Capítulo 11

A Kyungsoo le tomó unos segundos recuperarse de la impresión.

-¡¿Por qué… estas aquí?! –reclamó alejándose con un movimiento rápido de sus alas.

Desde el suelo, los demás veían la escena confusos

-¿Kai va por el jefe? ¿Qué mierda pasa aquí? –Chanyeol no entendía nada, y ya empezaba a flexionar las piernas para ir en auxilio de su superior, cuando una firme sujeción en el brazo lo hizo desviar su atención del enfrentamiento.

- ¿Van a quedarse ahí mirando? –requirió Banyeog, tirando de la manga del alto para arrastrarlo hacia el edificio - ¡Vamos adentro! ¡Es donde debemos estar! Teniendo en cuenta su naturaleza, solo se permite entrar a almas así que aún tenemos que derrotar a los guardianes para ingres…

Nada más cruzar el umbral, las palabras del castaño murieron en un instante.

-¿Qué…? ¿Qué ocurrió aquí? –espetó Banyeog al contemplar la escena; los guardianes robotizados yacían inmóviles en el piso, sin señal de ninguno que les diera pelea.

-Todos se han desactivado –comentó Chanyeol a medida que analizaba la escena a mayor detalle -¿Qué demonios es esto?

El estrépito del metal alertó a los tres, que se giraron para ver las puertas de seguridad del edificio bloquear las salidas una tras otra.

-¡Maldición! ¡El sistema de seguridad del edificio se ha activado! ¡Vamos a la siguiente planta! –bramó Banyeog.

Corrieron a toda velocidad, topándose con los inmensos ventanales de pared completa, desde donde podía observarse la batalla que ahora se desataba entre el Dominio y el rey de las tinieblas.

***

Arriba en el cielo, Kyungsoo y Kai mantenían la mirada fija el uno en el otro.

-Hmm… casi es la hora –comentó el moreno, divertido.

-¿De qué? –preguntó el pelinegro, preocupado.

-El cielo ha estado distraído con mi engaño. He preparado un presente para ellos –comentó chasqueando los dedos.

Como si de un detonador se tratara, las nubes se dispersaron, y en medio del cielo se vislumbró un remolino de luz, enturbiando el aire y creando fuertes ráfagas de viento que se devoraban todo a su paso.

Kyungsoo contemplaba al gigante resplandeciente completamente azorado.

- ¡La distorsión! –balbuceó sin poder creerlo -La distorsión se ha extendido al purgatorio… ¡¿Jongin, exactamente qué has hecho?! –exigió girándose a enfrentar al más alto.

-¿Aún no lo entiendes? –preguntó jocoso. Al ver la cara de confusión del Dominio, sonrió de lado –Las distorsiones que se extendieron al cielo y a la tierra solamente eran sus extremos… ¡El corazón de la distorsión está justo aquí ante tus ojos! –rió triunfador –La distorsión es la encarnación de los conflictos dentro de todo este sistema… un virus que Dios mismo creó. Lo único que hago es desestabilizar el sistema que controlaba el virus.

- ¡¿Qué?! –vociferó Kyungsoo, pasmado.

- ¿No es acaso hermoso? –el moreno habló con una suave sonrisa –La distorsión de Dios destruirá el mundo.

Desde el interior del edificio, Baekhyun y los demás contemplaban todo sin perderse el más mínimo detalle, Banyeog con la mirada más sombría que haya mostrado jamás.

-¿Dios… destruirá el mundo? –replicó el sacerdote, negándose a aceptar las palabras del demonio.

-¡¿Por qué haces esto?! ¡¿Venganza contra los serafines?! ¡De seguir así destruirás ambos, el cielo y el infierno!

-No tengo problema con eso –contestó Kai, sonriendo con malicia.

-¡¿Qué?! –Kyungsoo estaba cada vez más confundido.

