Pequeño pasado 1/2

departamentos/pasillos

John y Eva caminaban en dirección al cuarto de Argenis, con una expresión de preocupación en el rostro de John y Eva mostrando cierta curiosidad. Después de un rato, llegaron al departamento 110, que pertenecía a Argenis.

John quedó desconcertado al ver la puerta abierta, lo que hizo que Eva se adelantara y fuera a revisar la habitación de Argenis.

John: ¿Argenis? ¿Estás aquí?

John se asomó por la puerta, buscando cualquier rastro del Zeraora. Al ver que no había respuesta, decidió entrar al departamento para buscarlo, seguido de cerca por Eva.

Eva: Parece que no está...

Eva investigaba la habitación de Argenis sin mostrar ninguna preocupación por invadir su privacidad.

John: ¿No te parece de mal gusto estar investigando una habitación que no es tuya?

La voz de John denotaba cierta molestia por las acciones de la Lucario, pero ella no le prestaba mucha atención.

Eva: No, si tú estás haciendo lo mismo al entrar a un departamento sin permiso.

El chico buscó rápidamente una excusa para refutar, pero se dio cuenta de que no tenía argumentos sólidos. Decidió dejar el tema de lado y sacó su celular para ver si Argenis le había respondido.

Al salir de la habitación de Argenis, Eva encontró una carta tirada en el suelo, justo en la sala del lugar. Decidió leerla y su expresión pasó rápidamente de una mirada inexpresiva a una de preocupación.

Eva: J-John... creo que deberías ver esto.

La voz de Eva reflejaba su preocupación, lo que confundió a John. Decidió acercarse a ella y ella le entregó la carta, que tomó con su mano izquierda mientras sostenía el celular en la otra, esperando una respuesta de Argenis.

"Tenemos a Arias en nuestro poder y si no apareces antes de las 2 en punto, lo lamentará. No te hagas el valiente, sabemos que puedes hacer mucho daño, pero también sabemos cómo lastimar a tus amigos.

No necesitamos decirte quiénes somos, Solo te diremos que esto es una advertencia y no estamos jugando. Así que, si quieres que Arias esté a salvo, ven solo y a tiempo.

No trates de ser un héroe o hacer algo estúpido, porque ya sabemos lo que eres capaz de hacer. No querrás que Arias sufra las consecuencias de tus acciones, ¿verdad?

Estaremos esperando en la fábrica del norte. No llegues tarde, o podrías arrepentirte."

La boca de John se abrió levemente mientras la piel de su cuerpo se erizaba al escuchar cómo la contestadora tomaba la llamada, indicando que Argenis no respondía.

John: Argenis... ¿qué has hecho...?

John sin perder el tiempo vota la carta al suelo saliendo del departamento rápidamente siendo seguido por Eva que para este punto no sabia como tomarse las cosas

Eva: Espera, ¿qué vamos a hacer?

En ese momento, John se detiene en seco y se da la vuelta, mirando seriamente a Eva.

John: Escucha atentamente. Ve a buscar a tu madre, cuéntale lo que descubriste y dile que convenza a las autoridades para que vayan a esa fábrica.

A pesar de intentar sonar serio, la voz de John revela cierto temor.

Eva: ¿Y tú qué harás?

John: Yo voy a evitar que mis amigos mueran.

Sin dar oportunidad a que la lucario cuestione su decisión, John se aleja corriendo, dejando a Eva atrás en medio de la confusión.

Eva, con nerviosismo y sin tener una idea clara de qué hacer, decide seguir las indicaciones de John y se apresura hacia la oficina de su madre, esquivando a estudiantes y profesores en los concurridos pasillos.

mientras tanto John salía del instituto yendo por las calles en dirección a esa fabrica rezando en su mente que Argenis no este por cometer una locura  


ciudad plateada

Argenis se mueve por las calles con una apariencia inusualmente seria en contraste con su usual espíritu infantil y juguetón. Su expresión facial muestra preocupación, alejándose de su usual sonrisa traviesa.

