CAPITULO 1
Sé que recuerdan a James, pero acá les dejo una foto.
Han pasado seis meses desde que abandoné Villa Olivia, extraño a Annia y mucho, aunque odio admitirlo. Le mentí cuando le dije que ya no sentía nada por ella, sé que estaba segura que al convertirla Drag nuestro vínculo como almas gemelas se rompería, y funcionó, al menos para ella, no para mí. Cuando eligió a Stone y este la transformó en vampiro, efectivamente Annia se desligó de mí, pero la parte que nunca supo, es que yo seguía atado a ella, como si nada hubiera cambiado y el dolor me taladró tan profundo, que lo único que lo pudo amortiguar fue matar a Aldo. Descargué en él, toda la ira y ese sentimiento de impotencia al perderla, a la mujer que amé y que todavía amo.
No tenía a donde ir, no era bien recibido con mi manada. "Mi manada" ¡Que irónico! jamás pertenecí a su círculo, no podían aceptar mi naturaleza, para ellos yo era una abominación, un error que no debió nacer, me despreciaron desde un principio, como si yo tuviera la culpa de lo que soy. El abuelo renunció todo por mí, me dio su amor incondicional, y ahora está muerto, jamás me he sentido tan solo en toda mi vida.
Viajé a Estados Unidos, me he estado movilizando, consiguiendo trabajos mediocres en lo que sea, ganando un poco de dinero, ahorrando, para luego seguir mi camino. Desde hace un tiempo, en las noches tengo pesadillas, siempre es el mismo sueño, una chica al borde de un acantilado, lleva puesto un vestido blanco, su largo cabello castaño dorado es movido por el viento, se encuentra de espaldas a mí, está descalza, y es cuando voltea solo un poco, la veo de perfil, pero no puedo visualizar bien su rostro.
-No saltes. –Le grito. Ella parece ajena a mi voz, vislumbro una traviesa lágrima recorrer su pálida mejilla. La luna llena ilumina con claridad los alrededores, el aullido de los lobos es como una canción lastimera, habla de muerte y perdición.
-No lo hagas. –Le indico tratando de acercarme, pero ella simplemente se deja ir al vacío sin poder hacer nada al respecto.
Me despierto cubierto en sudor, gritando, con el corazón desbordándose en mi pecho, la gente me mira extraño, pero no dicen nada. ¿Quién es esta chica? ¿Por qué sueño con ella? ¿Qué relación tiene conmigo? ¿Por qué me afecta tanto verla morir? Demasiadas preguntas, sin ninguna respuesta.
Está lloviendo a cántaros, el autobús se detiene, es mi última parada, ¿Qué demonios hago aquí? Ni yo lo sé, me llamó la atención el nombre del poblado "JamesVille" está rodeado de exuberante naturaleza y un frondoso bosque. La población no alcanza las mil personas, es un lugar tranquilo.
Como en todos los sitios en donde he llegado, lo primero que debo hacer es encontrar donde vivir, así como un trabajo y estaré listo. Al menos puedo convivir con los humanos, siempre y cuando ellos no se percaten de quién soy en realidad. Me cubro la cabeza con el gorro de mi sudadera y me coloco la mochila al hombro, con las manos metidas en las bolsas de mi jeans, recorro las ahora vacías calles hasta divisar una cafetería. Estoy literalmente empapado, quizás me puedan indicar dónde pasar la noche, el estómago me gruñe, me encuentro hambriento.
La campanita de la entrada, anuncia mi arribo, tomo asiento en una mesa pequeña con dos sillas y espero que la camarera venga a tomar mi orden.
-¿En qué le puedo servir señor?
-Una voz cantarina y suave me hace voltear, por una milésima de segundo me pierdo en sus celestes ojos y en esa cálida sonrisa que me recibe. Ella parece sentir lo mismo porque se ruboriza y baja la mirada.
-Para empezar un chocolate caliente. –Aclaro mi garganta.
– ¿Qué me recomiendas de comer?
-Ohh tenemos tarta de frambuesa. –Comienza a hablar con nerviosismo. –Pudín de arándano, ummm, pie de manzana y pastel de caramelo.
-Todo suena delicioso. –Dejo ir una sonrisa sosa, porque así me siento en este momento.
La determiné bien, era hermosa, joven, sus dientes blancos se mostraban debajo de una tímida sonrisa y esos ojos celestes con mirada sincera.
-Pero, de todo lo que mencionaste. –Continué. -¿Cuál sería tu recomendación final?
-Ohhh, bueno... ummm. –Por alguna razón yo la ponía inquieta. –En lo personal, me inclinaría por la tarta de frambuesa señor.
-James, me llamó James. –Le hago saber.
-Soy Abba. –Señala el prendedor en el cual está su nombre. Me acordé del grupo musical de los años 70's, de seguro sus padres eran fans y dicidieron llamar a su hija igual.
-Mucho gusto Abba.
Ella me sonríe de nuevo y agrega:
-Iré por su pedido. –Intenta dar la vuelta pero tropieza con torpeza con unas sillas. Una de estas se precipita directo al suelo pero la atajo antes de que suceda, todos los presentes voltearon en nuestra dirección.
