Capítulo cuarenta y tres
Le ordené a Abdiel a llevarnos a mi otra casa de seguridad. Keny no sabe de esta casa, así que debemos estar seguros, al menos por ahora.
No la llevo a un hospital, porque estaríamos arriesgándonos. Llamaré al médico y que la atienda en la casa. Mayormente en estos casos de heridas de bala llaman a la policía desde el hospital, por eso no se puede ir allá, además de que irán a buscarnos en todos los hospitales para rematarnos. No seré nuevamente una presa fácil, casi nos matan por un descuido.
Tenía mis sospechas sobre Keny, aun así, no hice nada para investigarlo a fondo. Si no llego a estar despierto, bueno, doblemente despierto en ese momento, ahora mismo estuviéramos siendo torturados hasta morir.
Al llegar a la casa, subí a la habitación con Daisy y le di la orden a Abdiel para que llamara al médico. La ayudé a recostar en la cama, para así tratar su herida.
—Debo bañarme, ensuciare la cama.
—Despreocúpate, eso no es importante ahora. Mientras llega el médico, voy a ver tu herida.
—¿Tu lado sádico quiere disfrutar de esto? —reí por su ocurrencia.
—Se podría decir que sí. Hay que festejar tu primer balazo, eso no se da todos los días.
—Ahora nos parecemos más, ¿no lo crees? Siempre lo mencionas como si fuera algo que te agrade.
—De alguna manera me agrada.
—¿Por qué no te gusto yo entonces?
—Deja de estar diciendo esas cosas o te lastimare la herida, hasta que te desangres.
—Que cruel eres. ¿Vas a decirme qué fue esa mirada que me dedicaste cuando me dispararon? ¿Sentiste culpa, o miedo de quedarte solo?
—No lo sé.
—Ya admite que no puedes vivir sin mí. ¿Por qué te haces el difícil? Ya sé que no soy tu tipo, y que no sientes nada por mí, pero creo que somos amigos. Al menos, puedes decirme una mentira que me haga feliz.
—Sentí lástima por ti y por el carnicero que fuera a cortar tus partes luego de muerta, por eso te miré así.
—No me pareció que haya sido eso, percibí miedo en esa mirada; supongo que ya estás cayendo con mi encanto — sonrió.
—Eres una narcisista, y luego hablas de mí— movió la pierna y se quejó—. Buscaré el equipo, quédate quieta.
Fui al estudio y busqué el equipo. Tengo que extraer la bala cuanto antes, si es que está ahí todavía. Subí a la habitación y me puse los guantes negros.
—¿Sabes lo que haces?
—Ya te lo he dicho, he tenido que curarme yo solo muchas veces. No soy un profesional, pero hasta ahora no me he muerto.
—Eso no me ayuda a relajarme, al menos hubieras mentido diciendo que sabías.
—¿Para qué voy a mentirte? Aguanta el dolor, te aseguro que va a doler como un demonio. Creo que podré cobrarte todas las que has hecho hoy.
—Sé gentil conmigo. Al menos, por una vez en tu vida, ya que en la cama no eres así.
—Siempre buscas la forma de reclamar eso. La última vez parecía que te estaba gustando. ¿Por qué no lo admites? ¿No estabas diciendo hace un momento que yo no admito las cosas? Incluso me estabas pidiendo que me casara contigo. No creo que le pidas eso a cualquiera, ¿o sí?
—Pero me rechazaste, ahora es el momento de hacerme yo la difícil. No quiero quedarme jamona toda la vida. Ya que solo quieres que sea tuya, deberías hacerte cargo y cumplir mi sueño de casarme.
—¿Qué demonios le ves a eso de casarte? ¿No es suficiente con que vivas conmigo, y tengamos sexo de vez en cuando? ¿No hacen lo mismo los que se casan?
—Jamás había conocido a un hombre tan imbécil en mi vida. Realmente no sé qué te veo. Podrás estar bien bueno, pero eres un descerebrado — frunció el ceño y giró su rostro. ¿Ahora qué dije mal?
Saqué las herramientas de lo que iba a necesitar, y al echarle alcohol, soltó un quejido.
—Ah, yo que creí que no ibas a hacerme más caso— reí.
—¡Idiota! — reí, y examiné bien su herida.
La bala definitivamente estaba ahí. Al coger el instrumento para extraerla, ella me agarró la mano.
—Perdóname por todo lo que dije, no lo volveré a decir nunca más, pero hazlo con cuidado— le quité la mano a un lado y metí el instrumento en su herida, ella me dio varios golpes en el hombro sano, mientras continuaba quejándose—. Me retracto. ¡Eres un desgraciado!
Lágrimas brotaban de sus ojos sin cesar, así que me di prisa a extraer la bala; al terminar, se la mostré.
—¿Quieres laminarla o colgarla en tu cuello? — sonreí, y ella me empujó.
—¿Por qué no te la ponemos de supositorio, idiota?
—¿Por qué no te ponemos algo mejor a ti? Solo que no hablo de un pequeño supositorio.
—Las ganas tuyas. ¡Muérete!
—Si me muero me extrañarás demasiado.
—Jamás te extrañaría.
—¿Estás segura de eso, cosita?
—¡Te odio! — arrojé el instrumento sobre la cama y entrelacé mi mano en su cabello, obligándola a besarme.
