Capítulo 2

"¡A por el hobbit! –le gruñó un Uruk Hai a sus compañeros-. ¡¡¡Cojan el anillo!!!"

Cuando las bestias comenzaron a seguir a Frodo, Legolas supo que tenía que hacer algo para evitar que capturaran al hobbit. Tenía que distraerlos. Y rápido.

Antes de pensar en qué iba a meterse, Legolas se inclinó e hizo como que recogía algo del suelo, consciente de que los Uruk Hai observaban todos sus movimientos. El elfo se enderezó con el puño cerrado.

"¿Están buscando esto?"

Todo se quedó en silencio durante un momento y entonces gritaron:

"¡Captúrenlo! ¡Capturen al elfo! ¡¡Tiene el anillo!!"

Sorprendido de que su plan funcionara y aturdido por su propia estupidez, tardó un poco en reaccionar. Estaban casi sobre él cuando consiguió salir de su estupor y echó a correr.

Legolas siguió corriendo mientras disparaba las flechas que le quedaban y alejándolos de Frodo. Esperaba que el hobbit se las arreglara para escapar y que no se encontrara con más orcos.

Armado solo con sus espadas, Legolas las balanceó amenazadoramente e intentó evadir sus ataques mientras hacía los suyos propios. Pero eran demasiados. Sin embargo, finalmente, y de manera inevitable, el príncipe acabó cayendo de espaldas y perdió las cuchillas en el revuelo.

El elfo gimió cuando lo sujetaron con fuerza y empezaron a darle puñetazos. Legolas no era rival para la fuerza de todos ellos, así que no podía hacer más que esperar a que la paliza cesara. La cálida sangre empezaba a cubrir todo su cuerpo.

"¡¿Dónde está el anillo?!" –seguían gritándole, pero Legolas guardaba silencio. ¡No diré nada, asquerosos monstruos!

"¡¡¡¿DÓNDE ESTÁ EL ANILLO?!!! –uno de ellos enredó la mano en el cabello de Legolas y tiró de él hasta obligarlo a mirarle-. ¡¡Habla o te cortaré el cuello!!"

"¿Si me cortas el cuello cómo voy a decirte dónde está?" –contestó el príncipe con valentía y los dientes apretados.

El Uruk Hai se enfureció, lo golpeó en el rostro con todas sus fuerzas y rugió:

"¡Desnúdenlo! ¡Buscaremos el anillo! ¡Tiene que haberlo escondido en algún sitio!"

Legolas abrió los ojos como platos, horrorizado, cuando le arrancaron la ropa. ¡Valar, no! ¡Otra vez no! ¡¡¡POR FAVOR, OTRA VEZ NO!!! Legolas gritaba en su cabeza e intentó alejar las manos a golpes, pero ellos lo sujetaron y lo empujaron contra el suelo, buscando.

Allí totalmente vulnerable, Legolas se mordió el labio y cerró los ojos, sintiéndose humillado. ¡Yo no he pedido esto! ¡Ay Elbereth, no quiero volver a pasar por esto!

Los Uruk Hai volvieron a rugir de furia al no encontrar nada.

"¡Respóndeme, elfo! ¡Sabemos que lo tienes escondido! ¡El anillo! ¡¡¡Dinos dónde está antes de que te saquemos los ojos!!!"

Legolas vio, aterrorizado, cómo le apuntaban al ojo derecho con una daga. ¡Preferiría morir antes que quedarse ciego!

"Me... me lo he tragado" –dijo la primera idea que se le pasó por la mente.

"¡¡¿Que tú qué?!!" –todos le lanzaron una mirada asesina.

Y entonces el que sostenía la daga sonrió retorcidamente.

"Creo que eso hace que nuestro trabajo sea más fácil. ¡Sosténganlo! –movió la daga hasta el estómago de Legolas-. Vamos a abrirlo."

Legolas se dio cuenta en ese momento de lo que había dicho. ¡Perfecto, idiota! ¡Acabas de ofrecerte como sacrificio! Se reprendió.

Vio cómo la daga se acercaba a su piel y se clavaba ligeramente, ensangrentando su cuerpo más de lo que ya estaba por los golpes. Haciendo una mueca, Legolas intentó ignorar el dolor mientras se retorcía tratando de liberarse.

Y entonces escuchó un rugido de furia.

"¡¡SUÉLTENLO, BASTARDOS!!"

Con la visión borrosa, Legolas vio cómo Gimli se acercaba blandiendo su hacha. Detrás del enano y con una mueca de furia, Aragorn balanceaba su espada como poseso.

Las bestias se alejaron y empezaron a defenderse de los ataques. Finalmente libre, Legolas se hizo una bola, cubriéndose el corte con una mano para detener la hemorragia. Retrocedió un poco hasta apoyar la espalda contra un árbol y observó la batalla.

