarlas se las pone, se mira en el espejo arreglando un poco su cabello y antes de irse regresa a la cama y se coloca sobre mí.

-¿Qué haces? Tu padre me matará.

-No lo hará. –Sonríe de forma traviesa. –Prométeme que iras a la cafetería después del trabajo.

-Lo prometo. –Vuelve a sonreír y me besa.

-Nos veremos luego entonces. –A regañadientes se pone de pie y antes de irse me vuelve a ver. A los pocos minutos escucho el motor de la camioneta ponerse en marcha.

Me levanto y comienzo a vestirme, reviso mis heridas y casi han desaparecido, subo las gradas y me recibe el olor a café y tostadas.

-Buenos días. –Me saluda Abigail con el semblante triste.

-¿Estás bien? –La pregunta es tonta, porque puedo notar que no.

-Anoche soñé con mi James.

-Oh, ¿Y cómo fue? –Quise saber.

-Extraño, me comentó que está vivo y que pronto vendrá por mí.

-¿Qué más? –Por alguna razón, me interesó el tema.

-Se encontraba en el bosque, lucia enfermo, no me dejó acercarme a él, se mantuvo en las penumbras.

-¿En otra ocasión ha soñado con él?

-No como ayer, fue muy real.

-Su hijo murió en acción ¿Cierto?

-Sí. –Contestó sorbiendo un trago de café.

-Pero ¿Jamás encontraron el cuerpo? -Confirmo la información.

Asiente y se le humedecen los ojos.

-Lo tuve a la madurez de mi vida, tratamos de tener hijos por años. Sin embargo, cuando dejamos de intentarlo, sucedió, mi pequeño milagro; acababa de cumplir cuarenta y cinco años, los doctores me indicaron el riesgo de tenerlo, pero aun así decidimos aventurarnos. Fue un parto complicado, pero ahí estaba, mi hermoso bebé, observándome a través de aquellos ojos azules.
–Seca una traviesa lágrima que se resbala por su mejilla. –George mi esposo, murió unos meses después, un infarto, así que tuve que criarlo sola, pero ha sido lo más maravilloso que me ha ocurrido, e igual de doloroso su pérdida.

-Lo lamento señora Wolf.

-Tú me lo recuerdas.

Sentí la fuerte necesidad de abrazarla, Abigail colocó su menuda cabeza sobre mi pecho y comenzó a llorar. No soy muy bueno consolando, así que únicamente la abracé y esperé a que se desahogara.

-Vete a trabajar, no me hagas caso, la nostalgia de vez en cuando me sobresalta.

-¿Estará bien? –La miro preocupado.

Ella asiente y sigue con sus quehaceres, tomo una rosquilla de canela y me la voy comiendo de camino. El cielo está cargado de nubarrones negros, saco la Harley, y el sonido del motor, es música para mis oídos. Llego al aserradero donde Han me esperaba con cara de no muy buenos amigos y cruzado de brazos.

-¿Qué fue lo que le dijiste? –Me encaró.

-¿De qué hablas? –Inquiero.

-Sobre su madre.

-Oh ya veo. –Caí en cuenta a que se refería. –Nada, ella quería respuestas del por qué ustedes sabían la verdad y solo le indiqué que hablara con su mamá.

-No debiste. –Espetó molesto.

-¿Y qué se supone debía decirle? No me compete a mí, revelar ciertas cosas.

La mirada de Han es inquisidora, pero no me dejaría intimidar.

-Mantente alejado de ella. –Me ordena.

-No. –Me negué haciendo que se volteara echando chispas por los ojos.

-¿Cómo has dicho?

-Lo que escuchaste, no, Abba ya conoce lo que necesita saber de mí, entiende lo de nuestra unión, y no seré yo el que tome la decisión de alejarla. Si ella me lo pide, lo respetaré, pero no tengo porque acatar tu petición.

-No me desafíes muchacho. –Me amenazó.

-Al contrario, estoy cansado de que me digan qué hacer, sin tomar en cuenta mi opinión. Abba y yo nos pertenecemos, le guste o no, esa es la realidad.

Su rostro se descompuso pero no agregó más, se alejó con paso presuroso, notando sus manos convertidas en puños. De seguro se controló para no golpearme ahí mismo, pero de haberlo hecho, tenía las de perder, y él está enterado de eso.

