Capítulo Diecisiete
POLLO FRITO CON ensalada de verduras.
Delicioso.
Sublime.
Exquisito.
Lo mejor que había probado en su vida. Tal vez era el hambre o el hecho de que por una semana estuvo a dieta, pero Sean comió tres porciones de la comida que aquella amable mujer les sirvió en el comedor de la mansión.
Junto a él en la mesa, Aria comía de una forma más lente y menos desesperada.
Sean se dio cuenta de su falta de modales, tragó su bocado y luego de tomar agua decidió ir más despacio.
— ¿Tu clan es aliado de los Thunder Claws? —Aria preguntó.
—No, de hecho, nunca había oído hablar de este clan.
Sean solo se había aliado de tres clanes, los lobos Moon Fighters, los pumas Blue Moon de Argentina y el clan de Aria. Su padre, Jeremiah, nunca le había hablado de los linces.
—Bueno, parece que tu padre es muy popular por aquí.
Él también notó eso.
—Pienso averiguar el por qué.
—El hijo predilecto de Jeremiah —dijo Trevor sentándose frente a él—. Creí que sólo tenía dos hijos.
Eso era lo que todos creían, pero la difícil realidad era que Sean fue producto de una relación oculta, literalmente era un bastardo. Su padre estuvo vinculado a una sola mujer, pero rompió ese vínculo cuando se metió con su madre, Helen, ella falleció dando a luz a su gemelo, quien trágicamente no logró sobrevivir.
Jeremiah se hizo cargo y llevó a Sean al clan, donde creció como todo cambiante normal y tuvo que luchar para ganarse el respeto de sus compañeros de clan.
— ¿Qué hizo? —preguntó levantando su tenedor con ensalada.
—Oh esa es una gran historia —Exclamó Hazel en la entrada del comedor—. Vamos zanahoria, cuenta la historia.
Trevor rodó sus ojos.
—Cuando Harold se convirtió en alfa, el clan estaba siendo acechado en la ciudad por un montón de lobos errantes, Jeremiah estuvo varado en Winston Hills la noche en que Harold fue atacado por tres lobos, tu padre se enfrentó a ellos y le salvó la vida.
—Fue muy valiente —Hazel se sentó al lado de Trevor—. Recibió un par de golpes pero nada que Jessie no pudiera curar.
—En ese entonces —Trevor prosiguió—. Jeremiah no era alfa sino que, era el lugarteniente de tu clan, prometió hacerse aliado de nuestro clan cuando asumiera el lugar del alfa anterior.
—Por alguna razón nunca volvió a comunicarse con Harold —finalizó Hazel.
Eso era extraño, pensó luego de recordar la historia, su padre le había enseñado a honrar sus promesas.
— ¿Por qué le estiman tanto si no cumplió con la alianza? —preguntó Aria.
—Porque le salvó la vida a mi padre —Hazel respondió a la defensiva—. Y mató al líder de los lobos errantes en el proceso.
—Si no lo hubiera hecho, los lobos no se habrían dispersado y nuestro clan habría estado en peligro —afirmó Trevor.
—Lo entiendo —dijo Aria—. Una buena acción merece ser honrada.
—Y... ¿Cómo se llama tu clan? —Trevor preguntó.
—Ice Daggers.
—Es un bonito nombre ¿Cuántos son? ¡Auch!
—Zanahoria, eso no se le pregunta a un alfa —dijo Hazel luego de golpearlo en la cabeza.
— ¡Deja de llamarme así! —Exclamó Trevor.
— ¡Oblígame! —Hazel sonrió.
Sean, divertido, terminó su comida.
—Ustedes dos van a terminar juntos —dijo y los dos linces dejaron de discutir.
—Antes prefiero que me coma un lobo —Hazel lo miró horrorizada.
—Te apoyo en eso —añadió Trevor.
—Disculpen —intervino Aria—. A Sean le gusta jugar a ser Cupido.
Trevor y Hazel miraron la entrada del comedor, Harold entró y los dos jóvenes se pusieron de pie de inmediato.
— ¿Pueden dejarme a solas con Sean y Aria?
Los dos asintieron y se fueron.
