Capítulo 12
El sistema divino empieza a desmoronarse.
Es la primera vez que sucede en dos mil años.
Beelzebub... Él intentó provocar el colapso del sistema divino cortando el camino a Dios.
¿Qué medidas tomamos? Si la distorsión causada por los fallos se extiende más allá, nuestro proyecto también colapsará.
No podemos permitir que se derrumbe lo que hemos construido hasta ahora.
El programa, nuestro proyecto “Dios” ha de ser absoluto.
–¡Serafines! ¡Hay una emergencia! –interrumpió el Querubín, entrando precipitada al lugar –¡Necesitamos su respuesta!
Estamos reunidos. No se permiten interrupciones.
La voz de uno de los serafines sonó mordaz, mientras señalaba con el dedo índice a la mujer de cabellera lila.
El Querubín quedó petrificado por un segundo –Por.. Por favor, ¡perdónenme! –suplicó agachando la cabeza y haciendo una reverencia exagerada.
Disculpamos tu ignorancia esta vez. Continúa.
La voz de otro de los serafines retumbó en el gran salón.
–A sus órdenes –acató la mujer en tono cauteloso –Por fin... los señores del infierno han empezado a movilizarse. Dicen que “esta guerra es la voluntad del Archiduque Beelzebub”. Extraído del decreto oficial que acabamos de recibir. Dice “La razón para esta guerra es que el cielo mantiene la distorsión en secreto. Exigimos que la verdad se haga pública de inmediato”.
Qué astutos. ¿Nunca dejarán pasar una oportunidad que los ayude a ganar ventaja sobre el cielo?
–También hay malestar en el cielo... –continuó el Querubín –La distorsión se ha detenido desde las muertes del Archiduque y el Dominio, pero se teme que avance una vez más. Pero es que no entiendo –manifestó sus inquietudes la mujer –¿Por qué el Archiduque se obsesionó tanto con las torres del juicio?
¡No seas imprudente Querubín!
¡No hay ninguna necesidad de investigar su plan para difamar a Dios!
¡La voluntad todopoderosa de Dios lo rodea todo!
Uno de los serafines golpeó contra el piso el báculo que sostenía, causando una fuerte ráfaga que azotó al Querubín, produciendole ínfimos cortes en la piel del rostro, una clara advertencia de que la insolencia que había cometido no sería tomada a la ligera.
Los ángeles no deben cuestionar, sino escuchar Su voz.
–Perdónenme, me he excedido –se disculpó la mujer agachando la cabeza nuevamente.
Dile esto a los señores del infierno:
En respuesta al horrible incidente que ha acaecido, el cielo tiene la intención de exponer en un juicio público al o los responsables.
¡Querubín! ¿Dónde se encuentra ahora el Virtud en cuestión?
–Probablemente... en aquellas torres del juicio...
Entonces usa todo tu poder para capturarlo. Si escapa, el infierno lo usará como excusa en la guerra.
–¡A sus órdenes! –exclamó el Querubín antes de marcharse a toda prisa a cumplir su mandato.
Una vez que los serafines volvieron a encontrarse solos, permanecieron en silencio por un momento.
¿Así que incluso los Querubines empiezan a cuestionarse? Parece que nos quedamos sin tiempo.
Sí... Hace falta un sacrificio para que nuestro programa pueda seguir adelante. El “milagro” asociado con el “martirio”.
Sí, justamente como hace dos mil años.
Usemos eso para poner a cero nuestro sistema divino.
Nuestro sistema divino renacerá.
***
Mientras tanto en el purgatorio...
–No entiendo... –sollozaba Baekhyun apretujando las telas de su vestidura con la mano hecha un puño a la altura de su pecho –Yo... ¡ya no entiendo lo que pueda estar pensando Dios...! –una fuerte punzada en el corazón hizo que cayera de rodillas, incapaz de seguir sosteniéndose en pie.
