14. Chamuel

Seguía castigado por el Consejo. Eso quería decir que no podía ir al campo de batalla ni hacer investigación de campo. Solo podía seguir presenciando las clases de Miguel y monitorear a Calum sin que él se diera cuenta.

Era horrible estar atado de manos de esa forma. Había nacido para luchar, para atacar; no para ser niñero de otros. Cada clase de teoría básica en la que tenía que extender mis alas solo para que los alumnos practicaran la visión total me lastimaba el orgullo.

No solo quedaba débil por horas, cosa que podría haberme matado en otro momento de mi vida, sino porque además me hacía sentir un desperdicio. Dios no había creado mis alas para esa estupidez.

Salí a escondidas de una de las clases de Miguel, antes de que él me obligase a hacer de payaso de circo una vez más. Tenía tiempo muerto que matar y decidí ir a ver a Calum, hablar con él me haría bien.

Sin embargo, cuando llegué estaba en uno de esos momentos de confidencia con Brooke que ayudaba a fortalecer su amistad. Esos chicos habían descubierto cómo ser los cimientos del otro de manera bastante rápida. Hasta a veces se me ocurría pensar que en otras circumstancias, podrían haber sido más que solo amigos.

Sin embargo, él estaba muerto y ahora eso de nada servía.

...necesitas terapia. O algo así dijo Calum, cosa que me dejó muy sorprendido. Terapia. El chico no llegaba ni a la mayoría de edad humana y ya decía esa palabra con tanta soltura.

A mí me habían recomendado ir a terapia desde que había salido de la batalla del Medio Milenio. Tal vez por eso mismo fue que me cerré tanto en no necesitarla, porque me habían pedido que lo hiciera. En mi cabeza, necesitar terapia era como aceptar de manera abierta que ya no podías solo. Como si... conmigo mismo y mi voluntad no bastara. Necesitar terapia era un golpe bajo a mi orgullo que no estaba agradecido de recibir.

Sin embargo, ahí estaba Brooke, sopesando lo que Calum le decía sin trabas, sin ego que le pusiera obstáculos a su interlocutor. Sin cerrarse a la opción de necesitar ayuda.

La chica humana era muchísimo más sabia que yo y si bien eso me lastimaba, también me motivaba en medidas iguales. Le conseguiría un terapeuta a Brooke Alden y me conseguiría uno a mí también. Estaba listo.

—No estaba listo para esto, —Lorelai y sus ojos rojos me miraban con tranquilidad—, no quiero que te lo tomes personal. No lo es en lo más mínimo, pero cuando pedí un terapeuta jamás se me ocurrió que sería una cría como tú.

—No me lo tomo personal, tranquilo. —Su sonrisa clara y amable me dejó saber que decía la verdad.

Entrelacé mis manos sudorosas nervioso, no sabiendo muy bien cómo seguir. ¿Qué podría hacer esa chica por ayudarme? Con suerte y sabía algo de la vida hasta ahora.

—Mi edad no será inconveniente, Chamuel, he estado tratando ángeles con estrés post traumáticos como el tuyo desde que me recibí de psicóloga. No es necesario que en las primeras sesiones hablemos de eso que te está causando problemas, la idea es ir poco a poco y con lo que a tí te haga sentir cómodo.

—Eso suena bien, porque no sé si estoy en verdad listo para hablar de la batalla aún. No es que no quiera hacerlo, pero es volver a algo que me hace... mal, por no saber cómo más expresarlo.

—¿Qué te parece si me cuentas de tu misión paralela? La del chico que murió antes de tiempo.

—Oh, sí, mejor hablemos de eso —entrelacé mis manos sudorosas una vez más, ya era como la cuarta vez que lo hacía en esos cortos quince minutos de sesión—. Calum es un buen chico, lo que le está pasando es horrible pero lo sabe llevar bastante bien. Eso me sorprendió bastante porque solo tiene diecisiete años humanos.

—Eso es sorprendente —comentó Lorelai mientras tomaba notas en su pequeña libreta blanca, estiré el cuello para ver si podía leer lo que anotaba y ella me sonrió mostrándome mis notas—. Solo anoté el nombre del chico, nada de qué preocuparte. Me gusta en estas sesiones escribir datos particulares como este porque nos harán ir sintiendo más cómodos a medida que avancemos. No sería lindo que terminemos nuestras sesiones y yo te siga preguntando por el adolescente humano.

—Oh, claro, tiene sentido. —Hundí mi espalda en el cómodo respaldo de mi sofá y quedé mirando al techo—. Tengo miedo de lo que la batalla me causó, porque a veces siento la realidad escapándose por mis dedos; como cuando uno intenta atrapar arena y ésta se escurre.

—¿Y cómo te afecta eso?

