《Cap.7》

     Corrí y corrí por el bosque, pensé que, entre las penumbras de este, podría esconderme de aquella silueta tan peculiar. Subo a unárbol, intento mirar a mi alrededor, pero la niebla me perjudica la acción. Pocodespués, siento una presencia muy cercana, me giro y estaba ahí, no podíaobservar nada, era una simple silueta o sombra. Me agarra la mano con fuerza eintento liberarme del fuerte agarre, pero tan solo provoca que caiga del árboly ... me despierte

Abro mis ojos de golpe, mi respiración es agitada y mis manos tiemblan. Trato de calmarme, respirando despacio. Una vez un poco más calmada, miro a Kisha, la linda cachorrita. Ella se encuentra todavía dormida, miro el reloj el cual marca las ocho de la mañana. Y decido levantarme, con precaución me quito la ropa y me coloco mi uniforme de trabajo, el cual me trae recuerdos que intento olvidar. Tomo mi overol y mi blusa amarilla y las lavo con el agua limpia del río. Trasladarme a este lugar fue lo mejor que pude hacer.

Al cabo de unos minutos, Kisha sale de mi tienda de mi campaña y se estira mientras bosteza, lo cual me provoca ternura. Se acerca a mí alegremente, mientras coloco la ropa sobre una de las ramas del árbol. Juego con ella un rato y luego, me preparo otro de los emparedados, mientras la cachorrita me acompaña con un poco del alimento que sobró de anoche.

Al finalizar, decido practicar un poco de arquería. Tomo una piedra y hago una pequeña marca en uno de los troncos, me coloco a una distancia adecuada y con fuerza apunto a mi objetivo, tiro la flecha y la cual cae justamente en la marca que hice.

—¡Lo logré! —grito de emoción, tomo a Kisha y la abrazo, ella me pone una de sus patitas en mis mejillas para apartarme de ella—. Oye, no seas así, este es un momento importante —digo riendo.

La coloco en el suelo y me dirijo al tronco para poder arrancar la flecha de este, vuelvo al mismo lugar de antes e intento lanzarla de nuevo, pero esta vez cae un poco más abajo del punto.

—Bueno, si lo logré una vez, puedo hacerlo de nuevo —exclamo mirando a la cachorrita que se encuentra sentada junto a mí.

Durante todo el día continúo tratando de lanzar la flecha y que esta caiga en el objetivo, pero esto no vuelve a pasar.

Algunas horas después, me dirijo a mi trabajo. Dejé a Kisha con un pedazo de jamón y con una pila de hojas enorme, solo espero que al volver ella aún esté ahí.

Al llegar al pueblo, todos se encuentran con papeles en sus manos, lo que hace que mi curiosidad despierte. Eran como anuncios. Continúo el camino y a los pocos metros, me encuentro con uno de los dichos anuncios, en el cual se informa sobre la desaparición de una perrita, miro la foto y es Kisha. Me quedo impactada y me encamino al restaurante.

—Molly, ¿por qué desapareciste de mi casa? ¿No te sentías cómoda? —menciona Mélodie al verme entrar por las puertas del lugar.

—Tranquila. Eso no es importante, la pregunta es ¿por qué todos tienen estos anuncios? —pregunto mostrando uno de los anuncios que decoran la pared del restaurante.

—¿Acaso no sabes? La perrita es del castillo y están dando como recompensa, lo que esa persona desee —dice emocionada—. Te imaginas tener esa suerte, pediría mucho dinero.

—No lo sabía —respondo en voz baja.

—Bueno, ya tienes dos entregas, por cierto ¿qué hiciste con la cesta? —dice con curiosidad.

—«¡Mierda! —pienso. — Me olvidé de eso»

—Unos chicos me la robaron la noche pasada —miento.

—Oh claro, por eso llegaste como loca esa noche —comenta como si hubiera descubierto un gran misterio. — Bueno, lo importante es que tenemos otra —añade mientras me muestra la nueva cesta, que es exactamente igual que la otra. Finjo una sonrisa y tomo la cesta para salir del lugar. Hago la entrega, pero cuando vuelvo al restaurante, la presencia de una persona me revuelve el estómago. Es él. El chico que tanto trauma me ha dejado.

Él me mira fijamente y me sonríe, tratando de ponerme incómoda, y sí que lo logra. Mis dedos comienzan a jugar entre ellos y puedo sentir su fría mirada acosándome. Corro hacia el baño y me miro al espejo, mi respiración es muy agitada, intento calmarme y tomo un poco de agua para ayudar con la situación. Mi miro las palmas de las manos y pequeñas lunitas de sangre hechas por mis uñas decoran mi palma, mientras mis manos tiemblan.

—Tranquila, respira profundo —decir eso me calma un poco, pero lo que en verdad me da rabia es que él disfruta con mi sufrimiento. Me duele la cabeza y no me siento segura, solo necesito salir de este lugar, pero si lo hago, me van a despedir y no podré ni siquiera comprar galletas para sobrevivir.

