Capítulo 5
Repara la Distorsión
La voz resonó en todo el lugar. Kyungsoo yacía de pie en esa habitación circular llena de altos ventanales, rodeado de sus superiores, quienes estaban en un nivel superior de la construcción, uno al pie de cada ventanal.
La distorsión que ha aparecido recientemente en el límite que divide el cielo y la tierra se está extendiendo.
Si la distorsión se extiende, el cielo estará en peligro de una invasión de demonios.
La distorsión debe ser reparada antes de que se interrumpa el orden.
–Pero... ¿no debemos encontrar el origen de la distorsión primero? –se atrevió a preguntar Kyungsoo.
Todo lo que sucede en el universo es la voluntad de Dios. No es competencia nuestra cuestionar sus propósitos.
Nuestra misión es guiarte para que sirvas a la voluntad de Dios.
Te entregamos el control del ejército. Dirige a nuestros guerreros, repara la distorsión, y defiende nuestras fronteras. Si fracasas... tendrás que ser degradado, Dominio.
–Entendido –respondió el ángel antes de abandonar el lugar.
Ya en el campo, viendo a los ángeles bajo su dirección alistarse para la tarea, Kyungsoo dejaba que su mente divagara sin proponérselo.
¿Desde cuándo los ángeles habían llegado a esto? Su propia voluntad les es negada, y siempre han seguido lo que deciden por ellos. ¿Es realmente este el propósito de Dios?
***
En una habitación decorada con cortinas blancas de seda y una gran fuente de agua en medio, el Rey del inframundo admiraba la gran bola de cristal de la fuente con una sonrisa en los labios. El cristal dejaba ver un agujero negro rodeado de nubes oscuras entre torbellinos y rayos.
–La distorsión ya no puede ser interrumpida. Se extenderá infinitamente, y el sistema será demolido. Justo como yo imaginaba... –habló Kai, inclinando la cabeza solo un poco para ver a los demonios bajo su mando arrodillados a un lado, a la espera de sus órdenes –Vayan. Manténganlos ocupados –exigió volviendo a fijar la mirada en la bola de cristal.
–Como ordene nuestro señor –se escucharon las voces al unísono, antes de que una ráfaga de humo negro consumiera a los demonios hasta hacerlos desaparecer, dejando nuevamente al moreno solo.
En un movimiento suave, el demonio se levantó de su trono, y avanzó a paso lento hasta acariciar la superficie lisa, que en estos momentos mostraba al Dominio alistando a las tropas.
–Dentro de muy poco... –susurró Kai, viendo la imagen del ángel disiparse poco a poco –...todo se romperá.
***
Baekhyun abrió los ojos perezoso. Los párpados le pesaban como nunca antes, y su cuerpo parecía pedirle a gritos un largo descanso.
Parpadeó un par de veces, hasta que una sombra se interpuso entre su vista y el techo.
–¿Has despertado? –preguntó cariñoso el ángel.
–Chanyeol... –murmuró Baekhyun, viendo al alto con más detalle. Tenía una gasa que casi le cubría toda la mejilla. Iba desde la comisura de su ojo izquierdo hasta la comisura de su boca. El pelinegro recordó la herida que había sufrido en la batalla, y la culpa de adueñó de sus facciones.
Chanyeol al ver esto, se apresuró a tranquilizarlo –Todo está bien. Hemos vuelto a la Tierra.
Como si de un detonador se tratara, estas palabras despertaron los temores del Marqués.
–¡Kai! ¡Él...!
–No te preocupes... –lo apaciguó el alto, apoyando una mano en su hombro, antes de levantarse a tomar unas cosas de la mesa de al lado.
–¿Qué no me preocupe? –Baekhyun no terminaba de entender.
–Era como si no le importara si nos marchábamos o no –habló el peliblanco dándole la espalda –Dijo que nos exiliaban del cielo y del infierno, y así nos dejaron libres. Parecía que ya no estaba interesado.
–¿De verdad? –murmuró para sí el bajito, acostándose nuevamente y apoyando la mejilla contra la almohada. El Archiduque, ¿en verdad los desterraba así sin más? –Lo siento... te echaron del cielo por asociarte conmigo –se disculpó el demonio mordiéndose el labio inferior y aferrándose a la almohada.
Chanyeol caminó hasta sentarse nuevamente en la silla a un lado de la cama, y con una sonrisa en los labios acarició la mejilla del más bajo hasta lograr que lo mirara a los ojos –Yo me fui del cielo por voluntad propia, y no lamento nada –susurró pasando el pulgar por la pequeña bolsa que se formaba bajo los ojos del azabache –Y ahora... ya no seremos perseguidos por nadie. Podemos vivir juntos aquí.