–¡BAEKHYUN! –Chanyeol se echó junto a él, presuroso por descubrir qué aquejaba a su amado, que gemía doloroso mientras se retorcía en sus brazos. No hizo falta más de un segundo para que el ángel viera sus temores convertidos en realidad, al divisar las marcas de la maldición ascender por el cuello del sacerdote a una velocidad mortal.
Con ambas manos, el alto rasgó los botones de las ropas del demonio para encontrarse con la maldición diseminando sus púas por la piel inmaculada, consumiendo el cuerpo de su portador con cada segundo que pasaba.
Baekhyun agonizaba en sus brazos, perdiendo su fe en Dios, ocasionando que la maldición se extendiera fulminante.
–Dios... ¿Por qué no quieres que nos amemos? ¿Acaso no tenían derecho a amar a alguien? –el azabache deliraba con los ojos clavados en la nada, nublados por el dolor y las lágrimas –¡Lucharon y murieron porque amaron a alguien! –lloraba recordando al Dominio y a Kai –¡¿ASÍ ES COMO QUERÍAS EL MUNDO?!
Los lamentos fueron cortados por más quejidos lastimeros, y poco tiempo después, los labios blancos eran bañados de sangre, Baekhyun estaba muriendo.
–Chanyeol... –llamó con voz gentil al ángel. El alto afianzó el abrazo en respuesta –Yo... ya no puedo oír la voz de Dios... Lo único que quería... era convertirme en humano para amar a Dios y ser amado libremente. Pero... ya no puedo hacerlo. Ya no puedo amar a este Dios...
Ya sin fuerzas para continuar, Baekhyun se dejó vencer por el agotamiento, entregándose a lo que sabía sería su fin, pero no se esperó la cálida mano envolviendo la suya en un agarre fuerte y decidido, ni los suaves labios chocando contra los suyos.
El beso era exigente y desesperado, pero diferente a cualquiera que Baekhyun hubiera sentido antes. Semejante a un oasis en medio del desierto, o la briza mañanera en la montaña, cargada de frescura y vida.
–Chanyeol...
Pero el ángel no le permitió hablar, volviendo a reclamar su boca, esta vez deslizando su lengua para encontrarse con la otra. Con las fuerzas que creyó perdidas, el sacerdote se aferró a la amplia espalda y dejó que el hombre hiciera con él lo que quisiera.
Los movimientos fueron disminuyendo lentamente, y Baekhyun sintió las manos de Chanyeol acunar su rostro en un toque que desbordaba cariño.
–Entonces escucha mi voz –declaró el peligris sin apartar los ojos de los atontados del bajito –Incluso si le das la espalda a Dios, yo no renunciaré a tu amor. Te amo demasiado. No puedo soportarlo más.
Sin darle tiempo a sopesar sus palabras, el ángel empezó un camino de besos, lento y tortuoso, por el cuello del sacerdote. Con cada toque de los carnosos labios contra la tersa piel, el corazón de Baekhyun parecía llevar vitalidad a cada rincón de su cuerpo.
–¡Ah!... C-Chanyeol...–gimió el pelinegro al sentir la lengua ajena delinear su clavícula. Enredó sus dedos en las hebras cenizas, y con la vista nublada de placer, agachó la cabeza para encontrarse con los ojos oscuros del ángel. Pero contrario a lo que esperaba, alcanzó a divisar el trayecto que tan placentero movimiento realizaba en su cuerpo, vislumbrando las marcas de la maldición ceder ante el toque angelical. La marca estaba desvaneciéndose.
–¡No! ¡No lo hagas! –clamó el demonio al caer en cuenta de las acciones del alto, mientras las caricias impartidas descendían más y más –¡No puedes usar tus poderes para hacer esto! ¡Te corromperá...! –Baekhyun intentaba alejarlo, pero sus fuerzas aún no eran suficientes –¡Si lo haces con un demonio... tú...!