A medida que atraviesa las calles, su presencia imponente hace que la gente a su alrededor se aparte para darle paso. Su figura ágil y veloz se mueve entre la multitud con una destreza y agilidad asombrosas, esquivando obstáculos con precisión milimétrica.

La seriedad en su rostro se refleja en cada músculo tenso de su cuerpo. Sus patas se desplazan rápidamente sobre el pavimento, dejando una estela de energía concentrada a su paso. Su cola, por lo general moviéndose alegremente, permanece quieta y recta, como si estuviera canalizando toda su energía hacia su objetivo.

Argenis: (los voy a masacrar..)

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fabrica abandonada

La fábrica, habitualmente bulliciosa, ahora estaba repleta de jóvenes Pokémon y humanos aguardando en la entrada. Un apacible Snorlax se encontraba sentado en calma, transmitiendo una sensación de paz en medio de la agitación. Mientras tanto, en el interior de la fábrica, los pasillos eran recorridos por barios jóvenes.

Finalmente, llegó a la zona central de la fábrica, donde solían estar las maquinarias en funcionamiento, pero ahora solo había un espacio vacío, a excepción de una silla donde un joven, evidentemente angustiado, se encontraba atado y con una bolsa en la cabeza que no dejaba de moverse en su intento por liberarse. Dos estudiantes humanos permanecían cerca, vigilándolo con atención.

Chico 1: ¡Demonios! ¡Quédate quieto de una vez!

En un acto de frustración, el chico le propinó una patada a la silla, provocando un chirrido de dolor proveniente del cautivo.

Chico 2: ¡Ey! ¡Ten más cuidado! Se supone que debemos cuidarlo.

Chico 1: ¿Y me explicas por qué? Solo seguimos las órdenes de ese demente para no terminar como él.

El chico mostraba evidente inquietud mientras señalaba al joven atado en el suelo.

Chico 2: Vamos, ni siquiera lo conoces...

Chico 1: No me hace falta. Básicamente nos ha hecho cómplices al hacernos responsables de él.

En ese momento, una voz interrumpió la discusión.

¿?: Ejem...

Repentinamente, unos pasos pesados resonaron en el lugar, anunciando la entrada de un Golem acompañado de un Primeape.

Golem: Ya pueden retirarse.

Los dos chicos, algo asustados, abandonaron el área, dejando a los dos Pokémon a solas.

El Primeape se acercó al joven secuestrado, levantando la silla y quitándole la bolsa de la cabeza, revelando a Arias con el rostro cubierto de lágrimas y la boca vendada.

Golem: Tranquilo, niño. Realmente no tienes por qué temer.

El Pokémon intentaba hablar con calma para tranquilizar al joven, pero sus palabras no tuvieron mucho efecto, ya que Arias continuaba temblando de miedo, lo que llevó al Primeape a llevarse la mano a la cara, frustrado.

Primeape: Déjalo, con cuidarlo es suficiente.

Arias seguía forcejeando para liberarse, pero el Golem le sujetaba firmemente los hombros para evitar que se moviera.

Golem: Déjalo, chico. Es inútil. Solo te queda esperar.

El Pokémon le quitó la venda de la boca a Arias, permitiéndole hablar.

Arias: ¿Qué diablos quieren de mí?

¿?: Solo a alguien muy especial que está cerca de ti.

Una voz resonó detrás de Arias, pero no era la voz grave del Golem. En ese momento, Arias sintió una pata con garras afiladas apoyándose sobre él, lo que hizo que su respiración se detuviera por un momento de miedo, evitando girarse para ver de quién se trataba.

En un instante, la voz se movió frente a él, revelando a un Lycanroc Nocturno que lo miraba con indiferencia.

Arias: ¿Qué quieres de mí?

La voz de Arias sonaba temblorosa y más baja de lo normal, mientras se dejaba abatir por la presencia intimidante del Pokémon frente a él.

Primeape: Max, no creo que debas...

Max: En realidad, solo busco a tu amigo felino.

Arias: ¿A Argenis? ¿Tiene algo que ver con esto?

El miedo en Arias se transformó rápidamente en preocupación por las intenciones que Max pudiera tener con su amigo.

