Capítulo Trece
CON EL CORAZÓN a punto de salirse de su pecho, Sean avanzó a oscuras tras Willow, Aria iba junto a él, tranquila, sigilosa y seria, como siempre.
Nunca imaginó que ella podría haber aceptado su juego, el beso que le había dado era por lejos el mejor de todos. Estaba seguro que ella mentía al decir que no había sentido nada, Aria casi se fundió en sus labios al igual que él.
Pobre Aria, pensó, ella creía que se había librado de él.
«Ahora la quiero más que nunca»
Rodearon las casillas y se internaron en el bosque detrás, en silencio caminaron hasta encontrarse al final con uno de los muros del cubo.
Una silueta apenas se veía, estaba sentada contra el muro. De un lado del bosque, Evan apareció sosteniendo una antorcha improvisada, junto a él Abraham sostenía otra y vigilaba constantemente los alrededores.
Evan se acercó, iluminando la silueta, de un hombre de piel oscura, débil y cansado, aquel hombre le parecía muy conocido.
—Jackson ¿estás bien?
Al oír ese nombre, Sean se tensó, todos sus sentidos entraron en alerta.
—Dime su apellido —ordenó—. Ahora.
Jackson, quien hace unos momentos tenía su mirada en el suelo, levantó su cabeza con lentitud, sus ojos lo miraban con pesar, dolor y resignación.
—Cordell —murmuró.
—Maldito hijo de perra.
Aria lo agarró por el brazo antes de que pudiera alcanzarlo. Desconcertado y furioso, quiso zafarse pero la fuerza de ella no se lo permitió.
—Cálmate —le ordenó— ¿Qué diablos te pasa?
Sean se obligó a pensar, miró a la mujer a los ojos y dejó de insistir en atacar. ¿Cómo no podía darse cuenta ella de quién era Jackson Cordell?
—Es el hermano de Tarah —dijo entre dientes—. El mismo que intentó matar a Luke, y luego a mí.
Jackson fue el asesino que enviaron para matar a su lugarteniente un año atrás, pero no lo logró, antes de que se emparejaran, Luke y Kaylee investigaron el asunto y descubrieron una conspiración que pretendía dejar a tres clanes sin líderes.
Los lobos Moon Fighters y los leopardos de las nieves Ice Daggers estaban en la lista junto con su propio clan.
Afortunadamente, la emboscada que les tendieron a Derek, Aria y Sean fue eliminada.
— ¿No estaba muerto? —Aria preguntó.
Sorprendida liberó su agarre.
—Eso mismo creía yo, uno de mis hombres le disparó mientras huía.
—No quiero interrumpir tan emocionante encuentro —Abraham intervino con un tono molesto y nervioso—. Pero debemos ir al grano antes de que alguien nos escuche.
Acto seguido, Evan le pasó su antorcha a Willow, se dirigió a una gran piedra a varios pasos de Jackson, la movió sin dificultad y le hizo un gesto para que se acercaran.
Con recelo, más por el débil cuerpo del guepardo asesino que por lo que podrían encontrar, Sean avanzó a la par de Aria. Debajo de esa enorme piedra, se extendía un profundo pozo inclinado, un túnel.
— ¿Está terminado? —Evan le preguntó a Jackson.
—Sí.
—Entonces podrán irse ahora mismo.
—Un momento —dijo Aria dirigiéndose al guepardo—. Si tú hiciste esto, ¿por qué no lo usas?
—Estoy demasiado débil —respondió inclinando su cabeza sobre el muro—. Lo hice durante muchas noches, exponiéndome al frío, mis articulaciones casi no funcionan, mis músculos y huesos ya no pueden sostenerme. Moriré en cualquier momento.
El metabolismo y la fisiología de un cambiante guepardo eran de las más sensibles. No soportaban temperaturas frías, con tan solo pasar unas cuantas horas bajo cero se debilitaban rápidamente.
— ¿Por qué no lo usan ustedes? —Aria le preguntó a Evan.
—Porque ustedes tienen clanes afuera —respondió Abraham—. Nosotros no tenemos nada.
—Ustedes —añadió Evan—. Con sus influencias, pueden destruir esto y liberarnos a todos.
Aria miró a Sean, por un fugaz momento sus ojos de hielo brillaron, el recuerdo del beso ardió en su mente como una llama viva. La mujer se acercó a Evan.
—Juro por mi vida que los sacaré de aquí, y los haré miembros de mi clan.
El joven sonrió con alivio.
Luego, Aria se agachó al lado del guepardo, analizándolo con su mirada. Por dentro, Sean veía la amenaza latente en aquel cambiante moribundo, apenas podía controlar al puma que quería alejarla de aquel asesino.
—Tarah está viva —la oyó susurrar, no con esa voz dura que siempre usaba, la oyó hablarle con ternura, Aria estaba dando un consuelo—. Está bien, en mi clan, se ha emparejado y tendrá un hijo.
Jackson soltó una lágrima y luego otra, y otra, hasta que se deshizo en un llanto desgarrador, Aria lo rodeó con un brazo, mientras el guepardo temblaba.
—Shhh, tranquilo, está bien.
Sean no podía creer lo que estaba viendo, la fortaleza de Aria había desaparecido, sin dudar ella se acercó al debilitado hombre y lo reconfortó, mostrándose no como la dama de hielo que podía congelar con la mirada, sino como la mujer compasiva y sensible que era por dentro.
—L-lo hice p-por ella —dijo Jackson con una débil y ahogada voz—. Necesitaba el d-dinero para p-poder liberarla de sus captores y llevarla l-lejos a un lugar d-donde nadie pudiese hacerle d-daño.
Era tanta la angustia del hombre que Sean abandonó el deseo de cobrar venganza.
—Protege a mi hermana Aria, por favor —suplicó el hombre a media voz—. Protege a mi hermana.
—Descuida, ella está a salvo ¿Seguro que no puedes usar el túnel? Puedo ayudarte a cruzarlo, y quizás, también podrás ver a Tarah.
—No, sólo pueden entrar transformados, y ya no tengo fuerzas para cambiar.
Con una última palmada a su hombro, ella se levantó, toda compasión y sensibilidad abandonó su cuerpo y voz cuando se dirigió a los tres jóvenes:
—Llévenlo a nuestra celda, y no lo dejen hasta que haya cerrado sus ojos —miró a Jackson por un segundo—. Ningún cambiante merece morir en soledad.
Evan y Abraham cargaron al guepardo y luego de despedirse se fueron.
—Suerte —dijo Willow—. Deben estar preparados, nadie sabe qué hay detrás de los muros.
La joven apagó sus antorchas y siguió el rastro de sus hermanos.
—Transfórmate —Aria ordenó—. Es hora de irnos de aquí.
En un par de segundos, ella cambió, el leopardo, de espeso pelaje gris con manchas, cuyos ojos seguían siendo de hielo, esperó. Sean se transformó en el puma y ni bien estuvo en cuatro patas, Aria se internó en el túnel.
Mientras descendían más y más en el agujero oscuro e inclinado, Sean sintió el olor a miedo, y esta vez, no provenía de Aria. Él temía por ella, por ambos, por lo que sea que les esperara al final del túnel.
¿Y si activaban los neuroestimuladores?
Sólo rogaba que pudiesen escapar, para regresar a casa. Y... A la vida que tenían.
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¡Hola querido lector! Nuevo capítulo.
Espero que te guste por dónde va la historia.
Gracias por darle tiempo.
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Nos veremos en la siguiente actualización.
Gracias por leer 😘
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