Capítulo Treinta y uno
EL CRUJIR DEL hierro era un sonido escalofriante, sobre todo ahora que el interior del cubo estaba vacío. Todo lo que había hecho era para llegar hasta este punto.
Pero ahora su objetivo no estaba y la desesperación y la incertidumbre eran dos puñales en su estómago.
— ¿Estás segura? —Sean preguntó acercándose con cautela.
Existía el peligro de derrumbe, eso sumado al hecho de que cada segundo que pasaba la lucha externa se hacía cada vez más fuerte.
El factor sorpresa ya había pasado.
—No están Sean, no han salido con los demás.
Un ligero temblor se colocó en sus labios, de verdad quería que todo acabara, que las cosas por una sola vez en su vida fueran simples y salieran como ella quería.
Pero su racha de suerte no cambiaría esa noche.
—Deben estar aquí —Sean comenzó a caminar, adentrándose en el pequeño bosque de pinos—. Sígueme, vamos a encontrarlos.
No había nada de debilidad ni en su voz ni en sus movimientos, el hombre que había visto en su escondite era un espectro casi irreal del hombre que la guiaba en la oscuridad. Sean perdió todo rastro de miedo en un sólo instante, y eso era admirable.
Llegaron a las cabañas que hacían de baños y las encontraron dañadas.
— ¡Evan! ¡Willow! ¡Abraham! ¡¿Están aquí?!
Sus llamados no obtuvieron ninguna respuesta. Un escalofrío recorrió su columna cuando decenas de posibilidades comenzaron a rondar por su mente.
¿Y si se los habían llevado? ¿Y si intentaron escapar? ¿Habían muerto?
Rodearon la piscina llena de suciedad y se apresuraron a correr hacia la zona de las celdas. Ambos observaron una por una, las puertas estaban abiertas, pero nadie estaba en el interior.
— ¡Aria! —Sean susurró.
Ella corrió hasta la novena celda, bajó de un solo salto los escalones y se detuvo al lado del puma en el espacio reducido del pasillo. Aroma a ceniza mezclada con una esencia dulce calmó la respuesta instintiva al confinamiento, era lo que ella necesitaba.
—No he podido abrirla —murmuró—. Pero creo que puedo hacerla estallar.
Sean avanzó y de su mochila sacó un par de bloques de C4, un explosivo fácil de detonar y muy potente, dio un par de saltos para colocar cada bloque en la parte superior de la puerta y luego puso las mechas en su lugar.
—Retrocede —ordenó encendiendo las mechas—. Atrás.
Ella se apresuró a subir los escalones, no alcanzó a alejarse lo suficiente como para escapar de la onda expansiva de la violenta explosión que sacudió la estructura una vez más. Fuertes crujidos se escucharon por encima de sus cabezas, en un sólo segundo, en un sólo movimiento que ella no pudo recordar, Sean la había rodeado con su cuerpo para protegerla.
Lejos de molestarse, Aria se sintió segura.
—Sean ¿Están bien?
La voz del transmisor se oyó agitada.
—Sí, todo está bien por ahora —el hombre se alejó un poco—. Estamos rescatando a tres prisioneros que no han salido con los demás ¿Cómo está todo ahí afuera?
—Podemos aguantar, pero no mucho, tienen que darse prisa.
Un sonido fuerte provino del pasillo, metal impactando contra el suelo. Los explosivos habían cumplido su misión, pero... ¿Los chicos estaban ahí?
Sin tiempo que perder, Aria volvió a bajar sumergiéndose en un camino de humo y polvo que irritaba su nariz, una luz era lo único que tenía para guiarse, pronto el espacio se hizo más amplió y fue cuando supo que estaba en el interior.
— ¿Aria?
Una suave voz cargada de miedo, tres figuras borrosas estaban acurrucadas en una esquina. Willow fue la primera en ponerse de pie, la joven corrió a abrazarla sollozando débilmente.
—Pensamos que no lo habían logrado.
Tenues gemidos interrumpieron su respuesta, de inmediato Aria se centró en los dos chicos que estaban ayudando a ponerse de pie a dos niños pequeños, una niña y un niño.
— ¿Están bien? —Sean preguntó.
—Sí, los últimos tres días los hemos estado cuidando. — Evan tomó a la niña en sus brazos—. Son mellizos, deben tener unos dos años como máximo.
— ¿Dónde está su madre?
Evan abrazó con fuerza a la pequeña.
—Falleció en el Evento.
Aria recordó la grabación que Shelly había hecho al infiltrarse en el último evento, recordó la forma en que los cambiantes encerrados se transformaron de manera forzada por un pulso eléctrico que ella había accionado.
Los gritos de agonía estallaron en su mente.
Era su culpa...
—Tenemos que sacarlos de aquí —dijo Sean—. Yo abriré el paso, ustedes sigan detrás, Aria los mantendrá seguros ¿Aria?
Ella reaccionó forzando a la insidiosa culpa a sumergirse en el fondo de su ser.
—Vamos, se nos acaba el tiempo —parpadeó para ocultar sus lágrimas al ver a esos niños indefensos, sacó su transmisor—. Tenemos a los últimos cinco, vamos en camino.
Salieron al exterior, explosiones ahogadas hacían retumbar lo que quedaba del cubo, el cielo nocturno manchado de estrellas podía verse por los espacios vacíos que dejaron los enormes pedazos de acrílico y vidrio esparcidos por el suelo. Árboles habían caído, otros estaban a punto de derrumbarse, el camino hacia la seguridad estaba convertido en un campo minado.
