Capítulo Veintitrés


LA MÚSICA CLÁSICA de más de quinientos años de antigüedad sonaba baja en el reproductor del vehículo de Emily.

Sean, aburrido de la misma sonata de instrumentos monótonos, iba en el asiento del acompañante, observando por la ventana cualquier cosa que llamase su atención.

Su auto todavía estaba en reparación desde que lo encontraron en la periferia de Woodstone City, no funcionaba por el daño en el motor y tardaría más de un mes en volver a andar. Por eso dependía de su hermana para el transporte entre ciudades.

—Dime, ¿lograste hablar con Aria? —Emily preguntó.

—Fue pan comido.

—Y ¿Exactamente qué hablaron?

Sean la miró de reojo, ella seguía mirando fijamente al camino mientras tarareaba la canción que sonaba.

— ¿Debo decirte qué es lo que hablé en una reunión de alfas?

Su hermana desvió su mirada por un segundo y sonrió, negando un par de veces, su espeso cabello negro se movía con desprolijidad.

—No me vengas con eso —dijo, intentando tomar su botella de jugo de naranja del portavasos—. No fue una reunión formal y lo sabes, Alena me dijo lo que quieres hacer.

—Sabía que no podría mantener su boca cerrada por más de doce horas. —tomó la botella y se la alcanzó.

—Dime, no puedes ocultarle nada a tu hermana mayor.

Con un suspiro, Sean meditó sus palabras.

—Fui a pedirle su ayuda para hacer un plan para liberar a los cambiantes encerrados.

— ¿Y?

—Accedió.

— ¿Sin hablarlo antes con su clan? ¿Así como así?

—Hey, hizo bien en tomar una decisión por su propia cuenta ¿Por qué todos lo ven de mala forma?

Él siempre lo hacía, aunque usualmente procuraba que las decisiones que tomaba no afectasen a sus protegidos, y Luke siempre se mantenía al tanto. No seguía cada punto de ese absurdo código cada vez que tenía que decidir, y por eso era un hombre libre, un alfa que más allá de su clan podía hacer lo que quisiese.

—Aria es conocida por ser una mujer recta y prudente, ella es la seguidora más fiel del código que tanto odias, para actuar de forma impulsiva debiste haber usado magia en tus palabras.

Recordó lo último que le dijo a Aria, la forma en que su rostro cambió, sus palabras cavaron profundo en esa coraza de hielo.

—Tal vez la influencié un poco.

Emily frenó de golpe, y se movió a la orilla del camino, un par de autos la esquivaron haciendo escándalo con sus bocinas e insultos.

— ¿Intentaste manipular a Aria?

Los ojos marrones de Emily estaban dilatados de furia.

— ¡No! —Exclamó ofendido—. Bueno... No creo que la haya manipulado...

— ¿Exactamente qué fue lo que le dijiste?

— ¿Por qué te interesa saberlo?

Fijó su mirada en ella, su rostro redondeado se veía tenso, el puma vio en ella el desafío del depredador en su hermana, una contradicción creció en su interior pues no creía correcto dominarla, por otro lado, defendería su privacidad aunque tuviese que enfrentarse al fantasma de su padre.

—Lo que hablé con otro alfa no es de tu incumbencia.

—Tu dominio no hace efecto aquí —la seriedad en su voz era alarmante, le hizo obedecer—. Aria es una mujer fuerte, en el momento en que intentes controlarla vas a perderla para siempre. —Se detuvo para mirarlo, luego se acomodó los mechones negros que caían sobre su frente y a continuó—. A ninguna mujer le gusta ser controlada, si yo me pongo furiosa cuando Terrence se pone sobre protector, no quiero imaginarme como se pondría Aria.

Toda su tensión y su enojo se diluyeron en esas últimas palabras, Emily se acomodó en su asiento y encendió de nuevo el auto.

—Yo no quiero controlarla.

Su comentario salió en un murmullo a pesar de que pretendía sonar fuerte. Las palabras de Emily lo dejaron indefenso y confundido.

—Sabes cómo funciona todo —ella dijo, en un tono más suave—. La mejor relación es entre un dominante fuerte y uno más débil, entre dominante y sumiso, entre sumisos, entre dominantes de igual rango ¿Qué esperas que suceda entre dos alfas?

Sean quiso responder, pero no tenía argumentos, ni siquiera tenía palabras, conocía a tantas parejas... Había visto tantos emparejamientos, tantas rupturas, que sabía a la perfección que parte del éxito de una pareja se debía a la compatibilidad entre rangos y temperamentos.