El hombre de mayor edad, caminó hasta sentarse en su mesa, cruzó sus manos sobre ella y los analizó con interés. De cerca Sean pudo ver una gran cicatriz que surcaba su arrugado cuello.
—Ahora que han recuperado su aspecto y fuerza, vamos a hablar ¿Qué les sucedió?
—Fuimos secuestrados —empezó Aria—. Y encerrados en una celda, básicamente en el Cubo de Kreiger.
— ¿Secuestrados? Nadie puede ser capaz de secuestrar a un cambiante.
—Pues tendrás que oír toda la historia.
Luego de relatarle con detalle desde el asalto al salir del restaurante hasta su casi fatal escape, el alfa lince quedó en silencio, con aire pensativo movía sus dedos sobre la mesa.
—Nunca creí posible que un cambiante fuera capaz de perjudicar a su propia raza para obtener dinero.
— ¿Puedes ayudarnos a volver a nuestros territorios? —Aria preguntó.
—Claro, mi lugarteniente viajará a Washington mañana temprano, los puede acercar.
—Eso sería genial —dijo Sean— ¿Quién es tu lugarteniente?
—Trevor.
— ¿No es demasiado joven?
Por debajo de la mesa, Aria le dio una pequeña patada. Sean comprendió la advertencia, estaba acostumbrado a hablar con aliados, tanto que no se dio cuenta que Harold era un alfa viejo apegado al código. Y según ese pedazo de papel ningún alfa podía cuestionar las decisiones de otro en tanto no se viera perjudicado su propio clan.
—Cuando yo me vaya, el clan necesitará un alfa joven y fuerte —Harold sonrió—. Es perfecto para el puesto. —Se levantó—. Bien, creo que eso es lo único que necesitaba saber, no olviden despedirse antes de que se vayan.
—Gracias Harold —Aria le estrechó su mano—. Estamos en deuda contigo y tu clan.
—Oh no es nada, es bueno ayudar, vayan a descansar, de verdad lo necesitan.
•••
Pasaron la tarde recorriendo las seis hectáreas con Hazel, conociendo a las personas que se acercaban a ver si era verdad que el hijo de Jeremiah Wells estaba en sus tierras. Sean agradeció la amabilidad de esas personas, disfrutó jugar con los niños y relatar a los adultos la historia de su gran escape.
Aria, era más gentil que nunca, sobre todo con los más pequeños, al verla de reojo sonreír a los niños que la rodeaban, Sean se llenó de orgullo por su libertad, por la clase de mujer que era.
Por la noche y luego de otra abundante cena, ambos fueron a dormir temprano para estar listos para irse en la mañana.
Aunque no fue tan fácil conciliar el sueño, Sean quería unos momentos más junto a ella, antes de regresar a sus deberes de alfa, antes de que todo volviese a ser como antes.
— ¿Qué harás cuando llegues a tu territorio? —Sean le preguntó.
Aria se dio vuelta y ambos quedaron enfrentados, iluminada únicamente por la luz de la luna que se filtraba por la ventana, quedó en silencio, sus ojos que se tornaron grises estaban fijos en él.
—Veré a los niños —respondió en voz baja—. Luego veré a los demás y después de cerciorarme de que todos estén bien, le preguntaré a Liam cómo le ha ido.
Había interés en su voz, Aria y Liam eran muy unidos, las veces que solía recorrer la ciudad de Lake Saint Jerome hasta su taller, siempre los veía juntos. Sean no tardó mucho en armar las piezas y llegar a una conclusión.
— ¿Tú y Liam son...?
—Amigos —ella le interrumpió—. Hace poco ha encontrado una pareja.
El alivio inundó su cuerpo.
— ¿Qué harás tú?
—Ver a los recién nacidos, Brooke y Ellie dieron a luz cuando estábamos en el cubo.
Aria suspiró y volvió a sonreír, paralizándolo, quería ver esa sutil sonrisa eternamente, captarla en su memoria para jamás olvidarla.
—Me alegro por ti —ella dijo y bostezó dándose vuelta—. Descansa Sean, mañana todo volverá a la normalidad.
«Sí, todo será como antes» pensó con tristeza mirando el techo «Volverás a ignorarme como siempre lo hiciste»
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Gracias por leer
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Nos vemos en la siguiente actualización.
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