El día transcurre sin ningún otro contratiempo, veo el reloj cada dos minutos, esperando que sea la hora de salida para ir a su encuentro. Por fin la agotadora jornada laboral termina y con una amplia sonrisa, detengo la Harley al frente de la cafetería. Pequeñas gotas de agua se precipitan, anunciando que pronto llovería.

Entré y la campanita como de costumbre anunció mi llegada. Abba atendía una mesa pero de inmediato se dibujó una sonrisa que iluminó mi día. La cajera regordeta me empezó a guiñar el ojo y a saludarme con la mano. Le sonreí por cortesía y tomé asiento. Una camarera que hasta el momento no había visto antes, se acercó a tomar mi orden.

-Hola, soy Nadine, ¿En qué le puedo ayudar? –Metió el borrador de su lápiz en la boca mordiéndolo de manera provocadora, ¿Qué le pasaba a las mujeres de este pueblo?

-Yo atiendo esta mesa, gracias.

Abba llegó plantándose derecha a su lado.

-Me toca a mí, está en mi espacio.
–Señala a su alrededor.

-Dije que yo lo atiendo.-Recalca Abba encarándola.

-¿Cuáles mesas te corresponden?
–Pregunto a mi chica celosa, por lo visto.

-Las de allá. –Su mirada se pierde en las del lado izquierdo.

Sonreí para mis adentros y poniéndome de pie, cambié de lugar. Pude ver la sonrisa triunfal de Abba y la mirada despectiva que le lanzó a su compañera, que dejó ir una serie de improperios en voz baja, pero que escuché perfectamente. Me alegraba que mi novia no tuviera súper oído, de lo contrario la hubiera abofeteado .

-¿Y cómo estuvo tu día? –Consultó con las manos metidas en las bolsas de su delantal blanco.

-Bien, tu papá me advirtió de nuevo que me alejara de ti.

-¡No se atrevió! –Sus manos pasaron a cada lado de su cadera.

-Lo hizo y le respondí que dependía de ti.

-En ese caso, a palabras necias, oídos sordos. –Sonrió moviendo la libreta de la orden y aferrando su lápiz a esta. -¿Qué quieres comer?

-¿Qué me recomiendas?

-Un chocolate con malvaviscos y hoy tenemos tarta de mora, muy buena.

-Entonces chocolate con tarta de mora será. –Coloqué mis codos sobre la mesa, entrelazando mis dedos. -¿Quién es ella?
–Refiriéndome a su compañera.

-Oh, es Nadine, estudia conmigo, empezó a trabajar esta semana. No nos llevamos muy bien, por lo que su presencia me irrita, pero tengo que aguantármela.

La aludida no paraba de mirarnos, o debería decir mirarme. Vi a Abba achicando sus ojos hacia ella amenazante.

-Me disculpas. –Se retiró colocando la orden sobre el mostrador y rozando el hombro de Nadine de manera altanera. No conocía esta parte de mi chica, tiene su carácter.

Aunque quería estar con ella, se encontraba en su trabajo así que nos limitamos a intercambiar algunas palabras cuando me entregó el pedido, pero la seguía con la mirada, atento a todos sus movimientos. Cuando terminé fui a pagar y al extender el billete, la cajera como de costumbre, me tomó toda la mano, sonriéndome de lleno, sintiéndome de verdad acosado.

-Te veo más tarde. –Me dijo Abba acercándose a mí y besándome en plena boca. Los murmullos en la cafetería cesaron, y todas las miradas recayeron en nosotros. Abba me besaba sin ningún recato, quise apartarla, pero al diablo con todo, le correspondí, y la acerqué más, llegándome el olor de su perfume a vainilla. Cuando nos separamos ella me sonrío y se marchó a atender otra mesa, Nadine quedó con la boca abierta, igual que la mujer regordeta.

-Señoras. –Dije a manera de despedida y salí de ahí.

*************

La lluvia cayó cuando ya me encontraba en el abrigo del sótano. No me podía borrar la estúpida sonrisa de lo sucedido en la cafetería. El ruido del celular me sacó de mi ensueño y al ver el número, contesté de inmediato.

-¿Ya llegaron? –Pregunté mirando llover.

-Sí, ¿No pudiste elegir un mejor pueblo para habitar? Queda en el último rincón del mundo.

-Esa era la idea. –Recalco.

-Y este es un clima de mierda, odio la humedad, no va conmigo.