Max: Eso no te incumbe.

La mirada del Lycanroc se volvió amenazante, aumentando la ansiedad de Arias.

Max: Llévenselo. No falta mucho para que llegue.

Arias estaba a punto de gritar, pero antes de que pudiera hacer algo, el Golem volvió a cubrirle la boca para evitar que hiciera ruido, y con cierta dificultad debido a los movimientos de Arias, lo llevó consigo.

Primeape: ¿Y tú qué harás?

Max: Lo esperaré.

El Primeape simplemente asintió con la cabeza y se retiró del lugar, dejando a Max solo, sentado en el suelo, esperando pacientemente.

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academia/oficina de directora

Eva y Laria estaban dentro de la oficina, con Laria sosteniendo la carta encontrada en la habitación de Argenis. Después de unos segundos, Laria suspiró largamente.

Eva: ¿Y entonces?

Eva seguía luciendo nerviosa debido a todo lo que estaba sucediendo, y la mirada despreocupada de su madre no ayudaba en absoluto.

Laria: No haremos nada.

Eva: ¿Eh? ¿Cómo que no haremos nada? ¿De qué estás hablando?

Laria: Es simplemente un problema insoluble. Ni tú ni yo podemos hacer nada, la policía no tomará medidas y Argenis está yendo, así que todo está bien.

Eva: ¡Mamá! Literalmente está yendo hacia su muerte.

Eva estaba completamente alterada y asustada en ese punto.

Laria: Es solo una historia sin solución. Ni tu ni yo podemos hacer nada al respecto. La policía no va a intervenir y Argenis ha tomado su propia decisión, así que todo estará bien.

Eva: ¡Mamá! ¡Esto no es algo con lo que se pueda estar bien!

Eva continuó con su voz tensa, golpeando bruscamente el escritorio de su madre, pero Laria no mostraba ningún rastro de nerviosismo. Incluso soltó una leve risa.

Laria dirigió su mirada hacia una estantería al lado de su escritorio, llena de trofeos. Destacando por encima de todo, se encontraba un gran trofeo de plata que aún conservaba su brillo.

Laria: Permíteme contarte una historia, mi niña..

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hace 7 años/ ciudad plateada

Laria corría a toda velocidad por los callejones de la ciudad, acompañada por un joven machop estudiante del instituto. Ambos se apresuraban, con sus corazones latiendo rápidamente debido a la adrenalina que fluía por sus venas. A medida que avanzaban, podían escuchar los ecos de sirenas y el tumulto que provenía de las calles cercanas.

Finalmente, llegaron a un espacio abierto en medio de los callejones. Era un lugar oculto, un pequeño refugio que había sido construido por los estudiantes del instituto de Laria. Al entrar, la escena que presenciaron los dejó sin aliento.

El espacio estaba lleno de estudiantes, la mayoría de ellos pertenecientes al mismo instituto. Sin embargo, sus rostros estaban marcados por moretones y heridas. Algunos tenían vendajes improvisados alrededor de sus brazos y piernas, mientras que otros cojeaban o apoyaban sus cuerpos en las paredes para mantenerse en pie.

El silencio se apoderó del lugar cuando Laria y el joven machop. Todos los ojos se posaron en ellos, llenos de una mezcla de esperanza y desesperación. Laria tomó aire y se acercó al centro del grupo, consciente de la gravedad de la situación.

Laria: felix... ayuda en lo que puedas

Laria observó a Felix mientras se dirigía hacia los estudiantes heridos, su determinación y dedicación evidentes en cada paso que daba. Luego, se acercó a la pequeña fennekin, cuyo semblante reflejaba tanto miedo como tristeza.

Laria: ¿Cómo estás, pequeña?

La fennekin saltó ligeramente al escuchar la voz de Laria, pero pronto se tranquilizó al ver la sonrisa amable en el rostro de la directora. Sus ojos se llenaron de lágrimas, incapaz de contener la angustia que sentía.

Fennekin: L-Lo siento, directora... Solo vinieron a golpearnos...

