Cúmulo de errores
Zack se recargó en el barandal de protección del acantilado, era de noche y podía ver las luces de la ciudad desde esa altura, la brisa nocturna lo rodeó y suspiró con pesadez. Cerró los ojos y pensó en esos orbes miel que lo vieron de manera incrédula después de su declaración.
Tuvo que pelear consigo mismo para salir de su recámara. Había querido explicarle lo qué pasó con Vania, encontrar una manera de que le creyera.
Puso las manos en su rostro con desesperación. Odiaba la distancia entre ellos, detestó verla ausente en clases con tal de no verlo y ese abrazo con Adriel le pegó en lo más profundo de su ser.
¿Por qué era tan difícil el amor?
Debió decirle lo que sentía antes de Adriel, antes de Vania... Ahora podría estar estrechandola para nunca dejarla ir. Estarían viviendo esa relación maravillosa que tantas veces deseó.
Se sentó en la tierra y puso las manos sobre sus rodillas.
Extrañaría quedarse dormido con ella mientras veían una aburrida película y su risa ante sus malos chistes. ¿A quién quería engañar? Ni estando con su supuesta novia la pudo olvidar.
Enredó los dedos en su cabello con frustración.
¿Qué tan mal se vería dejando a Vania por su mejor amiga?
Puso las manos sobre su pecho y apareció su piedra del destino para verla con detenimiento, lo que hubiera dado por probarla con la de Keyla, pero hasta para eso se acobardó.
No había chica con la que se sintiera tan en paz y feliz, por la que daría su vida por solo verla sonreír... Y si su ex era lo que la hacía sonreír después del daño que le causó con sus acciones, no le quedaba de otra más que quedar una vez más como espectador.
—Estúpido Adriel, no sabes lo suertudo que eres —murmuró.
Después de ese abrazo que presenció no le quedaba duda de que su mejor amiga en verdad estaba buscando una manera de sacarlo de su corazón. Que el dolor que sus acciones provocaron fueron demasiado como para perdonarlo y con todo el dolor de su alma prefirió mantenerse a un lado.
Tal vez estaba siendo el tonto que Zuri decía que era, pero ¿qué no amar era sacrificarse?
No quería volver a pelear con ella, ni cuestionar sus decisiones, quería que lo poco o mucho que le quedara en la ciudad fuera placentero.
Pasó una mano por su rostro con frustración mientras bufaba, nada más de pensar en ellos dos como pareja sentía como si algo apretara su corazón y su estómago se alteraba.
Vio un auto rojo detenerse junto al suyo y frunció el ceño mientras observaba a una chica de cabello negro y ojos azules bajar de él.
—Zack, qué extraño encontrarte aquí —exclamó la chica sin un deje de sorpresa y caminó hasta él.
El chico se levantó del suelo y tras sacudir sus jeans la miró.
—Hola, Nessa —la saludó.
La mencionada le dio una enorme sonrisa y se recargó junto a él en el acantilado.
—No sabía que alguien más visitaba este lugar —comentó mirando a su alrededor.
Zack se encogió de hombros pero no dijo nada. Nessa era la chica más popular de la escuela, tenían algunas clases juntos y de vez en cuando se encontraban en el club de tareas, sin embargo, no eran cercanos pues entre Keyla y ella siempre había tensión.
La chica notó lo que Zack tenía en la mano.
—Vaya, nunca había visto tu piedra —masculló con una sonrisa.
El chico se sonrojó, había olvidado devolverla a su lugar.
—Estaba considerando aventarla al lago —se excusó.
Nessa rio y sacudió la cabeza.
—Supongo que las cosas con Vania no van bien —murmuró.
Zack giró y volvió a recargar los brazos en el barandal.
—Sí van, sólo que este asunto de las almas gemelas...
—¿Sabes? Siempre me pregunté si nuestras piedras eran compatibles pero te hiciste novio de Vania —lo interrumpió.
Zack la miró con sorpresa y frunció el ceño, tuvo el impulso de guardar su piedra pero no lo hizo y solo observó cómo Nessa puso las manos sobre su pecho y apareció su pedazo de alma, la vio unos segundo como analizandola y luego regresó su atención al chico.
