6. Duelo
END
Bien, al fin este idiota está diciendo algo con sentido, solo debo darle una paliza y podré estar en paz, no podría ser más perfecto.
—Aquí no —él replica y mi sonrisa se borra.
—¿Cuál es el maldito problema ahora? Acabemos con esto ya —digo, encendiendo una llama en mi mano—. O mejor dicho, acabaré contigo de inmediato.
—Este no es un lugar adecuado para una pelea —él insiste, sosteniendo una lámpara que se interpuso en el camino de mis alas y estaba por caer.
De acuerdo, tal vez sí sea incómodo acá; sin contar que estamos muy cerca de la cocina y ahí es donde la sirvienta de Rushi hace la comida. Si se destruye la cocina, no podré volver a probar de esa comida y no me gusta esa idea.
—Bien, vámonos —accedo levantando a Rushi para dejarla sobre mi hombro.
—E-espera, ¿qué estás haciendo? —ella tartamudea nerviosa, intentando liberarse sin éxito.
—Vas a ser nuestro testigo. No termino de fiarme de ti, pero eres mejor opción que el duende ese que tiene Larcade. Además, todo esto está pasando por tu culpa —la miro con cara de pocos amigos y ella luce entre intimidada y apenada. Este tema no termina aquí, después voy a vengarme de ella por delatarme con este idiota—. ¿A dónde? —me dirijo al albino, ignorando los gimoteos de la chica humana.
—Voy a suponer que no está en tus planes ir al inframundo. No conozco el mundo humano como tú, así que elige. Cualquier cosa que no sea un volcán como aquella vez —él me dedica una mirada reprobatoria y no puedo evitar esbozar una sonrisa burlona; aún recuerdo cómo le quedaron esas alas emplumadas, parecía pollo asado y no pudo volar por una semana.
Solo por esta vez le seguiré la cuerda, tampoco busco tener tanta ventaja desde el comienzo, eso haría las cosas aburridas. No me esfuerzo mucho en pensar en nuestro destino y nos llevo a los tres al estadio de la ciudad.
—¿Q-q-qué fue eso? ¡¿Cómo llegamos aquí?! —pregunta visiblemente nerviosa la rubia a la que me veo tentado a dejar caer, pero me conformo con dejarla en el suelo. En otras circunstancias su reacción me parecería hasta entretenida, pero ahora debo concentrarme en la pelea.
—Por ahora solo hazte a un lado y no te metas si no quieres que alguien acabe contigo por accidente —le indico, a lo que obedece luego de algunos momentos pasando su mirada entre los ojos de Larcade y los míos.
—¿Para qué la trajiste? —el albino pregunta cuando ella está demasiado lejos para escuchar—. Ambos podríamos invocar un juez imparcial y menos propenso a salir herido sin ningún esfuerzo.
—Es mi oportunidad para lucirme haciendo pedazos a alguien más, eso es todo —Me encojo de hombros.
—¿Por qué molestarte? ¿Quién es realmente esa humana?
—Eso no es asunto tuyo, aunque tal vez considere decirte algo si logras hacerme algún rasguño.
—Si yo gano, quiero saberlo todo; responderás a todas mis preguntas, sin rechistar.
—De acuerdo, pero cuando admitas que nunca tuviste ninguna oportunidad contra mí, no volverás a insistir, ni lo de Zeref, ni sobre la humana, y mucho menos intentarás llevarme de regreso al inframundo.
—Acepto —él asiente, manteniendo su expresión imperturbable—. Con el nombre de Larcade Dragneel, acepto el duelo.
—Etherias Natsu Dragneel, acepto —digo, no entiendo para qué le mete tanta formalidad a todo.
—¿Hago bien en suponer que todo está permitido? —él pregunta.
—Ahí está la diversión, ¿no es así? —sonrío, estoy ansioso por ponerlo en su lugar.
Sin pronunciar una palabra más, tomamos unos cuantos pasos de distancia hasta detenernos cuando nos separan unos quince metros. Voy a dejar que comience, a ver qué tiene para mostrar esta vez.
