Pelea inminente
academia/ dormitorios
la noche sombría daba paso a los primeros rayos de sol que se asomaban por detrás de los edificios. La oscuridad se desvanecía y era reemplazada por una suave iluminación que inundaba los pasillos y las habitaciones.
Mientras el día amanecía, los sonidos de los grillos comenzaban a desvanecerse, eclipsados por el estruendo de las alarmas de la policía en la entrada del instituto. El ruido de las sirenas resonaba en el aire, desconcertando a algunos estudiantes que se asomaban por las ventanas de sus habitaciones, preguntándose qué estaba sucediendo.
En medio de la confusión y la incertidumbre, un grupo de oficiales se mantenía en guardia frente a la habitación de John.
Dentro de la habitación, la atmósfera era tensa. John, pese a estar herido seguía mostrando esa cara de confusión como si aun después de varias horas de lo acontecido siguiera confuso. La directora, con manos expertas, curaba sus heridas con cuidado y ternura, asegurándose de que estuviera lo mejor posible.
Laria: entonces el te ataco sin mas...?
Laria, la mirada de la directora, reflejaba una confusión total ante lo que acababa de escuchar. Sus cejas se fruncieron y sus labios se apretaron en busca de respuestas.
John, aún sosteniendo su puño adolorido, miró fijamente a Laria antes de responder. Sus ojos transmitían una mezcla de incredulidad y temor.
John: Más que atacarme... parecía querer secuestrarme. Fue como si estuviera buscando algo específico.
Las palabras de John resonaron en el aire, aumentando la tensión en la habitación. La directora y los oficiales presentes intercambiaron miradas de desconcierto y preocupación, tratando de comprender la gravedad de la situación.
Sin embargo, antes de que pudieran profundizar en la conversación, se escucharon fuertes y rápidas pisadas acercándose al lugar. El sonido era imponente y urgente, llenando el espacio con una sensación de prisa y peligro inminente.
De repente, la puerta se abrió de par en par y Argenis irrumpió en la habitación, su presencia irradiando determinación y preocupación.
Argenis: ¡¿Dónde está?!
La entrada apresurada de Argenis tomó por sorpresa a los oficiales de policía, que intentaron detenerlo sin mucho éxito. Pasó rápidamente hacia donde John se encontraba, agarrándolo por los hombros y sacudiéndolo frenéticamente en busca de respuestas.
El chico, sorprendido y confundido, trató de contener a Argenis para que dejara de moverlo de esa manera tan enérgica.
John: ¡Eh! ¡Espera! ¿Qué está pasando?
John luchó por liberarse del agarre de Argenis, mientras trataba de comprender la razón detrás de su repentina intrusión.
Argenis, con los ojos llenos de preocupación, finalmente pronunció una palabra que dejó a todos en la habitación en estado de shock.
Argenis: ¡Arias!
Las palabras resonaron en el silencio absoluto que se apoderó de la sala. Los presentes quedaron petrificados, asimilando la impactante información que acababan de recibir.
John: ¿Qué? ¿Qué pasa con Arias?
Argenis, su voz llena de angustia y temor, reveló la terrible verdad.
Argenis: ¡No está! ¡Se lo llevaron!
El impacto de la noticia dejó a todos en un silencio sepulcral. Los ojos de cada persona en la habitación mostraban una mezcla de incredulidad, preocupación y determinación
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pasillos / instituto
Eva, con su mirada azul, se encontraba caminando por los laberínticos pasillos de la academia, sumida en sus pensamientos. Sostenía cuidadosamente un montón de libros contra su pecho mientras se dirigía hacia la biblioteca, su mente inmersa en sus estudios y en los misterios que la rodeaban.
Sin embargo, su concentración fue interrumpida abruptamente cuando un chico chocó contra ella, empujándola con fuerza en el hombro y haciéndola perder el equilibrio. Sus libros se desparramaron por el suelo, dispersándose en un desorden caótico.
Eva: ¡Ey! ¡Fíjate por dónde vas!
La lucario se agachó rápidamente para recoger todos sus libros, su ceño fruncido mostrando su molestia. Buscó con la mirada al chico que la había empujado, pero vio cómo él y sus amigos se alejaban sin siquiera voltear a mirarla, como si su presencia fuera insignificante.