–Ya no me importan las leyes que Dios fabricó –se oyó la voz gruesa en un susurro. Chanyeol había abandonado su tarea, apoyado en sus manos para poder mirar a Baekhyun desde arriba –Mírame. Mírame solo a mí –pidió, acariciando la mejilla sonrojada del sacerdote –Estaré a tu lado hasta el final. Si quieres un dios... entonces yo seré tu dios –sostuvo con ojos cargados de determinación.
–¿Mi propio... dios? –balbuceó hipnotizado el azabache, extendiendo una mano temblorosa para sentir con sus dedos aquello que por tanto tiempo creyó inalcanzable.
–Sí... –Chanyeol se inclinó a la caricia con una sonrisa suave en los labios –Yo purgaré tus pecados –prometió con fervor –Así que no te preocupes por nada ahora, y ámame solo a mí –concluyó estrechando el delgado cuerpo en sus brazos, buscando con sus labios los dulces belfos contrarios.
Lentamente, el movimiento fue correspondido, y pronto la falta de oxígeno y el calor de las pieles en contacto hizo estragos en ambos.
Los jadeos y chasquidos colándose a travéz de sus bocas era todo el sonido que alcanzaba a oirse en el lugar, hasta que los besos ya no fueron suficientes, y los labios del ángel descendieron por la delgada figura al igual que sus manos. Fue ahí que los primeros gemidos dieron inicio.
Con sus prendas haciendo de lecho, las caricias que Chanyeol daba por primera vez en el inmaculado cuerpo, despertaban sensaciones totalmente desconocidas para Baekhyun.
Acostumbrado a ver el sexo como un acto que se limitaba solo a estímulos carnales, el sacerdote jamás imaginó descubrir tanto anhelo en una mirada, tanta devoción en un abrazo, tanta ternura en una caricia, tantas promesas dichas con besos.
Baekhyun por fin había encontrado lo que realmente quería.
–Si puedo, quiero renacer como humano... Y quedarme contigo... siempre –confesó en un jadeo, con sus ojos caramelo anclados a los oscuros que le devolvían la mirada –De todo lo que hay en este mundo, te amo a ti más que a nada.
Chanyeol escuchó cada palabra a la vez que acariciaba los suaves muslos con las manos antes de abrirse camino en el cálido interior, inclinándose a besarlo lentamente mientras se empujaba en él con cuidado de no lastimarlo.
–Yo también te amo –susurró el alto, rozando los labios contrarios con los suyos. Sus palabras cargaban inconsciente pesar, pero ninguno de los dos se percató de ello.
Fue así como finalmente consumaron el amor que se profesaban. Y ya, cuando de ambos no quedó más que respiraciones agitadas, sonrisas ligeras y miradas cariñosas, Baekhyun se dejó descansar en brazos de su ángel, cerrando los ojos lentamente con los latidos del peligris arrullando su sueño.
Chanyeol perfiló el rostro de Baekhyun innumerables veces hasta que el sacerdote cerró los ojos. Y cuando su respiración se volvió lenta y relajada, siguió acariciándolo, negándose a apartar la mirada del semblante sumido en la inmensa paz que agradecía haberle brindado en sus últimos minutos juntos.
Y así, con delicadeza extrema evitando interrumpir su descanso, y la melancolía que la separación acarreaba, el ángel dejó con cuidado la cabeza del azabache reposar sobre las prendas. Se vistió lenta, muy lentamente, como pidiendo que el tiempo no corriera, y cuando ya hubo acabado y no tenía más excusas para permanecer a su lado, se dedicó a detallar cada milímetro del cuerpo del demonio, cada pequeña marca.
Sonrió satisfecho, viéndolo ya libre de cualquier rastro de la maldición que antes lo torturaba, sintiéndose feliz de que al menos aquello resultara. Fragmentos de alegría entre tanta tristeza, esto era un minúsculo peso menos para su alma apesadumbrada.
Cubrió al demonio que permanecía ajeno a todo lo que acontecía, y dejó un dulce beso en sus labios, rezando en silencio su despedida.
