Capítulo 4

El cielo era fracturado por los rayos, los truenos haciendo vibrar todo el entorno por su potencia.

Varios metros arriba del suelo, una enorme campana repicaba perezosa, siendo movida de sus extremos por cuatro cadenas que terminaban en un grueso grillete en torno a las muñecas de una figura doblegada en el piso.

El hombre mantenía las manos aprisionadas en alto, la cabeza gacha y el cabello despeinado cubriéndole la cara.

-¿Te divertiste en tu viajecito? -una voz gutural resonó en el ambiente, produciendo un respingo en el prisionero.

Un hombre apareció en la escena, caminando a paso ligero hasta estar a un movimiento del otro. Alargó la mano y acarició con el dorso de uno de sus dedos el delicado perfil, antes de llegar al mentón y aferrar con fuerza la cara del hombre para que le hiciera frente.

Ojos claros como miel le devolvieron la mirada, desafiantes, y el hombre de pie sonrió.

-Sí... definitivamente los humanos te han contaminado -afirmó tras estudiar la expresión ajena por unos segundos -Voy a limpiar cada parte de ti... -siguió, rozando el cuello del pelinegro hasta alcanzar su pecho bajo su camisa -Pero antes de eso... Tenemos que dejar que el pus salga.

Un alarido de dolor surgió de los finos labios cuando el hombre clavó sus uñas en la piel hasta hacerla sangrar, arañando la superficie y tiñendo las vestiduras blancas de un rojo intenso.

-¡Baekhyun! -clamó Chanyeol, abriendo los ojos y encontrándose en un lugar desconocido. Se incorporó de sopetón sintiendo una punzada que le hizo sisear ¿Dónde estaba?

-Aún no deberías levantarte -aconsejó una suave voz en la habitación.

Los ojos oscuros recorrieron veloces el lugar, reparando en la menuda figura en una esquina.

-Jefe... -el alto intentó excusarse.

-No te preocupes, estás en mi habitación -hizo una pausa antes de añadir -Tremendo espectáculo el que diste.

Chanyeol agachó la cabeza, apenado, encontrándose con las vendas en su torso y hombro -Gracias por la ayuda -respondió cortante, poniéndose de pie para luego ir por su camisa y abrigo.

-¿Vas a seguirlo al infierno? -interrogó Kyungsoo sin moverse de su lugar, viendo al alto colgarse la camisa con una sola mano -¿Perderás tu puesto como ángel?

-No planeo caer -lo tranquilizó el peliblanco -Pero no podría vivir conmigo mismo si no fuera. Quiero ayudarlo.

Ekk ekk

El sonido atrajo la atención del alto, mirando por la ventana para ver a la cacatúa entrar volando y posarse en su hombro.

-No te preocupes. Definitivamente lo traeré de vuelta -sonrió acariciando al ave.

El bajito suspiró con los ojos cerrados, abriéndolos luego para anclarlos a los del alto -No lo olvides... Aún si tus poderes han sido sellados, sigues siendo un ángel -estiró el brazo y acomodó la otra manga de la camisa -La voz de Dios no llega al infierno. Si un ángel pierde su amor por Dios, se degenera, convirtiéndose en un demonio -luego pasó a prender los botones de la prenda uno a uno -La decisión de ese demonio de convertirse en humano, no quiere decir que vaya a ser feliz. Aún así, ¿quieres ir por él?

-Sí... -la respuesta abandonó los labios de Chanyeol en un instante -Voy a ir -su voz firme y segura. Terminó de alistarse y con una rápida despedida, se retiró dejando a su superior solo en la habitación.

Kyungsoo observó la puerta cerrada lo que le parecieron horas, antes de apartar la vista con el ceño fruncido. Caminó hasta la mesita de luz y del primer cajón extrajo un paquete de cigarrillos.

-Todo este sentimentalismo... -murmuró para sí, mientras se llevaba uno a la boca e inhalaba el espeso humo-...no vale la pena.

