Nada es para siempre

No podía respirar, sentía que el mundo se estaba cerrando a su alrededor. Apretó con fuerza el barandal frente a él y soltó un suspiro lentamente. Nada, aún sentía una horrible presión en su pecho.

Cerró los ojos y lo vio de nuevo: Keyla alejándose abrazada por Adriel.

—Demonios —susurró poniéndose en cuclillas pero sin soltar el barandal.

No debió confesarlo, el silencio siempre era mejor en esos casos. Siempre lo supo: el hacerle saber sus sentimientos terminaría con ellos y ahora su amistad se había ido por un tubo.

Apretó con más fuerza el barandal esperando que este se doblara bajo la presión de sus manos.

—¿Zack?

Soltó otro suspiro, no estaba de humor.

—Ahora no, Zuri. —Casi espetó.

Estaban en la parte alta de la escuela donde había un invernadero para que los estudiantes hicieran prácticas. Estaba rodeado por un barandal y cristales y si por él fuera hubiera pateado uno con fuerza para sacar algo de frustración.

Sintió una mano en su hombro y brincó, volteó rápidamente y encontró ojos grises que lo veían con preocupación.

—¿Qué sucedió? —preguntó la chica.

Zack la miró fijamente, sintiendo el intenso deseo de culpar a alguien por todas sus desgracias.

—Hice lo que dijiste y ¿qué crees que pasó? —espetó sin cambiar de posición.

Zuri lo vio con consternada. Zack se levantó con suma lentitud, estaba furioso.

—Obviamente lo que te dije, terminé de arruinar todo, ¿contenta? —le gritó.

Zuri lo vio pasmada ya que nunca se había comportado así, ni cuándo se enteró de lo que Adriel había intentado con Keyla lo había hecho.

Lo peor era que su amigo solito se había puesto la soga al cuello. Todos sus errores, todo lo que le advirtió que pasaría si seguía buscando maneras de callar sus sentimientos, terminó pasando y arrasando con su amistad.

—Zack, trata de explicarle, estoy segura que ella...

—¡Ya lo intenté! Ella me quiere olvidar, no me escucha, no me cree, prefiere estar con Adriel —exclamó.

Zuri no pudo evitar sentirse triste, no soportaba ver a sus amigos así, ambos estaban destrozados. Los ojos verdes de él estaban llenos de lágrimas que no dejaba escapar.

—Zack, puedo hablar con ella, explicarle que siempre he sabido lo que sientes, deja...

El chico sacudió la cabeza y se puso de nuevo en cuclillas entrelazando los dedos en su nuca, se sentía morir, casi como si una parte de su alma se hubiera ido. Sacudió la cabeza con vehemencia

—No, ya no quiero saber nada —susurró con la voz quebrada.

Zuri se agachó y trató de llamar su atención no pudiendo verlo así.

—Zack...

—¡Qué no, Zuri! —gritó levantándose.

Sentía tanto dolor dentro de su alma que no sabía qué hacer ni cómo controlarlo, tenía ganas de gritar, de llorar, de todo. Su fugaz relación con Vania, la situación con Nessa y el rechazo de Keyla; todo era demasiado para él y no podía más.

Agarró una de las macetas y la aventó mientras Zuri lo veía pasmada, pateó el bote de basura que estaba por ahí y con su mano aventó otra maceta escuchando que le gritaban a lo lejos, más no puso atención, todo estaba descontrolado en su interior

De pronto sintió dos fuertes brazos sostenerlo por detrás y trató de liberarse, pero la persona solo lo presionó más impidiéndole que siguiera destruyendo todo a su alrededor.

—¡Zack, basta! —exclamó Ezra sin soltarlo.

El chico de ojos verdes luchó un poco más, necesitaba un escape, no podía con todo lo que estaba explotando en su interior. Trató de que su amigo lo soltara, lo intentó por varios minutos mientras Zuri los veía con ambas manos cubriendo su boca.

Finalmente se dio por vencido y se dejó caer al suelo junto con Ezra quién lo sintió estremecerse y derrumbarse.

—Maldición —masculló viendo a Zuri con desesperación.

La chica se acercó y se hincó frente a Zack para abrazarlo. Su amigo de ojos verdes puso los brazos alrededor de la castaña y dejó salir todo en un mar de lágrimas y gemidos.