–Chanyeol... –susurró Baekhyun, incorporándose y sintiendo la caricia pasar a su cuello.
–Claro, si me dejas quedarme –sonrió divertido el alto –Si no te molesta...
–¿Molestarme? No –se apresuró a negar el sacerdote, acariciando la mano que el alto había puesto en su mejilla, correspondiendo a la caricia con una sonrisa –Me alegro mucho.
Pero por mucho que le agradara la idea, Baekhyun no podía dejar de pensar en lo que había pasado antes. ¿Realmente había terminado todo?
Un siseo de parte de Chanyeol hizo que la alarma se encendiera dentro del demonio. El ángel se llevó la mano en automático a la mejilla dañada, mostrando una leve mueca.
–¿Chanyeol? ¿Qué sucede? –preguntó atropelladamente.
–Parece que la herida que me infringió Zagen no ha curado aún –respondió el alto con simpleza, apoyando la mano en la gasa –No te preocupes, pronto curará –dicho esto se puso de pie –Voy a recoger algunas cosas que necesitaremos. Duerme a gusto –se despidió con una sonrisa antes de salir del lugar.
Baekhyun se quedó en silencio unos segundos, viendo la puerta por la que el ángel había salido. Como cada vez que algo atormentaba sus pensamientos, se llevó la mano al pecho en un acto inconsciente, cayendo rápidamente en cuenta de algo –Sí... eso me recuerda que he perdido mi crucifijo –farfulló, pegando las rodillas a su pecho para abrazarlas. Por alguna razón, no podía dejar de preocuparse.
Se puso de pie, y caminó hasta salir de su iglesia y subir las escaleras que lo llevarían a la calle.
–¿Chanyeol? –llamó al ángel en su camino, con la mano hecha un puño aferrada a su pecho. ¿De dónde venía tanta ansiedad?
Llegó a la calle, encontrándose con el sol brillando en lo alto, y las personas caminando despreocupadas por la vereda. Un repentino estremecimiento se adueñó de su cuerpo, y frotó sus brazos buscando deshacerse de la desagradable sensación. Agachó la mirada sintiéndose incómodo, y lo que descubrió le heló la sangre.
¿No tenía sombra? Su sombra... ¡Su sombra había desaparecido!
Retrocedió unos pasos, tratando de asimilar la noticia, cuando chocó contra alguien. Sintió unas manos aferrarse a sus brazos y entró en pánico.
–¿Estás bien? –preguntó una voz. Baekhyun alzó la mirada rápidamente, encontrándose con el rostro sonriente de un extranjero. El hombre vestía un abrigo largo de cuello alto que le llegaba a las rodillas. Cargaba un gran listón de madera envuelto en tela, y en su hombro derecho descansaba la cacatúa que Baekhyun reconoció como la que había estado cuidando hace un tiempo –¿Eres... de la iglesia? –volvió a preguntar el desconocido.
Ya más calmado, Baekhyun lo invitó a pasar para tomar algo en lo que esperaba a Chanyeol.
–Por fin te he encontrado –comentaba el recién llegado con una gran sonrisa –Oí que el sacerdote de la iglesia estaba cuidando en este pequeño, así que vine a buscarte. No puedo agradecerte lo suficiente –dijo acariciando al ave que se entregaba gustosa al tacto.
–No hay de qué –respondió el pelinegro, sonriendo al ver la escena –Me alegro que haya vuelto con su dueño. Estaba preocupado cuando desapareció.
El ave echó a volar hasta posarse sobre la jaula en la que había estado las pasadas semanas.
–Pues... no soy su dueño precisamente –murmuró el extranjero llevándose la mano a la barbilla mientras analizaba las palabras del azabache –Pero lo que realmente importa... –se acercó presuroso a tomar las manos del sacerdote en las suyas –...Es que fue tan afortunado como para toparse con alguien tan hermoso como tú. ¡Dios todopoderoso! ¡Eres precioso! –halagó con ojos brillantes.
–Ehh... Yo...
–Oh, por cierto, soy Banyeog –se señaló con una gran sonrisa.
–¿Banyeog? Eso es coreano –se extrañó, recibiendo un asentimiento en respuesta –Pero luces como un occidental –objetó el más bajo.
–Es que tengo raíces occidentales –se excusódivertido, rascándose la nuca –¿Cómo te llamas tú?
–Baekhyun... –respondió el demonio, todavía analizando la respuesta que el otro le había dado.
