Capitulo#11. ✷Conquistando(Te)✷
España, Madrid./ 20 de Mayo.
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Melany Brown.
Toc, toc, toc, toc...
Al escuchar los toques en mi puerta. Me levanto y miro la hora en mi reloj de mesa, ¿y adivinen que hora es?. Sí, son las 5:00 am.¿A quién se le ocurre levantarme tan temprano?.— Pues solamente a mi querida madre.— Con un poco de frustración, me pasó las manos por mi cara adormecida.Para luego arrastrar mi pies y caminar hacia la puerta para luego abrirla.
—¿Acaso te has vuelto loca mamá?.— Dije todavía bostezando.— Apenas son las cinco de la mañana.
Cuando veo que no me reclama y en lugar de eso se queda callada.—Levanto la mirada debido a la confusión.—Y casi me desmayo al mirar a esos ojos intensamente azules.
—¿Gareth?.— Inquiero confundida.
El me mira de pies a cabeza para luego sonreírme.
— Lamento levantarte temprano. Yo solo quería traerte el desayuno.— Dice apenado mientras me tiende una bandeja llena de panqueques.— Tú madre me dijo que eran tus favoritos y decidí cocinarlos para tí.
Si antes estaba completamente confundida, ahora estoy anotada.—¿Alguien me puede explicar que está pasando?.— Desde cuándo el chico más egocéntrico que conozco se levanta a las cinco de la mañana a cocinarme.
— Melany, te pasa algo. Sí es por la comida puedo prepararte algo distinto.— Dice intentando no parecer inquieto.—De verdad no me importaría, solo quiero que disfrutes tu desayuno.
Al escuchar sus palabras volvi nuevamente a la realidad.
— Te agradezco mucho el gesto.— Exprese sincera.— Pero no es necesario hacer todo esto, por mí.
— Cuando se trata de amor. Todo es necesario.
Sin poder evitarlo se me dibujo una sonrisa en mis expresiones.
—Siempre siendo un idiota muy terco.
El se encoge de hombros. Para luego acercarse a pasos sigilosos, quedando a centímetros de mi rostro.
— Y tú, siempre serás la niñata que gime mi nombre cuando la hago mía.
Mis mejillas se encienden y mi cuerpo se estremece al tenerlo tan cerca.— Joder necesito tomar distancia antes de que cometa un error del que me voy a arrepentir.— Su aliento choca con mi rostro, y el impulso de besarlo que siento es incontrolable. Pero con todo el autocontrol, coloco la bandeja en unas de mis manos, y con la otra lo empujó hacia al pasillo. Para luego cerrar la puerta rápidamente.
Cuando por fin estoy sola en mi habitación soy capaz de expulsar todo el aire que no sabía que estaba conteniendo.— ¿Que había sucedido haya fuera?.— No tenía la menor idea, pero sin duda estar cerca de Gareth, era como tener al fuego vivo bajó tu piel. Te quemaba, te consumía, pero aún así te era imposible resistir esa sensación, esa sed de querer más.
Pero también sabía mejor que nadie, que tenía que resistirme, y no caer bajo sus fuertes llamas, porque un gran incendio solo termina en polvo y cenizas.
Coloqué el pequeño desayuno en mi mesa. Y note una pequeña rosa roja con una tarjeta.— Sonreí como una boba. Mientras agarraba la tarjetita y la abría.
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Te hice panqueques en forma de corazón para recordarme que solo tú haces que mi corazón dé un vuelco.
También les dibuje algunas caritas felices con la intención de hacerte tan feliz como tú me haces a mí...
Y aunque las notas siempre tienen el poder de hacer llegar un mensaje romántico, en mi corazón se guardaban las explicaciones de mis acciones.
¿Acaso no es más sabio explicar lo que sentimos de una manera que nos haga libres en vez de quedarnos presos con el amor dentro de nuestro propio ser?.
Yo creo que sí, ¿y tú?...
P.D: Por siempre, tú idiota insoportable Gareth Russo :).
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Doble la nota mientras suspiraba como una boba enamorada.— Mi pobre corazón no podía soportar la cantidad de arrebatos que estaba experimentando.— Y aún así, no tenía las palabras para responder su pregunta.
Expresar lo que sentimos y como nos sentimos siempre nos hará sentir libres. Ya qué, solo el desahogo de nuestros sentimientos nos dará libertad. Pero estoy atada, no solo por lo que siento, sino por el temor que tengo de expresarlo. No solo al miedo de herir, sino al miedo de quedarme con nada.