Él la vio con sorpresa entendiendo la silenciosa pregunta y sacudió la cabeza.
—Ya tengo pareja —le recordó.
La chica se encogió de hombros.
—Solo es curiosidad, dudo que encajen, la probabilidad es una en un millón, ¿no?
Él la miró con incertidumbre ya que de por sí hizo todo mal con dos chicas, no quería aumentar su lista de errores, pero la chica no esperó una respuesta y sin aviso tomó la piedra de la mano de Zack.
—Oye, espera...
Pero fue muy tarde, Nessa juntó sus piedras y un tenue brillo amarillo salió de ellas para después dejar a la vista un perfecto círculo. Zack se quedó pasmado ante la situación mientras que ella veía incrédula las piedras.
—Vaya —susurró la chica.
Zack abrió y cerró su boca varias veces sin saber qué decir o hacer. Además se sentía raro, ¿qué no al encontrar a tu alma gemela debías sentir emoción? Porque él definitivamente no estaba sintiendo nada agradable.
Su corazón latía a gran velocidad y experimentaba una sensación de ahogo, sin embargo, era más por la horrible ansiedad que había tomado posesión de él.
Nessa lo vio expectante y Zack sacudió la cabeza.
—No, esto está mal... —dijo con cierta desesperación.
Vio un destello de dolor en los ojos de la chica, pero pasó una mano por su cabello antes de volver a sacudir la cabeza y huir a su auto.
—¡Espera, Zack! —gritó Nessa al verlo subir y salir de ahí a gran velocidad.
Cuando el chico desapareció una mueca de enojo y desagrado se formó en sus facciones y luego miró las dos rocas unidas con detenimiento, tendría que actuar ella.
Keyla llegó a su locker y se frotó un ojo antes de abrirlo. Desde el día de la pelea el insomnio se había establecido como un fiel compañero de cama. Eso, sumado a la intensa desesperación que la abordó de manera inexplicable la noche anterior.
Suspiró y sacó con pesadez los libros de su siguiente clase, parpadeó varias veces ya que sus ojos le picaban ante la falta de descanso. Decidió ir al baño antes de acudir a clase, tal vez con algo de agua fría se podría despertar.
Al entrar al lugar, una plática, o más bien pelea, la recibió.
—¡No tenías derecho, Nessa, él es mi novio! —gritaba Vania.
—¡La que no tiene derecho a seguir con esa farsa eres tú, él es mi alma gemela! — alegó la chica de cabello negro.
Keyla se quedó con la puerta en la mano viendo a ambas chicas con sorpresa. Vania y Nessa voltearon al notarla en la entrada y la segunda hizo girar los ojos con enojo.
—¿Acostumbras andar de metida en todos lados? —le preguntó con sarcasmo.
—Lo siento... Yo... —Keyla se quedó muda ya que las palabras de Nessa se repetían en su cabeza una y otra vez. ¿Hablaban de Zack?
Miró a Vania quien tenía lágrimas recorriendo su rostro mientras trataba de limpiarlas sin éxito. Nessa siguió su mirada.
—Ya lo sabes, Vania, lo mejor es que te hagas a un lado —masculló en voz baja y amenazante antes de salir del baño chocando su hombro con el de Keyla.
La pelirroja miró pasmada a Vania quien no dejaba de llorar, ni siquiera parecía que le importara estar dando un espectáculo, se recargó en la pared para poner las manos en su rostro y sollozar con fuerza.
Keyla tragó saliva y trató de controlar todo el remolino de pensamientos que tenía en su mente. Vania no era una chica mala, el único problema con ella había sido su nueva relación con Zack, pero en ese momento se veía que necesitaba a alguien.
—No es justo, él quiso ser mi novio —susurró de pronto entre lágrimas.
Keyla pensó bien lo que estaba por decir.
—¿Probó su piedra con Nessa?
La otra chica sacudió su cabeza lentamente.
—No sé, Nessa me enseñó sus piedras unidas, la de Zack es de un ligero tono azul con sus iniciales y fecha de nacimiento grabada en el interior... Definitivamente era la de él, no sé... —La voz se le quebró—. No sé porqué la tenía pero encajaban.
