9. Visiones

END

¿Qué me está pasando?

¿Por qué me siento de esta forma?

¿Qué es lo que esta humana está haciendo conmigo?

Al comienzo solo era curiosidad, solo me entretenían sus reacciones y me relajaba en el mundo humano, pero no sé cuándo cambiaron las cosas ni por qué lo hicieron y no podría sentirme más frustrado al respecto.

"No debería sentir esto, no yo" me repito mentalmente; soy un demonio, los demonios no tienen sentimientos de humanos, pero a pesar de que intento convencerme de esto, es innegable que estoy disfrutando este beso más que de cualquier otro que pueda recordar.

—Natsu —ella me nombra en medio de un abrazo en cuanto nuestros labios se separan y al igual que en las ocasiones anteriores, al escucharla decir mi nombre me llena una sensación extraña pero familiar, agradable, pero que hace que un agujero se instale en mi estómago—. Te quiero —susurra sin despegarse y algo similar, pero más fuerte que lo de antes se apodera de mí. No lo entiendo... no lo entiendo, pero no me desagrada por alguna razón.

Levanto la vista para verla directamente, pero me encuentro con una imagen que me deja helado en mi sitio por un momento antes de forzarme a dar un par de pasos hacia atrás. Me veo detenido al tropezar contra otro humano que bailaba cerca y odio lucir tan desorientado. Al regresar mi mirada hacia la rubia, ha vuelto a la normalidad, pero no puedo dejar de preguntarme por qué demonios hace un momento la vi con unas emplumadas alas blancas a su espalda y un vestido blanco en lugar del rosa que trae puesto.

—¿Estás bien? —ella me pregunta con un gesto entre la confusión y la preocupación. Estira una mano en mi dirección, pero de nuevo tengo una visión como la anterior por un instante, que me obliga a retroceder, con la diferencia de que ya no hay obstáculos detrás de mí.

"¿Qué demonios es esto?" Me pregunto, sosteniendo mi cabeza con fuerza hasta que varias punzadas dolorosas me obligan a apartar mis manos; al verlas noto que mis garras han crecido, al igual que escamas se apoderan lentamente de ellas. Esto no debería estar pasando, tengo que salir de este sitio ahora mismo.

Le doy un último vistazo a la chica rubia, en el que la vuelvo a ver con esa otra apariencia. Intento no dejarme afectar tanto por eso esta vez.

—Tengo que irme —digo en un tono tan ronco e inestable que apenas reconozco esa voz como mía. Aprovecho la primera persona que se cruza entre Lucy y yo para desaparecer de la vista de la rubia tras ella.

Lo primero que surge en mi mente es aquella fábrica abandonada a donde ya he ido y no lo pienso dos veces en ir allí. Una vez en el lugar, intento calmarme sin obtener ningún resultado.

No lo entiendo, por mucho que intente comprender, lo que vi no tiene ningún sentido. No noté que nadie más reaccionara a eso, así que debe ser cosa mía, pero no lo entiendo, no estoy loco, no debería ver algo así.

La frustración se convierte en ansiedad y esta en ira; me llega el impulso de romper algo y no veo motivo alguno para contenerlo, así que me desquito con una máquina llena de telarañas que tenía cerca. De acuerdo, eso se sintió bien, pero está lejos de calmarme. Por otro lado, me sigue inquietando que estaba tomando mi forma real. Ya he recuperado mi apariencia humana, pero estuve a punto de exponerme frente a ese montón de humanos y eso echaría a perder todo. Nunca había tenido problemas en cuanto a ese aspecto, por eso esto me frustra aún más.

Necesito solucionar todo este asunto cuanto antes.

Luego de haber descansado durante lo que quedaba de la noche, tengo la mente bastante más despejada. Si no lo pienso demasiado, tal vez no se repita, no le debo dar tanta importancia, es a lo que he llegado, estresarme no me servirá de nada.

Ya es relativamente tarde, pero Lushi sigue dormida profundamente, produciendo un leve ronquido al respirar, asumo que por su mala postura. La miro desde todos los ángulos posibles, pero sigue siendo la misma humana ordinaria de siempre, no hay rastro de alas ni mucho menos esa insoportable energía que desprenden esas palomas, tampoco estoy teniendo esas extrañas visiones de anoche, parece que todo ha vuelto a la normalidad y eso me tranquiliza.