Suspiró con pesadez.
Para luego alistarme lo más rápido posible y salir de mi habitacion. Llegué a la segunda planta, y mi madre simplemente estaba resolviendo algunos asuntos por teléfono mientras que Alfred estaba con una fila de papeles sobre algunos de sus negocios.
Sin querer interrumpirlo me dirijo a la salida de la mansión, donde intentaré encontrar un autobús que me lleve al instituto. Cuando llego a la fuente de agua de la entrada. Escucho claramente cuando alguien me llama.
—Señorita Melany.
Me volteó y encuentro al señor de ojos grises.— Sí , se acuerdan de aquel hombre de traje rojo que quería robar mi maleta cuando llegue.— Pues el destino era tan cruel que lo colocó de nuevo en mi camino.
Volviendo nuevamente a la realidad. Respiro hondo mientras trato de ser cortés.
— Necesita algo, señor...— Me cortó al no saber su nombre.
El sonrió cálidamente.
— Soy Andrés Willow.— Extendió su mano hacía mí, la cuál acepté educadamente.— No necesito nada. El señor Gareth, me encargo la labor de llevarla a su preparatoria.
Eso lo explicaba todo.
—Entiendo.— Fué lo único que dije.
El comenzó a caminar hacia unos de las hermosas camionetas brindadas de color negro, mientras que yo lo seguía sintiéndome un poco apenada.
Ingresé al vehículo y el lo hizo después. Encendió el auto, y comenzamos a andar por las calles del vecindario.
—Usted y el señor Gareth deben tener una buena relación de hermano.— Comenta él con cierta curiosidad.— Desde que lo conozco, nunca lo he visto tan preocupado por otras personas que no fuera el mismo.
Aquella declaración me sorprendió no lo niego. Porque a pesar de que la mayoría de las veces es un completo imbécil, siempre se ha preocupado por mí.
-Tú misma lo has dicho por tí. No por otros.
Mi conciencia está siempre en contra.
— Supongo que todas las personas tienen derecho a cambiar.— Le dije intentando ser razonable.
El me miró a través del retrovisor del vehículo.
— Tiene razón señorita. Sin embargo, la causa de su cambio es usted.
Me quedo con la boca abierta sin saber que carajo decir.
— Acaso esto es una clase de venganza. Porque de verdad lamento mi comportamiento en el principio.— Comenté molesta.— Pero no puede culparme simplemente porque alguien intentó ser mejor por sí mismos.
— Señorita no tengo ningún rencor por lo sucedido en el pasado.— Dijo calmadamente.— Conozco al señorito Russo, desde que nació. Lo he visto crecer y convertirse en el hombre que hoy en día es. Y créame cuando le digo que nunca lo he visto tan preocupado por nadie que no fuera usted.
Otra vez quedé con la boca abierta completamente.
—Porque me dices todo ésto.— Preguntó intrigada.
Su semblante se vuelve comprensivo.
— Porque creo que él la quiere, señorita.
Esperen un momento "Me quiere". En serios ese idiota, egocéntrico, e insoportable me quiere.— Dios mío, necesito procesar esta información antes de que me dé un infarto.
El resto del trayecto fue silencioso, y solo agradecí el precisó momento en el que me dejó en la entrada del instituto.— Me despedí de su persona adecuadamente. Porque podré dar malas impresiones pero nunca seré mala educada.
Entre a la preparatoria y como alma que lleva el diablo atravesé el pasillo a toda velocidad mientras intentaba encontrar a mi mejor amiga.— Lo cuál, fue más complicado de lo que pensé.— Llegué a mi casillero saque los libros que iba a necesitar. Y como toda una diva, emprendí mi camino hasta la clase de castellano.
Pero olvide el pequeño detalle de que los pasillos siempre tiene estudiantes.— Por lo cuál, antes de dar dos pasos. Ya había chocado contra alguien.— Obviamente termine en el piso con los libros regados por todas parte.
Ahogué un quejido de dolor.
—Acaso no miras por dónde caminas.— Reclamé furiosa mientras levantaba la mirada y me encontraba con esos ojos marrones.
Joder... Porque de todas las personas con las que pude chocar justamente tuvo que ser Esteban. Tanto me odiaba la vida.
Con un suspiro de frustración me levanté rápidamente del suelo para luego comenzar a recoger mis libros mientras mi ex novio solo me miraba sin hacer o decir nada.