Aragorn y Gimli habían formado una barrera protectora delante del elfo tembloroso, acabando con todo orco que intentara acercarse. El montaraz se quitó la capa y cubrió el cuerpo desnudo de su amigo. Legolas la cogió inmediatamente, con la mirada fija en el suelo.

A Aragorn y Gimli les llevó menos de diez minutos vencer a sus adversarios. Cuando la batalla terminó, los cadáveres cubrían el suelo y el resto de los orcos había huido.

Y luego todo se quedó en silencio.

Aragorn se giró hacia Legolas y se le hizo un nudo en la garganta al ver cómo se balanceaba ligeramente, cubierto con su capa. Aragorn se arrodilló al lado de su amigo miserable.

"¿Te hicieron... daño?" –preguntó suavemente, preocupado.

Legolas sacudió la cabeza al comprender lo que quería decir, pero siguió sin mirar a Aragorn directamente, avergonzado por su estado.

Gimli se acercó en silencio con las ropas de Legolas que acababa de recoger del suelo. El enano se las dio a Aragorn y volvió a alejarse para recoger las flechas y rellenar el carcaj de su amigo. Gimli también encontró las espadas gemelas de Legolas y el arco que le había dado Galadriel entre los cadáveres. El arma no se había dañado durante la batalla.

"¿Legolas?" –Aragorn le tocó el hombro y dio un respingo cuando el elfo se estremeció ligeramente. Sabía exactamente qué pasaba por la mente de Legolas, el recuerdo de la horrible tragedia de su pasado.

Aragorn mantuvo la voz firme a pesar de que le dolía el alma por ver así a su amigo.

"¿Estás gravemente herido?"

Legolas volvió a sacudir la cabeza y habló en voz baja.

"Me hicieron un corte, pero no es demasiado profundo."

El montaraz le sujetó la barbilla y observó los cortes sangrientos en la bonita cara del elfo.

"Tenemos que limpiar las heridas cuando lleguemos al río, pero te vendaré ese corte primero. ¿Puedes vestirte?"

Legolas asintió débilmente, cogió la ropa que Aragorn le tendía y empezó a ponérsela. El hombre miró hacia otro lado y buscó algunos vendajes en su paquete.

Poco después, Legolas estaba apoyado contra el árbol mientras Aragorn atendía el corte de su abdomen. Vendándoselo, el hombre preguntó:

"¿Qué ocurrió? ¿Encontraste a Frodo?"

Aragorn alzó la mirada al no recibir respuesta. La mirada en los ojos de su amigo lo asustó.

"¿Legolas? ¿Sigues conmigo?"

El elfo volvió al presente. Su mente recordaba memorias dolorosas.

"Perdóname, Estel. No escuché lo que acabas de decir."

Aragorn puso una sonrisa triste y ató el final del vendaje.

"Lo comprendo, hermano. Ahora dime, ¿dónde está Frodo?"

"Lo vi hace rato. Boromir lo acosaba para que le entregara el anillo –respondió Legolas. Con la ayuda de Aragorn se puso la túnica-. Le dije a Frodo que huyera e intenté razonar con Boromir y luego llegaron los orcos. ¿No se encontraron con él de camino hasta aquí?"

"No. Cuando ninguno de ustedes tres volvió, Gimli y yo decidimos buscarlos. Dejamos a los otros hobbits con los barcos –dijo Aragorn. Entonces miró a Legolas, pensativo-. ¿Por qué se centraron en ti?"

"Les dije que tenía el anillo" –dijo Legolas, un poco enfadado consigo mismo. Aragorn abrió los ojos como platos-. Les dije que me lo había tragado" –añadió, con una sonrisa traviesa, casi volviendo a la normalidad.

El montaraz se echó a reír.

"¡No puedo creerlo! –entonces miró hacia el abdomen de Legolas-. Supongo que por eso intentaron abrirte."

Legolas suspiró.

"Lo sé. Fui un idiota."

"Pero supongo que el plan funcionó. Apartaste la atención del portador del anillo –Aragorn sacudió la cabeza, preocupado, mientras intercambiaba miradas con Gimli, que acababa de volver y había escuchado toda la conversación-. Eso fue muy valiente."

"No fue valentía, créeme. Lo que hice fue estúpido. Una idea que surgió gracias al peligro, pero estúpida –Legolas se puso en pie, todavía conmocionado, y cogió las armas que le tendía Gimli-. Vamos a encontrar a los hobbits... y a Boromir."

Cuando se adelantó, sus amigos se miraron, preocupados. Gimli se giró hacia Aragorn y susurró:

"¿Estará bien?"

El montaraz solo pudo sacudir la cabeza. 

Casi volvimos a tener un accidente -.-' Legolas no sale de una para otra... 

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