Capítulo Veintiocho
— ¿QUIERES DECIR QUE hay más clanes de los nuestros?
—Quince más el mío.
A Sean le importaba muy poco cuántos cambiantes leopardos de las nieves existían, lo único que le importaba en el momento que caminaba junto a William era idear la forma de usarlo como saco de boxeo.
No se fiaba ni un poco de su "Trato" mucho menos de las palabras que salían por su boca.
El gruñido del puma era una constante en su mente, alerta, amenazador y molesto, el felino se mantenía listo para atacar en cualquier momento.
Su único obstáculo... Aria. Y el plan que esperaba por iniciarse.
Realmente no comprendía muy bien el porqué de su decisión, de pronto la mujer y su comportamiento le pareció extrañas.
¿Dónde quedó la mujer que era recelosa hasta con su propia sombra?
¿Por qué había aceptado que William se uniera al equipo?
—Todo este tiempo creí que éramos los últimos —la voz de Aria le obligó a prestar atención a sus palabras.
—Existen más, muchos, ocultos para el resto del mundo.
Sean suspiró.
— ¿Y tú cómo sabes eso? —inquirió en tono frío.
—Kreiger controla a todos los clanes de leopardos de las nieves, primero les da apoyo económico, luego oculta toda la información del clan y finalmente los manipula para ser su líder.
— ¿Kreiger es un alfa? —Aria preguntó.
Había demasiado interés en su voz, y eso le molestaba.
—No, Kreiger es un manipulador que está en contra de la sociedad de clanes.
— ¿Cómo terminaste siendo su lacayo y matón personal? —Sean preguntó mirándolo fijo.
Frunciendo el ceño con evidente molestia, William mostró sus dientes.
—Llegó a mi clan cuando mi alfa estaba enfermo, en ese tiempo éramos veinticinco y atravesábamos una severa crisis, yo era el lugarteniente que tomaría el mando pero Kreiger me convenció de esperar porque era demasiado joven. Abasteció al clan con dinero y canceló nuestras deudas, luego me tomó como su sirviente y ejecutor, cambió la información del clan en la ACC y me mantuvo lejos durante quince años.
— ¿Por qué seguiste con él? —Aria se detuvo al llegar a la camioneta—. Podrías haberlo denunciado.
—Me amenazó con destruir mi clan, por eso he esperado y ahora gracias a ustedes me lo he sacado de encima, y por fin puedo planear algo para aniquilarlo.
Aria miró a William a los ojos, ese brillo de hielo, tan familiar, mantuvo a Sean al borde de un ataque de imprudencia.
—Un sólo paso en falso y no vivirás para contarlo —dijo amenazante—. Sube en la parte de atrás.
—Oye, un momento —protestó—. Es mi camioneta.
Aria volteó a verlo, casi al instante el hielo de su mirada se desvaneció reemplazado por un brillo que no era capaz de explicar ni comprender, pero que lo mantenía estático en su lugar.
Sencillamente Aria podía detener a una bestia salvaje con una simple mirada.
—Es prestada —ella dijo con tono burlón—. Ahora deja de quejarte y conduce.
No le dio tiempo de respuesta, se subió y cerró la puerta. Algo abrumado rodeó el vehículo, la molestia regresó cuando escuchó la risa sofocada del traidor en la parte trasera de la camioneta.
—Cierra la maldita boca o haré que te tragues tu lengua.
Se metió en el interior cerrando con un golpe, arrancó sin considerar la marcha y aceleró esquivando un par de peatones.
—Sean, conduce como una persona normal o nos matarás.
—Bien podría hacerlo para variar —respondió con sarcasmo—. Así nadie se toma la molestia de volver a hacerlo por mí.
— ¡Deja de actuar como un niño!
— ¡¿Cómo quieres que reaccione?! —gritó.
El aire se volvió insoportable, escuchó un sonido que se asemejaba a un gruñido, pero no supo si fue su puma o ella.
—No esperes que acepte con una sonrisa de oreja a oreja la ayuda de ese infeliz ¡No confío en él!