Cuando termine de recoger mis pertenencias, le dí la espalda y emprendí mi camino lejos de aquel chico. — Sólo que nada sale como lo planeamos.— Porque nuevamente el idiota de mi ex me estaba siguiendo.
Comencé a caminar rápido pero el comenzó a correr y sin darme cuenta se interpuso en mí camino.
— Se puede saber que quieres. Y porque me persigues.
Volteó sus ojos.
—Necesito hablar contigo.
— De que yo sepa genio. Estamos hablando.— Expresé con obviedad.
Gruño en derrota.
— Porque te comportas de esa forma conmigo. Acaso olvidas todos los momentos que compartimos en el pasado.— Me preguntó con esa expresión de dolor.( sí, era un gran actor él imbécil).— Vamos Melany, en verdad olvidaste tan rápido todo lo que siento por tí.
Les confieso que he visto muchas cosas patéticas en mi vida. —Pero que una persona que te traiciono, te lleno de inseguridades, y aparte tuvo la osadía de echarte toda la culpa por su ruptura. Intenté recuperarte con engaños.— Se llevó el premió mayor.
No tengo muy claro lo que significa el amor. Y por gran parte de mí vida estuve convencida que era lo que Esteban sentía por mí.— Pero luego comprendí lo equivocada que estaba.
—El verdadero amor no ata, ni axfixia, ni te limita. No, el amor verdadero te hace sentir llena de vida, como si te hubieras convertido en una planta renacida. Creciendo, respirando y arrojando raíces en todos lados.
— Estaban, te quise en su momento. Y sé, que de algún modo un poco retorcido tú también lo hiciste.— Expresé con sinceridad.— No obstante, ya no somos las mismas personas. Tu cambiaste, yo cambié, y nuestros sentimientos también lo hicieron.
» No niego que disfrute cada momento a tu lado, atesore cada recuerdo, guarde en mi memoria todas las primeras veces que compartimos juntos. Sin embargo, todo en algún momento termina no con finales felices, pero siempre termina.
Él me visualiza confundido.
—¡No!... No, lo entiendo. Porque te niegas a recordar todos los buenos momentos juntos.
Esté chico estaba recreando el drama más grande del mundo sólo por no ser capaz de afrontar la realidad.— Recordar lo vivido es querer encadenarse a un pasado que ya se ha disuelto, como si pudiéramos atrapar en nuestras manos ese tiempo transcurrido. Y con eso, parece que sólo nos permitimos recordar lo bueno, para olvidar las heridas de los momentos tristes.
—De que vale recordar todo lo bonito que vivimos. Cuando tenemos una gran colección de malos momentos que desvanecen los buenos.
En ese momento ví como algunas lágrimas caían de sus ojos.— ¡Vaya que era un buen actor!.— Antes quizás hubiera sentido pena al verlo llorar. En cambio ahora era capaz de ver su verdadera máscara.
—Es por ese chico, ¿Cierto?.—Preguntó.
Diosas de los imbéciles dame paciencia para no matarlo... Amén.
—Él no tiene nada que ver.— Dije seriamente.— Sólo intento terminar en buenos términos contigo aunque no te lo merezcas.
Pero el hizo caso omiso a mis palabras y siguió con su drama. A hasta altura la mayoría de los estudiantes de la preparatoria estaban escuchando y observando nuestro espectáculo.
— Estás enamorada de Gareth. Por eso, ya no quieres intentar nada conmigo.
Respira Melany... Respira.
— Me engañaste, Esteban.— Le recordé.— Te acostaste con otra chica.
Mientras yo estaba en un hospital a punto de morir.
Mi confesión lo sorprendió.
— Melany por favor perdóname.—Suplicó.—Yo no solo te quiero sino que también te.....
¡No puedo con tanto descaro!.
—BASTA.— Lo interrumpí.— No digas algo de lo que te vayas a arrepentir.
Sus ojos marrones me miran con seriedad.
— No me voy arrepentir. Porque yo te amo.
—Joder que te calles.— Exclamé furiosa.— Me engañaste, me mentiste, traicionaste mi confianza. Y aún así, piensas que soy tan estúpida como para darte otra oportunidad.
» Ya estoy cansada de ser tú saco de boxeo, Esteban.Valgo mucho como para dejar que alguien como tú disminuya mi valor.