—Quedo por momentos colgado en un limbo, no pienso en nada más que lo que viví sin darme cuenta dónde estoy o con quién, me hace impráctico porque me disperso.

—Y eso es un problema porque...

—Me hace sentir inútil —confesé herido, sintiendo cómo las lágrimas que no quería soltar me hacían arder los ojos—. No fui creado para ser inútil. Se me creó para luchar, para proteger a los otros.

—En verdad, Chamuel, se te creó para buscar al amor —me corrigió ella esbozando una media sonrisa llena de empatía—. Tu nombre significa El que busca a Dios, y todos sabemos que Dios es amor. Entonces, a ti se te creó para buscar al amor.

—...y como tal, llegó un momento en que confundí buscar el amor con protegerlo —completé su pensamiento, sintiendo que un peso invisible se desprendía de mis hombros—. Eso quiere decir que luchar por los otros, protegerlos, es solo una forma de buscar el amor.

—Exacto. Solo es una de las formas.

—¿Sabes, Lorelai? Calum dijo algo sobre buscar un terapeuta para Brooke, su misión. Es la chica que perdió en un accidente de tráfico a sus padres y su hermana gemela.

—Oh, pobrecita. Lo mejor que puede hacer Calum es conseguirle un terapeuta. ¿Pero no será difícil siendo él un guía espiritual?

—En eso mismo estaba pensando, tal vez tú conocías alguna humana especialista que tenga sus registros akáshicos despiertos o algo así.

—No conozco a nadie en ese perfil en donde están ellos, pero sí sé que hay una psiquiatra que escucha los mensajes de los ángeles. Creo que si tú la contactas en vez de Calum, podrás tener muy buenos resultados.

—Oh, eso sería fantástico. En verdad te lo agradezco.

Lauren Mills me miró con un brillo divertido en los ojos, como de alguien que con sorpresa recibe a un ser querido que no ha visto en mucho tiempo. Eso me confundió, pues es la primera vez que la veía.

Ella, sentada en su silla de sesiones y yo, recién aparecido en su sofá. Me había llevado más tiempo del que me hubiese gustado poder contactarla. La psiquiatra sonrió con dulzura y sus ojos celestes chispearon una vez más, se notaba a la legua que era una mujer llena de amor y empatía.

—...esto es nuevo. Hola.

—Lamento interrumpirla en su descanso, doctora, sé que su tiempo vale oro pero necesito de su asistencia. —Lejos de comportarme como lo hacía con Calum, sentía la necesidad de tratar a esta humana con mucho respeto.

—Mi próximo paciente no llega hasta dentro de treinta minutos, así que estoy para lo que disponga. ¿Cómo puedo ayudarlo, señor arcángel?

Mi silencio le respondió sin necesidad de mediar palabras, me había agarrado por completo en frío. ¿Cómo sabía que era un arcángel?

—Cuando pidió mi ayuda, varios ángeles vinieron a pedirme que te ponga como prioridad. No sé quiénes son, pues la mayoría de las veces solo escucho susurros, como plegarias rezadas en una iglesia. Pero contigo, varias voces diferentes vinieron a rogarme que te tomara con urgencia.

—No sé quién puede haber sido —sacudí la cabeza con lentitud sin poder pensar en nadie que fuera a salir de su apretada agenda para ayudarme, pero lo agradecía con un pecho hinchado de alegría. Por un rato me sentí amado por mis pares, como hacía mucho no me sentía—. La mayoría de mis camaradas están muertos... y con los demás, perdí contacto.

—¿Sí? —su cabeza ladeada a un costado pidiendo información me pidió que le contara sobre cómo había quedado atrapado en la batalla del Medio Milenio para salir y comprender que los amigos que antes habían sido como hermanos habían seguido sus vidas sin mí. Le tuve que explicar, pese a mi incomodidad, cómo yo me alejé pues me sentía dueño de una emoción oscura y tóxica que amenazaba con contaminar la luz de ellos.

—Pues tus amigos se ve que aún te aman como el día antes de que te fueras a la batalla, señor arcángel. Chamuel, ¿verdad? —asentí respondiendo a su pregunta casi retórica, pues ella se sabía en lo cierto. Ahora, cuéntame en qué puedo ayudarte, porque dudo que en tu plano no haya especialistas como yo.

—...eso es correcto. Vengo porque parte de una de mis misiones es que Brooke Alden siga viva. Ella es una humana adolescente, sobrevivió a un accidente pero perdió a su familia en el proceso, su hermana y ella eran gemelas.

—Oh, claro, los casos con las gemelas no son para nada fáciles.

—Exacto, y esta chica está mostrando tendencias suicidas.

—Lo mejor que pudiste haber hecho fue contactarme, —alzó la mirada de las notas que estaba tomando para enfocarme con determinación—. Mañana mismo, que venga a verme apenas terminen sus clases.

—Perfecto, se lo agradezco.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top