No lo piensa por mucho tiempo y toma la cruz en su espalda para lanzármela, ataque que no me cuesta nada esquivar. Casi de inmediato, él se eleva un par de metros en el aire y me lanza una ráfaga de dagas de luz; las cuales desvío con un ala y un poco de ayuda del fuego que la rodeó por un instante. El problema es que eso me distrajo de esa cruz que actúa como un maldito boomerang; intento esquivarla, pero es demasiado tarde, así que termina haciendo un corte en mi mano antes de regresar a la mano del albino, quien la devuelve a su puesto habitual.
—No está mal —paso la lengua sobre la herida que se cierra lentamente—. Pero sigues siendo un niño.
—Ya no soy el mismo de la última pelea —dice con la seriedad típica de él, pero no hace más que aumentar mi diversión. Ya veremos si es cierto.
Al batir mis alas algunas veces igualo mi altitud a la suya, mientras que permito que las escamas cubran mis manos y mis uñas crezcan para convertirse en garras, ahora es mi turno.
Me dirijo hacia él para golpearlo con mi puño envuelto en llamas, sin embargo, él lo bloquea con uno de sus antebrazos, no sin retroceder bastantes metros. Pasamos algunos momentos forcejeando, pero esto se termina cuando le doy una patada a un costado que le hace perder el equilibrio y terminar en el suelo.
No es momento para detenerme, así que voy en su dirección y le doy una serie de rápidos golpes que no puede esquivar o bloquear en lo más mínimo, esto es demasiado fácil.
Eso es lo que pensaba hasta que la imagen frente a mí comienza a desenfocarse y mis movimientos se ralentizan, así como pierden su potencia.
Maldición.
—Eso es... juego sucio —digo y odio sonar tan adormilado, no recordaba que esto surtiera efecto tan rápido.
—Todo está permitido, ¿no es así? —dice esbozando una leve sonrisa mientras detiene mi puño, ¿en qué momento apagué el fuego?
No puedo contestarle, ni siquiera puedo moverme como se debe. A este paso terminaré inconsciente y perderé.
Un fuerte destello de luz me obliga a cerrar los ojos, en lo que recibo un golpe que me manda volando unos cuantos metros antes de colisionar contra algunas de las gradas.
Esto es malo, los párpados me pesan tanto que apenas puedo abrir los ojos y tampoco puedo ponerme en pie, el sueño se incrementa a medida que él se acerca. Tengo que hacer algo ahora.
No veo otra opción, así que utilizo toda la fuerza que puedo para golpear mi propia pierna. Duele como el infierno, pero es suficiente para mantenerme despierto el tiempo que necesito para patearle el trasero.
Por fortuna, eso lo toma por sorpresa, por lo que aprovecho para cubrirme de llamas y tomarlo del cuello para ahorcarlo; me cuesta trabajo mantenerme en pie, así que decido elevarnos unos cuantos metros.
Él intenta aflojar mi agarre, mientras que lleva la otra en dirección a la cruz que carga. No permitiré ninguna de las dos; aprieto lo más que puedo y detengo su otro brazo con firmeza. Me encantaría hacer mucho más que esto, pero es todo lo que consigo en mi estado.
Pasan varios segundos que se me hacen eternos y siento que en cualquier momento voy a caer dormido hasta que la sensación de sueño desaparece de golpe.
—Me... rindo —dice él con dificultad, viéndome fijamente con una mirada angustiada enmarcada en sus ojos cristalizados.
Ya está, puedo relajarme. Luego de soltarlo, él se desploma en el suelo, donde comienza a toser mientras se sostiene el cuello con una mano.
—Esto no pudo terminar de ninguna otra forma —le digo, aterrizando junto a él. Aún me duele un poco la pierna y sé que seguirá así por unos minutos, pero ya puedo caminar con normalidad—. Recuerda eso si pretendes volver a retarme en el futuro —Añado, levantando su cabeza—. ¡Rushy! —la llamo y no tarda en acercarse—. ¿Qué dice nuestra jueza? ¿Gané? —pregunto con una sonrisa triunfal. Amo ganar.
Ella asiente antes de mirar con preocupación al albino en su intento por recuperar el ritmo normal de su respiración.