–¡Baekhyun! Qué nombre más bonito –comentó mientras se metía la mano en el bolsillo interior del abrigo –Esto seguramente te quedaría estupendo –propuso estirando el brazo hacia el sacerdote para mostrarle un crucifijo.
–Ese... Ese es... ¡mi crucifijo! –exclamó con sorpresa, tomándolo rápidamente para abrazarlo contra su pecho.
–¡Oh! Este pequeño lo tenía –señaló a la cacatúa, que ahora estaba posada en el listón de madera que él cargaba –Es decir, te lo mostré creyendo que podría ser tuyo. Parece que tuve razón.
–Gracias al cielo –suspiró agradecido el azabache.
–Parece que lo aprecias muchísimo –sonrió al castaño.
–Sí... Fue el primer regalo que me hicieron –contó con nostalgia, alejando el objeto de su pecho para mirarlo con cariño –Hemos estado juntos en buenos y malos tiempos. Gracias por devolverme esto, Banyeog.
El castaño se quedó callado un tiempo, viendo al sacerdote volver a abrazar su crucifijo –Tienes mejor aspecto así –acotó de la nada –Cuando no pareces tan triste, y cuando sonríes, eres realmente hermoso –vio las mejillas del pelinegro ruborizarse, sonriendo por la adorable escena –Claro que ahora que me has conocido, vas a sonreír aún más –sostuvo una de las manos del sacerdote y se inclinó a besarle el dorso –Pero primero... –habló alzando la mirada, mostrando un semblante completamente serio –...necesitas apresurarte para recuperar tu sombra.
La respiración del bajito se cortó al oír esto, y su corazón empezó a latir con prisa al ver la sonrisa que ahora se dibujaba en los labios del hombre. Pero contrario a lo que creía, el castaño apartó la mirada, fijándose ahora en la entrada.
–Qué lástima... Parece que se me acabó el tiempo para ganar tu confianza –unos segundos después, un Chanyeol con cara de pocos amigos irrumpió en la habitación, golpeando la pared con el puño, amenazante. Cuando el ángel reparó en las manos del extranjero y Baekhyun, unidas, gruñó frunciendo el ceño.
–¡Eh! No me mires así, me apartaré –se defendió el castaño, divertido, yendo a tomar su listón de madera para salir de allí.
–Banyeog... –llamó débilmente Baekhyun, cuando el hombre ya pasaba por al lado del ángel para irse de allí.
–Luego, Baekhyun –se despidió con una sonrisa –Probablemente te volveré a ver –y dicho esto, abandonó el lugar.
–¿Quién era ese tipo? –preguntó Chanyeol con la mirada clavada en el piso –Solo es un humano, ¿verdad?
Baekhyun rodeó su cuello, abrochando el crucifijo en la parte posterior mientras pensaba en una respuesta –Es el dueño de la cacatúa... y quería darme las gracias –se limitó a contestar. ¿Qué otra cosa podía decir? El hombre sabía lo de su sombra... pero aun así, Baekhyun no sabía quién era.
–¿Eso es todo? –la voz gutural volvió a hacerse oír, y el azabache dirigió la mirada al ángel. Chanyeol seguía mirando el piso, sus manos hechas puño a los lados de su cuerpo.
–¿Chanyeol? –llamó el bajito, extrañado.
En un movimiento rápido, al alto aprisionó la muñeca del pelinegro, tirando de él hasta estrellarlo contra la pared, manteniendo el agarre y presionándole el hombro contrario para mantenerlo inmovilizado.
–¡¿Chanyeol?! –bramó Baekhyun, en un intento por hacer que el ángel volviera en sí.
–Es que no entiendes... –habló el alto entre dientes con el ceño fruncido, con cada palabra sus manos se cerraban con más fuerza –¿Qué quería decir... con esa sonrisa?
–Nhg... –Baekhyun ahogó un quejido de dolor, y esto fue suficiente para que el alto lo soltara.
–Lo siento –se apresuró a disculparse, abrazando al bajito con fuerza –Ni yo mismo entiendo... por qué estoy así de enfadado. Tengo todas estas emociones dentro de mí...
Las palabras temblorosas del peliblanco hicieron que Baekhyun saliera de su letargo. ¿Podría ser que...?
Haciendo uso de todas sus fuerzas, el bajito empujó al ángel hasta apartarlo, y de un manotazo, se deshizo de la gasa que cubría su herida, confirmando sus miedos; el corte se había vuelto una marca, prolongándose a los bordes de lo que fue la herida, llegando hasta el ojo del ángel en la parte superior, el otro extremo dividiéndose en dos nuevas líneas que le llegaban casi a la mandíbula.