Rodearon la piscina y esta vez, Aria advirtió un cuerpo flotando en su interior, quiso detenerse pero Sean la forzó a continuar, bordearon las cabañas deshechas y alcanzaron el bosque.
— ¡De prisa! —urgió Sean.
Avanzaron lo más rápido que pudieron, esquivando ramas astilladas, fragmentos de acrílico enterrados en la tierra, por fortuna la senda que usaron para entrar todavía estaba despejada, los tres jóvenes junto a los menores salieron a una escena de guerra, el personal de vigilancia estaba avanzando contra los suyos, pero los cambiantes tenían la ventaja de la noche que les permitía mantenerse cubiertos.
Un helicóptero sobrevoló alrededor.
— ¡Mierda! Esto es peor de lo que imaginé —Sean se detuvo bajo los árboles, suspiró de forma cansada pasando una mano por su negro cabello—. Tenemos que hacer un cambio de planes.
No había lugar para discutir, Aria asintió, confiaba en el juicio del puma tanto como confiaba en ella misma.
—Charlie ¿Estás ahí? —Sean habló por el transmisor.
—Aquí estoy.
—Enciende tu camión y conduce al sur.
—Pero... No habrá lugar para todos en el otro camión.
—Nadie saldrá vivo de aquí si no nos deshacemos del helicóptero, sólo hazlo.
—De acuerdo.
—Los demás, tenemos a los últimos prisioneros en camino, replieguen sus fuerzas para cubrirlos.
Los tres jóvenes estaban paralizados al tiempo que el puma dejó de dar instrucciones, Aria tuvo que forzarlos.
— ¡Corran! —gritó— ¡Ahora!
Siluetas oscuras se movieron desde todas direcciones, retrocediendo mientras disparaban, gritos de alarma se oían cerca de los hombres de seguridad.
Siguieron corriendo en línea recta, el aliento salía apresurado, su corazón bombeaba a toda velocidad, la energía de Aria estaba en su límite.
—Hay una abertura en la cerca —ella les dijo a los tres—. Sigan en línea recta hasta la carretera, allí están los demás en un camión oculto.
Sean y Aria quedaron detrás viendo como Willow, Evan, Abraham, y los dos niños atravesaban la cerca.
— ¡Retirada!
Esperaron a que todos retrocedieran para salir de la propiedad, la luz del helicóptero los iluminó pero se desvió alejándose.
—Se están acercando —apresuró Sean—. Vamos, salgamos de aquí.
—No he visto a William.
El puma la miró a los ojos, el brillo amarillo era un faro en medio de la oscuridad.
— ¡De prisa! —Exclamó una voz por el transmisor— ¡La electricidad volverá en cuestión de minutos!
—Probablemente ya salió —Sean la tomó del brazo y con suavidad la arrastró para seguir—. Vamos o quedaremos atrapados de nuevo.
Cruzaron la cerca y corrieron seguidos por los dos técnicos que mantenían el alambre libre de electricidad, llegaron a la carretera completamente vencidos al cansancio.
Los compañeros de Sean aparecieron del otro lado.
— ¿Todos están bien? —el preguntó.
—Todos —respondió Luke.
— ¿Heridos?
—La mayoría, pero son heridas de perdigones, sólo al último momento cambiaron a balas de plomo y metal.
Un ruido de ramas quebradas se escuchó detrás de Aria, ella se dio vuelta con su arma en mano, la cual bajó de inmediato al darse cuenta de quienes eran.
—Liam... —ella susurró preocupada.
—Estoy bien.
Iba casi arrastrado por Kevin y otro puma que no reconoció.
—Una bala le ha alcanzado en el hombro y otra en la pierna derecha —informó Kevin.
—Hemos detenido el sangrado con ungüento de hojas y savia de pino —dijo el otro—. Estará bien para cuando llegue la atención médica.
Aria miró a Liam, sus ojos verdes brillaban con furia y determinación, estaría bien.
—Gracias —ella fijó su mirada en el joven puma—. Llévenlo al camión.
Siguiendo a Sean, permaneció alerta al bosque por si aparecía William, pero todo lo que podían oír era a los guardias aproximándose.
—Todos los heridos irán al camión junto con los prisioneros —ordenó Sean—. Seis irán en motocicletas como escoltas, todo aquel que tenga fuerzas para mantenerse en pie se quedará con nosotros.
Rápidamente y sin protestas, todos adoptaron posiciones, el camión se alejó por la carretera escoltado por seis motocicletas que lo seguían por una distancia discreta.
— ¿Qué haremos ahora? —Aria le preguntó a Sean.
—Lo mismo que hicimos cuando escapamos, alejarnos lo más posible del cubo —se dirigió a Alena, la mujer de corto cabello rubio— ¿Cuál es el lugar más lejano?
Alena revisó un GPS.
—Dermont, está a cincuenta kilómetros al este.
—Perfecto, iremos transformados para abarcar más terreno, una vez ahí tomaremos el primer autobús que nos acerque a Woodstone City ¿Estás de acuerdo? —se dirigió a ella.
Aria miró al único miembro de su clan que la acompañaba, Kevin se mantenía indiferente.
—Me parece bien.
Siete pumas y dos leopardos de las nieves se dispersaron en el bosque de pinos que se extendía más allá de la carretera. Alena y otro chico quedó en forma humana cargando las mochilas con ropa y suministros.
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Gracias por leer
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¡Hola querido lector! Nuevo capítulo, espero que te haya gustado.
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Mil gracias por seguir esta historia 😃
Nos veremos en la siguiente actualización 😘
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