Capítulo Treinta y ocho

 Voces.

Oía voces sin identificar a quienes pertenecían, en el vacío de su mente todo estaba tranquilo desde hacía mucho tiempo, tanto que no recordaba muy bien desde cuando estaba así.

—Debiste detenerla —una voz ronca y cansada, de un hombre enojado—. Se supone que eres su mejor amigo.

—Eres muy tonto si todavía piensas que alguien puede dirigir su camino, ella toma sus propias decisiones.

Una respuesta dura, esa voz tenía poder y un rastro sutil de frialdad.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado? —otra voz, un poco suave, femenina, se alzó en el aire.

—Casi dos meses —respondió la voz enojada—. Ella sigue igual, pero él ha mejorado.

—Lo ha salvado —continuó la voz fría.

— ¿A qué costo?

—Eso no importa.

Las voces se silenciaron, una oleada de sensaciones surgió de repente, aromas familiares y extraños llegaban para abrir sus recuerdos, sentía calor bajo su piel, sus terminaciones nerviosas activarse de un largo letargo, pronto pudo mover sus ojos despacio, luego sus párpados hasta que curioso probó levantarlos y la luz llegó.

—Shelly llama a un médico —urgió la voz fría— ¡Rápido!

Un techo blanco le dio la bienvenida a su vista, se sentía confuso como si estuviese en un extraño sueño en que no era capaz de enfocar con precisión.

Una silueta borrosa se interpuso entre el techo y sus ojos, una luz le dio en los ojos y ardieron como si fuese un láser impactando contra sus retinas. Quiso gritar, pero lo único que pudo hacer fue tragar saliva.

—Sean ¿puedes oírme? —eco, la voz cascada era un eco— ¿Puedes entenderme?

Cerró con fuerza sus ojos y al abrirlo pudo ver un poco mejor.

— ¿Está bien?

Definitivamente sabía a quién le pertenecía esa voz.

—Em... Emi... Emily.

—Aquí estoy.

Ojos marrones llenos de lágrima, giró su cabeza a la derecha y vio el inconfundible rostro de su hermana mayor. Luego una mano cálida tomó la suya.

—Lo siento, lo siento, lo siento, tenía tanto miedo...

Un suave llanto, Sean reforzó su agarre para calmarla.

Tosió un poco para liberarse del nudo que le impedía hablar, mientras el médico de cabello gris seguía examinándolo abriendo sus ojos ampliamente, haciendo gestos de sorpresa y asombro a medida que avanzaba con sus instrumentos.

—T-tranquila Emily, no he m-muerto.

Ella rió débilmente.

Sintiéndose capaz, con fuerza y con vida, Sean se incorporó en la cama.

—Espera muchacho —el médico intentó detenerlo, pero no lo logró—. Despacio, estuviste mucho tiempo inmóvil, espera ¿no sientes dolor?

Sean enfocó su mirada en el hombre, tenía ojos azules y arrugas en sus bordes.

—No, me siento bien.

—Pues esto es extraño —frunció el ceño—. Tu recuperación debería ser más lenta, estuviste dos meses en coma.

Volteó a ver a Emily, seguía sosteniendo su mano con demasiada fuerza, como si temiera que al soltarlo fuera a desvanecerse como polvo, ella seguía con su mirada llena de afecto, culpa y lágrimas.

Y en ese instante recordó la razón por la que estaba en una habitación de hospital.

Recordó una noche de lluvia fuerte, él manejaba a alta velocidad en la motocicleta que había tomado sin permiso de su hermana, demasiada velocidad, y sufría, lloraba, estaba desesperado y eso había nublado su juicio.

Un vehículo en sentido contrario se corrió de carril, él intentó esquivarlo pero las ruedas le fallaron, perdió el equilibrio y cayó.

Lo último que recordaba era una fuerte presión en su cabeza.

"— ¡Aria tuvo un compañero!"

Un dolor golpeó su mente al recordar eso, pero casi al mismo tiempo que apareció el dolor fue mitigado, una ola de suave calor se expandió desde su corazón hasta todo su cuerpo, sanando cualquier dolor.

Sorprendido, extendió una garra y se hizo una herida superficial en el dorso de su mano.

— ¿Qué está haciendo? —preguntó el médico confuso.

—Experimentando —respondió atento a la herida que ya se había reparado sin ningún dolor.

— ¿Cómo...?

—Es un cambiante.

De inmediato cambió el rumbo de su mirada al hombre que estaba apoyado en la puerta, sus ojos azules brillaban y tenía una amplia sonrisa.

— ¡Luke!

Su mejor amigo avanzó a grandes pasos, movió a Emily de su lugar y le dio un par de golpes en su hombro, luego tomó su mano con las suyas.

— ¡Estás bien! —Exclamó con alegría— ¡Estás vivo! Sabía que funcionaría.

— ¿Qué cosa?

Su sonrisa se apagó, hasta quedar serio, pero en sus ojos había admiración.

—Estás vivo gracias a ella.

El sonido de una cortina al deslizarse capturó su atención, Sean se enderezó y todo se detuvo para él.

—Aria.

El impulso visceral hizo latir con fuerza su corazón, era un pulso vibrante de energía, que lo envolvía, que lo protegía y sin embargo era diferente a los vínculos que había hecho con los miembros de su clan, fue en ese momento que supo que lo que tenía era un vínculo único y poderoso, algo salvaje que renovaba sus fuerzas y que se negaba a ser tocado.

—Nos vinculamos —dijo en un suspiro— ¿Cómo?

—Habías entrado en un estado de muerte cerebral — Emily respondió, su tono un poco bajo—. Creímos que era tu final y por eso decidimos desconectarte. Pero Aria llegó y... Luke dijo que ella podía salvarte, ella hizo un vínculo de sangre contigo.

—Desde ese momento Aria ha dormido —continuó Luke—. Ella te ha dado toda su energía para sanarte.

— ¿Ella está bien? —hizo el intento de mover sus piernas pero esta vez le costó un poco más.

—Despacio —intervino el médico—. Ella está bien, todos sus signos están normales, sólo está dormida por sus propios medios. —Sonrió, un par de arrugas estiraron sus labios—. Ustedes son una maravilla y un enigma para cualquier doctor. —Tomó un anotador digital y se colocó unos anteojos transparentes—. Todo parece normal, pero quiero mantenerte vigilado un par de días más antes de darte de alta —miró a Luke, Emily y luego a él—. Llámenme ante cualquier cosa.

El médico se fue y por primera vez desde que despertó se centró en las demás personas que estaban en lado contrario cerca de la cama de Aria.

Liam, Shelly, Hunter y Alexei.

El hombre de intensos ojos verdes rodeó la cama y se acercó.

—Me alegra que estés bien. —Se detuvo con sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. Pero ahora estás vinculado a mi mejor amiga —su voz cambió de tono de forma abrupta, un matiz de peligro y amenaza hizo que Luke se tensara—. Ella ha dejado todo por ti, espero que por una vez, pienses en todo lo que ella tuvo que pasar en su vida antes de volver a hostigarla.

De su bolsillo sacó un pequeño anotador de papel, grueso y desgastado, tenía las tapas de color negro. Se lo entregó mirándolo en una seria advertencia que Sean vio como algo real.

—Guárdalo, y por ningún motivo dejes que alguienmás lea lo que ha escrito aquí.














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Gracias por leer
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¡Hola querido lector! Nuevo capítulo.
Espero que te haya gustado 😊
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Nos veremos en la siguiente actualización 😘
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