《Cap.19》
Una vez nuevamente en el pintoresco pueblo de Rigny-Ussé, bajo del autobús y merodeo por las solitarias calles del lugar. Es de noche y el frío aumenta con el pasar de los minutos. Camino hacia el castillo mientras observo mi alrededor, todo está en calma, lo cual me hace sentir bien.
—Mademoiselle, llegó antes —dice uno de los guardas mirándome con curiosidad.
—Creo que la ciudad no es para mí —menciono y él me abre los grandes portones del castillo. Camino por el jardín y a lo lejos observo la silueta de Nate, así que decido esconderme detrás de un arbusto. No quiero hablar con nadie y mucho menos con él. Observo con atención y una vez que lo pierdo de vista, corro sigilosamente hacia mi habitación, es el único lugar al que quiero ir en este momento.
—¿Molly? —pregunta una voz masculina justo en el momento en que entré a la torre de trabajadores. Pero, sigo con mi camino como si nunca lo hubiera escuchado—. No escapes, es imposible no reconocer tu cabello rojo, ¿qué haces aquí? —pregunta nuevamente acercándose a mí.
—No es un buen momento, Nate —digo cubriendo mi cabeza con el gorro que tiene el abrigo que llevo puesto.
—Espera, ¿pasó algo? —insiste.
—Ya basta, aléjate de mí —digo con los ojos cristalizados en lágrimas y corro hacia mi habitación. No me preocupo en saber si él me sigue, tan solo cierro la puerta al llegar a mi recámara. Me tumbo en mi cama y rompo en llanto, cuanto odio ese nivel de debilidad. Me hace sentir tan estúpida y lamentablemente, sí que lo fui.
—Molly —dice la voz de Nate a través de la puerta, esta vez es suave y dulce.
—Nate, solo vete —respondo entre sollozos.
—No sabes cuánto desearía que no te alejaras de mí cada vez que te quiero ayudar —dice y escucho sus pasos alejarse de mi habitación.
Intento calmarme y me siento en mi cama quedando de frente al ventanal. Miro las estrellas y cierro mis ojos mientras dos lágrimas resbalan por mis mejillas.
—Tú eres fuerte —repito una y otra vez. Me acurruco en mi cama y cierro nuevamente mis ojos, poco a poco el sueño me invade, quedando finalmente dormida.
***
Despierto unos minutos antes de que la alarma de mi despertador lo haga. Para mi suerte, pude dormir algunas horas.
Me levanto y tomo una ducha, la cual necesitaba con urgencia. Me coloco mi vestido gris, mis pantis negros y mis típicos botines. Una vez lista, decido hacerme unas tostadas francesas acompañadas de algunas fresas.
Cuando finalmente termino todas mis tareas, incluidas el ordenar mi maleta que llevé a Tours. Miro mi reloj el cual indica que son las diez de la mañana. Tomo una banda elástica y ato mi cabello en un moño alto, un tanto despeinado. Y me encamino a buscar a Odette.
—Odette, por fin te encuentro. ¿Necesitas ayuda en algo? —digo.
—¿Tú no estabas en Tours? —pregunta mientras anota algo en su libreta. En serio, ¿acaso esa libreta tiene hojas ilimitadas?
—Surgió algo y me tuve que venir —digo no mintiendo del todo.
—Bueno, como te gusta tanto esta sala, deberás limpiarla toda. Esta es una de las salas más visitadas en la cena de noche buena, así que debe de estar impecable —indica y se aleja de la sala. Miro todo el lugar y es enorme, así que decido comenzar con los gigantes ventanales, una de las cuatro paredes es completamente de vidrio para mi mala suerte.
Me dirijo a una pequeña habitación de limpieza y de ella tomo una escalera, un paño y un líquido azul para limpiar dichas ventanas. Arrastro con dificultad la escalera, pero una vez logrado, comienzo a limpiar la ventana, y agradezco el hecho de haberme hecho un moño en mi cabello, ya que pequeñas gotitas de sudor resbalan por mi frente.
Después de largos y cansados minutos, finalmente termino de limpiar el ventanal. Este está reluciente, lo que hace que una pequeña sonrisa se luzca en mi rostro. Llevo nuevamente la escalera a la habitación y vuelvo nuevamente a la sala, ahora me toca limpiar cada una de las vitrinas.
