《Cap.25》
Algunos meses habían transcurrido. Incluso la primavera ya había comenzado a florecer y con ella, sus colores vivos tan representativos.
Las últimas semanas han sido bastante comunes a mi parecer. Siempre realizo mis deberes y cuando acabo, recibo mi clase de arquería en la cual voy bastante avanzada por el gran esfuerzo que realizo por mi propia cuenta. Finalmente, por las noches suelo salir a caminar o tocar algunas lindas canciones en mi preciado instrumento. Inclusive, algunas noches las paso junto a Lizzie y una taza de té, mientras conversamos y nos divertimos.
El tiempo con Nate se vio reducido cuando inició su preparación para llevar a cabo su coronación y posterior cargo como rey. Así que esto a provocado que lleve días sin poder hablar con él, tan solo puedo observarlo a lo lejos, mientras va de un lugar a otro con su elegante saco negro y corbata azul.
Ahora mismo me encuentro regando las flores del jardín, mientras me dejo llevar por mis pensamientos. Pero, una silueta a lo lejos llama mi completa atención. Era él. Nate iba caminando seguro de sí mismo, con su típico traje refinado y cabello bien peinado. Si no lo conociera, diría que tiene un semblante dominante y serio, pero aquella idea se viene al suelo con sonríe como ahora lo estaba haciendo. Desde lo lejos, me mira y con una linda sonrisa, me saluda. Yo respondo con el mismo gesto y cuando ingresa al auto que lo estaba esperando, puedo notar que la falda del vestido floreado que llevo puesto está muy mojada y fue allí donde noté que, por culpa de cierta personita de linda sonrisa, me distraje y en lugar de regar las flores, acabé llenando de agua mi falda.
Continúo con las flores que me hacían falta para luego ir a cambiarme y seguir con el resto de mis labores, las cuales son ayudar en la bodega destinada a la creación de vino y ayudar a hacer la limpieza en la cocina. Así que reúno ánimos y positivismo, y me encamino a la huerta de uvas para seguir con mis trabajos.
Al terminar con mi trabajo en la cocina, decido volver a mi habitación para poder comer algo y luego irme al bosque, y así demostrar que estoy lista para mi primera competencia. No lo conté antes, pero Camille me habló sobre una próxima competencia en un pueblo cercano a Rigny-Ussé, así que hoy decidió crear una prueba para saber si en verdad estoy lista para participar.
—Lista para demostrar quién es Molly Rose —expresa Camille incitándome a la adrenalina cuando me ve llegar al bosque.
—Por supuesto —digo con gran emoción.
—Eso quería escuchar —responde con una gran sonrisa—. Primero deberás subir a ese árbol y lanzar tres flechas a esos tres blancos. Luego de bajar del árbol, harás algunas acrobacias. ¡Sorpréndeme! —añade sonriendo—. Finalmente, tendrás de clavar dos flechas a las manzanas en movimiento que se encuentran atadas de una cuerda.
Miro todo lo que tengo que hacer y no tengo miedo, la adrenalina y la felicidad son mayores a mis nervios.
—Además usaré un cronómetro para medir tu tiempo —añade mirando dicho aparato—. Molly eres una chica muy capaz, demuestra tu habilidad.
—Daré lo mejor de mí —respondo poniéndome en el punto de inicio.
—Comienza el tiempo —grita Camille mientras oprime el botón del cronómetro.
Corro hacia el árbol y comienzo a treparlo con gran destreza, y una vez arriba me deslizo por una de las ramas y con detenimiento apunto al primer blanco, el cual logro de forma increíble, lo hago de igual forma con los otros dos y luego me tiro del árbol cayendo de pie. Coloco con rapidez el arco en mi hombro de forma inclinada encontrándome yo en el centro del mismo, y realizo un aerial, el cual consiste en una voltereta sin manos. Luego hago un split y lanzo una de las flechas a una de las manzanas colgando de la rama del árbol y esta logra clavarse en esta. Luego me levanto del suelo y lanzo la última flecha a mi último blanco, pero esta la fallo, lo que provoca en mi gran frustración, lo vuelvo a intentar y esta vez lo logro.
—Bien hecho, Molly —exclamó Camille—. Tres minutos está excelente, si fallaste uno de los tiros, pero con un poco más de práctica lo harás a la perfección —indica con una gran sonrisa—. Te voy a inscribir en la competencia, has trabajado muy duro y estás muy capacitada —exclama a lo que yo grito de la emoción y doy pequeños saltitos.
—Muchas gracias, Camille. No podría hacer nada de esto si no fuera por ti —exclamo con los ojos llorosos.
—Yo solo te he guiado, tú has hecho todo el trabajo difícil —exclama—. Ve a descansar, te lo mereces —dice y me brinda un gran abrazo.
Ambas nos dirigimos a la salida y ella se aleja del castillo por la carretera de piedras que se dirige a Rigny-Ussé. Así que decido ir a mi habitación y tomar mi ukelele, ya que lleva varios días abandonado.
Una vez con mi ukelele en mano decido caminar hacia el bosque para poder tomar un poco de tiempo para mí misma.
Al encontrar una zona bonita decido subir a uno de los árboles y comienzo a pronunciar las palabras de una de mis canciones favoritas Douces Larmes, una canción hermosa, la cual consiste en el dolor interno de una chica.