—Te diré lo que pienso —continuó—. Si Aria logra hacerte caso algún día; y créeme que dudo mucho que suceda, tu necesidad de tomar el control aparecerá, empezarás a cuestionar su independencia y ella te hará pedazos para liberarse de los muros que construyas para intentar protegerla.

Su hermana era directa y hablaba con la verdad, aunque fuese cruda e hiriente.

—Sigo creyendo que elegiste mal, Aria te romperá el corazón, si no es que ya lo ha hecho. La relación que tanto buscas con ella terminará en un rotundo fracaso.

— ¿Por qué crees eso?

Emily dejó salir un quejido de frustración.

—Pequeño idiota ¿No has oído todo lo que he dicho?

—Sí, pero me niego a creer que no tenga un futuro con ella.

Por primera vez, Emily no tuvo un feroz argumento para debatir sus palabras.

Sean quiso ignorar todo lo que había dicho, la verdad era dura y reflejaba con certeza lo que podría pasar. Él no era una bestia posesiva y controladora, jamás pensaría en tratar de aislar y encerrar a Aria del mundo exterior.

Él pensaba así, sin embargo el animal que era su otra mitad... Podría complicarle las cosas.

Su hermana suspiró y se relajó en su asiento.

—Pequeño Sean, qué dura ha de ser tu vida.

«Ni te imaginas cuánto»

El ambiente dentro del vehículo seguía siendo tenso a pesar de Mozart sonando de fondo, Emily era especialista en hacerlo reflexionar cada vez que ella veía que había metido la pata en grande, y esta vez no era la excepción.

¿Qué estaría pensando Aria? Se preguntó ¿Qué estaría haciendo? ¿Tendría una discusión con su clan? ¿De verdad la habría manipulado?

Tenía que admitirlo, habló por impulso, de verdad creía incorrecto la obsesión que la mujer tenía por rendirle cuentas a cada uno de los miembros de su clan. No era sano vivir así, Aria pensaba que era libre fuera de los muros de vidrio y acrílico del cubo, pero en realidad nunca era libre. No hasta que empezara a vivir más allá de su clan.

— ¿Averiguaste sobre el nombre que te di? —dijo para distraerse de la mujer que lo estaba volviendo loco.

—Sí, su apellido es Cohen, William Cohen, suena bonito —respondió con una pequeña sonrisa.

— ¿Eso es todo?

—No —de inmediato adoptó su habitual tono de informante—. Tuvo un clan, Black Souls, el cual se desintegró hace quince años atrás por razones desconocidas.

—Así que William si fue un alfa.

Era un dato interesante, pero Sean seguía teniendo interrogantes ¿Qué le había sucedido a su clan? Generalmente, cuando sucedía una desintegración era por la muerte del alfa y de su sucesor, o por peleas por el poder cuando el alfa moría.

— ¿Por qué me pediste que investigara sobre él? Dijiste que William y sus matones habían muerto en el accidente cuando intentaron asesinarte.

—Nunca dije eso, sólo dije que probablemente había muerto.

—Y tienes tus dudas.

—Hierba mala nunca muere —respondió encogiéndose de hombros.

—Lo dice el dicho más viejo del mundo.

—Sí, pero siempre es bueno ser precavido.

— ¿Crees que está vivo?

—No, sólo tengo un mal presentimiento y a menos que obtenga una foto de su cadáver inmóvil, pálido e hinchado no estaré tranquilo.

—Veré si encuentro alguna fotografía cuando llegue a casa. Tal vez la encuadre y te la envíe como regalo de cumpleaños.

—No es momento para bromas —Sean sonrió.

—Cuando me das trabajos siempre son tan difíciles...

—No te los daría si no creyese que eres la mejor hacker del clan.

—Los halagos no funcionan conmigo, le dices lo mismo a Alena.

—Lo sé —suspiró—. Pero es importante, en tanto más información mejor, debe haber una razón para que William se haya convertido en un traidor, tal vez hay algo que lo pueda vincular con Hans Kreiger.

—Crees necesario saber quiénes son sus aliados —dijo ella pensativa.

Todo hombre rico debía tener socios, aliados, acreedores, matones personales, cualquier persona que pudiese ayudarlo.

—Exacto. Así podremos ver si son más peligrosos que el mismo Kreiger.

—Bien, haré un mayor esfuerzo esta vez.

—Averigua cómo se desintegró ese clan, y busca los datos de las empresas de Hans Kreiger, quiero saber qué vínculos económicos tiene, tal vez podamos hacer algún daño en ese campo.

— ¿Destruir a un multimillonario? —Emily sonrió—. Ese es el sueño de todo hacker.



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¡Hola querido lector! Nuevo capítulo.
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