Chico 1: Vamos, dicen que algo pasó en los departamentos.
Chico 2: Sí, escuché que hasta vino la policía.
Eva resopló con indignación ante la grosería de los chicos. Se levantó con elegancia y se alejó de la zona con sus libros en brazos. Mientras caminaba por los pasillos, su mente trabajaba a toda velocidad, procesando la información que acababa de escuchar.
Eva: Tch... groseros.
Sus pensamientos se volvieron introspectivos mientras avanzaba.
Eva: Entonces... la policía vino aquí. Últimamente, estos días han estado llenos de situaciones extrañas. Tal vez debería investigar un poco más después.
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30 minutos después
Laria: como que no pueden!?
El grito desesperado de Laria, resonó por los pasillos hasta llegar a la entrada de su oficina, donde Argenis y John esperaban con preocupación. Ambos se miraron con incertidumbre al escuchar la expresión de angustia en la voz de la directora.
Los dos policías presentes, aparentemente indiferentes, respondieron con calma ante la exasperación de Laria.
Policía 1: Lo siento, señora, pero no tenemos ninguna pista hasta el momento. El detenido se ha mantenido en silencio.
Policía 2: Además, el plazo de 24 horas para realizar una denuncia no ha pasado y solo un familiar directo puede hacerla.
Sus palabras, pronunciadas con un tono de indiferencia, dejaban en evidencia su falta de interés en el caso.
Laria, sintiéndose impotente, levantó la voz, desesperada por la falta de acción.
Laria: ¡¿Cómo pueden permitir esto?! Estamos hablando de un alumno secuestrado.
La lucario, en ese punto, estaba al borde del quiebre, su voz temblorosa reflejando su angustia.
Policía 1: Sí, lo entendemos.
Laria: ¿Y entonces por qué no hacen nada al respecto?
Policía 2: Señora, como usted misma ha mencionado, el estudiante es parte de esta institución. Usted es responsable de garantizar la seguridad adecuada.
El tono autoritario y fastidiado del policía irritó aún más a Laria.
Laria: ¿Qué tiene eso que ver con el asunto?
Policía 1: Si no abandona este tema fácilmente, podríamos presentar un informe sobre la escasa seguridad que proporciona a sus alumnos.
Al escuchar esas palabras, los puños de Laria se cerraron con fuerza, sus dientes apretados de rabia.
Laria: Solo váyanse...
Su voz apenas era audible, ahogada por la tensión y la ira contenida, sin siquiera mirar a los policías a los ojos.
Policía 2: Recuerde informar a los padres del niño para que realicen la denuncia dentro de las próximas 24 horas.
Sin esperar a que Laria repitiera su orden, los policías se marcharon sin decir una palabra más.
Laria: (Como si fueran ustedes a hacerme olvidar...)
Con un suspiro frustrado, Laria se dio la vuelta, manteniendo su compostura a pesar de la ira que la consumía.
Al cabo de un rato, John y Argenis entraron a la oficina de Laria, mostrando preocupación en sus rostros.
Argenis: Entonces... ¿algo sucedió?
La voz de Argenis reflejaba su profunda preocupación por la situación.
Laria, con la mirada baja y una expresión avergonzada, suspiró profundamente antes de responder.
Laria: Argenis... yo... no pude hacer nada.
Su voz se quebró ligeramente, evidenciando su impotencia ante la falta de acción por parte de las autoridades.
John, sin comprender completamente la situación, expresó su confusión.
John: ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que no pudiste hacer nada?
Laria levantó la mirada, encontrándose con la mirada confundida de John.
Laria: Ellos... los policías dijeron que aún no ha pasado el plazo para realizar la denuncia. No van a tomar ninguna acción al respecto.
La noticia golpeó a Argenis como un mazazo, su voz se quebró mientras intentaba asimilar lo que estaba escuchando.
Argenis: ¿C-cómo pueden decir eso?
El tono de Argenis revelaba su confusión y desesperación ante la falta de acción por parte de las autoridades.
Laria, sintiéndose impotente, bajó la mirada, avergonzada por su incapacidad para proteger a Arias.
Laria: Argenis... lo siento mucho.
Argenis, sin decir una palabra más, salió apresuradamente de la oficina, con la mirada gacha y los puños apretados.
John, preocupado por su amigo, intentó seguirlo.