La fennekin bajó la cabeza, avergonzada y apenada por la situación en la que se encontraban. Laria se agachó para acariciar suavemente su cabeza, transmitiendo calma y apoyo.

Laria: Tranquila, pequeña. Me alegra saber que estás a salvo. ¿Te hicieron algo?

La fennekin negó con la cabeza, pero sus ojos aún reflejaban el temor y la preocupación por sus compañeros.

Fennekin: Los demás se aseguraron de protegerme... pero... fue el grupo de Santa Esperanza. Se burlaron de nosotros y todo se salió de control...

Laria asintió, comprendiendo la gravedad de la situación y la necesidad de tomar medidas adecuadas.

Laria: Entiendo... Quédate aquí y ayuda en lo que puedas. Me ocuparé de esto.

Laria se puso de pie y dirigió su mirada hacia la salida del lugar, sintiendo la mirada atenta de la pequeña fennekin en su espalda.

Fennekin: ¿Y usted, qué hará?

Laria se volvió hacia la fennekin, mostrando una determinación inquebrantable en su expresión.

Laria: Hablaré con el responsable de Santa Esperanza. Es hora de que tomen conciencia de las consecuencias de sus acciones.

La fennekin asintió con admiración y esperanza, sintiéndose segura sabiendo que Laria tomaría medidas para buscar justicia y proteger a sus estudiantes.

1 hora después/santa esperanza 

El Instituto Santa Esperanza se alzaba imponente en medio de la bulliciosa ciudad. Su arquitectura moderna y vanguardista se destacaba entre los edificios circundantes, con su imponente fachada de cristal y acero. Era un símbolo de excelencia académica y prestigio en la región.

Al ingresar al instituto, los visitantes eran recibidos por amplios pasillos luminosos que invitaban a explorar sus instalaciones.

Los espacios comunes estaban diseñados para fomentar la interacción y el compañerismo entre los estudiantes. Un amplio patio central con jardines exuberantes y bancos acogedores brindaba un lugar de descanso y encuentro para los jóvenes.

Mientras tanto, en la oficina del director, Laria se encontraba junto al director del instituto, un hombre humano de tercera edad cuya cara arrugada y mirada de descontento revelaban su molestia por la presencia de Laria.

Director: Bueno, señorita Laria... ¿A qué debo su visita?

La voz áspera del anciano dejaba entrever su descontento, mientras Laria tomaba aire antes de hablar.

Laria: Sus estudiantes, señor...

Director: Pancracio... Director Pancracio.

Laria: Ah, bueno... Director Pancracio. Sus estudiantes están causando múltiples destrozos en la ciudad y atacando a mis estudiantes.

La Lucario hablaba con tono serio y autoritario ante el director.

Pancracio: Ah, sí, eso... sí. Son solo niños emocionados por el torneo de artes marciales.

El hombre ignoraba a Laria mientras se daba la vuelta y buscaba un libro en el estante de su oficina, sin darle importancia a sus palabras.

Laria: Creo que no está entendiendo mi punto... Varios de mis estudiantes tienen lesiones graves y los atacaron solo porque no queremos participar en la competencia.

El tono de Laria mostraba preocupación e incomodidad por la actitud del hombre.

Pancracio: Sí, bueno, tus estudiantes fueron los que empezaron la pelea...

El director seguía sin mirar a Laria mientras hablaba con tono despectivo.

Laria: Pero...

Pancracio: Así que, en realidad, yo sería quien debería presentar una queja. Pero bueno, ya sabemos que su escuela es demasiado cobarde para afrontarlo, así que no se preocupe, jeje.

El tono burlón y la forma en que el hombre trataba a Laria comenzaban a sacarla de sus casillas, pero antes de decir algo, ella calmó su mente y respiró hondo.

Laria: Mire, señor, no me parece apropiad...

Pancracio: Realmente no sé cómo le pudieron dar el puesto de directora a alguien tan cobarde y, sobre todo, a un Pokémon, jeje.

Escuchar esas palabras fue suficiente para sacar de quicio a Laria, quien golpeó con fuerza el escritorio del director, haciendo que él se levantara de la silla exaltado.