Su corazón latía a gran velocidad y dolorosamente fuerte. Parecía que le estaban arrancando el alma, hasta su estómago estaba revuelto y tenía ganas de vomitar. Un vacío se había expandido en su interior y no tenía cómo huir de la desolación así que decidió dejar que esta lo consumiera. Sentía que estaba muriendo lentamente, su alma se encontraba quebrada e incompleta y no había nada ni nadie que lo pudiera ayudar.

Ni siquiera el pensar en su supuesta alma gemela le ayudó, en todo caso lo hizo sentir más desesperado y angustiado.

Keyla se miró en el pequeño espejo del carro de Adriel aprovechando que había bajado a la tienda a comprarle agua.

Tenía los ojos hinchados y teñidos de rojo, su rostro estaba del mismo color ya que había llorado por una hora sin parar, su ex trató de ayudarla lo más que pudo abrazándola o dejándola que gritara hasta quedar ronca.

El pobre chico seguro estaba más que confundido.

Keyla suspiró y tras subir las piernas al asiento puso una mano en su frente, sentía que estaba viviendo una pesadilla. El destino se estaba burlando en su cara, no había otra explicación, era una broma andante.

La puerta del conductor se abrió y entró su ex.

—¿Estás mejor? —preguntó en voz baja extendiéndole una botella de agua mineral.

Ella suspiró y negó una vez antes de tomar el ofrecimiento. Recargó la cabeza en el cristal.

—Lamento que me hayas visto así —susurró.

Adriel se encogió de hombros y clavó la mirada en el volante.

—No te puedo culpar… me enteré de… ya sabes.

La chica cerró los ojos y puso la botella en su frente.

—Nessa y Zack, quién lo diría —espetó con sarcasmo.

Su ex arrancó el auto y comenzó a dirigirse a casa de ella.

—Supongo que hablaste con él —murmuró.

Keyla abrió los ojos y miró por la ventana. El universo se estaba burlando en su cara.

—¿Crees que las almas gemelas siempre deben tener una relación amorosa?

Lo escuchó suspirar con fuerza antes de cambiar la velocidad.

—Si te soy honesto, creo que esas piedras causan más problemas que soluciones, deberían dejarnos vivir sin eso sobre la cabeza.

Y Keyla lo apoyó completamente.

Dos semanas... Pasaron quince días desde aquél fatídico día.

Tiempo en el que fingieron no conocerse en la escuela, en el que cada mirada que llegaron a cruzar dolía, ardía y quemaba. Noches en las que los gritos de angustia y las lágrimas de tristeza se habían vuelto sus compañeros en la oscuridad y soledad.

Periodo en el que se preguntaban si algún día dejaría de doler la ausencia del otro.

Keyla miraba a sus compañeros bailar entre luces y humo. Era la fiesta antes de las vacaciones de primavera y Zuri prácticamente la sacó a rastras de su cama con tal de no verla más encerrada.

Pero olvidó mencionar que la banda de Zack tocaría por ahí de la media noche. Así que en su eterna cobardía, se escondió en la parte superior de la bodega donde prácticamente nadie se encontraba.

Jamás lo había visto cantar en público y tal vez no lo haría pues su amigo tenía pánico escénico, pero una chica podía soñar. Además, si la banda estaba ahí, era más que seguro que él también estaría con su alma gemela colgada del brazo… como cada día.

Nessa decía por los pasillos que era oficial, pero Zack prácticamente huía de la chica cada que la veía. Era un juego de estira y afloje que ella tenía que presenciar a diario. Afortunadamente Adriel siempre estaba para darle apoyo moral.

Y era una verdadera fortuna porque últimamente Zuri se la pasaba con Ezra haciendo quién sabe qué.

Le dio la espalda al escenario cuando vio a la banda subir y movió el líquido del vaso que cargaba con aparente desinterés. Escuchó cómo se preparaban y cuando una de las guitarras sonó se estremeció imaginando que sería Zack.

Pero cuando finalmente la banda se presentó sintió una absurda desesperación por salir de ahí. No podía escucharlo, no quería hacerlos sufrir más a ambos. Cada mirada estaba cargada de anhelo y algo le decía que lo que sea que fueran a cantar estaría igual de lleno de declaraciones que solo ella entendería.

Así que una vez más hizo uso de su cobardía y bajó rápidamente antes de escapar por una de las puertas traseras de la bodega. Y sintió que fue la mejor decisión cuando escuchó a la banda empezar a tocar “Hanging by a moment”, una canción que Zack muchas veces le cantó con el pretexto de que necesitaba practicarla pero que ahora entendía que era una silenciosa declaratoria que jamás captó.