***

Encerrado en una jaula suspendida a unos centímetros del piso, con las muñecas envueltas con sendos grilletes, Baekhyun respiraba con dificultad, acostado en el piso enrejado de su prisión, ya sin fuerzas y con múltiples cortes en los brazos y espalda. Sus vestiduras apenas lo cubrían, pero las heridas abiertas eran claramente visibles.

A lo lejos, unos ojos afilados observaban al Marqués sin perderse detalle alguno de su maltrecha figura.

-Para serte sincero, estoy sorprendido -habló al fin, jugueteando con el látigo que ocupaba su mano derecha, mientras los dedos de la izquierda acariciaba suavemente su labio inferior -Se me están acabando las maneras de lidiar contigo. Mira a los extremos que he llegado para mostrarte mi afecto, y tú me lo agradeces con gritos -habló con saña y una sonrisa burlesca adornando su rostro -Y luego... simplemente dejaste de gritar.

El moreno se levantó de su trono, y caminó sin quitar los ojos de su presa, para al fin llegar hasta ella y apoyarse en una de sus rodillas para estar a su altura.

-Kai... -gruñó el pelinegro.

-¿Dónde aprendiste tu autocontrol? -preguntó tomando el delgado rostro entre sus dedos -¿Al vivir con esos estúpidos humanos? O tal vez... ¿Fue la torpe caricia de un Poder la que te hizo cambiar?

En este punto la mirada de Baekhyun se clavó en los orbes negros del contrario, desafiante, pero no hizo más que eso.

-Ya veo... -el más alto apartó el rostro del Marqués con desprecio, deformando sus facciones en una mueca -Para ganar el amor de Dios, te estás aferrando a tu juramento de no pelear... -concluyó por sí solo -Parece que ese juramento también va a conseguirte el amor de un ángel... -sonrió calculador -La fidelidad no es para ti. Averigüemos cuánto podrás mantener tu autocontrol... Baekhyun -lo nombró despectivo, y con esto como últimas palabras, el moreno abandonó el lugar dejándolo solo.

***

Una figura envuelta en un gran abrigo se abría paso a través del desolado lugar. El hombre luchaba contra el azote de los fuertes vientos, que arrastraban todo a su paso. Más al frente, una metrópolis se erguía, y es a donde el alto se dirigía.

A su paso se encontró con hombres consumidos en la miseria, y en varias ocasiones con cuerpos sin vida y hasta restos de esqueletos. La desdicha y el desasosiego abrazaban todo a su alrededor, y Chanyeol sentía que era asfixiado.

Su cuerpo cada vez pesaba más, y el interior de su cabeza zumbaba aturdiéndolo. Era como si algo cubriera sus oídos. No era solamente que no pudiera escuchar la voz de Dios, era como si tampoco sintiera su presencia.

Si él no hubiese terminado en este lugar por voluntad propia, dudaba soportar tal tortura sin maldecir a Dios.

Cubrió aun más su rostro con la capucha, y avanzó silencioso por las calles abandonadas. A lo lejos, vio a un corpulento demonio acorralar a uno más pequeño en la esquina de un callejón.

-¡No! ¡Por favor! -suplicaba a gritos el bajito, recibiendo solo una risotada en respuesta antes de que el demonio empezara a desgarrar sus ropas.

Chanyeol se contuvo cuanto pudo para no delatar su presencia, pero no podía simplemente quedarse sin hacer nada. Ignorando la lógica, tomó un tablón de madera y aferrándose a él, golpeó al demonio en el cuello -¡Largo de aquí! -vociferó, dejándolo fuera de combate con un solo ataque.

Cuando el ángel alcanzó a notarlo, el diablo de menor tamaño lo miraba con los ojos como platos desde el piso -Tú... -exclamó pasmado - Tú... eres un...

El cielo se oscureció repentinamente, despertando el terror en los ojos del chiquillo, que solo atinó a arrastrarse desesperado, trastabillando hasta estar de pie y correr despavorido.

