Capítulo Veinte


LA ALEGRÍA SE reflejaba en cada uno de los rostros, en todos ellos, y en ella misma.

Por fin, Aria estaba en casa.

La fogata ardía con fuerza, los murmullos y conversaciones, las bromas y risas, eran canciones que iban directo a su alma.

El reencuentro estuvo cargado de emociones, de lágrimas y algún que otro reproche, pero para el atardecer todos los miembros del clan ya estaban avisados sobre el regreso de su alfa.

—Es un verdadero alivio tenerte de vuelta —dijo Alexei—. Liam es demasiado perfeccionista.

Se acomodó junto a ella y le entregó una botella de cerveza.

—Sabes que estoy bromeando Shelly —añadió sonriendo ante la mirada de la pareja de Liam—. Es un buen tipo.

—Una vez más Aria —Aiden habló desde el otro extremo— ¿Cómo sobreviviste tanto tiempo con Sean?

— ¿Qué clase de pregunta es esa?— Riley lo reprendió.

El joven ambiguo de ojos azules y cabello marrón claro, exageró una mueca de dolor ante el ligero golpe de su compañera.

Éste era el lugar donde pertenecía.

—Vamos Aria —Alexei insistió—. Relata la valiente historia de su escape.

El hombre de cabello blanco ceniza, dio un sorbo a su botella y continuó mirándola, haciéndole gestos para que hablara.

Todas las miradas cayeron en ella, y al rememorar la noche en que obtuvieron su libertad también recordó quién la había ayudado.

Ubicó a Tarah un poco más lejos, estaba apoyada sobre un tronco, murmuraba algunas cosas con Belle y Hunter.

Era difícil encontrar las palabras adecuadas para decirlo, más por el hecho de que no sabía si a la mujer guepardo le afectaría saber sobre la verdadera muerte de su hermano.

—Fueron tres jóvenes los que estuvieron dispuestos a ayudarnos —comenzó, de inmediato, todos se callaron y alrededor sólo se oía el suave sonido de las olas del lago—. Evan, Willow y Abraham, los tres son leopardos de las nieves. La última noche Willow nos condujo al extremo del Cubo, bajo la oscuridad nos reunimos con los demás, y con Jackson.

Aria tenía la total y completa atención de Tarah.

—Él era un guepardo, el hermano de Tarah.

Sus palabras resonaron, todos voltearon a ver a la mujer de cabello marrón oscuro y ojos color caramelo. Su expresión era indescifrable, pero se había separado del tronco evidenciando su interés.

— ¿A qué te refieres con que era? —ella preguntó con un temblor en su voz.

—Jackson no murió en la emboscada que le hicieron a Sean y Derek, fue herido, pero sobrevivió. No sé cómo terminó en ese lugar, pero logró excavar un túnel bajo tierra que nos permitió salir del otro lado. Cada noche, la temperatura bajaba al punto del congelamiento, él se expuso al frío para hacer el túnel, pero eso le costó toda su fuerza.

— ¿Qué le sucedió?

El destino del guepardo era incierto, pero para evitar dar falsas esperanzas, decidió revelar todas las opciones posibles.

—Estaba muy débil, no podía transformarse ni moverse, no sé qué es lo que le habrá sucedido, tal vez falleció o tal vez aún sigue vivo.

La mirada de la mujer se desvió al suelo, Hunter rodeó sus hombros con un brazo y le dio un beso en su sien para reconfortarla.

Para ser un cambiante guepardo, Tarah demostraba ser muy diferente. Los cambiantes de su tipo eran reconocidos por no formar clanes ni jerarquías, por no apegarse emocionalmente a sus familiares. Pero era evidente que ella no era un guepardo común, lo demostraba por su tristeza al oír el destino incierto de su hermano.

—Tarah, Jackson te quería, todo lo que hizo, lo bueno y lo malo, lo hizo por ti, para protegerte y mantenerte a salvo, él te quería, nunca olvides eso.

La mujer la miró a los ojos, una lágrima había formado un sendero sobre su mejilla.

—Gracias, Aria.

Con un gesto de aprobación, Aria continuó con su relato.

—Logramos salir por el túnel a la superficie del otro lado, evadimos a un par de guardianes en un pequeño bosque, pero al llegar al final nos encontramos con una cerca electrificada.