-Buenos reflejos. –Me señala.
No contesto, la ayudo a acomodar las sillas en su sitio. Ella me observa por unos segundos para luego continuar su trayecto a la barra y entregar mi orden, mirándome con rabillo del ojo. A los pocos minutos, regresa con el pedido, pero antes de que pueda escapar de mí la interrogo.
-¿Sabes de algún lugar donde pueda pasar la noche? –Pregunto.
-En la posada "Rever", no es tan caro y la comida es buena. ¿Piensas quedarte un tiempo?
–Quiso saber.
-Sí, sólo que aún no defino cuánto.
-Ummm ya veo. –Metió las manos en las bolsas de su uniforme rosa.
-¿Sabes de alguna vacante para trabajo?-Vuelvo a preguntar.
-Oh sí, hace poco volvieron a abrir el aserradero, ahora mismo requieren personal, pregunta por Han, dile que yo te recomiendo.
-Wow, gracias, pero no me conoces, ¿Por qué lo harías?
-Bueno, tienes pinta de buena persona. –Sonrió mordiendo su labio inferior.
-Abba, la mesa siete requiere tu atención. -Le dice la mujer gorda y cabello rizado, que creo es la cajera.
-Con permiso. –Se retira a la mesa en mención.
Termino mi chocolate y saboreo la tarta, en realidad está rica, dejo propina en la mesa y me acerco a la barra a cancelar.
-Son catorce con cinco cariño. –La mujer regordete parece coquetearme. –No eres de por aquí ¿Verdad? –Me consulta.
-Ehhh no. –Contesto cortante.
–Gracias. –Recojo el cambio.
-Cuando gustes. –Me guiña el ojo derecho, pero qué.... Sonrió para mis adentros, ¡Vaya conquista!
-Hasta pronto. –La voz de Abba me despide.
-Hasta pronto. –Respondo extrañado de lo que esta chica me hace sentir.
-¿Vendrás luego? ¿No? –Sus ojos celestes me miran expectativos.
-Claro. –Dejo ir, soltando el aire retenido.
-Abba recoge y limpia la mesa cinco. –La voz chillona de la mujer gorda es molesta y nos interrumpe.
-El deber llama. –Se aleja no sin antes mirarme con disimulo.
Salgo con una estúpida sonrisa dibujaba en mi rostro y la lluvia me vuelve a recibir. Llego a la dichosa posada y una mujer alta y esbelta me recibe, puede redondear los cuarenta, es rubia pero no natural, en realidad no le contrasta muy bien el tinte con su pálido rostro. Sus ojos verdes parecen escudriñarme.
-Quiero alquilar una habitación por dos noches.
-Oh claro, estamos en temporada baja cariño, tenemos todas las habitaciones a mitad de precio. Servimos el desayuno a las 7:00 a.m. no incluye almuerzo, la cena a las 8:00 p.m.
-Gracias. –Trato de ser cortés, pero la forma en que esta mujer me observa parece desnudarme.
Me entrega las llaves y me dirijo a la puerta dieciséis, segunda planta. Abro y el lugar es agradable, una cama, un mueble donde reposa la televisión, una ventana que da a la calle, un sillón grande, un par de sillas, el armario es amplio. El baño no es tan grande pero al menos está limpio, me gusta. Procedo a quitarme la ropa mojada y a darme un baño con agua tibia, mi cuerpo lo recibe de buen agrado. Al terminar coloco la toalla alrededor de la cintura y busco algo de ropa limpia. La mochila es impermeable por lo cual, todo está seco.
Elijo una camiseta y unos pantalones de pijama de algodón. Tocan a la puerta, no tengo tiempo de vestirme así que abro tal y como estoy, me topo con la mujer de recepción que traía unas toallas. Me hace un escaneo completo y se sonroja.
-Perdón por ser tan inoportuna, acá tiene toallas adicionales, olvidé mencionarle que la lavandería está en el sótano, las máquinas trabajan con monedas, son $2.50. –Me recalca sin quitarme la vista de encima. –Ah y por cierto, soy Débora, para lo que necesite.
-Es muy amable. –Le recibo las toallas.
-Sí. –Sonríe algo nerviosa y yo solo espero que se retire.
-Un gusto señora, ahora si me permite.
-Señorita, soy viuda, puede llamarme señorita Johansson o Débora, como usted lo desee.
-Lo tomaré en cuenta. –Trato de cerrar la puerta pero coloca el pie impidiéndolo.
-¿Cuánto tiempo permanecerá en el pueblo señor Jennings?
-Todavía no lo defino, buenas noches señorita Johansson. –Le indico esperando que capte la indirecta, es un poco incómodo estar casi desnudo en el pasillo.
-Buenas noches. –Retira el pie no sin antes volverme a hacer un sondeo.
La lluvia parece no querer parar, cierro las pesadas cortinas y me meto bajo las sábanas, no me doy cuenta en que momento me quedo dormido.
**************
-No saltes. –Me despierto gritando. ¡Maldita sea! la misma pesadilla, una y otra vez, ¿Qué significa? Me encantaría consultarle a Madame Russó, quizás ella podría darme una respuesta.