-Mierda... -maldijo el alto. Echó a correr, pero pronto todo su alrededor fue consumido por la oscuridad. Intentó seguir adelante, pero unas cadenas lo envolvieron hasta aprisionarlo con tal fuerza que terminó completamente inmovilizado.

La niebla se disipó en un segundo, dejando al descubierto a decenas de demonios observándolo desde lo alto de los edificios. Chanyeol alcanzó a distinguir a uno de ellos como el que se había llevado a Baekhyun.

El demonio miraba al ángel con superioridad, mientras con una mano sostenía la correa de un enorme dragón alado.

-Poder... Bienvenido al infierno -saludó victorioso.

***

El moreno permanecía sentado en su trono a la espera de su invitado, cuando vio ingresar al salón a varios de los suyos, y con ellos a quien tanta curiosidad despertaba en su interior.

Chanyeol fue arrastrado hasta la presencia de aquel ser, y empujado hasta caer de bruces al piso.

-Así que eres tú... -comentó el otro con suavidad y hasta un poco de diversión.

-¿Dónde está Baekhyun? -preguntó el alto si más, no estaba para bromas.

-¿Baekhyun? Mmmm... -el moreno se llevó el dedo índice a la barbilla por un segundo, probando la paciencia del ángel, antes de responder -¿Por qué no lo ves por ti mismo? Él está justo aquí -señalo arriba.

El Poder alzó la mirada, encontrándose una enorme jaula suspendida en lo alto. Dentro de ella, apenas distinguible, se encontraba Baekhyun.

-¡Baekhyun! -lo llamó Chanyeol alarmado, reparando en las heridas que regaban su cuerpo.

El Marqués despertó de su inconciencia al oír la voz del ángel -¿Chanyeol? ¡¿Por qué estas aquí?! -preguntó horrorizado, aferrándose a los barrotes.

Los aplausos que resonaron en la habitación hicieron que ambos dirigieran la mirada al moreno.

-Qué escena tan conmovedora -se burló el Rey del inframundo, mostrando en sus ojos ese brillo que rara vez dejaba ver -Poder, ¿te gustaría jugar a un juego? -propuso sonriente.

-¿Un juego? -replicó el peliblanco.

-Así es. Las reglas son simples. Todo lo que tienes que hacer es luchar contra Zagen -informó arrancándole una sonrisa de lado al susodicho -Si tú ganas, te lo entrego. Mi vida en este lugar es cada vez más tediosa, y esto es solo algo de entretenimiento -se quejó, el aburrimiento impregnado en sus palabras -Una lucha con espadas, en la cual ninguno de los dos usará sus poderes. ¿O es que acaso tienes miedo de perder? -desafió altanero.

El Poder observó a su posible contrincante, y luego alzó la vista hacia el rostro suplicante de Baekhyun -Acepto -concluyó, empezando a quitarse la capa.

En menos de un minuto, el demonio contra el cual pelearía, volvió con dos espadas idénticas. Lanzó una hacia el ángel, pero la fuerza apenas permitió que la espada llegara a unos metros del alto, sonando estrepitosa cuando cayó al suelo.

Chanyeol no quitó los ojos de su adversario en todo el tiempo que le llevó caminar hasta donde yacía su arma. Apenas apartó la mirada para inclinarse a tomar su espada, el demonio lanzó el primer ataque.

Las espadas chocaron, y la pelea dio inicio. Desde su trono, el Archiduque admiraba la pelea con los ojos brillantes y los labios en una sonrisa ansiosa.

Baekhyun desde su posición, analizaba con preocupación la expresión del moreno. Esto era extraño. No había forma de que Kai organizara una lucha justa. ¿Qué estaría tramando? ¿Acaso podría ser...?

-¡Ahgrr! -el gruñido desvió la atención de Baekhyun de nuevo a la pelea.

Chanyeol se pasó el dorso de la mano por el corte que había recibido en el rostro. Se había distraído un segundo y le había costado caro.