Todo el aire abandonó los pulmones de Baekhyun–Tú, has...
Pero sus palabras fueron calladas por el silbido del aire siendo cortado por el filo de una espada, y el alarido de Chanyeol al caer de rodillas.
–¡¿Chanyeol?! –el sacerdote corrió a sostener al peliblanco antes de que cayera completamente al suelo, abrazándolo y dejando que apoyara su cabeza en su hombro. Vio preocupado la herida en la espalda del ángel empezar a sangrar, y al alzar la vista, se encontró con tres de los suyos –¿Demonios? –exclamó confundido –¡Fuimos desterrados! ¿Porqué están aquí?
–Lo sé –respondió uno de ellos, jugando con el arma que hacía un momento había lesionado al alto –Tengo algunos asuntos pendientes, pero no contigo... –sonrió el demonio antes de señalar al ángel en un cabeceo –...con él.
Chanyeol se puso de pie tambaleándose, girando para hacerle frente a sus adversarios. En su espalda estallaron sus hermosas alas, pero esta vez era distinto. Esta vez las alas iban acompañadas de ramas espinosas que las desgarraban con cada movimiento, perforando la inmaculada superficie, tiñendo de rojo sangre ahí donde se clavaban.
–¡Ahgrr! –gruñó el ángel cerrando los ojos, mientras la marca se esparcía lentamente a su cuello.
–¡¿Chanyeol?! –lo llamó el azabache, pero el alto ya había empuñado su espada para atacar a uno de los demonios, en tanto sus alas eran dañadas cada vez más.
–Usar tus poderes sellados va en contra de la voluntad de Dios –sonrió el demonio que había hablado en un principio –¡Cuánto más los usas, más cerca estás de caer! ¡Esa es nuestra meta!
Baekhyun, en un acto desesperado, corrió a abrazar al ángel por la espalda –¡Ya basta! ¡Para, Chanyeol! –gritó logrando que el peliblanco bajara los brazos –Por favor... Para...
–Baek... –jadeó con los ojos cerrados con fuerza, cayendo finalmente de rodillas –No lo puedo... controlar... ¡Corre! ¡Corre lejos de aquí!
–Chanyeol...
–Yo creo que no –los interrumpió uno de los demonio acercándose a ellos con un sable en mano –Tú eres la razón de su lucha –acotó haciendo alusión al sacerdote –¡Así que no podemos dejar que te vayas ahora! –concluyó con una enorme sonrisa, llegando hasta ambos doblegados en el piso, alzando la mano con el arma, dispuesto a atacar.
Baekhyun cerró los ojos esperando lo peor, ocultando el rostro del ángel en su pecho en un fuerte abrazo, pero el ataque nunca llegó. El azabache abrió los ojos encontrándose con el demonio inmovilizado por Banyeog.
El hombre estaba a espalda y a un lado del demonio, valiéndose del listón de madera para tenerlo sujeto del cuello. El castaño dominaba el arma con una facilidad de temer. El listón había perdido parte de su cobertura de tela, dejando al descubierto un trozo de madera antigua con una inscripción en ella, pero ésta era apenas visible a la mitad, así que ni Baekhyun ni Chanyeol pudieron distinguirla.
–Lo siento pero... no te dejaré hacer lo que te plazca –advirtió el castaño.
–Imposible... –gruñó el demonio cuando la madera empezó a quemar su piel –¡No puede ejercer tanto poder en forma humana!
Un solo movimiento bastó para que el arma perdiera algo más de su envoltura, presionándose aun más sobre el cuello del demonio y desintegrándolo al fin en una polvareda de humo y cenizas.
Chanyeol y Baekhyun estaban anonadados. El arma estaba al fin casi completamente descubierta, pero antes de que ninguno pudiera reparar en ello, Banyeog tomó el listón y se lo llevó tras el cuello para apoyarlo en sus hombros en un acto distraído y hasta acostumbrado.
–¡Ey, ustedes dos! ¡En marcha! –dijo con simpleza, dando media vuelta para salir del lugar.
El ángel se puso de pie con ayuda del pelinegro –¿Quién...? –jadeó con dificultad, apoyado en el hombro del bajito –¿Quién eres?
Banyeog volteó apenas, mostrando una sonrisa de lado cuando ofreció su brazo para que la cacatúa volara a posarse en él –Piensen en mí... como su superior en este asunto –sonrió con picardía.
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