Capítulo 13
Todo estaba en silencio en el Abismo de Helm mientras hombres, elfos y un enano esperaban en posición la llegada del enemigo. La tensión se palpaba en el ambiente y sus rostros eran sombríos. Temían esa batalla tanto como la deseaban.
Apoyado contra el parapeto de la parte superior de la muralla y mientras observaba la oscuridad, Legolas sentía la mirada de Gimli sobre él. Molesto, el elfo se dio la vuelta y preguntó:
"¡¿Qué?!"
"Nada –Gimli sonrió-. Solo... disfrutaba de la vista" –entonces miró concienzudamente la corona de plata que llevaba Legolas.
"¡Para o te tiraré al otro lado!" –dijo Legolas con los dientes apretados.
"Está bien. ¡¡Pero entonces te arrastraré conmigo!!"
El comandante Jaden, que estaba a unos cuantos pies de ellos, escuchaba divertido su pelea. Pero a pesar de sus esfuerzos, no pudo contener la risa. Legolas lo escuchó y lo taladró con la mirada.
"¡Cuando llegue a casa mi padre y yo vamos a tener una larga charla sobre esta maldita corona!"
"Como desees, su alteza" –dijo Jaden, obediente, pero todavía sonriendo.
Legolas respiró hondo antes de preguntar:
"Por cierto, ¿cómo está mi padre, Jaden?"
El comandante lo miró antes de responder.
"Se encuentra bien, pero te echa de menos."
El príncipe se quedó un momento en silencio, añorando los abrazos de su padre y sus palabras de ánimo. Alzó la mirada al cielo, sabiendo que al rey le encantaba salir a su balcón para mirar la luna y las estrellas.
"Yo también lo echo de menos" –dijo Legolas en voz baja.
Poco después, Hawkeye se acercó volando, graznando como advertencia. Todos en el fuerte alzaron sus miradas, aprensivos, comprendiendo el significado de la llegada del águila. Observaron, expectantes, cuando la gran ave aterrizó en el brazo alzado de Legolas.
"Diles que el enemigo ha sido visto –le dijo el príncipe a Jaden-. Están a unas pocas leguas."
Jaden le ordenó a otro elfo que le llevara el mensaje al rey Théoden, que estaba en el norte del fuerte con Éomer. Los soldados empezaron a hacer ruido, preparándose para encontrarse con el ejército de Saruman.
Poco después, Legolas y sus compañeros empezaron a oír el lejano sonido de los miles de pies de los orcos golpeando el suelo con la marcha. Y entonces, las antorchas del enemigo aparecieron en el horizonte, iluminando el terreno como si de una nube de luciérnagas se tratara.
Aragorn había abandonado su posición en la torre este para acercarse a sus amigos.
"Entonces ya están aquí."
El elfo asintió.
"Sí. Lucha bien, Estel."
"Igualmente, Legolas –Aragorn se giró hacia el enano-. Gimli, no tengas piedad con tu hacha."
"¡No les daré oportunidad!" –contestó el enano, sonriendo alegremente. Casi no podía contener su emoción.
Sonriendo por la respuesta de Gimli, Legolas y Aragorn se dieron un apretón en el antebrazo y se miraron. No necesitaban hablar para saber lo que había en el corazón del otro. Poco después, el montaraz se dio la vuelta y volvió a su posición.
Y entonces todos esperaron.
Pero no tuvieron que hacerlo durante mucho tiempo para que la batalla comenzara...
Legolas disparó su última flecha y ésta golpeó a un Uruk Hai en la frente. El elfo no esperó a ver caer a la criatura, se colgó el arco a la espalda y sacó sus dagas gemelas.
El príncipe dio un giro de muñeca y otro Uruk Hai cayó bajo las hojas afiladas, pero otros ocupaban su lugar. Legolas ya había perdido la cuenta de las criaturas que había matado, pero podía escuchar a Gimli contando a todo pulmón.
"¡Cincuenta y nueve!"
El enano golpeó a un orco con el hacha y lo tiró de la escalera por la que acababa de subir.
"¡Sesenta! –y entonces Gimli golpeó a otro, y a otro, sin tiempo para contar. Cuando se detuvo para recuperar el aliento, se preguntó-: Bien. ¿Por dónde iba? ¿Sesenta o setenta?"
Otro orco se las arregló para subirse a las almenas.