Keyla sintió como si le algo apretara su corazón de manera dolorosa, parecía estar en caída libre pero sacudió la cabeza tratando de retomar la compostura.
—Pero Zack está contigo...
—No lo entiendes, una vez que se unen las piedras los dueños no pueden permanecer alejados —susurró la atormentada chica.
Keyla frunció el ceño y observó a su compañera resbalar junto a la pared hasta quedar en el suelo, parecía estar devastada.
—No hay manera de competir contra eso.
Keyla sintió ganas de llorar con ella... ¿A qué estaba jugando Zack?
—¡Ezra! —El chico volteó y arqueó una ceja al ver a la pelirroja que se acercaba a él como un tornado de fuego, se veía furiosa.
—Tú sabes dónde está, no contesta mis llamadas el muy idiota. —Casi espetó Keyla.
Ezra miró detrás de ella y encontró a Zuri quien lo veía con preocupación, parecía que una guerra se había desatado entre sus amigos.
—No lo sé, tampoco me contesta —dijo Ezra frunciendo el ceño.
Los ojos de Keyla parecían brillar por la furia y entendía porqué, pues Nessa había mostrado a prácticamente todos su roca unida a la de su amigo. Ni él podía entender porqué Zack lo había hecho teniendo una novia.
—Ese estúpido hijo de... —Keyla inhaló aire lentamente para tratar de calmarse, era inaudito lo que Zack había hecho.
—Keyla, creo que hay que escuchar su versión antes de emitir un juicio. —Zuri trató de razonar con ella.
—¿Su versión? —preguntó la pelirroja incrédula mientras sus amigos la veían preocupados—. ¿Qué versión puede tener para probar su piedra con otra teniendo novia? ¿Para hacerlo después de…? —Cerró los ojos con fuerza, Zack le dijo que la amaba después de hacerse de una novia y probó su piedra con una horrible chica, todo en menos de una semana.
Ezra pasó una mano por su nuca con incomodidad, él también llevaba horas preguntándose eso.
Keyla suspiró frustrada y sacó su celular pero antes de volver a llamarlo lo encontró al final del pasillo. Se vieron por lo que pareció una eternidad antes de que ella endureciera la mandíbula y le diera la espalda para caminar hacia el lado contrario.
—¡Keyla! —gritó Zack tratando de alcanzarla, pasó junto a sus amigos y Zuri pretendió interponerse pero Ezra la detuvo tomando su brazo. La chica le dio una mirada de enojo que no lo inmutó, es más, sacudió la cabeza.
—Déjalos, es mejor que no nos metamos, esto es su desastre.
Zuri cerró los ojos, bufó y asintió. Por lo normal siempre peleaban por estar en desacuerdo, pero por primera vez, apoyaba lo que decía.
Keyla se metió al salón de artes y cerró la puerta, no lo quería ver, por un momento tuvo ganas de reclamarle pero cuando lo tuvo cerca solo enojo y decepción la llenaron.
¿Quién era ese chico? ¿Acaso realmente nunca conoció bien a Zack?
Dio pasos hacia atrás y puso las manos en su rostro, no lloraría, se negaba a seguir sufriendo por sus tonterías.
—Keyla —susurraron en medio de jadeos y ella se giró para darle la espalda.
—No quiero saber, ¡vete! —exclamó poniendo las manos en sus oídos.
Zack se paró frente a ella, la chica había cerrado los ojos con fuerza y parecía estar temblando. Sintió un doloroso tirón en el pecho ante la imagen, no podía creer todo lo que estaba provocando.
—Por favor, deja te explico, no es… nada es… —titubeó tomando sus muñecas y bajándolas para que lo escuchara.
Ojos miel se abrieron de golpe y lo miraron con furia.
—Primero Vania…
—Lo sé y fue…
—Luego vas y me dices que me amas…
—¡Es la verdad!
—¡Y probaste tu piedra con Nessa! —exclamó liberándose de su agarre y dando dos pasos hacia atrás.
