《Cap.1》

La helada brisa de Francia avisa a todos que el invierno se avecina, lo cual me entusiasma. Falta un poco más de un mes para que la nieve reemplace el pintoresco otoño que tanto amo por la blanca y fina nieve de invierno.

     Cada mañana al despertar para mi significa, que pasaré un día menos en esta «prisión». Tal vez no debería llamar a este solitario y antiguo orfanato de esa manera, pero así es como lo he nombrado desde que tengo memoria.

     Ya cada vez falta menos para escapar de este lugar y cumplir mi sueño de ser libre. En pocos días cumpliré mis dieciocho años, específicamente el 22 de noviembre; por ende, podré salir de este atroz lugar, pero como siempre me ha gustado la adrenalina, voy a escapar en una de estas noches. Si escapo antes de que sea mayor de edad, si ellos me encuentran, técnicamente, tendré que volver y eso, a mi parecer es lo más emocionante de esta situación.

     Así que hoy, como no tengo nada que hacer, planearé mi escape. Después de diecisiete años esperando este día, me resulta difícil guardar mi emoción.

     Apenas es de mañana y tengo un gran día por delante. Así que me dirijo al baño para poder ducharme. El baño posee la apariencia perfecta para una película de terror, los servicios sanitarios están sucios e incluso hay algunos que no funcionan, el único espejo del lugar está quebrado y las duchas están sucias, pero creo que esto es mejor que no tener un lugar en el cual vivir.

     Al salir de la ducha, me visto con uno de mis pocos vestidos. Este aparenta ser un poco antiguo, fácilmente podría salir en una película medieval, pero bueno, ese no es el punto, el vestido que elegí para hoy es completamente azul claro y tiene algunos detalles de la propia tela con la que fue confeccionado. La tela cubre mis brazos y llega hasta mis pies, lo cual agradezco porque el clima otoñal es gélido.

    Una vez lista, recorro los amplios y largos pasillos hasta llegar a mi «habitación». Una vez allí, me dispongo a colocar unas pequeñas botas de cuero en mis pies, para finalmente trenzar mi rojizo y largo cabello.

     —¡Molly! —gritó Colette, una de las niñas del orfanato. —¡Mañana tendré una entrevista!

     —¡Felicidades! —dije sonriendo para luego chocar los cinco con ella. La niña de rubio cabello se alejó de mí felizmente. No me tiendo a relacionar mucho con las personas, por eso se me hace difícil hablar con los demás. Mis gustos siempre han sido un tanto diferentes comparados con los de otros niños.

    Recuerdo el día que tuve mi primera entrevista. Era una pareja joven, ambos amables y siempre luciendo una linda y amplia sonrisa, pero cuando quisieron conocerme, la sonrisa se fue debilitando poco a poco. Ellos deseaban una niña que bailara y que le encantara las películas de princesas siendo rescatadas por príncipes, pero para decepción de ellos, yo no contaba con esos requisitos. No juzgo a las personas que tengan esos gustos; sin embargo, prefiero a esas princesas que dejan en claro que no todas las mujeres son débiles y que esperan con ansias encontrar un príncipe para que su vida sea un tanto más «interesante».

    Desde pequeñita he tenido el sueño de ser diferente a las demás, quiero destacar y creo que puedo lograrlo.

     Con apenas ocho años, tomé la decisión de practicar arquería. Tomé unas cuantas ramitas del patio del orfanato y con mucha cinta, comencé la creación de mi arco y mi flecha. Recuerdo a la perfección la felicidad que tenía ese día, pero muy rápido se desvaneció porque el arco no era muy resistente. Algunos años después, decidí comenzar a practicar gimnasia, pero esto nuevamente fracasó, ya que terminé con una herida en mi frente.

     Toda mi vida he querido ser diferente, probar nuevas cosas y conocer nuevos lugares. Quiero ser reconocida por cambiar estereotipos, quiero ser más.

    El grujido de mi estómago llama mi atención y me aleja de mis pensamientos. Camino por el pasillo para luego bajar las gradas de maderas, las cuales crujen al caminar sobre ellas. Al llegar a la cocina, abro las alacenas de maderas y las observo con atención para ver que puedo comer, en una de estas me encuentro con unas galletitas de chocolate, así que tomo tres de estas y junto a un vaso de leche, las devoro con satisfacción.

     —Molly, ¿puedes hacer algo de pan? —pregunta la Señora Dupont con una pequeña sonrisa.

      —Claro —respondo amablemente. Ella me lo agradece y se aleja de la cocina.

     Sinceramente, me encanta hornear y cocinar, es algo tan relajante. Es increíble como la mezcla de ciertos ingredientes y sabores, pueden formar un resultado exquisito. Tomo la pequeña libreta de recetas y comienzo a leer cada uno de los panes, al mismo tiempo voy mirando en las alacenas para saber si tengo todos los ingredientes necesarios.

     —Listo, haré unos croissants con relleno de chocolate. —Sonrío y comienzo a buscar cada uno de los ingredientes y los coloco en la mesa.

    Una vez lista, tomo los ingredientes y los junto para formar una suave masa. Luego, tomo el rodillo y comienzo a crear finos triángulos en los cuales coloco un delicioso relleno de chocolate. Cuando tengo todos los croissants lo coloco cuidadosamente en una bandeja para llevarlos a hornear.

     Mientras espero a que los deliciosos croissants estén listos, ordeno toda la cocina, tomo los ingredientes que me sobraron y los coloco en sus anteriores lugares, luego echo en la basura los restos y con ayuda de una toalla limpio la mesa. Cuando termino, miro el pan, el cual todavía le quedaban algunos minutos. Así que decido ir a buscar un lapicero y una hoja para poder hacer el plan sobre mi escape.

