Capítulo XVII
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Lyrae
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La tensión en mi cuerpo aumentaba tras cada página que pasaba. Tras cada pensamiento escrito por Emmeline. Sentía su desesperación por descubrir la verdad, el porqué su esposo y sus suegros querían que saliera embarazada, algo que sabía que provocaría su muerte tarde o temprano.
Eva entró en la habitación, llevando consigo una bandeja llena de comida, seguida de cerca por Jack, el pequeño Chihuahua. El ambiente en la casa era opresivo, con el crujido constante de la madera antigua y el leve ulular del viento colándose por las ventanas mal selladas.
—¿Has descubierto algo nuevo? —preguntó, poniendo la bandeja a mi lado y sentándose frente a mí. Sus ojos mostraban una mezcla de curiosidad y preocupación, reflejando la misma inquietud que sentía yo.
—¿Aparte de que tengo los mismos sueños que la mujer que escribió este diario, o que también tengo la misma marca de infinito en mi cuerpo?, pues no, nada más. Es confuso, me siento demasiado familiarizada con este diario, como si ya lo hubiera tenido en mis manos antes, y no hablo solo de cuando lo encontré —confesé, luego de soltar un suspiro.
—Come algo, yo sigo leyendo —dijo tomando el diario de mis manos. No le llevé la contraria, tenía demasiada hambre para hacerlo.
El sonido de una puerta cerrándose en algún lugar de la casa nos hizo saltar. Eva y yo intercambiamos miradas nerviosas, pero ella se encogió de hombros y volvió al diario.
—Faltan algunas páginas, pareciera que fueron arrancadas —comentó mientras yo me llevaba un trozo de tocino a la boca.
—Eso es extraño —dije, sintiendo un nudo de ansiedad formándose en mi estómago.
—Lo es. Aquí ella habla de un tal Alistair Brow, pero solo dice que era un historiador y que la ayudó a entender quién era Arabella. No dice nada más, alguien o ella misma arrancó esas páginas —explicó.
—¿Qué más dice? —pedí, sintiendo cómo la atmósfera de la habitación se volvía más densa, casi sofocante.
—Estoy asustada —comenzó a leer Eva—, no me queda mucho tiempo y aún no termino de leer los diarios de Margaret para poder entender qué pasará conmigo y con mi bebé. —La mano de Eva tapó su boca, asombrada. Yo me sentía igual, eso era un giro brusco del destino—. ¡Oh mierda, está embarazada! —dijo ella, con un temblor en la voz.
—Eso no puede ser nada bueno. Sigue leyendo —insté, sintiendo un escalofrío recorrer mi columna vertebral.
—Voy —dijo asintiendo—. Temo el momento en el que Henry o sus padres se den cuenta, pero sé que no puedo ocultarlo más. Mi abdomen se empieza a notar. Solo espero poder saber qué pasará con mi bebé una vez que se hayan deshecho de mí, como sé que lo harán. —Pasó la página y la expresión de su rostro lo dijo todo. Habían atrapado a Emmeline. Lo siguiente que dijo fue confirmación suficiente—. Me han encerrado. Me tiraron en este oscuro y mohoso sótano como si fuera un animal. Henry descubrió que estaba leyendo los diarios de Margaret. Me los quitó y sin contemplación ninguna, sin importarle que en mi vientre crecía su hija o hijo, me ha encerrado en un sótano secreto que había en la biblioteca de la casa.
Eva dejó de leer y me miró con una mirada interrogante. Yo asentí, sabiendo lo que estaba preguntando.
—Fue ahí donde encontré el diario —afirmé, sintiendo un nudo en la garganta.
—Mierda, esto cada vez es más escalofriante —dijo sacudiéndose un escalofrío antes de seguir leyendo—. Sé que no soy la primera persona a la que encierran en este oscuro lugar. Los arañazos en la puerta lo confirman. La primera noche que pasé aquí, casi pierdo a mi bebé cuando una serpiente se coló por la ventana que está sobre la cama, más cerca del techo que del suelo.
—¿Espera, qué? —pregunté, dejando mi desayuno olvidado.
—Casi pierde al bebé —contestó Eva, confusa.
—No, la serpiente. Mierda, tuve una pesadilla no hace mucho en la que estaba en el sótano y había una serpiente —confesé, ganándome una mirada horrorizada de mi amiga.
—Mierda, Lyrae. ¿No solo sueñan lo mismo, sino que también sueñas con ella? ¿Qué demonios significa eso?
—No lo sé. Es todo demasiado extraño. Cuando encontré el diario estaba escondido en la pared detrás de la cama. Nadie que no supiera dónde buscar podría hacerlo y; sin embargo, yo fui directo a dónde estaba. ¿Cómo es eso posible?
—Están conectadas, ahí lo dice, el símbolo de infinito las conecta a todas. Pero de ahí a que… espera.
—¿Qué?
—Analicémoslo de esta manera. Emmeline tenía sueños extraños, soñaba que era esa mujer, Arabella. Y ahora tú sueñas con Arabella y con Emmeline.
—¿Estás hablando de reencarnaciones? —pregunté, deduciendo lo que quería decir.