El aire frío golpeó su cuerpo y ella cerró los ojos antes de suspirar con fuerza. Tras levantar sus párpados, caminó hasta una pared donde finalmente se recargó y se abrazó a sí misma mientras de nuevo bloqueaba su entorno.

—¿Los recuerdos te abrumaron?

Keyla se estremeció y al girarse encontró a Zack a unos pasos de ella apoyado en un auto. Estaba vestido totalmente de negro y el tono hacía resaltar más sus facciones y el color de sus ojos; desvió la mirada rápidamente, no estaba lista para hablar con él, dudaba que algún día pudiera estarlo.

—No sé de qué hablas —murmuró dándose un golpe mental por no haberse asegurado de que Zack estuviera sobre el escenario.

El chico rio con sarcasmo y ella lo vio frunciendo el ceño, había algo raro y diferente en él. Estaba cruzando los brazos, así que se llenó de sorpresa cuando sacó de su costado una botella y le dio un largo sorbo. Zack jamás bebía.

Él sintió la mirada, bajó la bebida y sonrió, se sentía extrañamente libre.

—Siempre hay una primera vez —dijo leyendo la silenciosa pregunta en los ojos miel de la chica quien abrió y cerró la boca sin saber qué decir mientras que Zack dejó la botella en el suelo y la miró fijamente. Keyla sintió un escalofrío recorrer su espalda y desvío la mirada.

—Decidí darle una oportunidad a Nessa —anunció de pronto.

Keyla empuñó las manos y bajó su mirada, de pronto el clima se sentía frío, su corazón se había contraído y su cuerpo empezó a temblar.

—Eso es bueno —masculló evitando levantar la vista.

—Sí, tal vez podamos organizar una cita doble, ya sabes, por los viejos tiempos —continuó con un atisbo de enojo.

Keyla frunció el ceño extrañada. Luego sus ojos se abrieron con entendimiento; el chico pensaba que había vuelto con Adriel y no podía estar más equivocado. Aunque tampoco lo culpaba, todas sus acciones apuntaban a eso.

—Zack... Lo lamento —masculló cerrando los ojos para bloquear el dolor que el chico transmitía.

—¿Qué lamentas, Keyla? ¿Destruir nuestra amistad o haber hecho pedazos mi corazón? —espetó mientras se acercaba. El alcohol en su sistema se sentía liberador y lo iba a aprovechar sabiendo que de otra manera no la podría confrontar—. Voy a necesitar que seas específica, nena.

Keyla abrió los ojos de golpe al escucharlo tan cerca y lo vio con confusión antes de sacudir la cabeza y despegarse de la pared.

—Estás tomado, no voy a hablar contigo así —murmuró con enojo.

Zack rio con sarcasmo mientras escuchaba a su banda seguir con otra canción.

—A esto me redujiste, deberías de sentirte orgullosa —dijo en voz baja y grave acercándose aún más a ella.

Keyla sacudió la cabeza.

—Eres responsable de tus propias decisiones, Zack. —Lo miró con enojo—. No me hagas culpable de tus actos.

Trató de regresar a la bodega pero el chico puso ambos brazos a un lado de ella encerrándola entre ellos.

—Pero sí eres responsable, nena —masculló con cierta burla—. Tomaste mi corazón y lo pisoteaste como si no valiera nada —murmuró con enojo.

Keyla no sabía qué hacer, jamás lo había visto así, era como si otra persona hubiera tomado el lugar de su mejor amigo.

—Zack, estás tomado —insistió agachándose y pasando por debajo de su brazo, se sentía pésima al verlo así. Buscaría a Zuri y esperarían a que Ezra bajara del escenario para que llevara a Zack a su casa.

Sin embargo, no se pudo alejar mucho del que solía ser su mejor amigo pues él la tomó por el brazo y la regresó al muro mientras recibía una mirada de sorpresa cuando invadió su espacio personal.

—Zack... —Trató de poner ambas manos en su pecho para alejarlo pero el chico no se inmutó, puso el rostro a un lado del de ella e inhaló lentamente causando que Keyla se estremeciera y terminara por empuñar su playera negra.

—Tiemblas, Keyla —susurró.

—Hace frío; Zack, debo buscar a Adriel —alegó esperando sacarlo de su ensoñación para alejarlo, su amigo en ese estado parecía no tener control sobre sí mismo.

Él se tensó y apretó su mandíbula pero no hizo nada por cambiar su posición. Entonces la banda comenzó a tocar una canción que habían practicado antes de que toda la relación con Keyla se desmoronara. En algún momento pensó hacerle saber sus sentimientos con ella.