-Parece que no puedes con ella -se burló su atacante al ver al ángel cargar con dificultad la espada -¿Te resulta difícil moverte en el infierno?

El peliblando respiraba trabajosamente, apenas poniéndose de pie tras ese golpe. Los oídos le zumbaban, y la vista empezaba a volvérsele borrosa.

Ya empezaba a marearse cuando su mente fue invadida por una suave voz.

Ódialo... Si lo derrotas... Salvarás a Baekhyun... ¿Podrás vivir en paz sabiendo todas las cosas que le ha hecho?... Mátalo... ¡Mátalo!

En un instante, el semblante del ángel se ensombreció, y es ahí cuando Kai dibujó una sonrisa triunfal.

Chanyeol empuñó su espada con ambas manos, e invadido por la rabia, corrió a atacar al demonio.

Zagen no se esperó el ataque, que esta vez fue mucho más potente y certero que las veces anteriores -¡¿Qué?! -se quejó cuando el filo del metal cortó su torso desde el hombro hasta la cintura. Aunque había intentado esquivar el ataque, esta vez los movimientos del Poder parecían alimentados por una causa distinta.

Cuando el Marqués cayó en cuenta de las verdaderas intenciones del Archiduque, entró en pánico.

-¡¡Chanyeol!! ¡No te dejes llevar por los sentimientos oscuros! ¡¡Caerás!!

Pero Chanyeol ya no pensaba con claridad, solo tenía una cosa en mente, y era acabar con su adversario, que esta vez mostraba su enfado por haber recibido tal ataque.

-¡Deja de jugar! ¡Como si pudieras matarme! -gruñó fuera de sí, haciendo aparecer sus alas tras su espalda, y lanzándose al acabar con el ángel.

-¡CHANYEOL! -gritó Baekhyun, desesperado al ver al ángel incapaz de defenderse del ataque que sufriría.

Un estallido sobre ambos luchadores y una luz segadora interrumpió la pelea. Barrotes de hierro deformados empezaron a caer del cielo, acompañados de una ráfaga de viento que mandó al demonio a volar hasta caer al abismo a unos metros de ellos.

Cuando la luz se disipó, Chanyeol vio a Baekhyun con el pecho inmaculado y unas inmensas alas de plumas negras. Lucía hermoso y tan angelical, que por un segundo el Poder quedó embelesado. Pero el momento en que el demonio empezó a caer, bastó para que el peliblanco corriera a atraparlo, acogiéndolo en sus brazos en el momento justo antes de que se golpeara contra el suelo.

El Poder abrazó contra su pecho el cuerpo lánguido y sin fuerzas, alzando la vista cuando oyó la carcajada del moreno.

-¡Qué gran espectáculo! -alabó el demonio, mostrando sus inmensas alas y sus cuernos -Tan hermoso como una antigua tragedia, ¿no les parece?

Chanyeol lo miró con recelo, estrujando aún más contra sí el cuerpo de Baekhyun.

-Eso... Fue por romper su juramento. Dios lo ha maldito -el ángel no entendía a qué se refería el demonio, hasta que agachó la mirada y con horror vio la marca quemar el pecho de Baekhyun, cambiando de rojo fuego a negra -Y ahora tú sabes lo que es odiar. Perderás tu estatus como ángel.

Caminó hasta quedar cerca del alto, que seguía mirándolo desafiante sin intenciones de abandonar al Marqués.

-El cielo y la tierra los han marcado a ambos como traidores. Es un destino del que no pueden escapar.

-Aún así... -habló Chanyeol, acunando protector el cuerpo entre sus brazos -Nosotros... hemos decidido seguir nuestras vidas tal y como somos.

El Rey del inframundo se quedó observando el semblante desafiante del Poder -Ya veo... -se inclinó a tomar una de las plumas de Baekhyun -Siendo así, pueden irse. No importa qué hagan o qué no deseen. La rueda del destino ha comenzado a girar... -advirtió complacido, dando media vuelta y acariciando sus labios con la pluma -...y en este juego, la victoria final... será mía.

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