En ese momento le dí la espalda y camine a través de la multitud de estudiantes con la intención de alejarme de aquellos cuchicheos y susurros.
Cuando salí de aquella masa de gente, camine por los pasillos intentando llegar lo más rápido posible a los jardines.—Y aunque alguien me seguía el paso. No me detuve hasta que llegue al jardín de la preparatoria.— Me senté en unos de los bancos y al fin pude respirar un poco de aire fresco después de aquella discusión.
—Mely te encuentras bien.— Preguntó Dana con aquel tono de preocupación.
Al parecer la persona que me seguía era Dayana.— Mire hacía el frente y ahí está la única chica capaz de soportarme.
Le regale una sonrisa triste.
—Escuchaste toda la conversación.
Ella asintió un poco apenada.
—Por qué no hicistes nada para detenerme.— Inquiero dudosa.
Suspiro con pesadez mientras se sentaba a mi lado.
— Estuve a punto de hacerlo.— Confesó.— Pero luego comprendí que muy dentro de tu ser. Necesitabas cerrar esa herida.
La mire directamente a aquellos ojos verdes y supe que estaba siendo completamente sincera.
—¿Cómo podemos saber sí cerraste una herida?.
— Por qué al recordarla no piensas en el dolor que sentiste. Sino en las experiencias que viviste y las lecciones que te obsequio.
La mire impresionada mientras intentaba no derrumbarme por sus palabras.
— ¿Sabes algo?.— Exprese mientras miraba la flores coloridas.— Las personas siempre dicen que un corazón roto puede volver a sanar. Y por mucho tiempo creí en esa mentira.— Expliqué.— Porque romper un órgano tan vital como el corazón es una mentira, pero en cambio lo puedes herir de manera tan profunda que llegues a pensar que es imposible curarlo.
Dayana me miró con confusión en sus expresiones.
—¿ A qué te refieres?.
—Lo que quiero decir es que nadie puede romper el corazón, ya que es un órgano tan vital como la sangre que corre por tus venas. Pero se puede lastimar de manera tan profunda que parezca que se ha detenido para siempre. Sin embargo, al herirlo, aunque cause dolor, el corazón seguirá latiendo y eventualmente sanará.
Ella sonrió orgullosa al escuchar mi explicación y me abrazo fuertemente.— Y la verdad como necesitaba ese abrazo.— Pase una mañana llena de emociones, dramas y tantos problemas que necesitaba un poco de paz.
Cuando nos separamos de aquel abrazo ambos nos sonreímos.
—Mely, estoy muy orgullosa de tí.— Comenta con toda la sinceridad del mundo.— Pero ya basta de sentirte insuficiente por una persona que no vale la pena.
Resople con fastidio.
— Es que me siento un poco hipócrita conmigo misma.— Le confieso.— Hace rato gritaba a los cuatro vientos que valía mucho. Y ahora me siento tan miserable.
Dana nego con la cabeza mientras me agarraba las manos tratando de darme apoyo.
— Puedes prometerme algo.— Me preguntó.
Yo asentí en respuesta. Y luego le regalé una sonrisa.
— Claro, Dayana.
—Nunca te conviertas en la mujer que se deja minimizar, que se deja opacar tanto por otros que termina olvidando su valor como persona.— Me aconseja con seriedad.— Jamás te permitas que alguien te haga creer que no eres importante, que no mereces ser escuchada o que no mereces ser amada.
Sus intensos ojos verdes se centraron en los míos. Mientras esperaba una repuesta.— Pero yo solo pude decir:
— Te lo prometo.
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— Tuviste sexo oral.— Gritaron Dayana y Evelyn al unisoto.
Sí le estoy contando todos los detalles indebidos a dos chicas que son muy discretas.( Notarse el sarcasmos por favor).
—Chicas bajen la voz.— Les susurró con las mejillas rojas de vergüenza.
Pero obviamente ninguna me hizo caso.
— ¿Y después que sucedió?.— Me preguntó Dayana interesada.
La mire como sí le hubieran salido dos cabezas.— ¿Qué más quería que le contará?. Sí no había sucedido más nada.
— Hasta ahí llegan las cochinadas.— Dije mientras volteaba los ojos.— Pero luego en la noche llego a la puerta de mi cuarto y...
—Perdiste tu virginidad— Culminó la morena con una sonrisa.
La mire con terror.
—No. ¡Acaso estás loca!.
—Te amarró en la cama.— Siguió Dayana tratando de adivinar.