Comienzo con las que muestran algunos arcos simplemente hermosos. Cada vitrina tiene algo diferente en relación con los caballeros. Armaduras, espadas y arcos son los objetos de valor que se hayan en esta habitación, pero a mí en lo personal tan solo me llama la atención los majestuosos arcos.
—¿Estás loca? —dice una voz en tono alto detrás de mí. Me giro y me topo con Lizzie, la cual está furiosa.
—Lizzie, perdón —exclamo con la cabeza gacha—. Pero, al ir al teatro me enteré de algo, que me hizo sentir muy mal. Ya no quería estar en Tours, solo quería volver —añado.
—Molly, no me enojo porque te fuiste, tan solo hubiera sido bonito que me hubieras ido a buscar al bar y me explicaras —dice con voz dulce—. Además, te pudo haber pasado algo.
—No tenía muchas ganas de ir a ese lugar —respondo.
—Ojalá te sientas mejor —exclama mirándome.
—Claro que sí —menciono fingiendo una sonrisa.
—Nos vemos después —añade, despidiéndose de mí con su mano.
Me giro y continúo con mi trabajo, ya que tal vez me quede tiempo de practicar arquería o ukelele. No me interesa las mentiras de mi madre, merezco por lo menos hacer lo que me gusta.
—Listo —susurro alejándome de la última vitrina—. Ahora, solo barrer y termino —digo y me dirijo una vez más a la habitación, dejo el paño y el frasco con el líquido azul. Ahora tomo la escoba y vuelvo a la habitación, en donde comienzo de inmediato a barrer todo el lugar.
Pasan algunos minutos y finalizo de barrer, miro el lugar con detenimiento, intentando confirmar que todos los pasos hayan sido realizados. No quiero fallar con la limpieza de una sala de alto interés para esas personas.
Después de dejar la escoba en su lugar, me dirijo a la salida del castillo.
—Vas a comer conmigo —menciona Nate, mostrándome una cesta de picnic.
—Lo siento, pero —digo, pero no sé cómo acabar la frase.
—Es una afirmación, no una pregunta —responde con una pequeña sonrisa de victoria.
—Tramposo —añado con seriedad. Caminamos hacia el bosque y Nate propone un lugar en donde comer. Él saca de la cesta, una larga manta y la extiende en el césped del bosque—. No te voy a decir nada de anoche —menciono con seriedad mientras me siento en la manta.
—No te traje aquí para eso, solo quiero que pases un lindo momento. Quiero que despejes tu mente —dice sentándose junto a mí. Lo observo con atención y él me brinda una tierna sonrisa, y comienza a sacar de la cesta dos tazas las cuales contienen creps—. Perdón, no tienen el mejor aspecto. No se me da bien cocinar.
—Tranquilo, me encantó esto —digo mirándolo con una pequeña sonrisa. Él me brinda mi crep, tomo el plato y con mi mano llevo el postre a mi boca para saborearlo.
—Te quedó deliciosa —exclamo con la boca llena.
—Gracias, pero primero termina de masticar —responde riendo.
—Claro —digo repitiendo lo de la boca llena.
—Necesitas modales —añade y ambos reímos.
—Disculpe su majestad —respondo tomando mi vestido y haciendo una reverencia. Él se ríe, dejándome ver su hermosa sonrisa.
Continuamos con nuestra comida y luego, Nate decide interrumpir el silencio.
—Te tengo una sorpresa —dice con una gran sonrisa.
—Es en serio, todo esto es demasiado —respondo mirando todo nuestro alrededor.
—Esto no es nada comparado a lo otro.
—Bueno, ¿qué esperas? —añado emocionada.
—Tranquila, arquerita —responde riendo—. Bueno, te voy a contar una historia.
—¿Y si me la resumes? La curiosidad me mata —digo sonriendo.
—Lo sé y por eso sé que también te mueres de curiosidad por saber que escondo en la puerta —dice riendo a lo que yo respondo con un gesto de repugnancia—. Bueno, cuando yo asistía a la preparatoria, conocí a una profesora la cual es arquera, ella de hecho ha participado en competencias, así que podemos llamarla, para que puedas recibir clases con ella —añade emocionado.
—¿Tienes su número? —respondo sorprendida.