—Molly, ¿qué haces ahí? —exclama Lizzie asombrada.
—Puede sonar raro, pero me gusta subir a los árboles a cantar —digo bajando de este.
—Bueno no te puedo juzgar, yo solo puedo escribir en el bosque —responde y ambas reímos—. ¿Sucede algo contigo y Nathan? Hace mucho que no los veo juntos.
—Su preparación para la coronación no nos permite estar juntos —digo con una sonrisa apagada.
—Sí, pasa bastante ocupado últimamente —responde un tanto preocupada.
—Aunque hay algo más que solo su ocupada agenda —susurro.
—Vamos a mi habitación y tengamos una tarde de chicas —dice con una sonrisa. Yo asiento y ambas tomamos rumbo al castillo.
Caminamos por el largo camino hacia la habitación de Lizzie y una vez en esta, decidimos ponernos cómodas.
—¿Quieres ponerte una mascarilla? —pregunta Lizzie emocionada.
—Claro —respondo con una pequeña sonrisa. No soy muy fanática de tener productos extraños en mi rostro, no es una sensación agradable, pero sé que ella es feliz cuando me los coloca.
—Siéntate, ya vuelvo —añade para luego irse a su baño. Al volver, ella trae entre sus manos una pequeña taza con una mezcla verde bastante extraña—. Es de aguacate —dice sentándose junto a mí y comienza a colocar la mezcla en mi rostro con ayuda de un pincel.
—Se siente extraño —respondo riendo.
—Tu piel lo agradecerá —dice con una sonrisa—. Sabes que no quiero ser una intensa, tampoco quiero ponerte incómoda, pero ¿quieres hablar sobre Nathan? —añade mientras coloca la mascarilla sobre su lindo rostro.
—Lo haría, pero estoy confundida —respondo—. Pasar tiempo con él es increíble e incluso, estos días lo he extrañado, pero tengo miedo. La mayoría de personas que he conocido acaban lastimándome y siéndote sincera, no quiero volver a pasar por eso.
—Linda, no tienes que sentirte así. No todas las personas que lleguen a tu vida te van a dañar, muchas personitas serán seres de luz, y créeme que Nathan es una de ellas —explica ella comprensivamente.
—Ya me estoy haciendo daño yo sola. Me estoy enamorando de una persona que no tendrá tiempo disponible. Incluso, ya estoy sufriendo esa consecuencia.
—Yo creo en la historia del hilo rojo y soy fiel a su leyenda, en la cual dice que sin importar las condiciones ambos extremos acabarán juntos.
—¿Y si no somos el extremo del otro?
—Al menos vivieron una linda historia, pero tengo un fuerte presentimiento de que sí lo son —dice colocando su mano sobre la mía.
—Pareces sacada de un cuento de hadas —digo y ambas reímos.
Por el resto de la noche decidimos escuchar música en su tocadiscos y comer algunos deliciosos postres. Sin embargo, al ver que ya era muy tarde, nos quitamos las mascarillas y finalmente, nos despedimos con un reconfortante abrazo. De camino a mi habitación, decido mirar al cielo un momento y contemplar la belleza del mismo, pero al bajar mi vista veo a Nate sentado en una de las bancas del jardín. Lo miro por algunos segundos y la sensación de querer ir con él se hace presente.
—¿Ir con Nate o ir a mi habitación? —susurro mordiendo nerviosamente mi labio inferior. Analizo la situación algunos segundos más y decido caminar hacia Nate, a pesar de no saber que decir cuando esté junto a él.
Mientras más me acerco, más aumenta mi sospecha de que Nate se encuentra llorando. A pocos metros de él decido parar y pensar con claridad. Pero, imágenes de él apoyándome cuando me siento mal llegan a mi mente y siento la necesidad de hacer lo mismo por él.
—¿Te encuentras bien, Nate? —pregunto con voz suave.
—Deberías estar en tu habitación, es muy tarde —dice limpiando sus mejillas y mirándome con una pequeña sonrisa.
—No quería perder la oportunidad de verte —digo tímidamente, sentándome junto a él. Él me mira y la tenue luz que brindan las farolas, me dejan ver que sus ojos y nariz, rojos—. Nate, ¿qué sucede?
—Discúlpame —comenta avergonzado por su actual aspecto—. Guardar tanto estrés no es bueno —susurra con la cabeza gacha.
—Las lágrimas siempre son liberadoras —respondo con una pequeña sonrisa.
—Molly, no quiero ser rey —expone cubriendo su lindo rostro con sus manos —. Nada con respecto al cargo me agrada. No creo que pueda ser capaz de hacerlo.
—Insisto en que deberías hablar con tu padre —respondo con voz baja.
—¿Y qué le voy a decir? —dice en tono alto—. Padre, voy a renunciar a ser rey para poder pintar —añade con rabia—. Perdón —susurra al ver que su tono de voz cambió.
—Pintar no tiene nada de malo.
—Claro que no, mientras lo hagas en tus tiempos libres, pero tomar la pintura como trabajo, eso es lo malo.
—Todo trabajo es digno. Solo que algunos están infravalorados por la sociedad —añado y tomo una de sus manos.
—No sé qué hacer —responde mirándome y aferrándose a mi mano.
—¿Qué te parece si te relajas unos minutos? —comento—. Mereces disfrutar de esta linda noche —exclamo observando el cielo estrellado.
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