Diosa de las amigas indiscretas en que lío me he metido.
—Obviamente no.— Me defendí al instante.
Evelyn hace una mueca.
—De seguro te follo duro contra la pared.
— Excitado contra el pavimento.
—Caliente contra el closet.
—Salvaje contra la encimera.
—Hambriento contra su entrepierna.
Niego mientras las miro a ambas con horror. Ésto parecía una pesadilla pornografíca.
—Yo creo que cabalgó su enorme amiguito.— Sonríe Dayana con malicia.
Quedé con la boca abierta.
— Es mucho para ella.— Dice Evelyn mientras piensa.— Yo creo que se la chupó.
¡Vale ya tuve suficiente de estás dos pervertidas!.
—. Chicas nada de esas cochinadas pasaron .— Dije alterada.
Ambos se quejaron.
—¿Entonces para que subió a tu habitación?.— Inquirió la morena.
—Para decirme algo.— Dije con obviedad.
—¿Y que te dijo?.— Preguntó Dana con intriga.
En ese momento ambas estaban atentas a lo que iba a decir. Cómo sí, estuviera a punto de contarles todos los secretos de la NASA.
—Subió a mi habitación y me dijo: "Quiero que te enamores de mí".
—AAAAAAHHHHHH.— Gritaron al unisoto y yo me tape los oídos.
Todos los estudiantes que estaban en la cafetería nos observaban como si fuéramos seres de otro mundo.— Y no los culpo.— Con amigas así de indiscretas, hasta yo pensaría lo mismo.
—Al parecer el chico más mujeriego tiene sentimientos.— Suspiró Everlyn como toda una enamorada.— Tienes mucha suerte Melany. En ocasiones las personas no quieren cambiar.
Eso captó mi atención.
— Lo dices por algo en específico.— Inquiero sin entender a que se refiere.
Dayana me da un pequeño golpecito en la cabeza.
— En que mundo vives, Mely.— Dice ella mientras chasquea los dedos.— Sí , es obvio qué esta enamorisima de Max.
Lo admito eso no me lo esperaba.
— Espera un momento.— Pregunté confundida.— De Max, Max Ramsey, el mejor amigo de Gareth.
Everlyn se puso roja como un tómate. Y Dana suspiré intentando encontrar la paciencia en algún lado.
— Obviamente, Mely. ¿O acaso conoces a algún otro estudiante que se llame igual?.
¡Vale eso era mucho por asimilar!.
—Ella tiene razón estoy completamente enamorada.— Confiesa finalmente la morena.— Y por un momento pensé que quizás el también lo estaba.Pero luego comprendí que no me quiere lo suficiente como para tener algo serio conmigo.
Yo le regalé una sonrisa comprensiva.
—Creo que el sí te quiere, solo que no sabe cómo demostrarlo.
En ese momento los ojos de Everlyn brillaron con cierta esperanza.
—Alto ahí, princesa.— Le dice mi mejor amiga.— Estamos hablando de un mujeriego que tiene mala fama.
Everlyn y yo resoplamos.
—¿Y que tiene que ver?.— Inquiero.— No podemos juzgar a las personas por los errores que hayan cometido en el pasado. Sino que debemos intentar conocerlas por lo que son en el presente.
En ese momento se escucha un fuerte aplauso que era causado por nada más y nada menos que "Max Ramsey".
— Y por supuesto, Everlyn intentaba no desmayarse, Dayana intentaba estar lo más serena posible y yo intentaba actuar de forma casual.
—Wao Melany, eso fue muy inspirador.— Comenta con una sonrisa. Para luego agregar.—¿Cierto chicos?.
Cuando dijo chicos todo el control que pudiera existir se fué a la borda.— Cuando mire a Denver el sonreía abiertamente mientras caminaba directamente hacia mi mejor amiga.— Max se sentó al lado de Evelyn intentando de alguna manera llamar su atención.— Y Gareth... Bueno como lo explico... Sólo me miraba, pero con intensidad, con esa intensidad que me hacía cuestionarme hasta mi jodido nombre.
Gareth tomó asiento a mi lado mientras me regalaba una de esas hermosas sonrisas que me quitaban el aire.
—¿Que haces pequeña?.— Me susurró en un intento de establecer una conversación.
Relájate Melany... Relájate.
—¿Eh?... Hola a ti también.—Dije tartamudeando. Y él se rió a carcajadas.
