《Cap.17》

     —Lizzie, te necesito —exclamo abriendo la puerta de su habitación.

—Claro, ¿qué necesitas? —dice mientras escribe algunas palabras sobre un pergamino con ayuda de su pluma.

—Necesito que me ayudes a averiguar los horarios del teatro de Tours —comento un tanto acelerada. Desde que la señora me contó aquello, no dejo de pensar sobre eso. Muy posiblemente toda mi vida se ha basado en una cruel y despiadada mentira.

—Déjame hacer mi magia. ¿Me quieres contar más? Quizás te puedo ayudar aún más —insiste mirándome detenidamente.

—Es una larga historia —digo intentando evitar contarle sobre mi vida.

—¿Quieres ir a caminar por el castillo? —exclama con una pequeña sonrisa, lo que me advierte que tarde o temprano tendré que contarle sobre mi vida, pero tal vez ella tenga razón y me pueda ayudar.

Asiento y ella se levanta con una sonrisa de su cómodo asiento. Juntas caminamos por los extensos pasillos hasta llegar al exterior del castillo. Hoy me dieron un día libre lo cual agradezco, ya que así puedo indagar más sobre este misterio.

Comenzamos a caminar por los jardines cubiertos enteramente de nieve. Ambas estamos calladas, tan solo admiramos todo el gélido paisaje que nos rodea.

—¡Tu libro está increíble! —exclamo rompiendo el silencio que ya nos llevaba acompañado desde hace algunos minutos.

—No sabes cuánto me alegra escuchar eso —dice con una gran sonrisa—. Tus mejillas están muy rojas, ¿estás bien? —pregunta un tanto preocupada.

—Sí, es mi rosácea. Ya aprendí a vivir con ella —respondo con una sonrisa apagada—. Retomando el tema de antes, tengo que encontrar a una persona que trabaja en ese lugar, creo ella será la respuesta a toda mi vida.

—Bueno, tu vida es más interesante que la mía, a decir verdad —exclama asombrada.

—No la llamaría interesante, sino más bien trágica —respondo.

—Bueno, te tengo buenas noticias. Una de mis amigas vive en Tours, ella me puede investigar todo sobre el teatro, porque hace pocas semanas comenzó a trabajar allí. Así que podemos ir dos días y quedarnos en su casa. Claro, tendré que hablar con ella, pero de seguro me dice que sí, hace mucho no nos vemos —responde emocionada.

—Eso suena increíble, pero no la conozco y no quiero incomodarla —insisto.

—Por favor, ella es grandiosa, la vas a adorar. Además, jamás serás un estorbo, ya que podemos ayudarla a cuidar al pequeño de Louis —dice y en su rostro se refleja una enorme ilusión.

—¿Quién es Louis?

—Es el niño más lindo que conocerás. Madeline es mamá soltera, quedó embarazada en la adolescencia y a pesar de todo lo que sufrió tuvo al bebé. Ese niño es como si fuera mi sobrinito, es una dulzura —exclama con una gran sonrisa—. En serio, te prometo que no te arrepentirás —insiste.

—Bien, iré, pero solo si ella está de acuerdo. Y lo más importante ¿qué día iremos? Necesito hablarlo con Odette —digo.

—Déjame hablar con ella y apenas sepa todo, te voy a buscar —indica sonriente.

—Claro, gracias —exclamo.

Después de despedirme de Lizzie con un abrazo, decido que hoy es el día perfecto para hacer compras invernales. Todos o la gran mayoría de mis vestidos y prendas de ropa, son para climas no tan fríos, pero ahora que se acerca el invierno debo estar acorde a las temperaturas.

Una vez en el pueblo, decido entrar a una de las tiendas. Miro cada una de las prendas en venta, pero ninguna me llama la atención, así que salgo del lugar. Continúo mi camino y entro a otra tienda de ropa, miro nuevamente con detenimiento cada una de las prensas y un vestido logra llamar mi completa atención. Este es gris y de una tela bastante acogedora, perfecto para invierno. Así que decido comprarlo junto a una especie de pantis negras para así evitar el frío. 