La chica lo miró a los ojos, a pesar de la situación la mirada de su amigo no era de alguien embriagado, parecía más bien sentirse libre.

—Nada es para siempre amor, hoy nos toca compartir la misma luna —cantó él en un susurro acomodando un mechón de cabello rojizo detrás de su oreja y Keyla no pudo apartar la mirada.

Y el universo pareció conspirar para que fuera solo la música y ellos encerrados en una burbuja. El chico bajó la mirada a sus labios y ella inconscientemente los relamió.

Zack sintió como si hubiera despertado de un sueño, la nube de confusión en su mente se disipó, ni siquiera podía sentir los efectos del alcohol como hace unos momentos.

Keyla sabía que tenía que detenerlo, su mente le gritaba que eso estaba mal, pero su cuerpo y su corazón se negaban a escuchar. Aun tenía ambas manos en el pecho de su amigo y podía sentir los rápidos latidos de su corazón. Una fuerte ansiedad se posó sobre ella, su estómago estaba dando vueltas y su cuerpo no dejaba de temblar. Debía retomar el control.

Sin embargo, Zack puso de nuevo su rostro junto al de ella, y le dio un lento beso en la mejilla antes de rozar la nariz con su oreja de manera sensual causando que Keyla empuñara con más fuerza su playera e inconscientemente cerrara los ojos antes de mover la cabeza de tal manera que le dio entender que no quería que se detuviera.

—Quiero amarte hoy, yo quiero amarte hoy, por si no hay mañana... —susurró Zack en su oído con una voz grave y cargada de sensualidad.

Keyla bajó la mirada y trató de controlar su respiración pero le fue imposible hacerlo ya que Zack posó los labios sobre su cuello y le dio un beso en la curvatura de éste provocando que ella soltara un casi inaudible gemido. El chico llevó una mano hasta su nuca y enredó los dedos en su cabellera.

—Zack... —le rogó, aunque en realidad no sabía qué era lo que le estaba pidiendo, que se detuviera o que dejara de jugar.

Su amigo perdió toda noción del tiempo y la realidad, no existía nadie más que Keyla, no importaba nada más que ese momento.

Le dio pequeños besos a lo largo de su cuello hasta llegar a su mandíbula, la mano que no tenía enredada en su cabello la colocó en su cintura. La sentía estremecerse con cada beso que depositó sobre su piel.

Ni en sus más locos sueños había hecho algo así con su mejor amiga, pero algo lo estaba empujando a hacerlo y el sentirla perderse en sus brazos le despertaba una sensación de plenitud. Era como si las últimas semanas no hubieran pasado entre ellos y aunque bien podría adjudicar sus acciones al alcohol en su sangre, sabía que no era por eso.

Porque ya ni siquiera se sentía mareado.

Nada preparó a Keyla para la mezcla de sentimientos que se habían desbordado en su interior: La sensación de sus labios sobre su piel, la respiración mezclada con la de ella, sus manos tomándola de una manera posesiva pero a la vez cuidadosa le estaban causando miles de estragos a lo largo y ancho de su cuerpo.

Su corazón estaba totalmente alterado, su respiración era entrecortada y en su estómago sentía una profunda ansiedad al sentir los labios de Zack acercarse cada vez más a los suyos. Su mente ya no podía pensar con claridad, todas las barreras que puso entre ellos esas semanas se vinieron abajo como si un terremoto las hubiera alcanzado.

No podía, ni quería detenerse.

Aplausos se escucharon al interior de la bodega, y fue como si algo los trajera de golpe de regreso a la realidad, la burbuja en la que estuvieron encerrados se reventó.

Keyla cerró los ojos con fuerza y con mucha dificultad alejó a Zack, el chico parpadeó varias veces como dándose cuenta de dónde y con quién estaba.

—Debo buscar a Adriel, yo... —Miró los ojos verdes de su amigo que aún parecían estar inundados por esa pasión de hace unos momentos—. Espero que todo resulte con Nessa.

Trató de caminar de regreso a la bodega pero Zack tomó su mano.

—Keyla, espera —le pidió.

Ella se negó a voltear, algo fuerte había pasado entre ellos y había caído en cuenta de lo mucho que sentían, eso la llenaba de pánico.

—Zack, por favor —le rogó con la voz quebrada.

—No —dijo con firmeza y ella finalmente volteó, había una inamovible determinación en su mirada—. No niegues lo que pasó entre nosotros, te sentí...

