Capítulo Cuarenta y uno
Era mediodía.
Todos estaban en el claro de luna, ninguno había faltado, incluso los que todavía no eran miembros oficiales del clan —los chicos de la Triple Garra— estaban ahí.
Las expresiones de los adultos no podían ser más acorde a la situación, enfado, preocupación, miedo, era lo que ellos emitían a través de su lenguaje corporal, y a medida que ella atravesaba el claro para llegar al centro, no podía evitar que parte de esas emociones se filtraran en su interior.
Por dentro sentía el puñal de la traición clavarse en sus entrañas, y esta vez, era ella quien lo hacía. Porque de alguna forma estaba contradiciendo sus actos, rompiendo juramentos, abandonando a los que prometió proteger. Y eso le hacía dudar sobre lo que iba a hacer.
"—No, es lo correcto"
Era hora de dejarlos ir, si no se forzaba a sí misma jamás lo haría y para cuando ella dejara de respirar Liam sería demasiado viejo para ser alfa y tendría que nombrar un lugarteniente de forma apresurada.
—Supongo que todos saben la razón por la que los he llamado a reunirse aquí.
Silencio.
Seriedad.
Ellos no le ponían las cosas fáciles.
Aria tomó aire, cruzó los brazos por detrás de su espalda y los miró a todos con orgullo.
—Voy a ceder mi lugar ante Liam.
Fijó su mirada en el hombre, por primera vez desde que lo había conocido Liam expresaba miedo en sus ojos.
—Es mi decisión —continuó—. Y ninguna acción me ha influenciado para tomarla.
— ¿Qué pasó con eso de prometo protegerlos con mi vida? —Kevin preguntó, sus palabras eran duras pero su voz salió sensible— ¿El juramento de iniciación no vale? ¿Son simples palabras dichas al azar?
— ¡No!
Los ojos verdes de Kevin se llenaron de decepción.
— ¡Entonces di la verdad! —Exclamó— ¿Por qué quieres irte? Es tú clan ¿por qué ya no quieres tenernos?
— ¡Porque no me pertenecen! —Alzó la voz—. Ustedes no le pertenecen a nadie más que a ustedes mismos y es lo que quiero que aprendan y les enseñen a sus hijos, somos cambiantes el cambio es parte de nuestra naturaleza y he decidido que necesito un cambio en mi vida si quiero continuar con ustedes.
El silencio se hizo más pesado, y la incomodidad le hizo cuestionarse.
—Si eso es lo que quieres —dijo Alexei interrumpiendo sus pensamientos—. Entonces no tienes razón para cortar los vínculos, Liam puede tomar tu lugar el tiempo que necesites.
—Un alfa tiene que dejar espacio para que otro continúe su camino, he dejado los cimientos para que nuestro clan crezca fuerte, es hora de hacerme a un lado. No será eterno mi viaje —tuvo el coraje de mentir porque no tenía la certeza si iba a volver para ser un miembro normal—. Pero me volverán a ver, lo prometo.
Se quedó en silencio con la mirada en alto, mientras, todos los demás intercambiaban miradas y murmullos que ella se esforzó por no oír.
Cuando la primera ola de sorpresa y repudio cesó, casi a regañadientes, aceptaron sus términos.
—Da un paso al frente Liam.
Soltando la mano de su compañera, se acercó desde el centro de la multitud para quedar frente a ella, y mirarla a los ojos llenos de un orgullo y un temor que ella jamás había sentido en él.
—Estoy orgulloso de haberte seguido —dijo con cariño—. Y tengo miedo de no ser suficiente. —Volteó a ver a sus compañeros—. Está bien si ustedes no quieren seguirme a mí —regresó su mirada a ella y esta vez el miedo se había esfumado—. Porque ya debes saberlo, que si te vas, el clan puede irse también.
Aria guardó silencio, no había pensado en eso a pesar de haber pasado toda la noche planeando las palabras para explicarles su partida.
El miedo se instaló en su estómago, pero no le permitió que la detuviera.
Podía tomar ese riesgo, aunque eso le sonara a egoísmo.
—Lo sé, pero creo en tu fortaleza y no pienso dar marcha atrás. —Dio un paso, cortó su mano y luego la de él—. Yo Aria Ashburn, cedo mi lugar como alfa del clan Ice Daggers ante el cambiante que está frente a mí, todos mis derechos, obligaciones y responsabilidades quedan en sus manos.
Cerró sus ojos y dirigió un pulso de energía al vínculo de sangre que la unía a él, la habilidad para formar múltiples vínculos de ese tipo quedaría en Liam hasta que decidiera traspasarla a su sucesor dentro de muchos años. No era algo que podía hacerse a la ligera.
Una vez que terminó, abrió sus ojos y lo vio tenso con expresión de dolor, esperó unos segundos hasta que su rostro fue suavizándose, al volver a mirarla tenía un borde dorado alrededor de sus ojos signo de que la habilidad estaba plena y funcional.