—¡Basta, Keyla! ¿Por qué no me escuchas? —Zack casi le gritó.
Ella lo vio con algo más allá del enojo.
—¡Por qué ya no te reconozco! Haces todas estas cosas y buscas justificarte, ¡me haces daño! —También le gritó.
Zack sacudió la cabeza y pasó ambas manos por su cabello, tenía razón pero lo de Nessa no fue su culpa.
—Ella me tomó por sorpresa yo nunca le pedí… no soy así y lo sabes —dijo con desesperación.
Ella se acercó y lo vio a los ojos con determinación.
—Ya no sé nada pero las cosas pasan por algo, lo que decías sentir por mí es solo una fantasía, Nessa es la realidad —murmuró tajante.
Zack sacudió la cabeza con vehemencia.
—No sabes lo que dices —le dijo con enojo dando un paso hacia atrás.
—Sí lo sé, por algo probaste tu piedra con ella, al final tu alma buscó a quién amar y es solo cuestión de tiempo para que te des cuenta de que por mí no sentías...
—¡Demonios, Keyla, te amo desde la secundaria! —gritó.
Su amiga abrió los ojos con desconcierto y todo se detuvo a su alrededor.
Zack respiraba ajetreado, la verdad estaba afuera. Cerró los ojos y pasó de nuevo una mano por su cabello con frustración, no había querido que se enterara así.
—¿Qué? —preguntó la chica en un susurro.
Él sacudió la cabeza y la miró, estaba totalmente pasmada.
—Siempre has sido tú... estoy enamorado de ti —confesó en voz baja.
Keyla abrió y cerró su boca varias veces, su voz la había abandonado. Era irreal, su corazón estaba desbocado y sus pensamientos estaban totalmente desordenados.
Finalmente sacudió la cabeza incrédula y dio pasos hacia atrás y él la observó con temor.
—No, estás mintiendo —susurró poniendo las manos frente a ella como tratando de defenderse, repasó esos años de amistad en su mente a gran velocidad.
Zack se acercó con precaución y puso las manos en sus mejillas mientras lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de su mejor amiga.
—No, estoy perdido y locamente enamorado de ti —susurró juntando sus frentes—. No me importa lo que diga esa maldita piedra, yo te amo a ti a pesar de todos mis errores, déjame demostrarte que es verdad.
Keyla sacudió la cabeza con vehemencia.
—No, Zack, estás confundido... —le dijo con voz ahogada.
En un impulso acercó sus labios, necesitaba hacerla entender que solo a ella quería, que su corazón solo latía por y para ella. Y fue como si el tiempo se detuviera, todos los sonidos desaparecieron y sus sentidos se concentraron en ellos. No existía nada ni nadie, solo ellos.
Sus labios se encontraron por un momento que pareció una eternidad, sus corazones comenzaron a latir al unísono. Sus labios se sentían cálidos sobre los de ella y parecía que pequeñas chispas los recorrían. Era algo tan maravilloso que Keyla no podía describirlo con palabras, se sentía completa.
Pero el beso con Vania y su piedra en manos de Nessa le provocaron un intenso dolor en el pecho.
Lágrimas comenzaron a brotar con más fuerza de sus ojos, un sollozo escapó de sus labios y Zack se alejó un poco para verla consternado.
—¿Keyla? —la llamó en un susurro.
Ella sacudió la cabeza y dio un paso atrás antes de girar y salir corriendo del salón mientras su amigo la llamaba desde atrás con desesperación.
Las lágrimas nublaron su vista así que cuando giró en una esquina no pudo evitar colisionar con un cuerpo.
—¿Key? —dijo Adriel con preocupación tomándola de los brazos para que no se cayera.
Ella lo abrazó con fuerza dejando que sollozos salieran de su cuerpo, el chico la sostuvo con firmeza para que no se desmoronara en medio del pasillo.
—Sácame de aquí —le rogó entre lágrimas.
Adriel la vio con preocupación antes de asentir y abrazarla para llevarla hacia su auto.
Zack los vio alejarse desde lejos con desesperanza y sintiendo su corazón partirse en mil pedazos.
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