Pago ambas prendas y salgo nuevamente del lugar en busca de más tiendas. Tengo dinero para gastar, lo cual me hace sentir bien. Sé que el dinero es algo con lo que no hay que obsesionarse, pero de pasar años usando vestidos de niños ricos que ya no querían o ya nos les quedaba, a poder comprarme yo misma mi ropa es algo increíble.

Continuo por las calles de Rigny-Ussé, miro cada una de las tiendas y personas del pueblo, hasta que a lo lejos logro distinguir una silueta muy conocida para mí. Entro rápidamente a una tienda e intento pensar con claridad.

—Es él —susurro para mí misma. El chico misterioso está caminando por las calles del pueblo.

—¿Ya llevar algo, señorita? —pregunta una chica detrás de un mostrador. Miro mi alrededor y noto que es una tienda de juguetes sexuales. Lo cual me logradejar perpleja, la sexualidad no es un tema muy recurrente en la sociedad actual,al contrario, es un acto mal visto.

—Me equivoqué de tienda —digo anonadada. Jamás pensé que en este pueblo hubiera una tienda sobre esto y menos que estuviera tan expuesta al público.

—Tranquila, todos merecemos tener una vida sexual placentera —comenta ella con una sonrisa pícara.

—Disculpa, pero ya me voy —respondo huyendo de la tienda. Eso fue algo muy extraño. Miro a mi alrededor desesperada y entro a la primera tienda de ropa que puedo observar.

Paso por toda la tienda mirando cada prenda, pero claro, poniendo especial atención a la entrada de la tienda mientras cruzo los dedos para no tener que encontrarme con el chico misterioso.

Después de una ardua búsqueda, decido comprarme unos pantalones vaqueros y una sudadera amarilla. Después de pagar mi compra, salgo de la tienda de forma sigilosa y me dirijo lo más rápido que puedo hacia el castillo.

Una vez en mi cálida habitación, saco mi nueva ropa y la observo con detenimiento. Simplemente me encanta, el vestido se ve súper cómodo y lindo, además, mi nueva sudadera amarilla me encanta, ese color es perfecto. Me encanta el azul, pero el amarillo no se queda atrás.

Coloco todo en la lavadora, tomo mi arco, flechas y unas galletas de avena que horneé hace algunos días, y emprendo camino al bosque.

Salgo de la torre y continuo mi camino hacia dicho lugar. Esta zona es maravillosa, bueno en general, cualquier lugar relacionado con la naturaleza es majestuoso. Me hace sentir libre y feliz, es como si me hiciera olvidar todo.

Camino unos cuantos minutos más, adentrándome aún más en el bosque. Pero, valió la pena porque logro ver un fantástico lugar. Tomo la típica roca y con ella hago un círculo en el tronco del árbol, me alejo de esta y lanzo una de las flechas, y esta logra llegar muy cerca del centro.

—¡Bien! —digo con una gran sonrisa. En serio, necesitaba esto en mi vida. Hace mucho no practicaba arquería y temí profundamente que mis capacidades como principiante se fueran de vacaciones.

Miro el espacio que me divide del árbol y decido hacer una voltereta, así que tomo el arco con cuidado, me apoyo del suelo e intento impulsarme con mis pies, pero esto termina mal y acabo cayendo de cara.

—¡Auch! —susurro acostada en el suelo—. Ya recordé porqué dejé la gimnasia —añado levantándome lentamente del césped. Camino hacia la flecha y la arranco del tronco con toda mi fuerza.

Vuelvo a mi posición anterior y miro con interés la misma roca de antes, la tomo y una sonrisa intrépida se asoma en mi rostro. Dejo en el césped mi arco y subo con agilidad por uno de los troncos del bosque, una vez a una altura aceptable, hago una marca en el tronco, tiro la piedra y vuelvo a bajar del árbol. Cuando mis pies regresan al suelo, tomo mi arco junto a las flechas y subo a otro de los árboles. En donde me paro con cuidado en una de las ramas y apunto al círculo que hice en el otro árbol.

—¿Estoy loca? —pregunto mientras miro todo mi cuerpo temblando mientras intento mantener el equilibrio—. Tal vez sí —digo riendo. Me concentro en el círculo, apunto y lanzo. Miro la flecha y esta cayó en el centro de la figura—. ¡Sí! —exclamo con emoción.

