22. Zeref
Lucy es incapaz de moverse, incluso evita de forma inconsciente respirar demasiado fuerte. Ahora no es más que un manojo tembloroso de nervios cuyos ojos han comenzado a lagrimear incluso sin que ella misma lo note.
—Adelante, llora, grita, lo que sea, no hagas esto aburrido —el demonio demanda a la chica rubia, acercándose más a ella mientras toma con su mano libre el antebrazo de la joven—. Es verdad —ensancha su sonrisa al recordar— ya te había matado, pero dudo que lo recuerdes, fue tan rápido que ni pude disfrutarlo; pero no te preocupes, esta vez haré que no lo puedas olvidar en las siguientes diez vidas —exclama, apretando el brazo de Lucy hasta sentir un "crack" que indica que ha roto un hueso.
Un grito desgarrador surge de la garganta de la chica mientras un torrente de lágrimas se derraman de sus ojos. Se hubiera desplomado en el suelo de no ser porque el demonio aún la sostiene del cuello.
Zeref, por su parte, no hace el menor esfuerzo en reprimir una potente carcajada ante lo que acaba de hacer. No solo disfruta como lo haría con el sufrimiento de cualquier ser viviente, en esta ocasión quiere desquitarse; tanto de ella por haber cambiado a su sirviente más preciado, como de END, por intentar librarse de él. Sabe cómo hacerlos sufrir a ambos y está dispuesto a disfrutar cada momento como si fuera el último.
—¡Eso es! ¡Grita más! —exclama el rey del inframundo entre carcajadas mientras aprieta más hasta escuchar un segundo tronido, que le saca un grito aún más fuerte a la chica aterrada y adolorida—. Grita hasta que ese idiota pueda escucharte aún en el inframundo, que se le quede grabada en la retina la imagen de tu cara desfigurada por el miedo y el dolor—. El demonio suelta el brazo roto, dirigiendo esa mano hacia el rostro de Lucy—. No, tu cara me molesta; será mejor que me encargue yo de destruir ese rostro, reducirlo a algo horrible y apenas reconocible como tal, como un demonio. Te gustan los demonios, ¿no? Mira lo generoso que soy, vas a combinar con el demonio que tanto quieres.
La rubia intenta suplicar, pero de su boca no salen más que balbuceos sin sentido, interrumpidos por el hipo de su llanto, que no ha mermado ni un poco. Está desesperada, no tiene idea de qué hacer y a cada segundo que pasa, se convence más de que todo está perdido, pensamiento que se intensifica a medida que el demonio acerca su mano libre a ella.
Está a escasos centímetros, Lucy casi puede sentirlo, sin embargo, nunca llega a ocurrir; en su lugar, siente una fuerte sacudida que la desorienta a más no poder. Lo siguiente que sabe es que un par de fuertes brazos la están sosteniendo, mientras que sus pies han dejado de tocar el suelo. Ahora siente tranquilidad, que está segura con quien llegó a socorrerla.
—Nat... —Lucy estaba por pronunciar el nombre del demonio, sin embargo, se lo guarda al levantar la vista y encontrarse con un chico de cabello negro y ojos azules grisáceos a quien en un principio no reconoce.
—Tranquila, puedes confiar en mí —el ángel indica en un tono amable, pero sin perder de vista a Zeref ni por un instante—. Te llevaré a un lugar seguro, allí tratarán tus heridas, hasta entonces no muevas el brazo —Gray añade mientras crea un cabestrillo de hielo provisional alrededor del brazo fracturado—. Cierra los ojos, evitará el mareo.
Aún sin terminar de procesarlo todo, la chica se limita a asentir y obedecer. El siguiente minuto es aún peor en ese sentido, ya que lo siguiente que sabe es que una mujer de edad avanzada se encuentra tratando su brazo y ya no hay rastro de su rescatador cuyo nombre no había podido recordar hasta ahora.