—¿Estás nerviosa niñata?.— Inquirió con una sonrisa de superioridad.
Nerviosa era poco. Su cercanía revivía todas las sensaciones que el causaba en mi ser.— No entiendo cómo eso lo consideraba posible.—Pero estaba desarmando mi corazón pieza por pieza dejándome completamente expuesta .
—Eres tan transparente que soy capaz de escuchar tus pensamientos.—Confesó.— Pero no te preocupes. Tú eres capaz de desarmarme y reconstruirme como quieras. Tienes el poder de hacerme sentir vulnerable y fuera de este mundo.
Sus palabras me dejan tan aturdidas que me cuesta reaccionar.
—Melany aún no has comido.— Interviene Dayana salvándome de la situación .
—Es cierto.— Dije con las mejillas rojas.— Everlyn te importaría acompañarme.
—Me encantaría.— Acepta de inmediato.
La morena se levanta enganchando su brazo con el mío. Y juntas caminamos al inicio de la cafetería con la intención de buscar nuestras camida.— Cuando la cocinara nos visualiza nos fulminan con la mirada.— Pero luego nos extiende nuestra bandejas en el mostrador.
Nosotras las agarramos y yo sin evitarlo hice una mueca.— La comida consistía en arroz con alguna clase de puré que parecía baba, también nos agrego una manzana, y por último un jugo de uva.— Estábamos en preparatoria de ricos, pero sí eres de los últimos que iba a buscar su comida, te tocaba lo peor.
—Almenos tenemos una manzana.— Dice la morena con una sonrisa.
Me encogí de hombros.
—No me quejo. Esperaba algo peor.
Sus ojos avellanas me miraban con incredulidad.
—¿Cómo es eso posible?.
—En mi antigua preparatoria daban algo parecido al vómito de perro.
Ambos nos miramos con complicidad para luego reírnos a carcajadas. Hasta qué alguien carraspeó y nos interrumpió.
—Pero miren que tenemos aquí.— Comenta Sofía con burla.—. A la conquista de Gareth, y el juguete de Max.
En ese momento la fulminó con la mirada.Mientras Everlyn simplemente baja la cabeza.— Eso me enfurece demasiado.
Nadie tiene el derecho de juzgarte, humillarte o hacerte sentir inferior. Solo puede hacerlo si tú se lo permites. Y Everlyn parecía haber entregado ese poder a otros
—No entiendo porque reclamas algo que no te pertenece.— Dije con seriedad .— Las personas no son objetos que se puedan adquirir ni dominar. Son seres humanos, almas libres con derecho a decidir sobre sus vidas y sus decisiones.
Ríe amargamente mientras sus ojos parecen lanzarme dagas de fuego.
—Lo reclamo porque no lo mereces.— Afirma con confianza para luego sonreír con superioridad.— Y nunca lo merecerás.
Solté una risa sarcástica.
—¿Y tú, sí?.
— Obviamente. Soy todo lo que necesita.
Hago mi mejor expresión de aburrimiento.
—Lastima que para él solo fuiste un juguete desechable.— Le recuerdo con burla.
En ese momento lavanta su mano para darme una bofetada.— Por inercia cierro los ojos esperando el golpe. Pero nunca llega.— Cuándo abro mis párpados. La imagen de Everlyn en el suelo llena de comida y con lágrimas en sus ojos. Me golpea creando una ira dentro de mi ser que jamás había experimentado.
—Maldita perra.— Solté mientras la agarraba fuertemente de sus hebras rubias.
La frustración que tenía acompañado de la impotencia que me causaba la situación. Era demasiado n
Incontrolable.
Sofia grito de dolor cuando de manera precipitada le arranque sus preciadas extenciones.
— Suéltame zorra. ¡Me estás lastimando!.
¡No quería soltarla!.Pero sus dos jodidas amigas me agarraron con fuerza y me apartaron bruscamente causando que yo cayera en el suelo.
Antes de poder levantarme una chica castaña, de ojos marrones.—Me miró con burla.— Mientras me arrojaba su bebida de uva.
—Lo siento.— Dice con una fingida lástima.
Me levanté intentando mantener mi dignidad. Mientras miraba directamente como una chica pelirroja consolaba a la dramática de Sofía.
—Te juro que me la pagarás.— Me amenazó la rubia.
Yo sonrío con superioridad.
—Te deseo suerte.