John: ¡Argenis, espera!
Laria, resignada, hizo un gesto para detener a John.
John, frustrado y confundido, cuestionó la falta de acción de las autoridades.
John: Pero... ¿por qué no hicieron nada?
Laria suspiró, reflexionando sobre su respuesta antes de responder.
Laria: La verdad... no lo sé. Supongo que cada uno actúa en función de sus propios intereses.
La respuesta de Laria reflejaba su desilusión con el sistema y la falta de justicia en esa situación.
John: Pero... no es justo. Se supone que deberían protegernos.
Laria asintió, entendiendo el sentimiento de injusticia de John.
Laria: Lamentablemente, son pocas las cosas que son realmente justas en este mundo, John. Y desafortunadamente, esta no es una de ellas.
John, sintiéndose impotente, bajó la cabeza sin saber qué decir.
Laria: Ve a descansar, chico. Será lo mejor para ti en este momento.
John asintió en silencio, saliendo de la oficina y cerrando la puerta a sus espaldas, dejando a la directora sumida en sus pensamientos y reflexiones sobre la difícil realidad que estaban enfrentando.
pasillos / instituto
John, después de salir de la oficina de la directora, quedó con una sensación de preocupación que lo acompañaba. En su camino, llegó a la cafetería y entró, dirigiéndose a una mesa para reflexionar sobre todo lo que había sucedido.
???: ¿Crees que esto... lo del secuestro tenga algo que ver con los del norte?
??: ¿Los de la escuela Santa Esperanza? No lo creo... ¿por qué lo harían?
John, interesado, comenzó a escuchar lo que unos chicos humanos decían en la mesa junto a la suya.
???: Escuché que Felix y sus amigos los enfadaron y golpearon a dos cursos completos.
??: Aún así... ¿no crees que es demasiado?
???: Para nada. Escuché que el líder de su banda es un loco de remate. No me sorprendería que estuviera detrás de esto.
??: Pero, ¿qué tiene que ver Arias en todo esto?
???: No lo sé. Lo único que sé es que el líder de ese grupo de esa escuela le dio una paliza a Felix y a su banda.
En ese momento, John dejó de escuchar y con una mirada fría se levantó de la mesa y se dirigió nuevamente al pasillo, en busca de respuestas.
10 minutos después
Felix se encontraba caminando por los pasillos del cuarto piso, sumido en sus pensamientos, cuando es sorprendido por John, quien lo arrastra hacia los escalones antes de que pueda reaccionar.
Félix: ¡Pero qué caraj...!
Antes de que pueda terminar la frase, John coloca su pie en el cuello de Machoke, impidiéndole respirar.
John: ¿Tú lo hiciste? (¿Qué estoy haciendo?...)
Félix: ¿De qué hablas?
El pie de John aprieta con más fuerza el cuello de Félix, mientras la tensión en el ambiente se vuelve asfixiante, poniendo cada vez más nervioso al Pokémon.
John: Arias... ¿tienes algo que ver? (Son solo dudas...)
Félix: ¡No te diré nada!
John, con una fuerza que desconocía de sí mismo, toma los hombros de Félix y lo levanta para estrellarlo contra la barandilla de la escalera, amenazando con arrojarlo.
John: Con eso me confirmas que sí tienes algo que ver. ¡Ahora habla! (¿Por qué hago esto? ¿Cómo es que no me tiembla la mano?)
El Pokémon se muestra genuinamente aterrorizado ante la inminente caída que podría resultar en un fuerte golpe, pero al dirigir su mirada hacia John, solo encuentra unos ojos fríos, sin rastro de duda en lo que está a punto de hacer.
Félix: ¡Está bien! ¡Solo déjame ir!
Sin esperar más, John deja caer a Machoke de nuevo en el suelo del pasillo, produciendo un sonido sordo al impactar.
Félix: Ese loco de los del norte nos iba a matar si no lo hacíamos...
Escuchar eso solo enfurece más a John, quien le propina una patada en las costillas al Pokémon, causándole un intenso dolor y varios gemidos de sufrimiento.
John: No te pregunté tus estúpidas razones... ¿Dónde está?
Félix: ¡Bien! Él está en la fábrica abandonada cerca del Parque Norte... Ahí nos dijo Max que lo llevaría.
John inclina ligeramente la cabeza, confundido por el nombre mencionado.