"¡Oh, qué demonios! –gritó Gimli. Volvió a alzar su hacha y la clavó en la ingle del orco-. ¡¡¡Cien!!!"
Éomer, que estaba enfrascado en una lucha de espada con dos orcos a unos pies más lejos, encontró el momento para gritar:
"¡¿Cien?! Gimli, ¡¡¿es que no sabes contar?!!"
El enano se enfureció.
"¡Silencio, humano! ¡No te oigo contando!"
"¡Eso es porque ahorro el aliento! ¡¡Argh!! –Éomer balanceó su espada con fuerza y cortó fácilmente el cuello de los orcos. Las cabezas cayeron al suelo y se alejaron rodando. El guerrero de Rohan miró al enano, sonriendo-. ¿Ves? ¡Dos a la vez!"
Gimli curvó los labios de disgusto.
"¡¡Puedo hacerlo mejor!!"
Miró hacia una escalera que el enemigo acababa de apoyar contra el muro. Varios orcos subían por ella intentando escalar, pero el enano corrió hacia ella, dejó su hacha en el suelo y le dio un empujón a la escalera. Ésta cayó y se estrelló contra el suelo.
"¡Ja! ¡¡Diez a la vez!!" –gritó el enano.
Legolas puso los ojos en blanco. ¡Solo un enano haría un concurso en medio de todo este caos!
Él seguía blandiendo sus espadas, sin fallar al matar a sus víctimas. La lluvia que caía desde el inicio de la batalla encharcaba el suelo, volviéndolo resbaladizo. Con el pelo empapado pegado a la cabeza, Legolas se agachó cuando el enemigo disparó una lluvia de flechas.
Unos dos mil habían escalado el muro, pero todavía quedaban varios miles de ellos esperando para causar más destrucción. Gritos escalofriantes de terror hacían eco a su alrededor mientras los cuerpos de los orcos, hombres y elfos se amontonaban unos sobre otros. La sangre se mezclaba con la lluvia. El Abismo de Helm se transformaba rápidamente en una montaña de cadáveres.
En resumen, era un desastre.
Girándose de golpe, Legolas apuñaló a un orco en el estómago y le dio una patada a otro en las piernas. La criatura cayó y el elfo le cortó el cuello al instante. Cuando se enderezó, corrió el riesgo de analizar la situación.
Éomer luchaba codo con codo con Gimli en las almenas. Los dos contaban como locos. Jaden dirigía a las tropas, disparándole al enemigo hasta que se quedaron sin flechas. Legolas vio a Aragorn defendiendo la torre este. El rey Théoden no estaba lejos de él.
Los agudos ojos de Legolas se enfocaron en Aragorn, que se enfrentaba a un Uruk Hai sin darse cuenta del peligro que se le acercaba por detrás. Un orco se le aproximaba, con la espada alzada para asestarle al montaraz un golpe mortal.
Desenfundando el arco, Legolas corrió hacia el orco muerto más cercano y le sacó dos flechas del cuello. Colocó ambas en el arco, apuntó y disparó a través de cientos de yardas. Pasó tan rápido que el orco no supo qué lo golpeó.
Aragorn se dio la vuelta cuando algo cayó detrás de él y se quedó helado al ver dos flechas clavadas en los ojos de un orco. Sabía que solo una persona era capaz de disparar así. Legolas.
El montaraz miró a su alrededor y vio al elfo sonriéndole. Aragorn le hizo un gesto de gratitud y los dos volvieron a concentrarse en los orcos.
Pero el ejército de Saruman también había llevado armas poderosas. Acercaron las catapultas al muro y las cargaron con misiles ardientes antes de dispararlas.
Los proyectiles cayeron en el Abismo de Helm; en las almenas y el patio, obligando a hombres y elfos a ponerse a cubierto. Algunos no fueron tan afortunados y las llamas los engulleron. Sus gritos de terror hicieron sonreír de satisfacción a los orcos.
Legolas enfundó sus espadas. Él y los demás se apresuraron a apagar las llamas que mataban a sus camaradas pero, de repente, una explosión gigante los cogió por sorpresa.
Lo siguiente que supo Legolas es que volaba por el aire. Tras lo que pareció una eternidad, se estrelló contra el suelo... y todo se oscureció.
¡Sorpresa! No pude dejar de escribir al llegar a la parte sangrienta XD
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