Pasan algunos minutos en los que me entretengo viendo televisión (esta mujer en verdad tiene el sueño pesado) hasta que ella comienza a despertar. Como cosa rara, no se sorprende tanto al encontrarme junto a ella; supongo que el ruido me habrá delatado, lo tendré en cuenta para evitarlo en el futuro, me gusta verla sobresaltada.

—Natsu —ella dice con la voz algo enronquecida por el sueño. Yo me limito a observarla—. ¿Por qué te fuiste así anoche? —hace una pausa en la que parece comprender que no tengo intención de responder—. Si fue por lo que te dije...

—No fue eso —la interrumpo, no quiero que piense que escaparía por una estupidez así.

—¿Entonces qué pasó? Pensé... que tú también te estabas divirtiendo —y así era hasta que comencé a tener visiones de cómo se vería si fuera un maldito ángel.

—Sí lo hacía —afirmo en voz baja.

Un prolongado silencio se extiende y estoy considerando que lo mejor sería desaparecer, hasta que ella vuelve a hablar.

—Puedes decirme si algo te incomodaba —parece pensarlo un poco antes de decir lo siguiente—. Somos amigos, ¿no? Me puedes contar si algo te pasa.

"Los demonios no tienen amigos" digo mentalmente para contener mis ganas de soltar lo que pasó en realidad. Ella no debe saberlo, no debo confesárselo a nadie, no debo confiar del todo en nadie, no debo contar con nadie más que yo mismo. Hasta hace poco tenía las cosas muy claras, pero desde que comencé a conocer a esta humana, ya no tanto.

—Me sentí extraño y quise irme, eso es todo —no pienso decirle nada más al respecto y por fortuna, ella parece entender, limitándose a asentir con una expresión resignada... ¿Desde cuándo me importa que se vea triste? No debería ser así, es solo una humana rara.

Luego de un rato, Larcade hace acto de presencia y por primera vez en la vida agradezco que esté aquí, ya que con su extraña forma de ser e incapacidad de leer el ambiente, aligeró bastante el ambiente al llegar. No es por nada, pero cuando no se la pasa hablando de Zeref cada dos segundos no es tan insoportable; algo que ha mantenido casi todo el tiempo desde que está por aquí, así que su estadía en el mundo humano no es tan mala como esperaba, solo por eso lo he tolerado hasta ahora sin tirarle la nevera encima o quemarle el trasero.

De vez en cuando he seguido teniendo esas visiones. Me las he arreglado para no hacerlo notar, pero cada vez me inquieta más el tema. Con el paso de los días a la rubia parece habérsele ido olvidando lo de aquella noche, lo cual veo bastante conveniente; sin embargo, eso no elimina el hecho de que no puedo seguir pasando esto por alto mucho más.

—¿Me estás escuchando? —la rubia pregunta mientras caminamos.

—No —no tiene sentido negarlo, su día en la universidad me interesa más bien poco, por no decir nada, además odio cuando se pone a hablar de gente como si yo también la conociera. Un suave golpe en mi brazo me indica su disgusto, pero me da igual—. Por cierto, ¿qué vamos a comer hoy? Tengo hambre.

—Tú siempre tienes hambre —ella reprocha con una sonrisa irritada—. Como sea, supongo que si Virgo no dejó nada hecho, podemos pedir pizza o algo —ya casi estoy saboreando esa comida grasosa, hasta que ella continúa—; ó podríamos probar algo de lo que has aprendido a hacer, Larcade dice que has practicado y no le quitas los ojos de encima a Virgo cuando cocina —dice con una sonrisa que no termino de descifrar... ese maldito albino, no es capaz de mantener la boca cerrada, ¿cuál era la necesidad de hablarle sobre esto?

—Sus paladares no son dignos de probar mi gastronomía, no es una opción —cruzo los brazos sobre mi pecho, no pienso cocinar para nadie más que para mí, lo contrario solo es para sirvientes o humanos.

—Tú nunca cambias, ¿verdad? —Ella sonríe.

—No, y sé que así te encanto, princesa —Le devuelvo la sonrisa y ella no puede ocultar la gracia que le ha causado mi comentario. La siento más relajada y agradable desde el baile ese; no sé por qué será, pero no me quejo.

Tampoco me quejo de que, al igual que en este preciso instante, parece disfrutar de uno que otro beso espontáneo que surge de vez en cuando; lo hace bien, lo admito.

—¿Te estás divirtiendo, Natsu? —La voz que resuena en mi cabeza mientras nos separamos hace que el mundo se detenga por un momento.

No.

Maldición.