—Logré conseguirlo —dice sonriendo.
—Eso es genial, pero ¿a dónde tendría que ir? —pregunto.
—De eso no te preocupes, podemos hablar con ella para que venga hasta el castillo —dice —. ¿Quieres llamarla? —pregunta.
—Claro —respondo ilusionada, jamás pensé en tener esta oportunidad, pero ahora que la tengo creo que sería fantástico. Él se levanta antes que yo y me brinda la mano, la tomo y me ayuda a levantarme.
Juntos recogemos todas las cosas del picnic y nos dirigimos a la habitación de Nate en donde toma un trozo de papel con el número de la profesora y nos dirigimos hacia la biblioteca, ya que ahí es donde está el teléfono más cercano.
—¿Lista? —dice Nate una vez frente al teléfono.
—Sí —respondo sonriendo. Tomo el trozo de papel y giro la rueda del teléfono hasta marcar todos los números. Coloco el teléfono en mi oreja y espero a ser atendida.
—Bonjour, ¿con quién hablo? —responde una acogedora y linda voz al otro lado del teléfono.
—Soy Molly Rose, conocida de Nathaniel Curie —digo mirando al chico el cual me responde con una gran sonrisa.
—Claro, ¿qué necesitas? —pregunta con amabilidad.
—Lo que sucede es que me encanta la arquería, de hecho, la practico. Pero, Nate me habló sobre sus clases de arquería y quería saber si —digo, pero ella me interrumpe.
—¿Quieres recibir clases de arquería? —interroga con curiosidad.
—Sí —respondo de inmediato.
—Claro, te puedo dar clases. Pero, ¿quieres recibir solo arquería o quieres arquería con obstáculos? Esta última lleva todo lo que es gimnasia y esquivar obstáculos —indica ella.
—Me encantaría recibir la segunda, pero no sé si puedo pagarla —respondo avergonzada.
—De eso no te preocupes, yo doy estas clases porque me apasiona, no por el dinero —dice ella, lo cual me conmueve—. Iré a Rigny-Ussé el 26 de este mes, espero que estés lista.
—Claro, muchas gracias —respondo emocionada.
—Con gusto, mademoiselle —dice y cuelga. Coloco el teléfono en su lugar y me lanzo a los brazos Nate.
—¿Y esto por qué? —dice sorprendido, pero me rodea con sus brazos.
—Por todo, muchas gracias Nate —exclamo con una pequeña sonrisa.
—No fue nada, haría cualquier cosa por ti —dice con cariño.
—¿En serio? —respondo avergonzada y nos separamos.
—O sea, sí. Yo... yo lo haría, es decir... me agradas, yo —dice y se queda algunos segundos en silencio, en donde sus orejitas se tornan rojizas, lo cual resulta tierno—. En fin, ¿qué día comienzan?
—Dice que vendrá después de navidad, supongo que se quedará en el pueblo —explico.
—Bueno, por lo menos no tendrás que esperar mucho —insiste sonriendo.
—Para mi suerte, no —respondo. Ambos nos despedimos y cada uno vuelve a su habitación.
Estoy tan emocionada que hoy no llegué a recordar lo miserable que era mi vida en el aspecto sentimental. Pero, creo que el tema de mi «madre» pronto ya no me afectará, tal y como sucedió con el chico misterioso.
Una vez en mi habitación, me coloco el pijama, y junto a un té y mi ukelele, canto hasta que cae la fría noche de invierno. Ya sé que el ukelele no tiene el significado que antes poseía para mí, pero eso no significa que deje de amarlo, el ukelele me ha acompañado desde que tengo memoria, jamás podría rechazarlo ahora.
Miro por el ventanal y puedo admirar el cómo los copos blancos de nieve, comienzan a caer del cielo. Así que decido ponerme la ropa que antes vestí y salgo a caminar por los enormes jardines del castillo.
Una vez fuera del castillo emprendo camino a los jardines, los cuales están cubiertos por una fina capa de nieve helada. Respiro hondo y observo las miles de estrellas que decoran el oscuro cielo y una triste sonrisa asoma en mi rostro. Hace unas semanas, observar las estrellas era algo magnífico. Pensaba que entre ellas se encontraba mi madre, pero ahora tan solo me provocan admiración por su resplandor.
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