Capítulo 8.

CAPÍTULO XIII.

Octubre, 22. St. Lucia von Rosen.

-¿Qué dices? -refunfuña Oriana.

-Lo que oyes, Oriana. Estoy tan cansada de todo lo que ocurre aquí. -me quejo y su mirada de burla me hace enfurecer.

-¿Cansada de qué? ¿De los supuestos fantasmas? ¡Estás loca, chica! -me levanto enojada del taburete y me retiro de la cafetería.

Habían transcurrido algunos días desde que hablé con Edward, no lo había vuelto a ver hasta hace una noche, donde se apareció en mis sueños, y al despertar estaba ahí.

Horas antes.


-¿Cómo sé que es cierto lo que me dices, Edward? ¿Cómo sé que Nikolay Záitsev es tu padre? -reclamé con furia.

-Tu padre conoció a mi padre, ¿recuerdas las palabras de tu padre antes de morir?

"Ella me reveló tantas cosas, Sofía... cosas que me hirieron, (...) estaba enrabiado. Contacté a un amigo, el señor Záitsev...".

-¿Qué...?

Varios recuerdos vinieron a mi mente, lo que mi padre mencionó antes de morir concuerda con las palabras de Edward. ¿Cómo se conocieron su padre y mi padre?

-Sé que tienes muchas dudas, dudas que responderé.

-¿Cómo es que mi padre y tu padre se conocían? -fui directa, en estos momentos no me importa ser cordial. Quiero respuestas, y las quiero ya.

-Nuestros padres se conocieron hace muchos años, tu padre era socio de mi padre en la compañía de autos, pero por circunstancias, tu padre le vendió su parte de la compañía a mi papá y ellos se distanciaron un tiempo, para ese entonces yo tendría dieciséis años. Luego de eso se distanciaron hasta 1947, cuando me asesinaron... -lo miro incrédula.

-¿Qué edad tenías cuando... te asesinaron?-lo miro y él a mí, agacha su rostro.

-Veintiocho -asiento y el prosigue contando-. Cuando eso ocurrió, mi padre estaba desaparecido, lo habían inculpado de haberse robado estas tierras, siendo él legítimo dueño. Y también decían que era mafioso, eso es lo único cierto que comentan de él.

-¿Por qué se oculta? -pregunto sin titubeos.

-Es mucho más fácil de esa manera hallar a mi asesino.

-¿Y por qué no solo se lo dices? -irritada me levanté de la cama y acomodé mi vestido de dormir.

-No es tan sencillo como crees, por alguna razón solo tú puedes verme -lo miro y asiento-, nadie más puede hacerlo, por más que me esfuerzo no lo consigo. Eres especial para mí, de otra manera no podría verte.

-¿Y por qué soy especial para ti? No me conocías hasta que me mudé a este pueblo. -inquiero con duda, a lo que él ríe un poco.

-Te equivocas, cuando tenías diez años te conocí, claro que no me recuerdas, no nos presentaron formalmente... De lo contrario sí me recordarías.

Trato de pensar en sus palabras, pero ningún recuerdo de él llega a mi mente, seguro estaría más joven y por eso no lo reconocí hace unas semanas. Camino alrededor de la habitación y él solo me mira desde el rincón, con el bastón en sus manos.

-¿Qué es eso? -pregunto mirando directamente a su mano, una mancha oscura se veía entre el dedo pulgar y el índice.

-¿Qué cosa? -pregunta confundido.

-La mancha en tu mano izquierda -señalo con mi dedo en dirección a esa mancha, el ríe levemente, en respuesta frunzo el ceño-, es en serio.

-Es un lunar -me acerco despacio, el aire se torna frío lo que hace que mi piel se erice y mi labio tiemble-, tiene forma de luna. -ríe de nuevo, levanto la vista y lo miro directamente a los ojos, estos están tan oscuros como la noche.

-No sé qué oculten, tú, mi padre, tu padre... Y no me interesará adentrarme hacia lo más profundo para obtener respuestas, aunque eso implique salir lastimada en el proceso. Vas a contarme todo, absolutamente todo. Sin omitir detalles. -asiente de manera automática. Lo escucho suspirar y por alguna razón hace que mi piel nuevamente se erice.

-Eres especial para mí porque desde el momento que te vi, no pude dejar de pensar en ti -susurra, mis ojos se abren de manera instintiva por la sorpresa que causan sus palabras en mí, retrocedo con inercia y me alejo de él lo más que puedo-. No puedo decirte quién me asesinó, pero sí guiarte a él. Necesito que me ayudes a resolver mi asesinato, y yo te ayudaré a ti a resolver todo lo que está detrás del homicidio de tu hermana y el asesinato de tu padre.

Sus palabras no dejan de sorprenderme, a medida que habla siento mis piernas desfallecer, caigo en un vacío y grito sin poder evitarlo.

Despierto.

Veo su rostro cerca del mío y me pego a la pared aun estando acostada, una capa de sudor recorre mi cuerpo haciéndome estremecer.

-¡Deja de hacer eso! -ríe, lo miro sin gracia alguna e intento alejarlo de mí, lo que me es totalmente imposible.

-Es de cierta forma, una manera de divertirme, bella dama. No se enoje conmigo.

-¿Es cierto? -pregunto, mi corazón se acelera más de la cuenta esperando su respuesta, esperando que esta sea un no.

-Todo es cierto.

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