Gray, por su parte, ya ha regresado al lugar donde había dejado a Zeref, quien no se ha movido, sin embargo, ya no se encuentra solo; en su lugar, tiene toda su atención en el demonio enfurecido frente a él.
—¿Es en serio? —Zeref pregunta, viendo al ángel caído por el rabillo del ojo—. ¿Te has aliado con ese idiota con plumas en lugar de cerebro? Esto es lo más bajo que pude caer un demonio; nunca creí que me decepcionarías a este nivel.
Tanto Natsu como Gray permanecen estáticos en su lugar, sin pronunciar una sílaba y observando al demonio de cabello negro, atentos a cualquier movimiento que pueda hacer.
—Aunque estos resultados no están muy lejos —añade, pateando el brazo en el suelo que Gray le cortó poco antes para liberar a Lucy—. Este cuerpo se está cayendo a pedazos y no lo he ocupado ni cinco minutos —se queja antes de meter algunos dedos en su boca y sacar un par de muelas como si fueran los dientes de una mazorca—. Pero eso no importa, siempre se puede volver a empezar. En cualquier cosa —hace énfasis en la última frase, esbozando una sonrisa que le saca un escalofrío al demonio de cabello rosa, a quien le preocupa pensar de qué pueda estar hablando—. Natsu —él pronuncia, sin embargo, en lugar de tener el efecto usual en el nombrado, es él quien obtiene una punzada en el pecho y un corto ataque de tos con sangre. De inmediato comprende que usar cualquier poder destruirá el frágil cuerpo de ratón de biblioteca que ahora posee, así que se limita a girar la cabeza sobre los límites humanos como un búho para ver directamente al ángel—. Volviste al lado perdedor en el peor momento, todos ustedes van a morir, los humanos también, ¡no podrán hacer nada al respecto! —exclama antes de soltar una carcajada histérica que se ve ahogada por una buena cantidad de sangre, lo cual poco o nada le importa al demonio.
Gray, por su parte, no tolera ver tal aberración por un segundo más, por lo que decide decapitar al putrefacto cuerpo con un fino corte de una espada de hielo recién hecha.
Una vez que el cuerpo cae sin vida, el lugar se suma en silencio, esto no debería estar pasando y tanto el demonio como el ángel lo saben.
—No pude hacer nada —END murmura con frustración, con la vista clavada en el piso y apretando los puños hasta el punto de lastimarse a sí mismo con sus uñas—, ni siquiera pude llegar antes que tú.
—Natsu... —Gray decía antes de ser interrumpido.
—¿Qué hiciste con ella? —pregunta, monótono.
—La llevé con una amiga bruja, se encargará de sus heridas y de momento estará a salvo.
—¿"A salvo" dices? —cuestiona, devolviéndole la mirada—. Con lo que acaba de pasar, ¿alguien puede estar a salvo?
El chico de cabello negro lo mira con preocupación antes de soltar un pesado suspiro.
—No tengo idea de lo que acaba de pasar, él no debería poder manifestarse en el mundo mortal, ni siquiera en una posesión —dice, observando el cadáver decapitado a pocos metros.
—¿Y no era ilegal matar humanos?
—Ese desafortunado humano ya estaba muerto desde el momento en que Zeref entró en contacto con él, solo le permití descansar, pero para entonces, era lo equivalente a un cadáver de varios meses en descomposición. El único que podría meterse en problemas por esto es Zeref, pero llevaré el cuerpo para que lo analicen, esa posesión no fue normal —hace una pausa antes de sacudir la cabeza—. Como sea, puse una barrera desde hace tiempo en donde está Lucy. Nada entra ni sale sin mi permiso, y en el remoto caso de que ocurra algo como lo de hace unos minutos, lo sabré y podré aparecer de inmediato en el lugar.
—Ya veo —el demonio asiente—. Llévame con ella.