— ¡Yo tampoco! —Exclamó con furia—. Pero lo necesitamos.
—Te equivocas Aria, no necesitamos a un asesino todo está listo.
— ¿Todo listo? ¿Qué me dices de los explosivos? ¿Los detonantes? ¿El sistema de seguridad? ¿El soporte y los equipos de defensa? Sólo tenemos un boceto de la verdadera misión, necesitamos estar seguros de cada paso para no cometer errores y William puede sernos útil.
Sean no tenía argumentos, su desconfianza no era un gran apoyo y a pesar de su ego y orgullo, cada palabra de lo que ella dijo era verdad. En algo tan peligroso como destruir una infraestructura millonaria de un empresario corrupto y delincuente, no había segundas oportunidades ni margen de error.
Era todo o nada.
Pero eso no disminuyó la frustración y el enojo que le hacían desquitarse con el volante que estaba a punto de quebrarse.
«Los enemigos deben estar a diez metros bajo tierra»
William era enemigo, no sólo porque casi lo mata sino porque quiso matar a Aria, lo que más amaba en el mundo, el centro de su vida y su luz. No permitiría que nadie le hiciera daño a pesar de que ella podía protegerse a sí misma, sin embargo, aprovecharía cualquier ocasión para saldar cuentas con los que se atrevían a atentar contra Aria.
Estacionó frente al edificio de su empresa, al bajar echó una mirada panorámica a su alrededor, ubicó a tres hombres dispersos en la manzana. Cuando William se bajó de la camioneta y se dispuso a seguirlos hacia la entrada, Sean les hizo un gesto a los tres hombres que en menos de diez segundos tuvieron al leopardo en el suelo.
— ¿Qué rayos crees que estás haciendo? —Aria preguntó hecha una furia.
—Me quedaré con él para charlar un poco —evadió la ira helada de sus ojos para mirar a William de pie, inmovilizado por sus guardianes—. Llévenlo al subsuelo.
— ¿Por qué hiciste eso? —ella exclamó cuando los dejaron a solas.
—Quiero interrogarlo, no me dejas otra opción.
Aria apretó sus manos en puños, lo miró fijo, ojos de hielo lo pusieron en estado de alerta anticipando un golpe.
— ¿Estás echándome la culpa?
Sean tentando su suerte se acercó hasta estar frente a frente.
—Jamás haría algo así.
Ella por un momento depositó sus ojos en sus labios, pero no hizo ningún movimiento, la tensión de su pequeña figura era algo que quería eliminar por completo, cerrar la brecha que los separaba para fundirse en el calor de un beso tal y como lo había hecho la última vez.
—Si lo matas —dijo entre dientes—. Lo arruinarás todo y no volverás a verme.
— ¿Por qué te importa tanto?
Su pregunta alteró su expresión y de inmediato Aria puso distancia entre ambos.
—Porque es un alfa.
—Buenas noticias, querida, la verdad es que yo también lo soy.
«Ahora más que nunca»
—Un alfa idiota que se deja llevar por los celos.
Sean captó algo oculto en sus palabras, sonrió y abrió sus ojos con asombro al atrapar su desliz.
— ¿Tengo derecho a celarte?
Sus mejillas se pintaron de rosa, y su semblante serio no alcanzó para ocultar la verdad.
Aria sentía algo por él. Estaba seguro.
—Claro que no —dijo—. No intentes nada absurdo, nos reuniremos mañana al amanecer para finalizar el plan y ejecutarlo de inmediato.
Dio media vuelta y se alejó con prisa hacia su auto ubicado en la otra manzana, mientras la veía caminar y desaparecer Sean apenas podía contener un grito de euforia.
•~•~••~•~•
Gracias por leer
•~•~••~•~•
•~•~••~•~•
¡Hola querido lector! Nuevo capítulo.
Espero que te haya gustado.
No olvides dejar tu voto u opinión en comentarios, de verdad que valen mucho para mí 😊
Nos veremos en la siguiente actualización 😘
•~•~••~•~•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top