Después de pronunciar aquellas palabras salí de la cafetería con la vergüenza consumiendo cada parte de mi ser.— Camine el pasillo, escuchando burlas, y comentarios hirientes que decidí ignorar.— Hasta que llegue a la entrada del instituto de encontre a Evelyn con los ojos cristalinos por las lágrimas.
Me acerco hacia ella con cuidado mientras me siento a su lado.
—Te encuentras bien.— Pregunté con preocupación.
Su mirada está fijamente en el suelo.
— Supongo.— Dice con tranquilidad.
—¿ Y tú?, estás bien.— Me pregunta levantando la vista.
Al visualizar mi asqueroso aspecto. Abre y cierra la boca sin saber que decir.
—Sus amigas intervinieron en la pelea.— Le confesé finalmente.— Y a una de ellas se le ocurrió la magnífica idea de llenarme de jugó.
Cierra los puños intentando contener su rabia.
— Son unas malditas.— Expresa con frustración.
Yo asentí dándole toda la razón.
Luego de esa conversación ninguna de las dos comentó más nada. Ya qué, ambas estábamos en un profundo silencio que solo era interrumpido por la brisa del aire.— ¿O almenos eso pensaba?.
—¡Hola chicas preciosas!.— Exclamó una voz con entusiasmo.
Levanté la mirada y me encontré a un
Max manchado de jugo de uva sonriéndonos abiertamente.
—¿Pero que te pasó?.— Preguntó Everlyn al instante mirándolo de pies a cabeza
Él simplemente le sonrió.
— Decidí vestirme a la moda , cómo mí chica.— Comento con sinceridad. Mientras le guiña un ojo.
—¿Estás loco?.— Se queja la morena.
—¡Quizás!.— Dice mientras extiende una mano hacía ella.— Pero el amor es un poco ciego y la locura siempre lo acompaña.
Evelyn finalmente sonríe y acepta su mano. Y juntos se encaminan al interior de la preparatoria abrazados como una pareja que demuestra estar enamorada.— Los estudiantes lo miran con burlas, otros con curiosidad, y algunos simplemente suspiran de amor mientras les toman algunas fotografías.
—¿Quieres compañía?.— Preguntan a mis espaldas.
Me volteó con inquietud y me encontré con un Gareth bañado en jugo de uva.— Sin poder evitarlo comienzo a reírme a carcajadas.
—Y ese nuevo estiló. —Inquiero burlona.
—Es una larga historia.
—Empieza a contar porque tengo todo el día.
El suelta una ligera risa ronca que me deja hipnotizada.
—Intentaba conquistar a una chica.—Confiesa.
—¿Funcionó?.—Pregunto haciéndome la desentendida.
Sus ojos en ese momento se centran en los míos.
—No lo sé.— Dice finalmente.— Solo tienes que verme. Me estoy disfrazando como una uva solo por ella. ¿No te dice algo de la impresión que tiene en mi corazón, de lo que estaría dispuesto a hacer por verla sonreír?
Su confesión despertó el centenar de mariposas que aletean en mi estómago.
—Creo que es un acto suficientemente romántico para mí.— Le sonrío.
Sus ojos en ese momento me miran con esa intensidad tan propia de su ser. Mientras con delicadeza agarra mi rostro entre sus manos y con mucha suavidad une nuestras bocas sellando ese momento con un beso tierno, gentil, y romántico que solo duró algunos transcursos de segundos.Cuando nos separamos ambos tenemos una sonrisa boba en nuestro rostro.
—Gracias por siempre tener estos pequeños gestos conmigo.— Le digo con sinceridad.
Él me regala una sonrisa.
—No me agradezcas, pequeña.— Me pide en un susurro.— Cuando se trata de ti, soy muchas cosas, pero más que nada soy un idiota dispuesto a cargar contigo el peso del mundo, para que no lo sientas tan grande en tus hombros.
—¿Lo dices en serio?.
—Muy en serio.
"Nunca he creído en las promesas, ni he tenido fe en los deseos. Sin embargo, tengo la extraña certeza de que si algo deseo, él lo concedería para mí".
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Nota de la autora: Hola mis pequeños amores. Estoy conciente de que muchos siguen está historia desde la sombra, y por tal motivo he decidido traer un capítulo para ustedes.
Preguntas para los lectores (a):
1) ¿Que les pareció la carta de nuestros idiota?
2) ¿Consideran que fue necesario la pelea?
3) ¿Cuál fue tú frase favorita?.
En fin... Los quiero mucho 💘
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