Me bajo del árbol o mejor dicho me tiro del árbol, y subo rápidamente por el otro, tomo la flecha y la guardo en el estuche, pero al hacer esto mi mano se resbala, así que me sujeto con fuerza de ambas manos, pero en una de ellas sentí un dolor increíble. Continúo bajando por el árbol y una vez abajo miro la palma de mi mano y esta tiene una púa de madera dentro de la piel. Con solo verla sentí un escalofrío en el cuerpo.

Tomo mis cosas y decido volver al castillo, ojalá logre encontrar a Lizzie. Quizás, pueda ayudarme porque no logro ver ni mi propia mano. Jamás podría ser enfermera o doctora, me dan pánico las heridas.

Camino por el jardín y me encuentro con Kisha.

—Hola, hermosa —digo con ternura en cuclillas. Ella mueve su colita súper rápido, además salta como un conejito emocionado.

—Hola —susurra Nate delante de mí. Lo miro y me levanto—. Quería pedirte perdón, nunca quise ponerte incómoda.

—¿Sabes quitar esto? —digo interrumpiéndolo. La verdad lo menos que quiero es escuchar esa disculpa, me da lo mismo.

—¿Dónde te metiste? —comenta tomando mi mano y mirándola con gran atención.

—Eso no importa, ¿puedes?

—Creo que sí, vamos a mi habitación todavía tengo el botiquín —dice con una pequeña sonrisa. Asiento y los tres nos dirigimos a su habitación.

—Nathaniel, te hemos dicho que no puedes tener a la perrita caminando por los pasillos —dice un señor dentro de uno de los salones.

Él rueda los ojos y toma a Kisha entre sus brazos. Continuamos con nuestro camino hacia su habitación, todo el tiempo en silencio y mirando hacia adelante.

—Entra —menciona seriamente mientras abre la puerta del lugar. Ambos entramos y él pone a Kisha en el suelo, ella se dirige al balcón y se acuesta a dormir en una pequeña manta que hay en el lugar.

—Listo —dice saliendo del baño, ya que se estaba lavando las manos. Toma el botiquín y se sienta en la cama, así que hago lo mismo quedando en frente de él, toma mi mano con delicadeza y con ayuda de una pinza intenta sacar el pequeño trozo de madera—. ¿Te duele?

—Un poco —exclamo aguantándome el dolor.

—Ya casi termino —dice mirando mi mano con detenimiento—. Listo —exclama con emoción.

—Gracias —digo con una sonrisa, pero su serio rostro me da una mala espina—. ¿Qué pasa? —pregunto preocupada.

—Molly, ¿te estás lastimando a propósito? —dice tomando mi mano.

«—Carajo —pienso. Olvidé totalmente que todavía quedaban pequeñas marcas de mis uñas en las palmas de mis manos.»

—No es nada, olvídalo —digo quitando mi mano de su agarre.

—Molly, estoy preocupado por ti —exclama con una expresión triste—. Sé que tienes mucho dolor guardado y eso me entristece, no tienes por qué guardarte todo —dice y coloca una de sus manos en mi roja mejilla.

—No tienes que preocuparte por nada, estoy bien —respondo con una pequeña. Tiene razón, pero no quiero decirle. Soy una chica valiente y puedo con todas y cada una de las desgracias que me han sucedido.

—Me encantaría que me dejaras de mentir —dice quitando su mano de mi rostro. Ambos no quedamos en silencio, mirándonos entre nosotros.

—Amiga, el veinte de este mes, nos vamos —grita Lizzie al entrar en la habitación de Nate.

—No sabes cuánto te lo agradezco —respondo con una gran sonrisa.

—Vamos a conocer muchos lugares, incluso puedes conocer a chicos los cuales no sean cobardes —dice con una mirada penetrante.

—Gracias, Lizzie. Solo tengo que pedir permiso a Odette —respondo alegremente.

—Claro —dice y cierra la puerta.

—¿A dónde irán? —pregunta Nate, curioso.

—A Tours —digo emocionada. Por fin conoceré mi pasado.

—¿Qué van a hacer? —insiste avergonzado.

—Es un secreto —digo sonriendo—. Adiós Nate. Y de nuevo, gracias —exclamo y salgo de su habitación. 

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