En un tiempo inmemorial, la Luz y la Oscuridad existían como fuerzas primordiales en un estado de equilibrio perfecto. La Luz, pura y resplandeciente, irradiaba calidez y vida, mientras que la Oscuridad, densa y misteriosa, otorgaba protección y reposo. Juntas, moldearon el mundo y eventualmente dieron lugar a la humanidad. Reconociendo la vulnerabilidad de los humanos ante las fuerzas colosales que los rodeaban, la Luz y la Oscuridad decidieron otorgarles poderes, con la esperanza de que pudieran protegerse y salvaguardar el equilibrio.

  Escogieron diez familias como portadoras de los diez dones. Cinco dones pertenecientes a la luz y cinco pertenecientes a la oscuridad.

Sin embargo, la naturaleza humana, con su insaciable deseo de poder y tendencia hacia la destrucción, comenzó a inclinar la balanza. La Oscuridad, al percibir esta debilidad, empezó a corromperse, extendiendo su influencia más allá de lo permitido. En las sombras, el caos se desató: cosechas se marchitaban, las bestias se volvían feroces y los hombres caían en luchas interminables.

Ante esta amenaza creciente, la iglesia, junto a un grupo de sabios y guerreros, fundó la Orden de la Rosa. Este grupo se dedicó a mantener el equilibrio y proteger al mundo de la anarquía. Sin embargo, la Oscuridad continuó expandiéndose, y sus efectos se hicieron sentir en todos los rincones del mundo.

Fue entonces cuando tres valientes personas dieron el paso adelante, sacrificándose para enfrentar la creciente amenaza. El portador de Luz, un ser de pureza inmaculada, emanaba una energía que podía iluminar las almas más oscuras. El portador de Oscuridad, fuerte y estoico, representaba la fuerza necesaria para contener el caos. Y el Elegido de la Orden, un sabio poseedor de un conocimiento ancestral, comprendía la importancia del equilibrio y la armonía. Juntos, decidieron hacer el último sacrificio: crear un sello que contuviera a la Oscuridad desbocada.

En un acto de valentía y altruismo, los tres seres se unieron, canalizando sus poderes para encerrar la Oscuridad y su influencia en un lugar oculto. Sin embargo, este acto los dejó atrapados junto a la Oscuridad, convirtiéndose en guardianes eternos del equilibrio que tanto buscaban proteger.

A lo largo de los siglos, el sacrificio de los guardianes logro que el equilibrio se reestableciera y las diez familias portadoras de los dones divinos vivieran en paz y armonía.

   Hasta que una profecía se empezó a susurrar entre las sombras, una advertencia que hablaba del nacimiento de una niña con la Herencia de las Almas. Según la profecía, esta niña sería capaz de liberar a la Oscuridad nuevamente, desatando un caos aún mayor. Su llegada era temida, pues se creía que el equilibrio podría romperse de nuevo, trayendo consigo una era de oscuridad.