-¿Ya dejaste de quejarte? ¿Dónde están?

-En la entrada del poblado, ¿Hay algún lugar donde hospedarnos?

Pienso en la señora Johansson, sonrío ante mi travesura.

-Sí, existe una posada "Rever", Débora la dueña es muy amable.

-Está bien, necesitamos desempacar y comer algo, muero de hambre.

Al escuchar esto, se me para la respiración un momento.

-No te preocupes, no es como si fuera a morder a alguien, para eso hay animales, es la ventaja de estar rodeados de naturaleza. –Aclaró al otro lado de la línea, leyéndome la mente.

-Llega mañana al aserradero, es el único en la ciudad, búsquenme.

-Entendido, estamos en contacto.

Me alegré que llegaran tan pronto, les agradecí porque no tenían obligación de hacerlo, esperaba que con su ayuda, matáramos dos pájaros de un tiro.

***********

Me levanté a regañadientes, la maldita pesadilla otra vez, debería de traerme a Abba todas las noches a dormir conmigo para que desaparezca. Me extraña llegar a la cocina y no ver a Abigail, con cautela me escabullo en su habitación y me tranquilizo al verla dormida. Cierro la puerta despacio y me sirvo jugo de naranja, preparándome luego un emparedado de jamón y queso.

El celular comienza a timbrar, me bebo el último trago de jugo y respondo: -Sí.

-Un buenos días estaría bien, para variar.

Pongo los ojos en blanco ante su absurdo comentario y agrego: -No estoy de humor para tus bromas.

-No estoy bromeando, se llama educación, ¿Qué no te enseño eso tu abuelo?

-Ya voy de camino.

-¿Por qué no nos advertiste sobre la oportunista?

-Oportunista –Repito sin entender.

-Sí, la señora Johansson, es una verdadera molestia, se me insinuó al descaro y como no le hice caso, no ha dejado en paz al pobre de Royner.

-Solo ignórala. –Trato de ocultar la risa que amenazaba con salir.

-Sí bueno, te vemos en diez minutos en el aserradero.

-Entendido.

Sonrío como tonto imaginándome la situación, Débora no perdía tiempo.

Al llegar a mi lugar de trabajo, veo un Land Rover Discovery Sport, gris, seguro de alquiler, parqueado a las afueras y dos hombres recostados sobre este, los reconozco de inmediato. Thompson lleva una camiseta polo azul oscuro con unos pantalones de vestir caqui y mocasines negros, Royner una camisa negra manga larga recogida hasta los codos, jeens azules y unas botas tipo pandillero.

-Caballeros. –Le extiendo la mano a ambos.

-Ya estamos aquí, ¿Y ahora qué?
–Thompson se cruza de brazos.

-Vengan. –comencé a caminar con mis colegas vampiros a mis espaldas. Cuando encontré a Han lo llamé, el aludido al verme arrugó la cara al reconocer quiénes eran mi compañía.

-¿Son ellos? –Los señala de forma despectiva.

-Bello recibimiento. –Pronuncia Thompson con una risa de medio lado.

-Los de su clase no me agradan.
–Aclaró Han. –Pero su presencia en mi ciudad, es un mal necesario.

-Creo que acaba de llamar ciudad a este pueblito. –Le dice Thom a Royner, quien sonríe, mirando con el rabillo del ojo a Han, que parece ofendido con el comentario.

-Necesito ausentarme, debo llevarlos a donde asesinaron al alemán y a la pareja.

-Procede conforme. –Se alejó no sin antes fulminar con la mirada a los recién llegados que ni se inmutaron.

-Parece que tampoco tú le agradas. –Hace la observación Royner

-Salgo con su hija. –Dije a manera de excusa.

-Sabía que estabas con alguien.
–Expresó Thom emocionado. –Me alegro por ti muchacho.

-La vida continua ¿Oh no? –Y con esto doy por terminada la conversación. –Debiste traer otro tipo de zapatos. –Le señalo a Thompson sus mocasines.

-No hay problema. -Abre la puerta del coche y se calza unos zapatos de montaña. Nos encaminamos llegando primero donde ocurrió el primer crimen. Royner de inmediato comienza a peinar el área, lo veo agacharse y tocar ramas rotas, oler la tierra, tocar la corteza de los árboles donde han quedado las garras de la bestia marcadas.