John: ¿Quién?
Eva: Max Lovett.
Ambos chicos dirigen su mirada hacia las escaleras, donde Eva ha presenciado toda la situación, generando cierto nerviosismo en John.
Eva: No te preocupes... viendo lo que ha pasado, se lo merece.
Félix: ¡Hey!
Antes de que el Pokémon pueda decir algo, John le pone el pie en la boca, impidiéndole hablar.
Eva: Como decía... el líder de los idiotas del norte es Max Lovett, un supuesto loco.
Al escuchar el nombre, los ojos de John se abren de par en par, mostrando cierta preocupación.
John: ¿Sabes quién es su padre?
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instituto/departamento 110
Argenis abrió lentamente la puerta de su departamento con una mirada sombría, pero no pasaron más de dos pasos para que se diera cuenta de que había una carta en el suelo.
Con curiosidad, se agachó para recoger la carta y abrirla con sus garras, revelando su contenido. Mientras la leía, una expresión de angustia se reflejó en su rostro. En cuestión de segundos, después de terminar de leerla, salió corriendo como un rayo de su habitación, dejando la puerta abierta y la carta en el suelo.
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hace 26 años
El estadio se encuentra envuelto en una atmósfera cargada de emoción y anticipación. Las luces brillantes y deslumbrantes iluminan cada rincón, creando un espectáculo visual que hace palpitar los corazones de los presentes. El sonido ensordecedor de la multitud llena el aire, formando un coro de voces emocionadas y aplausos resonantes.
El cuadrilátero se encuentra en el centro del escenario, resplandeciendo bajo los focos que lo rodean. El ring, pulido y brillante, es el epicentro de la acción que está por desplegarse. Las cuerdas tensas y firmes delinean el espacio donde se librarán batallas de coraje y habilidad.
Los entrenadores y el personal de la esquina se mueven con agilidad y precisión, ajustando los últimos detalles y preparando el terreno para el combate inminente.
El boxeador, con su porte imponente y atlético, se abre paso entre el bullicio y la emoción de la multitud. Sin embargo, a medida que se acerca al campo, percibe que el ambiente no es de aplausos y vítores, sino de murmullos y risas sardónicas.
Aunque su presencia impone respeto, los ojos curiosos y burlones de los espectadores parecen escudriñar cada detalle de su apariencia y expresión. Los murmullos se propagan como un eco inquietante, creando una atmósfera tensa y desafiante.
El boxeador, en lugar de dejarse afectar por las burlas, mantiene su rostro sereno y su determinación inalterable. Sabe que las palabras y las risas no definen su valía ni su capacidad en el ring. En cambio, utiliza la energía negativa que percibe como un combustible adicional para demostrar su valía y dejar a todos sin habla.
Con cada paso decidido que da hacia el campo, sus músculos tensos se contraen y se relajan en perfecta armonía, como si su cuerpo estuviera en sintonía con el ritmo del combate que se avecina. Cada movimiento está lleno de precisión y poder, transmitiendo una sensación de dominio absoluto sobre su propio cuerpo.
Sus puños, envueltos en vendas protectoras, reposan con confianza a lo largo de su torso, listos para desatar una tormenta de golpes certeros. Las cicatrices de batallas pasadas, marcas de su dedicación y sacrificio, se asoman discretamente a través de las vendas, recordatorios de la dureza de su camino hacia la cima.
Su mirada, penetrante y determinada, se encuentra oculta tras el brillo de su protector bucal. Sin embargo, los ojos color azul de acero, llenos de determinación y un fuego ardiente, transmiten una intensidad inigualable. Cada destello de luz que se refleja en ellos revela la pasión y el coraje que arden en su interior.
Mientras avanza hacia el ring, el aire se carga de electricidad. El sonido de sus pasos resonando en el suelo se mezcla con el latido acelerado de su corazón, formando una sinfonía de emoción y anticipación. La multitud, en un instante de silencio expectante, observa con atención cada movimiento suyo, sintiendo la energía que emana de su presencia.
Sin embargo, en medio de la expectativa y la admiración, una figura enigmática capta la atención de todos. Una sonrisa maliciosa se dibuja en el rostro de aquel extraño, cuyos ojos rojos reflejan una chispa de locura.
?: que comience la pelea...
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fin del cap
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