***
Un piso más arriba, Banyeog miraba a la nada distraido, antes de decidir sacar su encendedor del bolsillo e iniciar un cigarrillo. Dio una onda calada y dejó que el humo abandonara sus pulmones.
–Ahh... –suspiró embelesado en las figuras amorfas que mutaban frente a sus ojos hasta desaparecer por completo –...pero solo desearlo no lo hará realidad. Por cada milagro siempre hay un sacrificio.
Cuando el cigarrillo terminó de consumirse, el castaño se deshizo de la colilla, y mirando al frente con rostro inexpresivo, alzó un brazo para que el ave que siempre lo acompañaba se posara en él.
–A la hora del juicio... si ofreces lo que más aprecias a la balanza divina... entonces tus pecados serán perdonados –rezó con la mirada perdida, como si sus palabras le trajeran recuerdos. Vio a la cacatúa aterrizar en su antebrazo y mirarlo fijo a los ojos. Banyeog bufó una sonrisa –Esa es la razón por la cual te traicioné aquel día... para escapar de mi pecado, mi amor básico. Sinceramente... acabó siendo un pésimo trato.
Con una sonrisa amarga en los labios, rebuscó otro cigarrillo, pero un dolor en el pecho y el repentino ataque de tos interrumpieron sus acciones.
Se tapó la boca con una mano hasta que la tos al fin cesó, viendo sus dedos manchados de sangre. Paladeó el sabor férreo al instante, sonriendo con resignación.
–¡Ha! ¿Así que mi tiempo tambien se acaba? –preguntó con tristeza –Pero espera un poco más... por lo menos hasta que sus deseos sean concedidos.
¡Arrg arrg!
Banyeog desvió la mirada cuando el graznido del ave llamó su atención. La cacatua lo miró por un segundo antes de treparse por su brazo hasta llegar a su hombro, dando suaves mordidas a su oreja y el borde de su mandíbula, como intentando consolarlo. Banyeog sonrió por esto –En serio... me encapriché con ellos –confesó en un bufido, llevándose la mano a la frente, divertido.
El sonido de unas pisadas acercándose distrajeron al castaño de su monólogo. Se giró para ver venir a Chanyeol por el pasillo desierto, con el semblante serio y la mirada decidida.
–¿Te marchas? –preguntó Banyeog igual de serio. Chanyeol solo agachó la cabeza y cerró los ojos, revasando al más bajo y siguiendo en su camino a la terraza –Sabes que él va a llorar, ¿verdad?
Al oir esto, Chanyeol detuvo sus pasos, volteándose a ver a Banyeog a los ojos. El pesar en esa sonrisa tranquila bastó como respuesta.
–Entiendo. Yo me ocuparé de todo después –respondió resuelto el mensajero, emprendiendo la marcha en sentido contrario –Cuidaré de él, no te preocupes.
–Gracias... –alcanzó a pronunciar el ángel. Banyeog solo respondió con una sonrisa y un gesto de mano, sin detenerse o voltear.
Chanyeol continuó hasta llegar a una gran puerta de vidrio. Apoyó la mano en el picaporte, y se tomó un segundo para calmarse. Ya no había vuelta atrás.
Cuando al fin estuvo afuera, los fuertes vientos lo cimbraron, y levantó la vista para contemplar la claridad del cielo ser oscurecida por las figuras de un ejército de guerreros alados.
Si lo que querían era llevarlo a juicio, no acataría esa orden sin dar pelea. En un movimiento, desplegó sus alas, y armado con su lanza, las batió con fuerza para ir al encuentro de los ángeles enviados a su captura.
lncluso si mi cuerpo muere... yo siempre estaré contigo Baekhyun...
Nota de autor
Hi, mis queridos lectores. Como siempre, apenada por traer este capítulo tanto tiempo después del anterior.
Ya estamos casi al final de esta historia. Intentaré publicar el siguiente capítulo en el mes.
Una vez más mis agradecimientos a Laquidoscopio por el excelente beteo y a ustedes claro, por seguir esta hermosa historia.
Nos leemos por ahí (⌒∇⌒)
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