—¿Estás bien? —la rubia se agacha junto a él, a lo que Larcade asiente luego de mirarla por un par de segundos con confusión.
Esta no es la reacción que esperaba de su parte, ¿por qué va a apoyarlo a él? Ni siquiera lleva más de un día de conocerlo, debería estar feliz por mi victoria, no revisando esas quemaduras que no tardarán más de una hora en desaparecer por completo; esto no es justo y ni siquiera termino de entender por qué me siento tan molesto al respecto.
—Como sea —me aclaro la garganta para llamar la atención—, espero que no vuelvas a molestar por aquí; y en cuanto a ti —miro fijamente a la chica humana, pero considero que es mejor terminar con este tema cuando esta molestia esté muy, muy lejos—, luego hablaremos del asunto que tenemos pendiente.
Al terminar esa última frase me voy volando a toda velocidad, quiero un momento a solas y no voy a arriesgarme a que ese idiota me siga.
Comienzo a sentirme algo cansado luego de un largo rato, así que me detengo en lo que parece una fábrica abandonada, esto servirá.
Lo primero que hago al aterrizar es revisar mi herida; ahora solo queda un moretón, pero asumo que en el momento casi debí fracturarla. Ese maldito, admito que ha mejorado bastante, pero por dentro no ha cambiado nada, sigue siendo el sirviente por excelencia de Zeref y siempre lo será.
Bueno, al menos ya no tendré que preocuparme por él, solo queda el asunto de Lushi... no he podido descubrir absolutamente nada en estos días, pero esa sensación de familiaridad que tengo cuando estoy cerca de ella es cada vez más grande. Se nota que ella tampoco tiene la menor idea del tema, pero eso solo lo hace más frustrante, necesito respuestas y no tengo idea de cómo hallarlas.
—¿Qué haces? —le pregunto a la rubia mientras me hago visible junto a ella; como siempre no puede evitar sobresaltarse, nunca me cansaré de esto.
—Yo... bueno, tenía curiosidad por el familiar de Larcade, así que estoy buscando información, nunca había visto algo similar—ella dice, apartándose un poco de la computadora, en lo que puedo ver las estupideces que está leyendo sobre imps. Los humanos y su manía por darle una explicación a todo aunque sea inventada a veces es desesperante.
—Si quieres saber algo sobre demonios, pregúntale a tu amigo y vecino el demonio de cabello rosa, los humanos no tienen idea de cómo funcionan estas cosas en realidad.
—De acuerdo —ella asiente, insegura—. Tampoco sabía cuándo regresarías y parece que él no te gusta mucho, así que no lo consideré —pasan algunos incómodos momentos en silencio hasta que ella lo rompe—. Lo siento —se disculpa y la verdad no termino de comprender por qué hasta que se explica—, no debí haberlo traído acá, fue un accidente.
—¿Accidente? —Pregunto con incredulidad, claramente él le agradeció por invocarlo y conocía su nombre.
—Sí, yo... —explica, pero la incomodidad se le nota a kilómetros— yo hablé con él antes y en resumen dijo que era mejor para ti que te encontrara él y no alguien más, que solo debía decir su nombre cuando estuviera frente a ti y aparecería, pero no pensé que fuera tan fácil. Quería saber qué es lo que tú opinabas de él antes de intentar cualquier cosa.
—Déjame ver si entendí, ¿fuiste tan tonta como para hacer un pacto con un demonio sin darte cuenta? —la irritación se filtra en mi tono sin que pueda evitarlo, ¿cómo pudo hacer algo tan estúpido? Peor que eso, dependiendo de cómo haya sido el pacto, ese imbécil podría aparecer cuando sea que ella lo nombre conmigo cerca.
—S-supongo que sí... no sabes cómo lo lamento —agacha la cabeza y luce realmente arrepentida, pero eso no consigue aplacar mi ira.
—Como sea —suelto un suspiro irritado—, no voy a pasar esto por alto, pero quiero que te grabes esto muy bien en esa estúpida cabeza para el futuro —indico, poniendo un dedo sobre su frente—, ten mucho cuidado cuando hables con un demonio, tuviste suerte de que esta vez fuera solo un idiota necesitado de atención. Si alguien me conoce, significa problemas para ti o para mí, ¿entiendes?