Ella sacudió la cabeza con vehemencia.

—Volveré con Adriel —dijo en un patético intento por hacerle entender, sin embargo, los ojos de Zack se llenaron de enojo.

La acercó a él de manera un tanto agresiva y Keyla dejó escapar un sonido de sorpresa al impactar contra su pecho, el chico la abrazó.

—Mírame a los ojos y repítelo —la retó.

Keyla tragó saliva con nervios, trató de hablar pero la voz se quedó ahogada en su garganta. Zack la veía con tanta intensidad que no pudo hacer más que perderse en esos orbes verdes que la habían enamorado desde hace años.

—No puedes —masculló el chico con un ligero sentimiento de esperanza. Tal vez su amiga no se lo había dicho directamente pero lo que acababa de pasar entre ellos le abrió los ojos a algo que se negó a creer durante muchos años—. Keyla, si sientes lo mismo…

Su amiga negó varias veces pero no lo veía.

—Tienes a tu alma gemela, me acabas de decir que se darían una oportunidad —le recordó.

Zack apoyó su frente en el hombro de ella.

—Quería lastimarte —susurró avergonzado.

«Lo lograste» pensó Keyla mientras cerraba los ojos y suspiraba con fuerza.

—Zack, dicen que debes estar con ella, que ustedes están destinados.

El chico sacudió la cabeza con vehemencia.

—No siento nada por ella, jamás lo haré, Keyla… Por favor, nos estás matando con esta absurda lejanía —susurró el chico con la voz ligeramente quebrada.

Sintió lágrimas en sus ojos al escucharlo tan derrotado y desesperado, ansiaba con todo su ser admitir que sentía lo mismo. Ignorar a su estúpido destino y actuar como su corazón le rogaba. Pero… ¿no estaba siendo injusta con Nessa?

—Zack, yo… —Levantó la mirada y encontró unos ojos azules que los observaban desde la distancia. Jamás había visto a esa mujer pero algo en su mirada la puso en alerta, frunció el ceño y su amigo al notar que veía algo detrás de ellos, también volteó.

La mujer levantó el rostro en algo que pareció un ademán retador y Zack se giró completamente dejando a su amiga detrás de él.

—¿La conoces? —preguntó en voz baja.

Keyla negó y sostuvo el brazo del chico cuando la mujer entró a la bodega.

—Nos veía como si esperara algo —dijo consternada.

Zack entrecerró los ojos notando que se parecía ligeramente a Nessa pero lo dejó pasar y regresó su atención a Keyla.

—Vamos a hablar, por favor, solo hablar —le pidió tomando sus manos regresando al tema que estaban tratando.

Keyla lo vio con duda, su corazón le rogaba que lo escuchara. Dudó por unos segundos hasta que finalmente suspiró y asintió.

—Deja le aviso a Zuri —masculló tratando de encaminarse a la bodega.

Sin embargo, él la atrajo de nuevo y la abrazó con fuerza, algo dentro de él le pedía que no la dejara sola, pero también debía avisarle a su banda.

—Nos vemos aquí, ¿está bien?

Keyla le dio una diminuta sonrisa y él besó el costado de su cabeza provocándole un suspiro. Lo miró antes de entrar y se apresuró a buscar a su amiga. Resolverían las cosas, debía existir una explicación a que Nessa fuera su alma gemela mientras que ellos se amaban con locura.

No encontraba a su amiga, la gente saltando al ritmo de la música y el humo le estaban imposibilitando la tarea. Bufó agobiada pensando que no quería dejar a Zack esperando.

Caminó entre sus compañeros hasta que finalmente la vislumbró sentada sobre una bocina con Ezra a su lado. Ambos veían el celular del chico y parecían hablar de algo bastante serio.

Sintió emoción al casi llegar a su meta, quiso apresurarse para regresar con Zack. Estaba a unos cuantos metros cuando un cuerpo se interpuso en el camino, dio un paso atrás de la sorpresa y al fijarse mejor en el rostro, encontró a la misma mujer de hace unos momento. La veía con la mandíbula tensa.

Frunció el ceño y la intentó pasar pero la mujer la sostuvo del codo con fuerza causando que Keyla la viera con ambas cejas arqueadas.

—Disculpe, ¿me puede soltar?

La mujer la veía con frialdad, sus ojos eran casi anormales, el azul que los entintaba le causaba escalofríos.

—Estás interfiriendo —masculló la mujer, pero de alguna manera Keyla la escuchó tan claro como si estuvieran a solas.