-Nada. –Nos indica mirando a la copa de los árboles. -Si hubo pistas fueron lavadas por la lluvia.

-Quizás en la cabaña del extranjero, fue asesinado adentro.

Continuamos el recorrido, cruzando el bosque hasta que divisamos la estructura cubierta con la cinta amarilla. Entramos y Royner de nuevo indaga en cada rincón, incluso lo veo olfateando.

-Aquí hubo dos, el recién convertido y su creador, pero por la manera en que están dispersas las cosas, el que mató al anciano ha sido el pupilo. Son volátiles los primeros meses.

Tengo que admitir que me sorprendió comprobar que el otro siempre estuvo con él, eso no me lo esperaba. Esto se complicaba cada vez más. Salimos y sin decirle nada a Roy nos llevó hasta donde encontraron los restos del pobre hombre, ahora no quedaba más que hojas aplastadas, el olor incluso desapareció.

Recorrimos el mismo trayecto que yo, unos días atrás, hasta el lugar donde perdí el rastro, a diferencia de mí, Royner siguió y nos adentramos más en el bosque. Debo admitir que era bueno rastreando, el veía detalles que yo nunca percibí, así fuimos avanzando hasta encontrarnos una cueva.

-Hasta aquí llega el rastro. –Nos señala el sitio. –Lo veo olfateando otra vez. –Hace días que no viene, podemos entrar a investigar.

Acatamos su consejo, mis ojos duraron unos segundos para adaptarse a la oscuridad hasta que fui capaz de ver perfectamente la vereda. El angosto corredor de piedra nos trasladó hasta un espacio más amplio, un pronunciando olor a podredumbre nos recibió.

-¿Qué es esa pestilencia? –Comenté tapándome la nariz con mi brazo.

Pronto mi pregunta fue contestada, huesos con carne podrida aún adherida a estos, inundaban el panorama, restos de ropa dispersos por el piso, Thompson y su compañero comenzaron a revisar, encontrando una billetera y una mochila hecha trizas posiblemente de la pareja turista.

-Esto es de verdad desagradable.
–Agrego no logrando contener las náuseas que me produce el hedor.

-Él debería de controlarlo.
–Observa Thom. -¿Por qué dejar que haga este desastre? No es su modo operandis. La idea es pasar desapercibidos.

-Algo no calza.-Royner se inclina para recoger lo que parece ser cabello.

-¿Qué encontraste? –Indaga Thom.

-Cabello humano. –Contesta. –Es de hombre.

-¿De alguna de las víctimas?
–Inquiero deseando salir de ese lugar.

-No, es del recién convertido.

-Eso es una buena noticia, tal vez así logremos dar con él. –Añado optimista.

-Alguien debe quedarse vigilando la cueva.-Sugiere Thompson.

-Yo lo haré. –Se ofrece Royner. –Es mejor que aguantarse a Débora.
–Pone énfasis en su nombre.

Una sonrisa se marca en mi rostro, y aunque intento disimularlo no puedo.

-Tú sabías de ella ¿Cierto? Nos mandaste a ese hotel adrede. –Me reclama Thompson.

-Lo siento, no he podido evitarlo.
–Ahora sonrío sin ningún recato.

-Salgamos de aquí.-Thom es el primero en irse, con Royner atrás y yo de último.

-Nuestro olor ha quedado impregnado. En el momento en que ingresé sabrá que estuvimos husmeando. Roy si lo ves venir avísanos pero no hagas nada, síguelo debemos averiguar cuál es su residencia permanente.

-Lo haré, así aprovecharé para alimentarme.

-¿Qué no lo hicieron anoche?
–Consulto pero las mirada de ambos me mostraron que no.

-Nos vemos al rato chico. –Me dice Thompson y decido regresar al trabajo. Me sentía más tranquilo con ellos aquí, hasta me alegraba un poco verlos de nuevo, odiaba reconocer, que son lo más cercano que tengo a un amigo. Esperaba que ahora que ellos estaban aquí, pudiéramos dar con ambos licántropos, sentía un deber con esta gente, y los protegería de cualquier amenaza que pusiera en peligro sus vidas.

**********
Holis, ya miércoles, día de actualización. Así que las sospechas de algunos era cierta, Thompson vuelve a la acción. Ya lo extrañaba, y su negro sentido del humor.

Hasta la otra semana si Dios lo permite. 😘😘

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top