El ángel no lo piensa ni un segundo y accede a pesar de que lo confunda la actitud de su antiguo amigo; se muestra demasiado calmado, no es la reacción que esperaba luego de que hirieran a Lucy.
Luego de algunos minutos, ambos se encuentran frente a la casa de la bruja, sin embargo, END es incapaz de dar un paso más, tal como había ocurrido en Sabertooth un tiempo atrás.
—Déjame entrar —demanda el chico de cabello rosa.
—Lo siento —Gray se disculpa—. Olvidé que le había cedido el dominio, dame un minuto. Si todo va bien, traeré a Lucy.
—Que sea rápido —exige, impaciente.
Lo disimula lo más que puede, pero en realidad está más desesperado que nunca. No solo no pudo hacer nada por Lucy; que Zeref haya aparecido en el mundo mortal significa que podría volver a hacerlo en cualquier momento, sin contar aquella amenaza de la que aún no sabe a qué se refería.
—¿Estás bien? —Gray pregunta en cuanto la rubia entra en su campo de visión.
—Tengo un brazo roto y aún duele, pero en realidad siento que el miedo fue mucho peor que el dolor —dice sin ningún ánimo, viendo los vendajes en su brazo derecho.
—Entiendo —el ángel asiente antes de acercarse a la chica—. ¿Puedo revisarte? Temo que Zeref pueda haberte hecho más que daño físico.
—De acuerdo, ¿va a doler?
—No, tú solo relájate lo más que puedas —indica, sentándose frente a ella antes de poner una mano frente el pecho de la rubia y cerrar los ojos para concentrarse. Pasan algunos momentos en absoluto silencio antes de que Gray se aparte con un suspiro aliviado—. Eso es todo. Tranquila; por fortuna, él no te afectó con ninguna clase de magia o maldición. Lamento no haber podido evitar esto, fui lo más rápido que pude en cuanto Natsu me dijo.
—Si lo sabía, ¿Por qué no fue él? —Dejando de lado el hecho de que no tenía idea que estos dos estaban en contacto, Lucy no entiende por qué fue a rescatarla él y no el pelirrosa.
—Lo hizo —hace una pausa—. Llegué antes porque estaba más cerca, pero él no tardó mucho más. Lucías algo decepcionada al verme, pero en realidad es mejor que te alejes de él cuando Zeref esté involucrado.
—¿Por qué? —pregunta Lucy con confusión—. ¿Y quién es él? Hasta hoy solo había escuchado su nombre un par de veces, pero nadie nunca fue claro con respecto al tema.
Gray no pretende espantarla, pero considera que lo mejor es ser sincero con ella.
—Lucy, Zeref es el demonio más poderoso y peligroso del inframundo, mucho más que Natsu, en especial porque a diferencia de este último, que te buscó por curiosidad, si Zeref tiene alguna clase de interés en alguien es solo para hacer pedazos su vida y la de todos los seres que más quiera. Ni siquiera debería poder estar en el mundo mortal, pero si lo consiguió una vez, es casi seguro que lo hará de nuevo.
Un escalofrío recorre a la rubia a medida que escucha, así como sus manos comienzan a temblar sin control, para este punto no sabe si sentirse aterrada o aliviada por haber sobrevivido a ese encuentro.
—¿Y por qué debería alejarme de Natsu? Aunque no sea tan fuerte como él, al menos confiaría en él para sacarme de ahí.
—No se trata de confianza, es... —se calla a sí mismo al recordar que el demonio le había dicho claramente que no le dijera sobre el tema a Lucy.
—¿Qué es entonces?
Gray puede notar lo asustada que está la chica, salta a simple vista y para ella sería ilógico apartarse del único ser en el que confía para mantenerla al menos un poco a salvo del rey del inframundo; sin embargo, el demonio de cabello rosa le había dejado claro que no quería que ella se enterara de su contrato con Zeref.
Por otro lado, luego de pensarlo mejor y considerando que eso se lo había dicho esperando apartarse de la vida de la rubia; dadas las nuevas circunstancias, decide que lo mejor es hablar.