—Sí —asiente, encogiéndose en su lugar.
Todo este asunto me ha puesto de mal humor, así que me dispongo a irme, pero noto algo fuera de lugar entre los peluches de las repisas. No puede ser, ¿qué hace ese duende aquí?
Allí está, inmóvil e intentando camuflarse entre los juguetes el familiar de Larcade. Esto es el colmo.
Sin meditarlo un solo momento, lo atrapo de un movimiento rápido para que no pueda escaparse. Estoy harto de él, todo esto es su culpa. Una llama se enciende casi por voluntad propia en mi mano libre y el imp se retuerce para intentar liberarse.
—¿Podrías dejar de aterrorizar a mi familiar por cinco minutos? —una voz irritantemente familiar suena detrás de mí y hace que deje escapar al demonio menor.
—¡¿Qué hace él aquí?! —le reclamo a la rubia, señalando a Larcade.
—Te lo iba a contar justo ahora —ella se excusa con la mirada clavada en el suelo.
—Ajá —asiento irritado; ¿acaso hoy es el día oficial para fastidiarme?— Como sea, ya sabes cómo son las cosas —le digo al albino—. Te rendiste, gané, ahora déjame en paz.
—El trato era que no intentaría sacarte información o llevarte al inframundo, nunca acordamos que yo me marcharía en caso de perder —refuta con la calma típica de él. Estúpidos vacíos legales.
—Si no vienes a fastidiarme, ¿qué haces aquí?
—Quiero ver qué es lo que tanto te gusta del mundo humano, nunca he pasado mucho tiempo por aquí.
—¿Por qué?
—Solo tengo curiosidad, ¿acaso no es esa la razón detrás de todo lo que haces?
—Tú no eres así... que quede claro que te voy a estar vigilando muy de cerca —advierto acercándome a él antes de salir en dirección a la cocina, tal vez algo de comida me quite un poco el mal humor.
No llevo ni dos minutos en el lugar cuando una chica humana aparece en mi campo de visión, aunque en este preciso momento preferiría que no esté por aquí.
—¿Podemos hablar? —ella pregunta, pero ni me molesto en ver en su dirección, solo agarro un pedazo de carne y cierro la nevera—. Por favor, esto no es para molestarte, él me ha hablado de cómo es la relación entre ustedes dos.
Sigo sin responder ni mirarla, no puedo creer que se siga dejando convencer de ese idiota aún después de que la engañó para hacer un pacto con él.
—Entiendo que estés molesto, pero... —ella se calla de golpe y da un paso hacia atrás cuando tomo uno de los cuchillos de cocina y lo clavo con fuerza a la tabla de picar mientras la veo fijamente. Si cree que con estas tonterías va a calmarme, está muy equivocada.
Al romper el contacto visual, pongo la carne en una sartén y enciendo la estufa... he llegado a la conclusión de que mi fuego es demasiado para cocinar carne de este mundo.
Ella sigue intentando hablarme, pero cada vez ignoro más sus palabras, al menos pudo haberme advertido que ese idiota estaba por aquí con su mascota.
—Por favor, ¿al menos podrías mirarme? Intento explicarte que esto no es como crees —insiste, tocando mi hombro, mientras que me esfuerzo por mantener la paciencia. Ponerse así con un demonio enojado no es y nunca será una buena idea—. ¿No podemos hablar de esto como personas normales?
"No soy una persona, soy un demonio".
—Por favor Natsu, al menos dime algo.
—Mira, mi problema es... —me giro para encararla y responderle, pero mis palabras se detienen en seco cuando me hago consciente de lo que acaba de decir, ¿cómo demonios es que conoce ese nombre?
-------------------
Holis owo
Hasta aquí el capítulo de hoy, un poquito más largo de lo normal para compensar que no hubo la semana pasada :'D
Lo siento, era día de velitas y no me quedó tiempo para escribir :'v
Pero bueno, finalmente aquí esta, ¿qué les ha parecido? nwn
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top