Takemichi; Capítulo 1.

La constante en nuestra vida es preguntarnos, ¿Cómo será nuestra alma gemela? ¿La encontraremos algún día?

El aula estaba inusualmente silenciosa esa mañana. Apoyado sobre el pupitre, mira desinteresado entre la pizarra y el profesor empeñado en hacer la clase más dinámica. Los movimientos del hombre solo le provocan bostezos y cabeceos vergonzosos. Takemichi se iba a dormir a  mitad de la jornada.

Sus amigos estaban igual o peor que él, Akkun prácticamente babeando en su asiento y los demás, burlándose silenciosos. Le pareció divertido tomar un trozo de papel y jugar con su puntería, la boca abierta de su amigo era un buen blanco o por lo menos, hasta que el profesor lo notó y les pidió prestar atención.

Faltaban aproximadamente treinta minutos para que acabará la clase. Takemichi  pasó su  tiempo divagando en cosas sin sentido y en la sutil marca que portaba en su brazo izquierdo; las letras eran pequeñas, pero muy claras, un nombre tallado especialmente para él, su alma gemela: Manjiro Sano.

Nadie sabía como había comenzado o el porqué. Un niño al nacer portaba el nombre de quien  sería su pareja por toda la eternidad, su complemento perfecto en gustos y preferencias. El destino jamás se equivocaba al elegir y rara vez, las parejas estaba inconformes con ello, aunque existían casos imperfectos.

Y Takemichi se sentía fuera de lugar, es decir, apenas tuvo consciencia y entendió lo que su marca significaba, supo que su pareja  era un hombre.

No tenía problemas con las relaciones entre el mismo sexo, las marcas no distinguían géneros, pero Takemichi se consideraba a sí mismo lo suficientemente desaliñado y torpe como para gustarle a otro chico. No tenía rasgos femeninos y su cuerpo era delgado y con ligera musculatura, de su cabello ni que decir, apenas y lograba controlarlo con mucha crema y gel. Le gustaba vestir ropas anchas y coloridas. Eso definitivamente no llamaría la atención, al menos no la romántica.

En lo personal las chicas le parecían más atractivas. Siempre atentas y consideradas.

¿Será qué por primera vez el destino se había equivocado?

— Oye, Takemichi, la clase ya terminó.— Dijo Akkun frente a él, llevando sus manos a sus hombros para sacudirlo y devolverlo a la realidad.

Funcionó. Takemichi movió su cabeza y se levantó de un salto del pupitre, dejando de lado esos pensamientos pesimistas.— Pensé que nunca acabaría, ¿Nos vamos? — Preguntó, recogiendo su mochila del suelo un tanto perezoso y colgándola sobre sus hombro.

—  Andando, tenemos cosas que hacer hoy.

— ¿Cómo volvernos gángster respetados?

El pequeño grupo de cinco se abrió paso por los pasillos, charlando y riendo en desorden. Takemichi se sentía en confianza con sus amigos, aunque ninguno sabía pelear muy bien. De vez en cuando él lanzaba el primer golpe y lograba pequeñas victorias, sin embargo eran pocas comparadas con los grupos grandes de delincuentes. Había escuchado que algunos chicos morían en los enfrentamientos.

Apesar de los riesgos ellos querían jugar a ser gángsters. Su primo se había ofrecido a ayudarlos a enfrentarse a los matones de la secundaria Shibuya y él feliz, aceptó el reto.

¿Qué podría salir mal?

— Miren, es Hina-chan, debe estar esperando a Takemichi.— Señaló Yamagishi, empujándolo  con brusquedad hacía delante.

Takemichi se sonrojó de pie a cabeza, había tenido suerte de conseguir una novia en la secundaria y más una tan especial como Hinata; delicada y tierna, siempre atenta con él. 

— Reunámonos en la tarde, ¿Sí?

Sus amigos lo animaron para que se fuera con Hinata. Hizo a un de lado su timidez y avanzó hacía su novia, se  ofreció a llevar su mochila y guíar el camino a casa.

El trayecto era silencioso, pero no incómodo. Caminaban  a la par del otro.

— Creo que encontré a mi alma gemela.— El silencio lo rompió Hinata con esa declaración. Takemichi se paralizó, pero trató de mantenerse en calma.

— ¿En realidad? Oh vaya, felicidades.— Dijo dubitativo, de repente ansioso por llegar a casa.

— No me gusta, es un poco raro. — Agregó Hina.

—  Oh, supongo que debes conocerlo más. Si el destino nos puso está marca es por algo, ¿No crees?

— Lo sé, pero no quiero separarme de Takemichi.

— Hina-chan, siempre te protegeré y estaré contigo, ¿De acuerdo? —  Takemichi quería mucho a Hinata. No importaba que cosas tuviese que hacer, él quería que ella fuese feliz.

— Yo... yo deseo que las cosas sigan siendo iguales. Sigamos siendo novios.

— De acuerdo.

Takemichi disfrutó de nueva cuenta el silencio. No estaba molesto o triste, al contrario. Hinata lo había elegido a él, pero sabía que en algún momento ella entendería y se alejaría, el mismo no estaba seguro que haría si encontraba a su alma gemela.

Y de nuevo, ¿Cómo sería él?

La preguntaba que siempre rondaba en su cabeza. Takemichi no podía evitar pensar en Manjiro Sano. Imaginar su rostro o su risa, si sería más alto que él o más fuerte. Necesitaba verlo aunque fuese una vez. 

— Llegamos.— Dijo Hinata, frente a su apartamento.

Takemichi se rascó la nuca un tanto apenado por estar distraído.

— Lo siento.— Le devolvió la mochila y se inclinó respetuosamente.

— Descuida, siempre has sido así, aunque ahora eres más maduro, estás creciendo.

— ¡claro que no! Sigo siendo el mismo.

Hinata sonrió y asintió no muy convencida. Abrió la puerta y se quedó unos segundos mirando a Takemichi preocupada. El chico era especialista en meterse en problemas.

— Cuídate, Takemichi.

Se despidió Hinata, cerrando la puerta tras de sí. Takemichi se quedó allí de pie, hasta que los pasos de su novia se desvanecieron.

— Cuídate, Hina.

Mandó un mensaje rápido a sus amigos y después de saber dónde estaban, corrió rumbo al encuentro.  Ese día era muy importante.

Hola, amigos.

Soy nueva escritora, definitivamente tengo mías fallas; pero tengo muchas ideas por delante. Denle apoyo. Subiré capítulos seguidos, de hecho ya los tengo casi todos listos, pero tengo que editarlos y pues, ¡Bienvenidos!

Si hay algún error, háganmelo saber por favor.

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