-Kyungsoo… esto, las pruebas, lo han demostrado todo. Cuando los conflictos existentes en las acciones de Dios son descubiertos, la distorsión crece… lo cual significa que la distorsión nos revela donde está Dios. Por eso debilité las contenciones de la distorsión y averigüé en donde hallar su centro. Aquí debe estar escondido el camino hacia Dios. Pero es irónico… -rio el moreno -… no está en el cielo ni en el infierno, pero en este gris purgatorio… el camino que había buscado hace tanto tiempo…

Kyungsoo volvió a tener esos destellos de recuerdos, cuando la mirada de Jongin aún era brillante y pura, y sus inmensas alas, tan inmaculadas como su alma.

-Tú… ¿Otra vez quieres interrogar a Dios? –preguntó, con el dolor y el pesar que sus recuerdos generaban, reflejado en sus facciones.

-… bueno, sí… pero preferiría simplemente, matarlo –declaró, las comisuras de sus labios elevándose en una sonrisa calculadora.

Estas palabras tomaron por sorpresa al ángel, que afianzó el agarre a su lanza, tras comprender que no habría forma de hacer entrar al alto en razón.

-Entiendo… -concluyó dolido –El ser que solías ser ha desaparecido… es mi deber como ángel… si es a costa de mi vida, detenerte.

Una sonrisa de lado es todo lo que el ángel obtuvo por respuesta, antes de que ambos se impulsasen a impactar sus armas en un ataque. La batalla entre ambos había reiniciado, con el fervor brillando en sus miradas.

Unos metros más abajo, Chanyeol observaba con impotencia la pelea desarrollarse…

-¡No puede ganar! ¡¿Hay alguna manera de salir de aquí?! –clamó desesperado, girándose con toda la intención de ir en auxilio del Dominio.

- ¡Espera! –el firme agarre en su hombro hizo que volteara para encontrarse con la mirada penetrante de Banyeog –Mira todo lo que quieras, pero nadie va a intervenir… Deberías saberlo. Hay algo más importante en el mundo para ti.

Ambos desviaron la mirada hacia un lado; parado a unos metros, con las manos hechas puño apoyadas en el cristal, Baekhyun no despegaba los ojos de la batalla, con la preocupación reflejada en sus facciones.

–Y… Hay una cosa más que haz de hacer –añadió el castaño en un murmullo, de manera que solo el ángel lo escuchara.

-¿Qué…?

-Te has convertido en lo más preciado que tiene Baekhyun. Si no puedes hacerlo todo será en vano. Lo sabes, ¿verdad?

Chanyeol agachó la cabeza, angustiado –Sí… lo sé.

-Bueno. A estas alturas ya no hay nada que yo pueda hacer –resolvió Banyeog, dando media vuelta y empezando a alejarse –Estoy exhausto, así que iré a la próxima planta y esperaré. Llámame cuando todo haya acabado –pidió sin molestarse en voltear, acariciando despreocupado el pico de la cacatúa que no había abandonado su hombro en ningún momento.

Chanyeol lo vio caminar hasta perderse en el inicio de unas escaleras, antes de ir hasta Baekhyun y arroparlo con su abrigo desde atrás, tomando por sorpresa al sacerdote cuando le acarició la cabeza y se inclinó a dejar un suave beso en su sien.

Lo más preciado… que tiene Baekhyun… repitió en sus pensamientos, viendo su reflejo en los orbes caramelo que le trasmitían una mirada cargada de anhelo.

El choque metálico hizo que ambos voltearan en automático en dirección a la pelea.

-¿Por qué? ¿Por qué niegas tanto a Dios? –reclamó el ángel.

- ¿Negar…? –se mofó el moreno –Permíteme preguntarte algo: ¿Has sentido el amor de Dios, una sola vez? –las palabras lograron que Kyungsoo quedara petrificado, a medida que Jongin se acercaba con una sonrisa burlona adornando sus labios –No puedes contestar, ¿verdad? Eso es porque… “Dios” nunca existió.

Esta declaración hizo que Baekhyun, que seguía pendiente de la pelea, contuviera el aliento.