—De acuerdo —él suspira—. Solo prométeme que no le dirás a Natsu que te hablé de esto, él me había pedido que no te contara nada y siento que al fin estoy recuperando un poco de su confianza—. Algo confundida, Lucy asiente y no deja de mirarlo fijamente, esperando su explicación—. Imagino que para este punto ya estarás familiarizada con los contratos que hacen los demonios. El punto es que dadas las circunstancias, él se vio forzado a firmar un contrato con Zeref; debido a eso, él es incapaz de desobedecerle o desafiarlo —se detiene por algunos momentos—. Eso significa que no importa lo que él quiera u opine. Si él le da la orden de, por ejemplo, asesinarte; da igual lo mucho que odie la idea, da igual cuánto intente resistirse, nada va a importar porque se verá obligado a obedecer cualquier orden suya sin rechistar. ¿Entiendes ahora?
La rubia está sin palabras y una punzada le atraviesa el pecho en cuanto recuerda lo que dijo y la actitud que END tenía luego de haber asesinado al grupo de caídos; no tarda en comprender que esa es la única explicación posible para su comportamiento de aquella noche, aunque por otro lado, siente un gran alivio al darse cuenta que no hizo eso porque quisiera, no es solo un sociópata desquiciado, él nunca tuvo opción más que obedecer.
El demonio siente que ha pasado una eternidad de espera para cuando consigue ver a una chica rubia saliendo por la puerta. Una sonrisa involuntaria se forma en su rostro al verla en una pieza, sin embargo, esta se borra al notar que sigue sin poder acercarse ni un centímetro más.
En cuanto ella se ha acercado lo suficiente, END no duda ni un instante en abrazarla con fuerza.
—Lo siento —pronuncia con impotencia junto al oído de la rubia antes de separarse—. ¿Qué te hizo con exactitud?
—Yo... —Lucy hace una pausa, le aterra la sola idea de recordar ese momento—. Me dicen que estaré bien en un par de semanas mientras no mueva mucho el brazo —se detiene una vez más—. Gray dice que ese demonio no usó magia o maldiciones en mí; no termino de entender, pero dio a entender que es algo bueno, así que prefiero no saber más.
—De acuerdo —él comprende que la rubia no quiere hablar del tema—. Ya que lo mencionas, ¿dónde está?
—Dijo que tenía asuntos urgentes que atender, aunque se puso tenso desde que le mencioné a Juvia. Solo siento que debería darle una explicación, despedida o algo; lo extraña mucho.
—En eso yo no me pienso meter —el demonio suspira, comenzando a caminar en dirección a la casa de Lucy, sosteniendo con firmeza en todo momento su mano—. Él es un idiota, sigue a esa ameonna todo el tiempo como un acosador, sabe que lo extraña mejor que nadie, pero el imbécil no deja que lo vea nunca porque según él es lo mejor para ella. Pero en fin, no es asunto mío, nunca lo he entendido y nunca lo haré.
A pesar de decir eso, en las últimas semanas llegó a comprenderlo hasta cierto punto; es un hecho que Lucy estaba más segura sin relacionarse con el mundo sobrenatural, sin embargo, al encontrarla llamándolo mientras lloraba sola en su habitación, se convenció de inmediato que era mejor intervenir antes que limitarse a observarla solitaria y triste todo el tiempo; la parte que nunca comprenderá es cómo Gray puede ver a la ameonna así y no hacer nada al respecto.
Durante el resto del camino es inevitable para el demonio ver de vez en cuando el brazo vendado y cada vez que lo hace solo se convence más de que él tiene la culpa en todo sentido de que ella haya terminado así, cada vez su ira se incrementa un poco más, cada vez se convence más de la idea que ha permanecido en su mente desde que tiene memoria: "Tengo que encontrar la forma de asesinar a Zeref".
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top