—Forma tus nuevos vínculos antes de la luna llena —le dijo con una sonrisa—. Y mantén al clan Ice Daggers fuerte y orgulloso.
Una lágrima rodó por su mejilla y ella la borró con su pulgar.
—Lo haré, Aria, lo haré.
Ella movió su mano hacia su hombro para reconfortarlo.
—Me volverás a ver viejo amigo —susurró—. Dentro de un tiempo.
Tomando su mano se giró para ver a los demás, el alivio eliminó sus miedos al notar que todo permanecía ahí y que sus expresiones habían cambiado un poco.
—La cesión está hecha —dijo en voz fuerte y clara, levantando la mano de Liam al cielo—. Liam Gallagher es el alfa ahora.
De a poco fueron aplaudiendo, y sonriendo, hasta que de pronto los ánimos se suavizaron y todos lo rodearon para felicitarlo y rendirles su respeto.
Ella aprovechó para despedirse de cada uno, asegurándoles que regresaría.
—No puedes irte —Shelly fue la última en acercarse—. Si ya no estoy vinculada a ti no formaré parte del clan, y el clan es la única familia que tengo.
Aria miró a los ojos marrones de la mujer humana, trató de ser comprensiva, Shelly se había unido al clan hacía poco más de cinco meses después de perder a su madre en manos de un grupo extremista anti-cambiantes que amenazaban su vida.
Ahora era la mujer de Liam.
La primera mujer que había logrado verdaderamente llegar a su corazón.
—El clan son ustedes, forman el sustento, la parte fundamental para mantenerlo vivo. —Acarició su rostro—. El clan sigue en pie si yo no estoy, y tú sigues siendo parte. Además eres la mujer del alfa, Liam te necesita más que nunca.
—Lo entiendo. —Shelly secó un par de lágrimas y elevó su mirada, su voz se llenó de fortaleza cuando exigió—. No te alejes por mucho tiempo.
Aria rió suavemente.
—Dalo por hecho, ahora ve.
Con un último vistazo a su familia, Aria se dio media vuelta y comenzó a alejarse, internándose por última vez en el bosque de su territorio.
Tenía algo que hacer antes de partir.
Se sentó al pie de su árbol favorito a la orilla del lago, le gustaba por su inclinación y porque en otoño sus hojas cambiaban a un hermoso color rojo.
Sus pies casi tocaban el agua, la brisa pronto le trajo sonidos y olores que le indicaron su cercanía. Mientras esperaba, trató de capturar cada detalle, cada aroma, cada vista del paisaje que tanto adoraba.
No vería algo así por mucho tiempo.
—Hola Aria.
Sean se detuvo detrás de ella, sonriendo con sinceridad se levantó.
Un tumulto de emociones se enredaba en su interior mientras el puma se acercaba con la gracia del depredador.
— ¿Puedo saber por qué me llamaste? —preguntó con una sonrisa igual de amplia.
El sol de primavera salió de su cubierta de nubes para iluminarlos, la piel apenas bronceada había recobrado su color, ella se dejó cautivar por la simpleza de sus facciones, por la fuerza salvaje de su mirada.
— ¿Tenías algo importante que hacer?
—Nada es más importante que la oportunidad de verte.
—Perfecto.
Cerrando la distancia, Aria lo besó, de inmediato Sean reaccionó y la atrajo rodeándola con sus brazos. El puma le correspondió con una demanda exigente, ella se abrió por completo permitiendo que todo lo que sentía se dejara ver en un beso que le dejaba inmersa en una sensación de placer que jamás había experimentado.
Sean fue quien rompió el contacto y ella sintió que quería más. Pero no podía.
—Abrázame —exigió con la emoción haciendo su voz ronca.
— ¿Qué sucede? —preguntó alarmado.
—Abrázame.
Sean la abrazó con fuerza y en sus brazos, en su calor, junto a los latidos de su corazón ella se sintió segura y protegida.
Por eso lo que iba a hacer le dolía como una daga clavada en su corazón.
De un bolsillo sacó una pequeña jeringa con sedante y sin darle tiempo para darse cuenta se la clavó en una zona segura de su pierna, inyectándole una dosis que lo haría dormir por al menos cinco horas.
— ¿Qué...?
—Shhh —lo calmó besándolo con ternura, a medida que el sedante fue haciendo efecto ella lo ayudo a recostarse en el suelo.
Sus pupilas se dilataron, su respiración se volvió tranquila.
—No me busques —dijo dándole un último beso—. Por favor no me busques.
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Gracias por leer
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¡Hola querido lector! Nuevo capítulo.
Espero que te haya gustado 😊
No olvides regalarme un voto o tu opinión en comentarios, de verdad que valen mucho para mí ☺
¿Quieres saber cómo terminan Sean y Aria?
Descubrelo en el último capítulo de Alma Salvaje 😘
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Gracias por leerme 💖
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