¿Por qué?

Maldita sea, ¿Por qué ahora?

A pesar de tener los ojos abiertos, mi vista se pone borrosa hasta que todo se pone negro. Momentos después, lo único que puedo ver es al último demonio que quería que me encontrara.

—¿Y bien, Natsu? ¿Qué tienes para decirme? —está molesto, está en verdad molesto, lo puedo ver en esos ojos rojos a los que no soy capaz de sostener la mirada por más de dos segundos.

—Yo...

—¡Silencio! —ordena y no veo otra opción más que obedecer, mientras que mis piernas se doblan casi por voluntad propia, dejándome de rodillas... odio esto. Soy plenamente consciente de que esto no es real, no está frente a mí, este no es mi cuerpo físico, pero se siente demasiado real.

—Puedo explicarlo —me las arreglo para decir.

—¿Explicarme qué? —se acerca lentamente mientras habla con una inconmensurable presión viniendo de él—. ¿En qué has estado perdiendo todo este tiempo? ¿Por qué no hiciste la única cosa que tenías que hacer? ¿La razón por la que hiciste que un miserable hechicero te pusiera esa restricción para librarte de mí?

No tengo duda de que la última es la cosa que más le molesta, pero las otras dos no parecen estar muy lejos... ese idiota, debía hacer un mejor trabajo.

—¿Acaso no fui claro cuando te dije que debías terminar de hundir a ese caído o asesinarlo? —pregunta y es suficiente para hacerme saber que habla de Gray.

—La última vez que lo vi tenía una demonización casi completa, iba a asesinar a una ameonna que le gustaba —digo las cosas como son, nunca supe nada más sobre él desde ese día, creí que él mismo se había encargado de completar su transformación.

—¿En serio? Porque Larcade dice que lo último que supo de él es que está regresando al lado de la luz, feliz con una semi humana.

—¿Qué? —¿Larcade? ¿Qué rayos hizo ese idiota ahora?

—¿Acaso se entorpeció tu oído o tu estadía en el mundo humano estropeó tu cerebro? Larcade, ya sabes, el más leal seguidor que alguna vez he tenido, pero que de alguna forma corrompiste para que él también me ocultara cosas.

Paso algunos momentos analizando lo que acaba de decir hasta que un intenso dolor en el pecho no me permite pensar en nada más.

—Natsu —me nombra y una dolorosa opresión en el pecho me obliga a apretar los dientes con fuerza—. ¿Acaso te has desviado del camino? ¿Quieres terminar como todos los que me han desafiado?

—No —niego con toda la estabilidad que consigo.

—Eso es, así está mejor —él se acerca hasta estar a pocos centímetros de distancia, lo cual hace que la presión que siento se vea multiplicada, mientras que noto unas cuantas gotas de sangre brotar de mi nariz—. Tienes suerte, te trato bien, tienes libertad, ¿acaso no estás agradecido?

—Sí... lo estoy.

—Me alegra escuchar eso, espero que no lo olvides nunca más —hace una pausa antes de tomar mi barbilla paea hacerme levantar la cabeza—. Natsu —sus ojos rojos brillan, reafirmando lo molesto que está—, recuerda que tú me perteneces, yo te hice el demonio que eres ahora y también puedo deshacerme de ti cuando me plazca.

Lo odio... en verdad lo odio... pero no puedo hacer nada al respecto, sé que me tiene en la palma de su mano, ni siquiera podría contestarle o moverme si me lo propusiera, más cuando con esa última frase el sabor metálico de la sangre invadió mi boca y mi visión comenzó a difuminarse en tonos de rojo.

—Tanto tú como Larcade han sido unos inútiles, pero al menos he podido conseguir algo de información. El caído con la marca roja en su rostro, elimínalo junto con su pequeño gremio, si se le puede decir así. De inmediato —en el mismo instante que dice eso, aparece en mi mente el lugar en el que debe estar—. Ve y cumple con tu deber sin rechistar, es una orden.

No, eso no, ¿por qué tiene que recurrir a eso?

—Etherias Natsu Dragneel —dice y siento que mi corazón está a punto de ser aplastado por una enorme presión—, te ordeno que acabes con Jellal Fernández y sus seguidores.

—Sí —asiento, aunque ni siquiera pretendía hacerlo. Ya no hay marcha atrás, la orden fue recibida.




--------------

Holis owo

Hasta aquí  el capítulo de hoy, esta vez no me extenderé, el mundo arderá la otra semana c:

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top