Paso las manos por mi rostro, veo la hora en el reloj digital que hay sobre la mesita de noche, son casi las 9:00 a.m. ¡Vaya que estaba cansado! Me brinqué la hora del desayuno, sonrío ante la idea de volver a la cafetería. Me levanto de un salto y hago mis ejercicios de rutina, para luego proceder a vestirme. Al bajar la señorita Johansson me sonríe ampliamente desde la recepción.
-¿Ha dormido bien señor Jennings?
-Sí muchas gracias.
-¿Puedo prepararle algo para desayunar si lo desea?
-Le agradezco no tiene por qué molestarse.
-No es molestia, de verdad.
Su actitud me disgusta, juraría que quiere que me meta entre sus sábanas y algo más.
-No se preocupe. –Le sonrío y antes que pueda agregar algo, salgo de ahí.
Me encuentro al frente de la cafetería, me siento ansioso, el ambiente se siente fresco y el sol se niega a salir. Presiento que lloverá en cualquier momento. Otra vez la campanita anuncia mi llegada, el lugar está vacío, a diferencia de anoche. Me siento cerca de la ventana que da al frente de la acera.
-Buenos días. –Una voz femenina me hace voltear pero para mi decepción no es ella.
-Buenos días. –Contesto algo decepcionado.
Me toma la orden y no hago más que buscarla pero es inútil, no está. Como mi desayuno en silencio y consulto por la dirección del aserradero, no me tardo mucho en encontrarlo. El sonido de las sierras se escucha desde lejos, y claro también está mi súper oído que es más agudo que el de los humanos. Converso con un obrero y pregunto por el capataz, me señalan al hombre que debo conversar.
-Hola ¿Señor Charpentier?
Un hombre alto y canoso me vuelve a ver, sus ojos azules se clavan en mí, le calculo alrededor de cincuenta años.
-Dime muchacho. –Sigue caminando con una libreta en la mano, toma apuntes de vez en cuando.
-Escuché que necesita personal.
–Voy al grano.
-Es correcto. Eyyy Miles, ten cuidado con eso. –Le grita al individuo que maniobraba el montacargas, se encontraba ordenando pesados tablones de madera.
–Abba me recomendó.
-Con que Abba, ¿Y por qué te recomendaría? ¿De dónde la conoces? –Me mira de forma inquisidora.
-Apenas anoche señor. –Me sentí un poco intimidado.
-Ya veo, bueno mi hija tiene buen ojo con las personas, si ella te recomendó.
-¿Su hija? ¿Abba es su hija?
-Claro, ¿No te lo dijo?
-No, omitió esa parte.
El hombre se encogió de hombros para agregar: -La semana pasada uno de mis empleados tuvo un accidente, estará incapacitado varias semanas. El trabajo es temporal ¿Estás de acuerdo?
-Claro ¿Qué habría que hacer?
-Talar árboles, ¿Eres bueno con la sierra?
-Ohhh sí señor. –Mentí, jamás había tocado una.
-Tenemos algo de urgencia por el puesto, ¿Cuándo podrías iniciar?
-Ya mismo si lo desea. –Eran cerca de las 11:00 a.m.
-Stevenson. –Se dirige a un hombre de mi edad, contextura delgada, cabello castaño, ojos cafés. -Éste es el reemplazo de Arnold, llévalo a Personal y luego hazle una breve inducción, las presentaciones quedarán para el almuerzo.
-Así nada más, ¿Estoy contratado? –Lo miré dubitativo.
-Sí, necesitas el trabajo y nosotros a ti, no veo el lío.
-Está bien. –Contesté aún extrañado.
-Sígueme por favor. –Me indicó el chico. –Bienvenido, soy Ethan.
–Me extiende la mano.
-El gusto es mío, soy James. –Le estrecho la mano.
-¿No eres de por aquí? ¿Cierto?
La pregunta del millón, todos parecían hacer tal observación.
-No. –Me limité a contestar.
-¿Dónde te estás quedando? –Quiso saber
-En la posada "Rever"
-Wow, ten cuidado con Débora, desde que enviudó busca marido, como que los cuarenta la afectó y parece estar con las hormonas disparadas todo el tiempo.
Intercambiamos una sonrisa cómplice, claro que conocía a qué se refería. Llegamos a una puerta que decía "Personal" en letras negras. Ethan esperó afuera, una señora avanzada en años me recibió, el trato fue amable, solo me tomó mis datos personales e información adicional para mi expediente.
-¿Prefiere que le paguemos en cheque o por depósito? –Me miró a través de los ovalados lentes.
-Cheque. –Le sonreí.
Cuando finalizamos, Stevenson me entregó las que serían mi herramientas de trabajo. Mi primer día no fue tan mal, Ethan me presentó a los que serían mis compañeros, todos eran personas mayores de treinta años, Stevenson y yo éramos los más jóvenes. Presté bastante atención a la inducción y asimilé la labor con prontitud.
No podía dejar de pensar en la chica de la cafetería, ansiaba volverla a ver, ¿Será que tendría turno de noche? Mejor me olvido de ella, después de todo, no estaré mucho tiempo en este lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top