—La que dice que no me extrañaría anda haciendo ese tipo de expresión cuando la beso. ¿Ya tan rápido dejaste de odiarme?
—¿Cómo te atreves a jugar conmigo así? Si vas a besarme, al menos hazlo más tiempo— no pensé que diría eso, a veces la mocosa dice cosas interesantes.
Tocaron la puerta y la solté para seguir en lo que estaba, al menos no está perdiendo tanta sangre como antes. No fue tan profunda, tuvo suerte por esta vez.
×××
El doctor había llegado y terminó de atender la herida de Daisy, le recetó algunas medicinas para el dolor y ella no tardó en quedarse dormida. Ha sido una noche larga y ella no está acostumbrada a esto. Deberé enseñarle a usar un arma, creo que está enfrentando algún tipo de culpa o miedo por haber matado a esos dos. Supongo que es normal que ella sienta eso, el hecho de que yo no haya sentido nada cuando maté por primera vez a una persona, no implica que ella sea como yo. No sé cómo lidiar con ese tema.
Luego de atender a Daisy, el doctor atendió mi herida, no obstante, solo fue un raspón, aun así, dolía como un demonio y estaba perdiendo mucha sangre. Supongo que haber pasado tiempo luego de la última vez que me dispararon, ha influido en eso.
—¿Cuáles son sus planes ahora, señor? — me preguntó Abdiel.
—Primero contratar a más hombres, segundo, ir por la cabeza de Keny y de toda su familia. Le advertí lo que pasaría si me traicionaba, aun así, lo hizo.
—¿Cómo está tan seguro de que haya sido él?
—Primero, tú dijiste que los hombres se retiraron de la nada y ellos estaban siguiendo ordenes de él. Segundo, él no ha aparecido luego de lo que sucedió. Tercero, los únicos que sabíamos de ese sub éramos nosotros tres, a menos que hayas tú tenido algo que ver…
—Jamás lo traicionaría, señor.
—Para mí está muy claro. Su actitud ha sido extraña de un tiempo para acá, y jamás confíe plenamente en él, aun así, le di la oportunidad de estar a mi lado y acaba de traicionarme. Acaba de venderme y quién sabe a quién.
—¿No crees que haya sido Kwan?
—No, ese está enamorado de Daisy y no creo que le mande a hacer algo que la arriesgue; aparte de que, a pesar de nuestras rivalidades, él tiene palabra. Hicimos una tregua, y sé que la va a mantener. Otras personas están involucradas y haré cantar a Keny, cueste lo que cueste.
×××
Abdiel bajó con Daisy a la mesa del comedor, y ella tomó asiento en la silla de enfrente.
—No deberías estar bajando las escaleras, te vas a seguir lastimando, mocosa.
—¿Estás preocupado por mí? — sonrío—. No iba a quedarme encerrada en el cuarto todo el día.
—Te vas a quedar sola hoy. Tengo que resolver unos asuntos y no estaré en la casa.
—Eso es lo que se hace en un matrimonio, John. El esposo se va de la casa a trabajar y se lo dice a su esposa. Estamos adelantando algo.
—¿Tú y Abdiel se pusieron de acuerdo o algo?
—¿De qué hablas?
—Sabes muy bien de lo que hablo.
—No seas tan amargado, sé un poco más cariñoso con tu futura esposa.
—Así que estás buscando la forma de hacerme enojar desde temprano, ¿eh?
—Dime algo que no te moleste. Siempre te molestas por todo. Se supone que quien tenga cambios de humor sea yo.
—Y siempre los tienes. Si tanto te quieres casar conmigo, al menos esfuérzate en no hacerme enojar.
—Con eso me estás diciendo que no hay esperanzas.
—Eres desesperante.
—Pero me adoras.
—¿Por qué tienes tanto interés en casarte conmigo? ¿No dijiste que soy lo peor y que me odias?
—Porque no sería justo que luego de que me robaste la primera vez, no te hagas cargo de ello.
—Otra vez con el tema… tú fuiste quien me abrió las piernas.
—Y tú no tuviste compasión por más que te pedí que te detuvieras.
—¿Por qué eso significa tanto para ti? Si no hubiera sido yo, hubiera sido otro.
—Pero te escogí a ti, y ahora sigo aquí. ¿Es malo querer a la persona que me ayudó?
—Tú misma lo acabas de decir, esa es la razón, no es porque sientas algo realmente por mí. ¿Es la forma de pagarme todo lo que he hecho por ti?
—En parte.
—Pues no me interesa— me levanté de la silla dispuesto a largarme.
—Espera— Daisy se levantó sujetando su pierna y caminó lentamente hacia mi dirección—. ¿Por qué te enojas tanto, John? ¿Esperabas que dijera que era por amor? Aun si lo digo, ¿cambiaría tu forma de pensar?
—Por supuesto que no.
—Entonces no tienes que mostrar esa expresión de decepción.
—¿Decepción? — pregunté irritado.
—Si no sientes nada por mí, no te decepciones por yo querer pagarte lo que haces de esta manera, porque no tienes derecho. Que tengas un lindo día, cariño— sonrió, y siguió caminando.
¿Cómo se atreve a decir que me sentí decepcionado? ¿Por qué me sentiría así por ella? ¿No sabe diferenciar entre irritado y decepcionado? Esta mujer me está volviendo loco en todos los sentidos. Es el colmo que sus putas palabras me estén afectando ahora. ¿Qué demonios me está pasando?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top