—Para ser secuestradores tenían un nivel de seguridad un poco básico —dijo Riley.

—Sean ubicó una rama que alcanzaba a pasar por encima de la cerca, alcanzamos a saltar antes de que los guardianes nos atraparan.

— ¿Cómo llegaron hasta aquí? —Liam preguntó.

—Seguimos una ruta lo más que pudimos, pasamos la noche a la intemperie y por la mañana logramos llegar hasta el pueblo de Winston Hills. Ahí fuimos emboscados por unos guardianes del clan Thunder Claws.

— ¿Thunder Claws?— cuestionó el joven Tyler— ¿Qué tipo de cambiantes son? Nunca he oído hablar de ellos.

—Claro que no, si eres poco más que un cachorro —respondió Ashley, la pareja de Alexei, a modo de broma.

—Son linces —Aria prosiguió—. Por una extraña razón, gracias a Sean, nos ayudaron, nos dieron ropa, comida, hospedaje e incluso nos dieron un aventón hasta aquí.

— ¿Cuál es esa razón? —Hunter preguntó.

—Hace muchos años atrás, el padre de Sean le salvó la vida al alfa.

Se ahorró todos los detalles, los problemas y asuntos de un clan extraño y ajeno eran privados.

—En el camino, unos hombres intentaron matarnos —creyó pertinente evitar el punto de que uno de esos asesinos era William, un leopardo de las nieves igual que ellos, igual que ella, todo lo que no podía decirles se lo diría a su lugarteniente—. Gracias al joven que nos trajo logramos escapar con vida.

— ¡Realmente eres inmortal! —Exclamó Alexei chocando su botella con la suya.

—Sólo es cuestión de suerte.

— ¿Suerte? Yo diría que tienes como un centenar de vidas.

—Eso es absurdo —contestó Riley entre risas.

—Somos gatos —alegó Alexei

—Ahora ¿Qué haremos? —habló Liam con seriedad.

—Personas como Hans Kreiger no deberían seguir libres e impunes, por eso quiero destruir ese cubo para que nadie más caiga en su encierro.

Aria pasó su mirada por cada uno de ellos, sabía que podían seguirla hasta el mismísimo infierno de ida y de vuelta si ella lo ordenaba. Su clan le era leal, y ella no podía estar más orgullosa por ellos.

—Yo me apunto —Shelly dijo con determinación.

La joven abrazó a Liam por la espalda, el hombre se tensó durante unos segundos pero luego se relajó.

—Necesitaremos un plan— dijo él.

—Lo sé, pensaré en eso, pero por ahora sólo quiero descansar.

Pasó la noche poniéndose al día con todo lo que había pasado en el clan durante su ausencia. Cuando todos excepto Liam se fueron a sus respectivas cabañas, Aria se sentó a la orilla del lago, observando el cielo nocturno, cientos y cientos de estrellas brillaban en él, la luna creciente apenas brillaba sobre ella.

Liam, casi en silencio, se acomodó a varios metros de ella, su mirada verde estaba enfocada en el lago.

— ¿Hasta cuándo? —Él preguntó con aire de nostalgia— ¿Cuándo encontraremos paz y felicidad?

Sorprendida por esas preguntas, Aria volteó a verlo, pero todo lo que pudo ver fue su ropa destrozada y al leopardo alejándose corriendo.

— ¿Eras feliz antes de que todo esto pasara?

La voz de Sean, junto al recuerdo del beso que le había robado en la tarde, inevitablemente asolaron su mente. La amenaza de sus sentimientos hacia el puma dificultaba su decisión de volver a mantener sus distancias.

Las palabras de Liam no la abandonaron cuando llegó a su cabaña y se acostó en su cama. Se sentía extraña sin la cercanía del puma y eso la confundía.

«Sólo una promesa más que cumplir» se dijo para sus adentros «Después de eso, les buscaré la paz que tanto necesitan»

No importaba el giro inesperado de su forma de pensar y sentir, su clan era primero.

Aunque a pesar de eso, Aria estaba comenzando a cuestionar si el orden de sus prioridades era el correcto para ella...














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Nos veremos en la siguiente actualización 😘
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