     Por suerte, encuentro todo en la sala de juegos en donde había unos cuantos niños jugando con los carritos de juguetes y niñas jugando con sus muñecas. Al volver a la cocina, saqué la bandeja del horno y con cuidado coloqué los croissants en un envase de vidrio.

     —¡Gracias, Molly! —menciona la Señora Dupont.

     —No fue nada —respondo con una pequeña sonrisa, subo nuevamente a mi habitación, miro mi vieja cama y se siento sobre ella para dar inicio a lo que llamo «el primer y único plan de escape». ¿Por qué ese nombre? Bueno, espero que este plan funcione y yo no muera en el intento o, mejor dicho, no me atrapen.

Miro la hoja llena de notas, apuntes y dibujos, y una sonrisa se forma en mis labios.

     —No puedo esperar más. —Abrazo la hoja y la guardo sigilosamente debajo de mi almohada.

     Miro el antiguo reloj de mi habitación y decido ir a la cocina para prepararme algo. Tardo algunos minutos pensando sobre qué voy a cocinar y en eso llega a mi mente la imagen de un delicioso Le gratin dauphinois. Así que me pongo manos a la obra.

     Comienzo a hacer unas pocas patatas gratinadas. Luego de un rato, tomo el cuchillo y con cuidado las corto en rodajas para luego, mezclarlas con nata fresca, queso y algunos hongos.

     —Mm, huele delicioso —exclamo mientras inhalo el delicioso aroma que desprende el platillo.

     Tomo un cubierto y llevo un trozo de la comida a mi boca. Continúo así hasta acabar con la comida.

     Luego, decido hacer una de mis actividades favoritas en el mundo. Así que me dirijo al patio del lugar, acompañada de mi pequeño ukelele y con facilidad subo a una de las ramas de un gran árbol.

     Miro mi alrededor y sonrío, de aquí puedo ver los altos muros del orfanato, pero aparte de eso, puedo observar una pequeña laguna que hay a las afueras del orfanato, además del largo camino de piedras que llevan hasta Rigny-Ussé. El pueblo en el que siempre he vivido, pero nunca lo he conocido.

     Cierro lentamente mis ojos y comienzo a rasguear las cuerdas del instrumento, a la vez canto, siguiendo el compás del sonido que produce el ukelele. 

     Recito a la perfección una de mis canciones favoritas La Vie en Rose.

A lo largo de la fría tarde, continúo cantando mis canciones favoritas, mientras contemplo todo mi alrededor. Las hojas de colores flotan por el aire y el viento golpea mis rojas mejillas, lo que me advierte que más tarde estas estarán muy irritadas. Desde pequeña sufro rosácea, es una enfermedad que no tiene cura. Esta afecta mi rostro, aparentando que mis mejillas llevaran encima una gran cantidad de rubor, pero esto es todavía peor cuando el clima se va al extremo.

     Desde niña, he odiado mis mejillitas rojas, es como si siempre estuviera avergonzada y no es algo que me guste mucho. Y en mi caso, mi rosácea es más intensa, porque no tengo dinero para comprar los costosos productos y cremas para poder debilitar el intenso color.

Pasan algunos minutos y admiro como la noche domina al cielo. Los lindos colores naranjas y amarillos que decoran este, son sustituidos por el negro de la oscura y fría noche. Decido bajar del árbol, cuando noto que ya la luz solar es casi inexistente.

     De camino a mi habitación, paso rápidamente a la cocina y tomo dos galletas las cuales serán mi cena.

    Miro mi cajón de ropa y de él saco mi único pijama, que técnicamente es un pantalón largo y una blusa. Una vez lista bajo nuevamente a la cocina, en donde me preparo un té caliente. Sé que las bebidas y comidas calientes son malas para mi rosácea, pero el frío que tengo en ese momento, le gana a las recomendaciones de un doctor.

     Al volver a mi habitación, me siento en mi cama y reviso por última vez el plan sobre mi escape.

     —Mañana será el gran día —susurro y me giro para poder observar a Rigny-Ussé desde el ventanal de mi habitación. Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro, mientras me cuestiono sobre las cosas que tendré que vivir una vez que me encuentre afuera del orfanato.

     ¿Dónde pasaré las noches?

     ¿Encontraré trabajo?

     ¿Será lo mejor para mí?

     Preguntas como esas me han atormentado últimamente. Me estoy arriesgando bastante, pues voy a salir de aquí con unos pocos euros en mi mano. No sé dónde voy a dormir, ya que no tengo suficiente dinero para pasar la noche en uno de los pequeños hoteles del pueblo. No he llegado a interactuar con muchas personas, así que no sé cuando una persona mala se acerca a mí. Para ser sincera, me aterra el exterior, pero debo ser valiente y demostrarme a mí misma que soy capaz de todo.

     Tardo unos minutos en silencio, pero decido distraer mi mente un poco, así que comienzo a guardar mis pocas pertenencias en mi maleta. Sí, debería hacer otra cosa, pero no se me ocurre nada en este momento.

     Así que comienzo con guardar el poco dinero que tengo en mi maleta, luego tomo mi ropa y la guardo, dejando afuera solamente con lo que mañana me vestiré. Finalmente, tomo una linterna que me encontré hace algunos meses en un cajón y una cajita de fósforos, por si necesito hacer una fogata para obtener calor de ella.

     —¿Cómo me iba a olvidar de ti? —digo abrazando mi ukelele y poniéndolo en su respectivo estuche. El cual compré cuando gané un poco dinero por ayudar a cuidar el jardín.

     Miro todo el lugar y este se encuentra un tanto más solitario de lo que ya estaba. Observo el reloj y contemplo que falta tan solo cinco minutos para medianoche, así que decido volver a la cama e intentar dormir, ya que mañana será un día en el cual necesito tener mi energía en su máximo nivel.

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