-¡Qué disparate! ¿Por qué dices eso? –Kyungsoo pareció al fin reaccionar.

-Si eso es lo que quieres creer, adelante. Pero tan solo digo la verdad. Es todo un engaño por parte de los serafines. Ángeles, demonios, humanos, incluso el mundo, son todo parte de su plan. Desde el principio de los días, el sistema ha carecido de sentido alguno. ¡Es por eso que voy a destruirlo! Si la existencia no tiene sentido entonces no vale nada.

-¡Eres un demente! –gritó Kyungsoo, reacio a sus palabras.

-Sí, estoy loco –sonrió sardónico –Desde que caí del cielo… no he hecho otra cosa que soñar con este día. Y… hay una cosa más por la cual me condenaron hace tanto tiempo –declaró, recordando la vez en que fue desterrado, y lo último a lo que se había aferrado en el cielo era a la mano temblorosa del pelinegro.

El demonio atacó, veloz y certero, siendo bloqueado apenas por el ángel. Pero no bastó solo con eso, ya que el golpe había sido con tanta fuerza, que el filo del arma del Dominio empezó a resquebrajarse.

-¡El filo…! –murmuró Kyungsoo, estirando el brazo hacia las armas para tratar de zafarse. Pero una de las manos del contrario atrapó su muñeca, tirando con fuerza, desestabilizándolo y jalándolo hacia el frente, donde la espada del moreno lo esperaba.

El filo perforó el pecho de Kyungsoo de lado a lado. El ángel ya perdía las fuerzas, cuando sintió el firme agarre en su mandíbula.

Kai levantó el rostro de Kyungsoo, acariciando con el pulgar los carnosos labios, que ya empezaban a embeberse con el rojo característico.

-Siempre… he querido besarte así… -jadeó con la mirada cargada de angustia clavada en los ojos del ángel, antes de terminar con la distancia que los separaba y fundir sus bocas en un profundo beso, saboreando el toque metálico de la sangre en cada rincón de la boca ajena.

Cuando se separaron, aún un hilo carmín los unía –Apuesto a que nunca lo supiste –bufó con una sonrisa de lado.

-Lo sabía… -confesó el ángel con ojos llorosos, antes de reunir las fuerzas que le restaban para empuñar su arma y clavarla en la espalda del demonio, atravesándolo hasta que el metal ensangrentado se hizo visible en su pecho.

Kai aun mostraba una expresión sorprendida cuando los brazos del ángel lo rodearon en un fuerte abrazo, y el rostro del bajito se enterró en su cuello.

-Cuánto tiempo Innie… -sollozó el bajito con anhelo, fracturando el interior del demonio.

Las lágrimas resbalaron por el rostro del moreno, que correspondió el abrazo con la misma o quizá más necesidad, antes de alejarse solo un poco, a contemplar el rostro de su eterno amado –Sí… cuánto tiempo… Soo… -respondió con una sonrisa.

Y volvieron a abrazarse, ambos sintiendo la calidez del otro reconfortar su alma. En este punto, a ninguno le quedaba fuerzas para seguir sosteniéndose en el aire, por lo que gradualmente empezaron a caer.

-¿Por qué? –jadeó Baekhyun, sus palabras cargadas de pesar al ver a aquellos dos.

El cuerpo de Kyungsoo empezó a desintegrarse en volutas de luz brillante, mientras el de Kai se consumía en humo y cenizas. Ambos seres se extinguían en brazos del otro, sin perder la sonrisa en sus rostros, hasta que ya no quedó nada de ellos.

Los vientos huracanados cesaron y la distorsión desapareció con ellos, dejando el cielo en calma por un segundo, antes de que una lluvia intensa empezara a caer con fuerza.

-…Se han ido… -balbuceó Baekhyun sin apartar la mirada del lugar donde se vio a ambos seres por última vez -¿Por qué tuvo que resultar así? Yo… ya no comprendo a Dios –confesó con lágrimas desbordando sus ojos color miel.

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