Laria: ¡Mire, maldito idiota de mierda! ¡Ya me tiene harta! Si todo esto es porque no participaremos en el maldito torneo, ¡entonces bien! ¡Mi escuela participará y le pateará el culo a la suya!

Al terminar de hablar, la Pokémon ni siquiera le dio la oportunidad de responder al anciano, saliendo del lugar y cerrando la puerta con un portazo como despedida.

 10 minutos después

Laria se encontraba apoyada en un muro de las calles, golpeándose la cabeza sin cesar mientras reflexionaba sobre lo que había hecho. La gente que pasaba a su lado la observaba con cierta extrañeza.

Laria: (Estúpida, estúpida, estúpida... ¿cómo se te ocurre hacer eso? ¡Ni siquiera tenemos clubes de artes marciales! Ya no puedo retractarme de lo que dije, ¿verdad?)

Continuaba inmersa en sus pensamientos cuando, de reojo, divisó a unos estudiantes del Instituto Santa Esperanza reconocibles por sus uniformes. Con el enojo acumulado, dejó de golpearse la cabeza y se dirigió hacia ellos. Los estudiantes se giraron al percatarse de su presencia y se adentraron en un callejón.

Laria: Si ese hombre no les va a enseñar a comportarse...

Antes de que pudiera dar un solo paso, del callejón emergió una luz amarilla acompañada de múltiples destellos y los gritos de los estudiantes. Laria quedó impactada al presenciar la escena.

Laria: Mierda...

Sin perder ni un segundo, Laria comenzó a correr hacia el lugar para averiguar qué había ocurrido. Al llegar, se encontró con el grupo de estudiantes noqueados en el suelo, mientras un Pokémon desconocido, que nunca antes había visto en su vida, robaba las carteras de los alumnos. Laria analizó detenidamente los detalles de su apariencia: pelaje amarillo en la parte superior de su pecho, brazos y piernas, ojos azules brillantes y una figura felina en general. Intentaba reconocer a la especie del Pokémon.

Sin poder reaccionar de inmediato, Laria se quedó quieta, impactada por lo que acababa de presenciar. Volteó para observar a los alumnos noqueados en el suelo, percatándose de que algunos de ellos eran Pokémon de tipo tierra, como un Geodude o un Marowak.

Laria: (Usó un movimiento de tipo eléctrico y los venció a pesar de su resistencia...)

La sorpresa se reflejaba en su rostro mientras dirigía su mirada hacia la dirección en la que el Pokémon felino se había alejado. Aunque confundida y asombrada, su determinación se avivó y decidió ver con mas detalle la escena logrando ver que el Pokémon había dejado un rastro de aura.  

Con el rastro descubierto, Laria comenzó a seguirlo, adentrándose en un rincón comercial de la ciudad que le resultaba desconocido. Sin perder más tiempo, avanzó a través de las calles, guiándose por el rastro que atravesaba la multitud y la conducía hacia un estrecho callejón.

Con cierta vacilación, Laria entró al callejón, sintiendo una ligera preocupación mientras continuaba siguiendo el aura del Pokémon. A medida que avanzaba, llegó hasta la mitad del callejón, donde notó que el rastro continuaba ascendiendo por la pared de uno de los edificios. Fue entonces cuando observó varios orificios en la pared, evidencia de garras que habían dejado su marca.

Laria se detuvo por un momento, reflexionando sobre su próximo movimiento.

Laria: ¿Y ahora qué?

Volteó la mirada y se encontró con las escaleras de emergencia del edificio. Un profundo suspiro escapó de sus labios, consciente de que no podía demorarse más. Con determinación, comenzó a subir las escaleras, sintiendo una leve aprensión ante lo desconocido que le esperaba en lo alto.

Después de unos minutos, Laria llegó al tejado del edificio, sintiéndose un poco cansada por el esfuerzo que le llevó alcanzarlo. Al llegar, su mirada se encontró con unas cajas tiradas en el suelo, aparentemente abandonadas en la entrada del lugar. Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fueron las vistas impresionantes de la ciudad con el atardecer pintando el horizonte.









fin del cap




yo para escribir este cap:


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