—Puede ser. Por eso la inscripción decía que el ciclo se repetía. Es de locos, pero todo en esta casa lo es.
—Pero, ¿reencarnaciones?
—No crees en nada de eso, ¿cierto?
—La verdad es que no —respondí haciendo una mueca. Eva simplemente sacudió la cabeza.
—En fin, es solo una suposición, podría terminar siendo cualquier otra cosa —dijo encogiéndose de hombros—. ¿Sabes? Sigo preguntándome cómo es que ella, encerrada, puede escribir en su diario.
—La verdad es que no lo sé. Quizás la atraparon con el y no se dieron cuenta de que lo tenía.
—Puede ser —asintió y siguió leyendo—. Soy madre, mi hija nació esta mañana y apenas pude ver su pequeño rostro antes de que su padre y sus abuelos se la llevaran. Me duele el alma de solo recordar cómo lloraba mientras era alejada de mí. Hace unos minutos escalé para poder observar por la pequeña ventana que da al jardín, y pude ver a lo lejos cómo mi marido cavaba un hoyo en la tierra junto a la estatua del ángel que tantas pesadillas me ha provocado.
—Mierda.
—Sé que no me queda ya mucho tiempo —continuó leyendo Eva—, por eso escribo estas últimas palabras. Si encuentras este diario es porque, tú también has soñado con Arabella. Ella es la clave. Debes encontrar la manera de huir y encontrar la verdad antes de que sea demasiado tarde. He escondido en mi guardapelo la ubicación del diario de Margaret que no me pudieron quitar, el primero que leí. Encuentra los demás. Y si por casualidad te atrapan, escribe en este diario todo lo que lograste encontrar. Ya no habrá salida para ti, porque si te atrapan significará que no te quedará mucho tiempo, pero habrá una siguiente, y otra, y otra hasta que el ciclo sea destruido. Solo así nuestras almas cautivas por fin serán libres.
Eva levantó la vista del libro y su expresión pálida era un reflejo de la mía.
—Esto es más oscuro de lo que imaginábamos —dije, sintiendo cómo las paredes parecían cerrarse a nuestro alrededor.
—Lo es.
En ese momento su teléfono comenzó a sonar, sobresaltándonos.
—Es Aerilyn —anunció antes de tomar la llamada y ponerla en altavoz—. ¿Descubriste algo?
—Tienen que venir y verlo con sus propios ojos —dijo la voz al otro lado.
—Estaremos allá en una hora más o menos —respondí, con la voz temblorosa.
—Bien, les mando la dirección exacta. No demoren, chicas —pidió antes de que se cortara la comunicación.
—Voy a pedir un Uber —dijo Eva levantándose y dejando el diario en el escritorio.
—Y yo a vestirme.
(***)
Una hora después estábamos entrando al laboratorio en donde nos esperaba una nerviosa Aerilyn. La atmósfera era estéril, con un olor a desinfectante que no lograba esconder el hedor a muerte.
—¿Qué…?
—Aquí no —dijo cortando la pregunta de Eva—. Síganme.
Sin decir una sola palabra caminamos detrás de ella a través del lugar. Entramos a una habitación donde habían ocho camillas de acero y sobre estas, ocho esqueletos humanos. A muchos les faltaban algunas partes del cuerpo: los huesos de las piernas y los pies, los de los brazos, las costillas. Ninguno estaba completo, pero lo que sí tenían todos era el cráneo completo, además de la región de la pelvis y la cadera.
Mirarlos hizo que un escalofrío subiera por mi columna vertebral, siendo consciente ahora de que una de esas mujeres era Emmeline.
Alejé la mirada y me concentré en Aerilyn, quien estaba cerrando la puerta tras nosotras.
—¿Que pasa? —pregunté yo, cuando ya nadie del exterior podía oirnos.
—No van a creer lo que encontré. —dijo Aerilyn caminando hacia lo que parecía una computadora, pero mucho más sofisticada. —Utilicé el FRS con los restos y logré hacer una reconstrucción facial.
—¿Qué es el FRS? —pregunté, los nervios aumentaban a cada segundo que pasaba.
—Vale, perdón que no les haya explicado chicas, desde que me llamaste Eva, las cosas se han ido saliendo de control. El FRS, es un programa informático llamado Sistema de Reconstrucción Facial Forense para hacer un aproximado del rostro de los restos humanos que se encuentran en las excavaciones. Este programa utiliza técnicas de reconstrucción facial forense para crear una representación visual del rostro basada en la morfología del cráneo y otros rasgos físicos. El programa utiliza algoritmos y software especializado para analizar las estructuras óseas del cráneo y estimar cómo se veía el rostro de la persona en vida. Pero chicas, lo que descubrí es realmente escalofriante. —presionó un botón y en la pantalla apareció la imagen reconstruida de una mujer con un rostro de una belleza perturbadora.
Eva y yo nos acercamos para ver más de cerca, y en ese momento sentí un nudo en el estómago al darme cuenta de que el rostro de la mujer en la pantalla era idéntico al mío.