Al cabo de unos minutos, salgo del baño, tomo la cesta y salgo de ahí lo más rápido posible, ni siquiera me detengo a observar si él estaba ahí.

Me encamino a la próxima casa y contemplo todo mi alrededor para poder despistar mi mente de esta situación que me pone tan nerviosa. Llego a la casa en donde debo dejar el pedido, la casa es como todas las demás. Lo diferente es que en esta un señor se mese en una antigua mecedora.

—¡Buenas tardes! —digo una vez cerca del señor, pero él no dice nada, simplemente se queda mirando hacia afuera. Toco el timbre de la casa y una tierna señora de cabello corto blanco, me recibe con una gran sonrisa.

Le brindo mi cesta, ella la toma y coloca la comida caliente sobre una mesa. Mientras tanto miro al señor, él sigue ahí sentado mirando como unos niños juegan con carritos de madera.

—Es tierno, ¿no? —dice la señora dándome la cesta nuevamente—. Llevamos cincuenta años casados.

     —¿En serio? —digo asombrada.

—Puede sonarte algo cansado, pero no sabes lo feliz que soy con él. Aunque nunca lo he escuchado decirme te amo —dice ella con una gran sonrisa admirando a su esposo. —Lastimosamente, él nació sordomudo. Nunca me ha escuchado decir una sola palabra, pero lo más increíble es que cuando él me estaba intentando conquistar, lo logró con cartas y cocinándome donas, las cuales adoro —dice sonriendo.

—Eso es muy lindo —menciono con una pequeña sonrisa.

—No sabes lo afortunada que me siento.

—Me imagino que sí, espero que puedan seguir muchos años más juntos —digo tomando el dinero de la mano de la señora.

—Gracias, muchachita —responde la señora para luego, alejarme de la casa en donde me despido con la mano y el señor con alegría se despide de mí.

De camino al restaurante voy con una gran sonrisa, me gusta ver lo feliz que puede ser alguien enamorado. Al llegar al restaurante, miro temerosa a todas las mesas y por suerte él no se encuentra aquí. Siento tanta paz.

Mi tarde y noche continúan así, entregar pedidos a diferentes casas y volver al restaurante para empezar de nuevo. Después de mi último pedido vuelvo por última vez al restaurante en donde, Mélodie me da mi dinero y me retiro del lugar.

Antes de volver al bosque, decido ir al supermercado y comprar un poco de alimento para cachorros, además de unas cuantas galletas para mí. Pago el dinero y me dirijo al bosque, la noche es fría y precisamente esta noche, es mucho más oscura, ya que es luna nueva. Miro detenidamente el bosque para no terminar perdida.

Cuando finalmente llego a mi campamento, dejo las cosas que recién compré en la tienda de campaña y con mi linterna ilumino todo el bosque mientras llamo a la cachorrita. Pero, esta no aparece. Decido tomar algunas ramitas y hacer una fogata para tener algo que me diga en donde están mis cosas.

Tomo la linterna nuevamente y junto a mi arco, me dirijo a buscar a la pequeña. Solo espero que no le haya pasado nada malo.

—¡Kisha! —grito, pero no obtengo ninguna señal. Continúo buscando hasta que por fin la encuentro sentada junto a un tronco, temblando de frío y llorando—. Pobrecita —digo tomándola entre mis brazos y juntas volvemos al campamento.

Se siento junto a la fogata y con la cachorrita entre mis manos, decido esperar hasta que la pobre tome un poco de calor.

Pasan los minutos y decido acostarla sobre uno de mis vestidos para que sea como una pequeña manta, mientras yo me preparo otro de los emparedados. Tomo la comida que compré para perritos y se la coloco en el suelo, ella huele la comida y comienza a comerla con rapidez.

—Tranquila, nadie te hará daño —menciono acariciando la cachorrita. Tomo mi emparedado y comienzo a comerlo mientras siento el calor de la fogata acariciando mi piel—. Creo que encontré tu casa, eres afortunada, eres de la realeza.

Kisha continúa comiendo su alimento y al terminar, su pancita suena, lo cual provoca que yo me ría. Me hubiera gustado quedarme con ella, pero sus dueños deben de estar muy preocupados. La tomo con cuidado y la abrazo, ella se queda quietita y digo: —mañana a primera hora, iremos a dejarte.

La dejo en el suelo y ella pasa su pequeña lengüita por una de mis manos, lo cual se siente divertido.

—No sabes lo mucho que te voy a extrañar —digo con tristeza. Esa pequeña perrita, me ha acompañado los últimos días y ahora vivir sin ella, puedo hacerlo, pero no quiero. Pero bueno, estará mejor con su familia, ellos si pueden alimentarla y cuidarla como se merece.

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