Sintió su estómago revolverse e intentó liberarse, sin embargo, la mujer la sostuvo tan fuerte que le estaba causando daño.

—Suélteme, no sé de qué…

—Alma invasora, estás tomando el lugar de un alma gemela y eso traerá desgracias para él —dijo la mujer con suma seriedad.

Keyla jadeó con sorpresa, el rostro de su amigo a un lado del suyo hizo acto de presencia en su mente. Negó varias veces.

—No, eso no es cierto —susurró.

La mujer la sostuvo aún más fuerte y la chica gimió de dolor, sintió como la atrajo hasta que estuvo a la altura de su oído.

—Lo matarás de tristeza, aléjate de él.

Finalmente la soltó y todo el ruido del lugar le invadió los oídos. Sintió una opresión en el pecho y parpadeó varias veces, giró sobre su eje para tratar de seguir a la mujer, pero no la encontró.

Su respiración se volvió agitada, el ruido y los rostros a su alrededor la estaban asfixiando. Puso las manos en su cabeza mientras las palabras se repetían una y otra vez.

No podía ser cierto, tenía que estar equivocada.

—Keyla. —Sintió la mano en su hombro y volteó sobresaltada. Los ojos grises de su mejor amiga la veían con preocupación.

—¿Viste? ¿Alcanzaste a ver a la mujer? —preguntó la chica desesperada.

Zuri frunció el ceño, había notado que su amiga se acercaba pero de pronto desapareció así que se dispuso a buscarla. Pero la encontró sola con un gesto de miedo que le preocupó.

—No, estabas sola.

La pelirroja giró varias veces de nuevo tratando de encontrar a la mujer. Incluso caminó con Zuri detrás de ella. Pero no la volvió a ver.

—¿Qué está pasando? —cuestionó Zuri al verla tan agobiada.

Sin embargo, su amiga solo la vio antes de salir del lado contrario al que Zack la esperaba.

Zack sacó su celular y observó la hora, llevaba ya veinte minutos esperando. Pasó una mano por su cabello con cierta frustración antes de suspirar con pesadez.

¿Keyla sería capaz de dejarlo plantado?

Tal vez la obligó a ello al presionarla. Pero estaba seguro de que lo que sintió en ese breve instante había sido real, que ella se sentía igual.

Recargó la cabeza en el muro y cerró los ojos.

—¿Esperas a alguien? —Escuchó a su lado.

Abrió los ojos y se encontró con los orbes azules de su supuesta alma gemela. Vestía una falda corta color morado acompañada de un top negro. La chica se abrazó al momento de desviar la mirada.

—Nessa —dijo en un susurro.

La mencionada lo vio con un atisbo de tristeza.

—Si es a Keyla, la acabo de ver salir por la otra puerta, tal vez aún la alcanzas —masculló encogiéndose de hombros.

Zack miró al suelo sintiendo algo de vergüenza, la chica realmente no era mala persona. Solo se mostraba así ante los demás para protegerse. En esas semanas que Keyla lo ignoró, la llegó a ver un tanto vulnerable ante su rechazo. Aunque en los pasillos se colgaba de su brazo y aparentaba que no le dolía que huyera.

—Lo siento, Nessa, ya habíamos hablado de esto.

La pelinegra asintió varias veces antes de mirar al cielo.

—Debemos de ser las únicas almas gemelas que se niegan a estar juntos —exclamó con ironía.

El chico frente a ella miró hacia la nada y ella empuñó las manos dentro de su abrazo. No entendía hasta dónde iba a tener que llegar para que la aceptara. Ojalá su prima lograra lo que tanto deseaba.

—¡Zack! —exclamó otra voz femenina de pronto.

Era Zuri quien vio con desagrado a la chica antes de acercarse a su amigo.

—Keyla se fue, no entiendo qué pasó, no me contesta las llamadas.

El chico la vio extrañado y sacó su celular e intentó llamar a su mejor amiga, sin embargo, el buzón de voz lo recibió. Frunció el ceño consternado antes de sentir un dolor punzante en el pecho y una desesperación invadirlo.

—Se iría con Adriel —masculló con algo de enojo.

Pero la castaña negó varias veces.

—Está con Ezra, ambos salieron a buscarla pero me mandó mensaje que ni en su casa la encuentran.

Zack experimentó una sensación de caída libre y se separó del muro antes de correr a su auto con Zuri detrás de él.

Nessa los vio alejarse con una mueca de satisfacción en el rostro.

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