—¡Oh Dios mío! ¿Qué significa esto? —exclamó Eva, con los ojos abiertos de par en par.
—No puede ser… ¿Estás insinuando que todas estas mujeres tenían mi rostro? —pregunté, con la voz temblorosa.
Aerilyn asintió solemnemente.
—Sí, todas las mujeres tenían el mismo rostro, y es el tuyo. Esto es demasiado perturbador para ser una simple coincidencia. ¿Podría ser que estás conectada de alguna manera con estas mujeres?
—¿Sigues pensando que no se trata de reencarnación? —preguntó Eva, sus ojos sin alejarse de la pantalla.
Aerilyn intervino antes de que pudiera responder.
—Científicamente, eso no se ha comprobado. Podrían ser familiares que comparten la misma genética. Para descartar esa posibilidad, podríamos hacer una prueba de ADN y compararlos entre ellas y Lyrae.
—Buena idea —dije, tratando de mantener la calma— Si resulta que no estan emparentadas, entonces tal vez haya algo más en juego aquí.
Aerilyn rápidamente tomó muestras de ADN y las envió al análisis. La espera fue tensa, con el silencio del laboratorio amplificando cada segundo que pasaba. Finalmente, los resultados llegaron.
—No hay ningún vínculo genético entre ellas y Lyrae. —anunció Aerilyn— Sus ADN demuestran que no están emparentadas.
El silencio en la habitación era abrumador. Las palabras de Aerilyn y Eva resonaban en mi mente mientras intentaba procesar la idea de que estas mujeres, incluida Emmeline, tenían mi rostro. ¿Qué significaba todo esto? ¿Era ese el porqué sentía una conexión tan profunda con el diario y los sueños de Emmeline? ¿Porqué soy su reencarnación? ¿Significaría que todas esas mujeres, incluida yo, somos la reencarnación de Arabella?
La sensación de misterio y tensión se apoderaba de la habitación, como si estuviéramos en medio de algo que aún no entendíamos por completo. Las preguntas sin respuestas flotaban en el aire, y el peso del pasado parecía caer sobre mis hombros. Se sentía como si estuviéramos viendo solo una pequeña parte de la imagen.
Eva me miró con una mezcla de incredulidad y miedo.
—Lyrae, esto es demasiado. ¿Cómo es posible que todas estas mujeres tengan tu rostro?
—No lo sé. Pero tenemos que averiguarlo. —dije, sintiendo la determinación crecer dentro de mí —. Si Emmeline estaba buscando respuestas y fue atrapada, significa que mis antepasados estaban metidos en algo oscuro. Y si de verdad soy la reencarnación de esas mujeres debe de ser por algo.
Aerilyn nos observaba con preocupación.
—Hay algo más que deben saber. —dijo, señalando otra pantalla— Hice un análisis adicional de los restos y encontré algo inquietante. Todas las mujeres murieron en circunstancias similares. La causa de muerte es casi idéntica en todos los casos.
—¿Qué quieres decir? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
—Murieron después del parto. Todas ellas. —respondió Aerilyn, su voz temblando ligeramente— Y los registros muestran que ninguna de las madres sobrevivió más de unas pocas horas después de dar a luz.
Eva y yo intercambiamos miradas horrorizadas. La sensación de urgencia se intensificaba con cada revelación. La oscuridad de la historia de Emmeline y las otras mujeres era palpable. Sabía que debía encontrar las respuestas cuánto antes. Necesitaba descubrir el misterio y ya no era solo por simple curiosidad, sino más bien porque sentía que yo no había nacido en esa familia por casualidades del destino.
Siempre había pensado que todo sucedía por una razón. Y en ese momento, ese presentimiento, esa espinita que sientes cuando sabes que algo va a pasar, se hizo cada vez más imposible de ignorar.
—Tenemos que encontrar el diario de Margaret. —dije, apretando los puños— Emmeline dijo que era la clave. Debemos descubrir la verdad, romper ese ciclo.
—Lyrae, esto es una locura —dijo Eva, tratando de mantener la calma—, Pero estoy contigo. No podemos dejar que esto continúe.
Aerilyn nos miró con determinación.
—Voy a ayudarles en todo lo que pueda. Pero deben tener cuidado. Esto es mucho más grande de lo que parece, lo presiento.
—¿No te meterás en problemas? —pregunte preocupada por ella.
—Me gustan los problemas. La vida de una antropóloga forense es muy aburrida a veces. Si, muchos casos interesantes, pero no es suficiente. ¿Sabes? Además, mi padre es el dueño de este lugar. Así que no tienes que preocuparte por qué le pase algo a los restos —explicó.
—Gracias.
—Cualquier amiga de Eva también es mi amiga —comenté encongiendome de hombros.
Con un último vistazo a los rostros reconstruidos de las mujeres en la pantalla, supe que estábamos en medio de algo aterrador y profundo. La conexión entre nosotras y el pasado era innegable, y el sufrimiento de las almas cautivas clamaba por liberación.
—Vamos, tenemos mucho que hacer —dije, saliendo del laboratorio, con Eva y Aerilyn siguiéndome de cerca.
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